jueves, 31 de octubre de 2013

NIGERIA: LA  PARADOJA DE LA ABUNDANCIA PETROLERA

Por: Javier  Fernando Miranda  Prieto


Vista aérea de una explotación petrolífera de la multinacional Shell en la región del delta del Níger en Nigeria.
La justicía holandesa, condenó a la petrolera anglo-holandesa de responasabilidad por los vertidos 
en el delta del río Níger.

El pasado mes de setiembre, un Tribunal de la ciudad de Ámsterdam en Holanda, encontró culpable a la multinacional anglo-holandesa Shell de la contaminación del delta del rio Níger en la República de Nigeria. Una verdadera victoria para la causa de la protección del medio ambiente y para los agricultores nigerianos, aunque el Tribunal declarara culpable a la Compañía sólo por uno de los derrames ocasionados en la comunidad de Ikot Ada Udo. Aun así, esta sentencia abre las puertas a posteriores juicios, que permitan pedir responsabilidades a las grandes empresas por los graves impactos ocasionados en otros países y acabar con la impunidad de las mismas.

Según la Fundación inglesa Oxfam-África, institución que ha seguido el desarrollo del juicio, los demandantes solicitaban a su vez un mantenimiento adecuado y periódico de los oleoductos de Shell, ya que el deterioro de éstos y la insuficiencia en su gestión han sido las principales causas de los vertidos. Los derrames de petróleo son constantes en la zona y constituyen una de las principales causas del desastre ecológico de la región.

La región del delta del Níger, ubicada al sur de Nigeria. Una zona rica
en recursos petrolíferos, en donde opera la empresa Shell.
Debido al mantenimiento deficiente del oleoducto, se vierte al delta del Níger -a la zona de la desembocadura del rio Níger, región ubicada en Nigeria- cada año una cantidad de crudo que podría arrasar varias hectáreas de campos de cultivo, pertenecientes a las comunidades campesinas aledañas a la zona petrolera.

El informe de Oxfam-África señala, que el resultado de esta actuación irresponsable es catastrófico: el agua, tanto de la superficie como subterránea, contaminada; aumento de los casos de cáncer y de niños nacidos con malformaciones, destrucción de recursos pesqueros, con la subsiguiente contaminación de las aguas de los ríos y de los campos de cultivo. En definitiva, ante tanto destrozo ecológico, la población se ve obligada a la migración.

El gobierno nigeriano, ante todo esto, no se da por enterado. Parece que desea que las cosas sigan como están. No en balde, los ingresos procedentes de la extracción de petróleo constituyen más del 98% de lo que recibe Nigeria por divisas. Además, en la actualidad el desarrollo de su sector gasífero es imparable y ha convertido al país en un referente internacional como productor de este recurso. No hay que olvidar, que tanto Nigeria, como Angola, son los dos principales productores de crudo en el continente africano y que además, tanto Nigeria como Sudáfrica, son las mayores potencias económicas del África. Pero estos títulos, no están a la par, con los mecanismos de control y supervisión que debería tener el Estado nigeriano para monitorear adecuadamente su industria petrolera.

Así quedan los campos de cultivo en las zonas próximas a los pozos
petroleros en el delta del Níger, por el deficiente mantenimiento
a la red de oleoductos.
A pesar que el petróleo extraído de la región, supone alrededor del 50% del Producto Bruto Interno -PBI- de Nigeria, el 75% de la población de la región del delta del Níger vive por debajo del umbral de la pobreza y con una esperanza de vida, de apenas 40 años, diez menos que la media nacional. Por lo señalado, se trataría del enésimo caso de la llamada: “maldición de los recursos” o la “paradoja de la abundancia” muy común en el continente africano y que ya lo hemos tratado en una entrada anterior, al abordar el interminable conflicto en la República Democrática del Congo.

A pesar, de la producción petrolera de esta rica región, los jóvenes de esta zona, para poder sobrevivir, se aprovechan del mal estado de los oleoductos para refinar informal e ilegalmente el petróleo, un petróleo que les pertenece, jugándose literalmente la vida, mientras que otros, en Nigeria y en el extranjero, obtienen abundantes ganancias y beneficios económicos.

    “El petróleo de la zona representa el 50% del PBI
   de Nigeria, mientras el 75% de la población de esta
      región vive por debajo de la línea de la pobreza”

Los jóvenes trabajadores sustraen el crudo del enrevesado sistema de oleoductos del delta del Níger; en los últimos meses han surgido cientos de estas mini refinerías, mientras que la policía y los militares, se hacen de la vista gorda. Las autoridades saben que esta zona está poblada de pobres y se aprovechan de ellos, quienes deben de pagar a la policía para evitar las detenciones.

El petróleo se escapa por las fugas de las tuberías, día y noche, aquí los estándares internacionales son irrelevantes. La corrupción y la ignorancia han causado un daño ambiental sin precedentes en el delta del Níger. La sancionada empresa Shell extrajo petróleo durante décadas en esta zona, muchos culpan  a la petrolera de no haber actuado oportunamente ante las fugas.

La justicia holandesa, condenó a la petrolera Shell de Nigeria, el mes de
setiembre, de responasabilidad por los vertidos de petróleo en el
delta del Níger.
El actual presidente de Nigeria Goodluck Jonathan, elegido hace dos años, le prometió muchas cosas a la gente de esa región: más educación, mejor calidad de vida, más desarrollo y proteger su medio ambiente, pero si uno mira a su alrededor, es evidente que los habitantes no tienen nada, el petróleo ha contaminado su agua y destruido sus campos de cultivo, como se supone que deben de sobrevivir ahora, como vemos, todas las promesas electorales no han sido cumplidas.

Muy cerca de esta zona, los expertos ambientalista de Oxfam, han detectado que la industria petrolera emite gases tóxicos, aunque la quema está prohibida desde hace treinta años, liberan así 250 tipos de sustancias toxicas que pueden causar: cáncer, asma, bronquitis crónica y mutaciones en la sangre. El gas emitido podría reutilizarse para reducir su impacto ambiental, pero para ello debería invertirse en nuevas tecnologías. La quema a cielo abierto es más barata, pero afecta gravemente al clima y a la salud de los habitantes.

Mientras tanto la empresa Shell obtuvo el año pasado, ganancias de más 31,000 millones de dólares, mientras que la gente sigue manifestándose contra la compañia petrolera para que se rehabilite la zona, pero para ello se necesita, según Oxfam-África, varios miles de millones de euros.

              “La quema a cielo abierto es más barata,
            pero afecta gravemente al clima y a la salud
                                de los habitantes”

Debería llegar un día en que, tanto las autoridades locales, como las empresas multinacionales petroleras y sus gobiernos de origen, se den cuenta de que “despojar continuamente a los pueblos de sus recursos naturales sin darles nada a cambio, es someterlos a la esclavitud. Y despojar de sus tierras a quienes dependen únicamente de ellas para sobrevivir y rechazar pagar por ello una compensación, es como condenarlos al genocidio”.

Estas palabras fueron dichas por el activista y ambientalista nigeriano Ken Saro-Wiwa ejecutado en el año 1995 por la dictadura del general Sani Abacha, que gobernaba entonces Nigeria, tras las protestas de los campesinos, precisamente de la región del delta del Níger, contra el desastre ecológico causado por la compañía petrolera Shell. Pareciera que luego de diecisiete años, la muerte del activista nigeriano, no fue en vano para la causa ambientalista, ya que el tribunal de Ámsterdam con su fallo, terminó dándole la razón.

Será difícil que la realidad supere la ficción, pero esperemos que algún día en África los derechos humanos sean respetados plenamente y en especial los derechos ambientales, los derechos que tienen todos los pueblos a respirar un aire puro y convivir en un medio sano y libre de contaminación.
  


  


martes, 29 de octubre de 2013


    CUENTOS      AFRICANOS










Los cuentos africanos son una fuente pura de enseñanzas sobre la vida y el espíritu de la tierra. Los animales simbólicos de su cosmovisión, como: la perfidia de la araña, la astucia del cocodrilo o la sabiduría de las aves,  han servido a las voces tribales para tejer un revelador tapiz del alma. 

Históricamente África ha sido un continente tribal y ello ha configurado un extenso abanico de formas de ver y entender la vida, así como de mitologías y creencias, cuyas bases se sustentan en la tradición y por extensión en los cuentos, en la tradición oral y en los relatos ancestrales.

En el continente africano existen alrededor de doscientos cincuenta mil mitos, cuentos y leyendas y en esta entrada les ofrecemos algunos de los más curiosos, entretenidos o relevantes con el propósito, que usted, querido lector pase un buen rato. Casi toda la literatura corta africana, contiene también una simbología y una metáfora, sin pretender expresar con ello ninguna idea religiosa, ética o moral. Solo dejándose llevar por el instinto, el lector será capaz de encontrar el significado y la esencia contenida en cada narración.

Estos relatos nos ofrecen la oportunidad de conocer parte de la historia de África a través de su sabiduría tradicional, el humor y la gran variedad humana, cultural y geográfica de este continente. La mayoría de estos cuentos tienen protagonistas humanos y animales y de ellos descubrirán valores, sentimientos y la enorme sapiencia del continente origen de la humanidad.


                                                                                   JAVIER  FERNANDO  MIRANDA  PRIETO


                                                                                 




        EL  ELEFANTE  Y  LA  LLUVIA

Hace mucho tiempo, Elefante y Lluvia eran amigos, pero no muy buenos amigos, porque Elefante era orgulloso y le gustaba discutir. Consideraba que era demasiado importante como para ser amigo de alguien con un cuerpo tan blando y delgado como el de una nube de lluvia.

Insultó a Lluvia y le dijo que no era ni lo bastante grande ni lo bastante viejo para ser su amigo.

Exasperado, Lluvia replicó:

-¡Eh, Elefante! ¡Yo soy mayor que tú! ¿Por qué estás siempre insultándome, una vez, y otra y otra?

Elefante se enfadó más todavía y dijo:

-¡Como vas a ser tú mayor que yo¡ Comparado conmigo no eres más que un niño. Mira mi cuerpo. ¡Yo soy grande y fuerte¡

Cansado de tanta jactancia, Lluvia dijo:

-Dices que eres más fuerte y grande que yo, pero te aseguro que puedo hacer más agua que tú.

-Eso no es cierto -gritó Elefante- tu haz tu agua y yo haré la mía, ¡veremos entonces quién es el que llena los aguazales de este mundo¡

-¡Muy bien! -dijo Lluvia- Empieza tu. Haz tu agua y llena los aguazales paraqué yo pueda beber.

Así que Elefante empezó a hacer agua. Orinó y orinó y orinó hasta que se quedó vacío y no pudo hacer una gota más. Llamó a Lluvia y le dijo:

-Ven a ver el agua.

Lluvia fue, sonrió y dijo:

-¿De qué me hablas? ¡No veo ningún agua!

Cuando Elefante miró, no había nada. Toda el agua había penetrado en la tierra sedienta.

-¡Espera y verás cómo lleno todos los aguazales y ríos, para que puedas beber y beber y beber!

Lluvia se marchó y entonces, de pronto, allí estaba otra vez. Descendió con gran estruendo.

Era el inicio de la estación lluviosa y llovió y llovió y llovió toda la noche y todo el día. Los aguazales se llenaron, los ríos empezaron otra vez a discurrir y la tierra toda se cubrió de verde. Elefante no podía creerse lo que veían sus ojos. Corrió hasta el agua. Empleó la trompa.

Mientras sorbía el agua y se la metía en la boca, Lluvia fue a ver lo que hacía Elefante. Lo encontró en el agua, dejando caer chorros por encima de su cuerpo:

-¿Ves ahora que soy lo bastante mayor y fuerte como para ser tu amigo?

–preguntó Lluvia. Pero Elefante se limitó a seguir bebiendo.

Entonces de improviso, Lluvia tronó:

Y golpeó a Elefante en el trasero:

Elefante se sorprendió de tal forma que gritó:
-¡Madre!

Y salió corriendo con el rabo entre las piernas y no volvió a desafiar nunca a Lluvia. Éste es el motivo por el que la piel de los elefantes está arrugada.




   Cómo Llegó la Sabiduría a los Ashanti  

Cuenta que Kwaku Ananse, la araña, estaba allí y que barrió toda la sabiduría, la amontonó en un sitio y la metió en un recipiente de calabaza. 

Entonces declaró que treparía a un árbol y colgaría de él la calabaza, de modo que no quedaran en la tierra nada de sabiduría.

Así que cogió el recipiente para llevárselo, y cuando estuvo al pie del árbol en que pensaba colgarlo, tomó un cordel, lo ató al recipiente, lo colgó delante de él y se dispuso a trepar por el árbol. Trepó, trepó y trepó. ¡En vano! Lo intentó de nuevo, otra vez se dispuso a trepar y trepar y trepar. 

¡En vano!

Pues bien, Ntikuma, su hijo que estaba allí, dijo:

-¡Oh! Sin duda se te han secado los ojos de vergüenza. ¿No habría sido mejor si le hubieses dado la vuelta a la calabaza y la hubieras echado a la espalda? Entonces seguro hubieras podido trepar.

Araña, dijo:

-¡Aparta! tú y tus proverbios antiguos….

Entonces se dio la vuelta para trepar una vez más como la había hecho antes, pero, de nuevo, sin ningún resultado. A continuación caviló largo tiempo y finalmente cogió la calabaza y se la echó a la espalda. Así que se dispuso a trepar y ascendió ligero, para allá que va.

Llegó hasta donde las ramas comenzaban a separarse del tronco y se dijo:

-¡Yo, Kwaku Ananse, por el dios menor Afio! Más me valdría estar muerto. Mi hijo es tan chiquitín, tan chiquitín, tan chiquitín…allí estaba yo, recogí toda la sabiduría (eso pensé) en un lugar, pero alguna quedó de la que ni yo mismo me percaté y hete aquí que mi hijo, un niño de pecho, ¡me ha instruido a mí!

Entonces cogí la calabaza y se oyó un sonido de algo que se desgarra, y Ananse tiró la calabaza lejos de sí y hubo un sonido de algo que se desparrama.

Así es como todo el mundo obtuvo sabiduría. Y quien no llegó a tiempo (para recoger un poco) es –perdonadme que lo diga- un tonto.

                                                Éste es mi cuento,
                                                que yo os he contado.
                                                Sea dulce,
                                                o no sea dulce,
                                                llevaos un poco
                                                y dejad que el resto
                                                vuelva a mí.



      El  origen  del  fuego


Hace mucho tiempo los chimpancés eran personas, pero hartos de ser víctimas de la picaresca y los robos de los bambuti terminaron por retirarse al interior de la selva, donde se volvieron salvajes y se convirtieron en las criaturas que son hoy. Antes que eso sucediera, vivían en poblados, poseían extensas plantaciones de plátanos y conocían el uso del fuego. En resumidas cuentas, eran para los bambuti de esa época lo que los agricultores bantúes son hoy para sus descendientes.

Cierto día, mientras estaba de cacería, un mbutí se encontró con un poblado de chimpancés. Éstos recibieron al hombre con espléndida hospitalidad y les ofrecieron plátanos, cuyo sabor le pareció delicioso. Al anochecer, el cazador se sentó junto a la hoguera de los chimpancés para calentarse. El agradable resplandor y el calor de las llamas siempre en movimiento le fascinaron y a partir de ese día el hombre fue un huésped frecuente del poblado de los chimpancés.

Un día llego al poblado vestido de un modo extraño. Los chimpancés adultos estaban atareados en sus plantíos, y allí solo quedaban los niños, que se divirtieron de lo lindo a costa del hombre, que colgaba del taparrabo una larga cola de corteza machacada que iba arrastrando por el suelo. Cuando, como de costumbre, le dieron plátanos, el hombre se acuclilló junto al fuego con los demás, poniéndose tan cerca de la hoguera que su cola corría peligro de prenderse en cualquier momento.

-¡Ten cuidado, mbuti!-le gritaron los niños chimpancé- ¡tu murumba se está quemando! 

-No importa, ya es bastante larga –respondió el hombre, fingiendo indiferencia, mientras masticaba medio plátano y al mismo tiempo miraba furtivamente su cola, que empezaba a humear. Entonces, de pronto, se levantó en un salto y salió corriendo a toda prisa.

Los atónicos niños chimpancé empezaron a gritar, ante lo cual sus padres regresaron apresuradamente de los plantíos. Cuando supieron lo que había pasado, supieron de inmediato que el hombre les había robado el fuego por medio de un engaño. Emprendieron rápidamente la persecución, pero él era demasiado ágil para ellos. Cuando los chimpancés llegaron por fin al campamento de los bambuti, las hogueras ardían alegremente por todas partes.

-¿Por qué nos has robado el fuego en lugar de comprárnoslo honradamente? –les reprocharon a gritos a los bambuti.

Éstos, sin embargo, no se sintieron intimidados por el lenguaje insultante de los chimpancés, quienes regresaron a su poblado, totalmente burlados. 

Tan furiosos estaban por la desvergonzada ingratitud de los bambuti –que, como cuenta otra historia, también les habían robado los plátanos- que abandonaron todas sus cosas y se retiraron a la selva, donde ahora viven sin fuego y sin plátanos y se alimentan de frutos silvestres.


  

       Por qué la Lombriz vive en la tierra


Suelen decir que si te caes al agua, bébela. Cuando os haya contado este cuento, os daréis cuenta de que es verdad. Escuchad lo que ocurrió hace muchos años, quiero decir en los comienzos. Dios creó a todos los animales sin esqueleto. Éstos no dejaban de quejarse por la flojedad de su cuerpo. Eran muy flojos, muy flojos, muy flojos. No tenían ningún hueso, ninguna fuerza. Para satisfacerlos, Dios nombró a un herrero para que les fabrique esqueletos. Era el padre de la lombriz. Entonces el herrero, empezó a trabajar. Los animales venían de todas partes, para ir a su casa todos los días. El herrero trabajaba sin descansar, día y noche. La gente venía muy floja pero regresaba con el cuerpo duro, dotada de un bonito y buen esqueleto, muy fuerte, muy contenta.

Un día, cundo la serpiente iba a casa del herrero para pedir ella también su esqueleto, por el camino se encontró con la lombriz que se retorcía y jugaba. Paró y le preguntó por qué no iba ella también por su esqueleto. La lombriz le dijo con una sonrisilla:

-El herrero es mi padre, ¿no lo sabes? No tengo prisa. Cuando yo quiera, tendré mi esqueleto. En lugar de quedarte aquí a perder el tiempo, harías bien en correr por el tuyo.

La serpiente le dijo que lo había entendido y prosiguió su camino. Llegó a casa del herrero, le dijo que quería ella también un esqueleto. Éste le fabricó uno bien bonito. La serpiente lo cogió, lo puso en su cuerpo y de repente, se sintió muy fuerte. Muy contenta, se fue a su casa. Por el camino volvió a ver a la lombriz y le enseñó su bonito y solido cuerpo. Le volvió a decir que fuera a buscar ella también su esqueleto. Ésta le dijo que luego y siguió jugando.

La gente seguía yendo a la casa del herrero todos los días, sin parar. Tan numerosa era la concurrencia que el herrero se privaba de comida, de descanso y de sueño. Envejecía todos los días y muy pronto cayó enfermo, muy enfermo. A pesar de toda la asistencia y medicamentos que le dieron, se murió.

Abrumada de dolor por haber perdido a su padre y por no tener un esqueleto como todos los animales, la lombriz se llevó las manos a la cabeza y empezó a llorar desconsoladamente. Al enterarse de la muerte del herrero, todos los animales fueron a su casa a lamentar su muerte. Cuando la lombriz los vio llegar y con ellos a la serpiente, huyó y se escondió en la tierra, muerta de vergüenza. Y se quedó en la tierra. Desde aquel tiempo, la lombriz siempre vive en la tierra y no se atreve a salir, porque no quiere que la serpiente se burle de ella. Y el cuento se acabó aquí.



     Noticias  del  país  zulú


A uno de los campamentos de los blancos en el país zulú, cuando los blancos estaban cómodamente tumbados, llegó un viejo decrépito, un zulú. Iba desarmado y se le veía encorvado por la edad.

Dijo que había ido a solicitar de los blancos comida y empleo. Ellos respondieron:

-¿Dónde está tu familia?

El anciano dijo:

-Los he dejado atrás.

Entonces ellos le dijeron:

-Ve a buscarlos, y os acogeremos.

El viejo se marchó. Cuando había salido del campamento, los blancos vieron que el anciano danzaba, sosteniendo escudo y azagaya. Ahora ya no tenía la decrepitud de la vejez y danzaba con el vigor de la juventud, haciendo amagos hacia el campamento, mientras cantaba las alabanzas de su jefe, Cetshwayo.

Los ingleses empezaron a disparar sobre él con encono y todo lo que se oyó en el lugar fue el estruendo de los cañones y el silbido de las balas.

¡Madre! El anciano jugó con ellos. ¡Y no le acertó ni una sola bala!

Al poco, el anciano se marchó y entró en un bosque cercano. Pasó un rato y se vio a un antílope muy pequeño salir del mismo bosque y correr en dirección al campamento.

El antílope se introdujo corriendo al campamento, entre los blancos.

Ellos gritaron: ¡Caza!, ¡caza! E intentaron matarlo. No lo lograron.

Algunos dispararon sobre él, otros le tiraron piedras y otros hubo que, por último, le arrojaron platos, pero nadie acertó a darle. En la confusión vieron de pronto que el antílope se había transformado en un joven, un zulú, con escudo y azagaya. Este joven los atacó con su azagaya y se la clavó.

Mientras los mataba sin que ellos pudieran hacerle nada, alcanzó a verse el ejército de Cetshwayo. Los blancos no lo sabían, pero su ejército estaba cerca.

Los blancos empiezan a alarmarse. El ejército está entre ellos. ¡Los mató a todos! ¡Ni uno solo escapó!

Éstas son las noticias del país zulú.

Os he decir: ¡Los zulúes tienen hechizos poderosos!



  

sábado, 26 de octubre de 2013

REPÚBLICA  DEMOCRÁTICA  DEL  CONGO

ALCANCES PARA ENTENDER UN CONFLICTO ETERNO

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto


La ola de refugiados congoleños, provocada por la guerra civil, es de todos los días, pero esta tragedia
permanece invisible a los ojos del mundo. Los congoleños se han acostumbrados a vivir en un estado
constante de guerra. Esa invisibilidad mediática es un escándalo, que nos debería avergonzar a todos.

Cuando un hecho se vuelve reiterativo, casi de todos los días, ya no es noticia, puede continuar sucediendo, pero se pierde interés y se vuelve casi invisible ante la opinión pública y más aún, si estamos hablando de una noticia internacional ocurrida en la inhóspita selva del centro de África.

Eso es precisamente lo que pasa, ante las resientes noticias sobre el conflicto armado en la República Democrática del Congo -RDC-. Los reiterados y cada vez más continuos ataques de los rebeldes del Movimiento 23 -M23- contra objetivos del gobierno congoleño o los abusos contra la población civil, de parte del grupo guerrillero, llueve sobre mojado, un día tras otro, perdiendo ante la opinión pública, la importancia y el valor informativo que estos gravísimos hechos deberían tener.

En una entrada anterior (RDC: Una Guerra Sin Fin) abordamos el conflicto congoleño, desde sus antecedentes históricos y su contexto regional; pero en esta oportunidad, esbozaremos algunos alcances, que tratarán de explicar someramente la actual situación que se vive en el conflicto armado más grave, que se está dando en el momento actual, en el continente africano y que merece la atención constante de la opinión pública internacional.

El grupo armada rebelde M23, el pasado viernes entró a Bukavu, capital de
la estratégica Kivu del Sur, ante la desbandada del ejército congoleño.
El grupo armado M 23, el viernes 25 de este mes entró en la ciudad de Bukavu, capital de la estratégica provincia de Kivu del Sur, al este de la RDC, ante la desbandada del ejército regular, abriendo un nuevo escenario impredecible en la región de los Grandes Lagos. Tras varios días de ataques, varias personas han muerto y miles se han visto obligadas a desplazarse.   

Este ataque puede abrir un nuevo escenario de inestabilidad, en una región en donde la lucha armada se ha vuelto consuetudinaria. Desde el año 1996, momento en que implosionó la crisis de los Grandes Lagos, luego de la matanza entre las etnias de los Hutus y Tutsis en  Ruanda y Burundi, lo que produjo la masiva ola de refugiados que se instalaron al este de la RDC, iniciando un proceso violento e interminable de lucha armada; desde ese año más de cinco millones de personas podrían haber muerto como consecuencia directa e indirecta de esta guerra, otras tantos millones de personas se han convertido en refugiadas o desplazadas internas y miles de mujeres han sido violadas o sufrido violencia sexual.


           “Las Naciones Unidas se han convertido en parte
          del problema y no de la solución, los Cascos Azules
     están implicados en reiterados casos de violación sexual” 


El ejército regular congoleño viene sufriendo continuas derrotas, por su
falta de conducción y el desbande entre sus filas.
A pesar de la tragedia, estos hechos permanecen invisibles a los ojos del conjunto de la opinión pública internacional. El este de la RDC es noticia sólo cuando estalla una crisis como la actual. Pero lo cierto es que la violencia contra la población civil es diaria. La gente se ha acostumbrado a vivir desde entonces en un estado permanente de guerra, en que su cotidianidad transcurre entre los asaltos y violaciones sistemáticas de los diferentes grupos armados y la vida diaria. Una vida diaria caracterizada por la supervivencia del que tiene que comer, trabajar en el campo o garantizar que sus hijas e hijos vayan a la escuela. Es un estado latente, de coma continuo,  en que la gente vive y se organiza, lucha y resiste, pero en que la injusticia y el abuso es la nota predominante. La invisibilidad social y mediática de toda esta realidad viviente y sufriente y a la vez resistente, es un escándalo, que nos interpela a todos nosotros, desde el lugar donde estemos y a toda la comunidad internacional.

Pero, ¿qué está pasando en la República Democrática del Congo desde hace tantos años? En la entrada anterior tratamos de explicarlo desde sus orígenes, pero ahora le daremos un alcance que sintetice la parte más grave y poco conocida de esta realidad. La RD del Congo es la expresión de una guerra regional y globalizada, en el que desde hace décadas participan y se lucran de ello, decenas de grupos armados locales, decenas de países de la región (Angola, Zimbabue, Burundi, Tanzania o Uganda y muy especialmente, la Ruanda del presidente Paul Kagame) y potencias económicas (Francia o Estados Unidos), así como centenares de empresas transnacionales, vinculadas a la extracción de minerales, como el coltán, el estratégico mineral usado en la moderna industria de las comunicaciones.

      “La invisibilidad social y mediática de esta guerra
            sufriente y la vez resistente, es un escándalo
                         que nos interpela a todos”


La dimensión del conflicto, por lo tanto es global, sus causas son, evidentemente económicas, pues tienen que ver con el control de los recursos. Pero son también, no hay que olvidarlo, geopolíticas: existe un plan ruandés (recordemos que el M 23, la más importante guerrilla que lucha contra el ejército congoleño, está apoyada por Kagame) para dominar las regiones del este de la RD del Congo, como la provincia de Kivu e incluso para ser anexadas por Ruanda. Un plan, que por otra parte, estaría contando con la complicidad de países como Uganda (su presidente, Yoweri Museveni, ha apadrinado históricamente a Kagame) o el mismo Estados Unidos, quien tiene muchos intereses que defender (económicos y de seguridad) en el continente africano.


Se deberían aplicar sanciones a la guerrilla del M23, por sus abusos y
acciones criminales cometidas contra la población civil.
(Rebeldes posando con sus armas en una base de entrenamiento.)
Ante todo este grave escenario, las Naciones Unidas se han convertido en parte del problema y no de la solución y esto hay que decirlo muy claramente; numerosos informes han señalado la implicación de Cascos Azules en casos reiterados de violación sexual. Pero también la ONU ha sido acusada de omisión y de corrupción. La mejor prueba de ello es el terror y el repudio que la población civil tiene hacia los miembros de estas misiones. Esto debería replantear, inmediatamente, un urgente debate sobre el papel de las misiones de paz de Naciones Unidas, en contextos tan difíciles como el de la RD del Congo.

Son muchas las Organizaciones No Gubernamentales –ONGs- humanitarias o defensoras de derechos humanos, así como Misiones Religiosas extranjeras, que desde hace años trabajan por visibilizar el drama que sufren millones de personas, en especial mujeres y niños, en el este de la RDC. Creo que es urgente introducir, ahora mismo, el drama del Congo en las agendas internacionales, contemplando al menos tres vías de actuación:

Negociación inmediata de un alto al fuego, condena internacional de la actual situación armada y aplicación de sanciones a la guerrilla del M 23, el gobierno ruandés y a todos aquellos actores implicados en el conflicto.

      “Existe una vinculación directa entre el conflicto
   en la RDC y nuestros hábitos de consumo, del coltán
          se fabrican: tablets, portátiles y móviles”

Así como el esclarecimiento de la verdad sobre el conflicto y llevar ante los tribunales internacionales a todos los implicados en responsabilidades importantes, algunos “señores de la guerra” ya están siendo encausados por violación a los derechos humanos, como: Thomas Lubanga o Bosco Ntaganda. Pero aquí, no solo estamos hablando de Paul Kagame, el comprometido presidente de Ruanda y epicentro de todo este tablero complejo que son la región de los Grandes Lagos, nos referimos también a multitudes de empresas transnacionales que alimentan el conflicto con sus prácticas comerciales y que están señaladas por numerosos informes de Naciones Unidas, como responsables en el expolio de los recursos mineros de la región, y también de potencias como los Estados Unidos, Bélgica o Francia, países con responsabilidades históricas en todo este entramado.

La zona este de la RDC, llamada región de los Grandes Lagos, es disputada
por los países vecinos por sus ingentes riguezas minerales como el coltán.
Mineral utilizado en la moderna industria de la comunicaciones.
Todo esto es imposible, sin repensar y reconfigurar las reglas del juego internacional, terriblemente asimétricas e injustas. Hasta que no existan mecanismos universales verdaderamente democráticos y representativos, y no al servicio de unos cuantos países, será inviable solucionar los problemas de fondo que tienen que ver con el funcionamiento del planeta.

Aunque parezca ingenuo decirlo,  existe una vinculación directa de nuestros hábitos de consumo con la situación en la República Democrática del Congo. Se sabe que el coltán, es el principal mineral con el que se fabrican las famosas tablets, portátiles, móviles, aparatos tecnológicos que los hemos convertido, en parte de nuestra vida diaria, pero que son fabricados a costa de la vida de millones de congoleños. Las empresas mineras continúan extrayendo este mineral de esta zona, por la gran demanda de estos aparatos de comunicación, que se da en todo el mercado mundial.

Además de lo explicado, son muchos más los alcances o aspectos necesarios para entender este conflicto que se está eternizando en el tiempo y muchas más las posibles soluciones, pero estos alcances descritos en esta entrada, solo quieren llamar la atención sobre el sufrimiento que están padeciendo, desde hace años, millones de personas, la población más pobre y abandonada que se encuentran viviendo o sobreviviendo en el este de la República Democrática del Congo.

La guerra civil en la República Democrática del Congo, es en la actualidad el más grave conflicto armado que se da en el continente africano, desde hace veinte años más de cinco millones de personas podrían haber muerto y otros tantos
millones de personas se han convertido en refugiadas o desplazadas internas.




lunes, 21 de octubre de 2013

A POCAS MILLAS DE UN SUEÑO

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Huyendo de guerras, violencia y miseria, miles de desheredados han transitado por aguas hostiles inexplicablemente
invisibles hasta sus últimos y angustiosos minutos. Ahora esta tragedia averguenza a Europa y pone el acento en
una asignatura pendiente: la inmigración clandestina.


La pequeña isla italiana de Lampedusa, es uno de esos lugares que pone a prueba la indiferencia, entre dos continentes, sus apenas 20 kilómetros cuadrados han estado demasiado cerca de la miseria y demasiado lejos de las noticias. La mayor parte de sus seis mil habitantes viven de la pesca y del turismo, pero desde hace 20 años es imposible trazar una línea infinita en su horizonte, la isla se sabe al otro lado. Guerras, violencia y miseria han puesto su nombre en la dramática meta de una vía de fuga, la llamada: carretera del mar.

Luego de la tragedia del último 3 de octubre; cuando una precaria barcaza que llevaba a cientos de Eritreos, Somalíes, sudaneses y Etíopes a las costas europeas, rumbo a un sueño, un sueño cada vez más extinguible, se hundió muy cerca de las costas de Lampedusa; desde esa fecha el desfile de féretros es constante, como el desembarco que no cesa, un drama cotidiano de enormes dimensiones al que el mundo parece haber despertado, tras este trágico naufragío en el que murieron 376 personas.

Las principales rutas por agua de los inmigrantes ilegales provienen de:
Marruecos hacia España,Tunez y Libia hacia Italia y de Turquía hacia
las islas griegas.
Hasta entonces, miles de desheredados han transitado por aguas hostiles, inexplicablemente invisibles hasta sus últimos y angustiosos minutos. Ahora esta tragedia avergüenza a Europa y pone el acento en una asignatura pendiente: la inmigración clandestina.

Los africanos rescatados del mar, suman más de 170 personas las cuales están
alojados provisionalmente, en precarios centros de acogida. Estrechos e insalubres lugares acondicionados, como máximo para 50 refugiados. En estas condiciones, los acogidos esperan ser trasladados al continente, donde la mayoría tramitará la solicitud de asilo para algún país europeo, aunque la respuesta pueda tardar más de un año.

Los primeros testimonios de esta pobre gente son aterradores, en un reportaje de la elevisión española se recoge las versiones de unos, todavía angustiados muchachos eritreos, quienes recuerdan que por muchas horas, lograron mantenerse a flote mientras la barcaza se precipitaba 47 metros de profundidad. A su alrededor mujeres y niños abrazados tragando agua salada y combustible, agotados hasta que se ahogaban y se hundían en silencio y con los brazos en alto como estatuas, como queriendo, aún en esas condiciones, alcanzar su sueño. A pesar de sus llamadas, muchos barcos pasaban de largo, sin hacerles caso, por eso prendieron fuego para llamar su atención, pero la barcaza ardió y se  volcó, hasta que un barco italiano los recogió y los llevó hasta la costa de la isla.

Se calcula que en las últimas décadas más de ocho mil personas han muerto
ahogadas en el Mediterráneo, convertido ya en un enorme cementerio
de desesperados.
La indiferencia de estas embarcaciones podría explicarse, por la vigencia de la Ley de Inmigración Italiana, esta norma impulsada por los miembros de la Liga Norte, socios del último gobierno de Silvio Berlusconi, considera delito la clandestinidad y establece pena de cárcel y elevadas multas a los dueños de las embarcaciones que ayuden a los inmigrantes ilegales. Esta ley, por su contenido punitivo, es lo opuesto a las normas internacionales sobre marinería mundial, las leyes internacionales dicen, que una persona que pide ayuda en el mar tiene que ser socorrida urgentemente; pero que podemos esperar de un gobierno racista como el de Berlusconi, lo que tendríamos que esperar del actual gobierno centro-izquierdista del primer ministro Enrico Letta, es la derogación de esta impúdica norma.

No es la primera vez que la isla de Lampedusa es testigo de naufragios tan trágicos como el del 3 de octubre, en sus costas han recibido a infinidad de gentes que huyen de la guerra, de la violencia, el hambre y desafían al mar para pisar tierra europea y ofrecer a sus hijos un futuro mejor, pero muy pocos lo han conseguido. Se calcula que en las últimas décadas más de ocho mil personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, convertido ya en un enorme cementerio de desesperados.

Solo este año 34,000 inmigrantes han alcanzado solo las costas de Italia, la última oleada, aún imparable, proceden de Somalia, Eritrea, Sudán del Sur y en menor medida de Níger y Malí, huyen de Estados violentos y fallidos con miles de muertos y prisioneros políticos. Como nómadas que no se resignan al infortunio, los africanos llenan pequeñas barcazas, teniendo que pagar a los traficantes 3,000 dólares por adulto y 1,100 por cada niño.

Según la Organización Internacional de Migraciones -OIM- solo este año
34,000 inmigrantes han alcanzado solo las costas de Italia.
Estas víctimas de los despiadados traficantes, no son solo los más pobres de sus países de origen, hay muchos médicos, abogados, profesores, estudiantes universitarios, la clase media de su país en fuga. A mitad de camino, entre los inmigrantes clandestinos y los refugiados, están en una especie de limbo jurídico por resolver.

Ante esta tragedia, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea, ya está hablando de un cambio en su legislación migratoria y más ayuda económica, son 30 millones para el presupuesto de acciones humanitarias y un paquete especial de medidas. Pero lo que en Bruselas son solo cifras, en Lampedusa son féretros.

Pero los europeos, envés de lamentarse porque llegan africanos a sus países, deberían de preocuparse en saber porque están huyendo, ayudémosles a encontrar soluciones a sus problemas en sus propios países, nadie es feliz en dejar su propia tierra e irse a otra parte y más aun a través de travesías infernales, si estas personas pudieran vivir dignamente y con libertades en sus propios países, evitaríamos estas migraciones inhumanas.

Según Naciones Unidas, se debería obligar a Eritrea y Etiopía, así como a la República de Sudán y Sudán del Sur a poner en práctica sus respectivos Tratados de Paz, porque el fantasma de esa guerra fría es la coartada perfecta, de los regímenes sin libertades más militarizados de África. Pero hasta que eso suceda, por estas u otras rutas seguirán llegando otros refugiados, ahora con más seguridad, gracias a los operativos de seguridad militar puestos en práctica en el Mediterráneo. Luego con la llegada del invierno estas barcazas desaparecerán, pero no las razones para huir.


 


sábado, 19 de octubre de 2013

¿QUÉ PASA EN YIBUTI?


Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Yibuti es el más pequeño territorio dentro del continente africano, con apenas 23,000 kilómetros cuadrados y una
población de medio millón de habitantes, tiene en su ubicación geográfica, su más preciado valor estratégico.

La grave crisis presupuestal que sumió a los Estados Unidos, las últimas dos semanas, en una parálisis parcial del gobierno federal, no ha sido óbice para el desembolso, de más de 170  millones de dólares destinados al mantenimiento de sus bases militares instaladas en Yibuti. Un pequeño país del África oriental, que es invisible para los radares de la prensa internacional, pero que se ha convertido, en los últimos años, en una pieza clave para los norteamericanos, en su estrategia antiterrorista contra los grupos islamistas que operan en el continente africano.

La República de Yibuti, un país con un paisaje lleno de desiertos, es el más reducido territorio continental del África, con apenas 23,000 kilómetros cuadrados y una población que bordea el medio millón de habitantes, tiene en su ubicación geográfica, su más preciado valor estratégico. Yibuti ocupa territorialmente la punta del Cuerno de África, compartiendo fronteras con tres países claves de la zona, por el sur con la inestable y temida Somalia, por el oeste con la potencia militar de la región: Etiopía, por el norte con la enigmática Eritrea, reciente santuario de grupos yihadistas y por el este Yibuti está situada en la entrada del Mar Rojo, frente al Golfo de Adén, la zona de mayor tráfico petrolífero del mundo.


Desde el atentado del 11S, EE.UU incluye a Yibuti en su estrategia global
contra el terrorismo, aumentando de 30 soldados en el 2002, a 12,500
efectivos destacados para este año.
Con estos pergaminos geoestratégicos, Yibuti se ha convertido en una de las más importantes bases militares de Estados Unidos en todo el mundo. Los norteamericanos, supervisan desde allí, las rutas del petróleo y las acciones de grupos terroristas en el Cuerno de África y el Medio Oriente, ya que está situada solamente a 50 kilómetros de la Península Arábiga y de Yemen.  Yibuti un país estable y pro-occidental, desde que dejó ser colonia francesa en 1977, cuenta también con una gran red de seguridad militar estadounidense en la región. No hay que olvidar, que esta nación también alberga en su territorio, dos bases de despegue de las naves no tripulas, los Drones, los cuales realizan operaciones de reconocimiento (espionaje) y de ataque con misiles de corto alcance, sobre los objetivos terroristas detectados en los países de la región.

La única base militar de los EE.UU en África, reconocida oficialmente por el Pentágono, es Camp Lemonnier, el antiguo campo de la Legión Extranjera instalado por Francia a principios del siglo XX, ubicado en la actual Yibuti, que desde el 2002 se estableció allí el CJTF-HOA, indescifrable conglomerado de siglas -muy al gusto de las Fuerzas Armadas norteamericanas- que esconde el nombre de “Fuerza de Tarea Combinada Conjunta del Cuerno de África”. Su área de operaciones alcanzaba desde las Islas Seychelles, en el Océano Índico, hasta Eritrea, en el Mar Rojo, pasando por Tanzania, Uganda y Etiopía, entre otros países. Pero la llamada área de interés (un subterfugio para ampliar su zona de influencia militar) abarca desde las islas Mauricio y Madagascar, Mozambique, la República Democrática del Congo, hasta alcanzar el Magreb y el centro de África, recientes escenarios de conflictos en vías de agravamiento.


   “Esa es la función de Yibuti, el rol del Estado vigía,
   que por su estratégica ubicación, vigila los intereses
    económicos y geopolíticos de las grandes potencias”


Como vemos, el valor geopolítico y estratégico del pequeño y casi desconocido Yibuti, está más que valorado, por la primera potencia militar del mundo. Pero no siempre fue así, Yibuti tiene una milenaria y rica cultura registrada en la poesía, la tradición oral y los cantos de sus pueblos nómadas, que se remontan miles de años atrás a un tiempo en que los habitantes de estas tierras comerciaban con pieles a base de trueques con perfumes y especias provenientes de China e India. Mientras la antigua Europa no salía de sus fronteras, los africanos yibutís ya surcaban el Océano Índico rumbo a oriente. A través de los contactos estrechos con la Península Arábiga por más de mil años, las tribus somalíes y afar -etnia originaria de Yibuti- se convirtieron en uno de los primeros pueblos del continente africano en aceptar el Islam.

Camp Lemonier, antiguo campo de la Legión Extranjera francesa, convertido
hoy en la única base militar norteamericana en el África, reconocida
por el Pentágono, ubicada en Yibuti.
Ya en el siglo XIX, la antigua Gran Somalia, que dominaba esta región, fue desmembrada por las potencias europeas; ingleses, italianos y franceses se repartieron este extenso territorio, creando artificiales fronteras. Yibuti es uno de los mejores ejemplos de Estados artificiales creados por el colonialismo.

En 1977 los franceses le conceden la independencia, pero Yibuti sigue dependiendo de la ayuda económica de la antigua metrópoli, a cambio de la presencia de bases militares francesas en su territorio, las cuales cuidaban sus intereses económicos reguardando las rutas del petróleo. Durante más de veinte años un solo partido político dirigido por su único líder Hassan Gouled Aptidon, un aliado incondicional de los franceses, gobierna con mano dura este pequeño país. 

Pero durante los años noventa, la estrella de Aptidon empieza apagarse, cuando se inicia una guerra civil entre los issas, de origen somalí los cuales siempre habían detentado el poder y los puestos claves en el gobierno y los afar, tribu oriunda de estas tierras, pero que se consideraban excluidas de toda participación en el poder. Ante la incapacidad del gobierno de poner fin a este conflicto, en 1999 los franceses obligan a Aptidon a renunciar, dejando el poder en manos del actual presidente Ismail Omar Guelleh, quien en el 2001 auspicia un Tratado de Paz entre ambas fracciones, a través de la conformación de un gobierno de coalición entre las dos comunidades tribales.

Luego del atentado del 11 de setiembre del 2001 en los EE.UU, los norteamericanos revalúan las condiciones geoestratégicas de Yibuti, incluyendo a este país en su estrategia global contra el terrorismo islamista. Al año siguiente, empiezan a desplazarse los primeros efectivos militares a este país, y los primeros desembolsos presupuestales para el equipamiento de sus bases militares. Solo habría que comparar, con los 30 soldados norteamericanos que llegaron el 2002 a Yibuti, con la actual dotación de efectivos que sobrepasan los 12,500 soldados. Así como el primer presupuesto del 2002 que no llegaba a los 200 millones de dólares, mientras que para este año, con el último desembolso, excede los 5,600 millones de dólares.

              “Yibuti tiene uno de los más bajos
         Índices de Desarrollo Humano del mundo
       ocupa el puesto 151 de 178 países estudiados”


  Pero esta omnipresente presencia militar norteamericana no parece tener ningún impacto positivo en el país, a pesar de los millones de dólares que los EE.UU destinan a su aliado, Yibuti tiene uno de los más bajos Índices de Desarrollo Humano del mundo, ocupa el puesto 151 de los 178 países estudiados. Más de la mitad de la población está desocupada y cerca de la mitad es analfabeta. La esperanza de vida promedio en Yibuti es de apenas 43 años, es un país con una de las tasas de mortalidad infantil mayores del mundo, donde muchas mujeres todavía sufren el horror de la mutilación genital. Pero a pesar de todos estos espantos, para los EE.UU es el lugar apropiado, es un buen aliado, es un buen Estado Cliente.

Las potencias occidentales desde Yibuti, controlan el Mar Rojo, están
alertas a cualquier acción subversiva en Somalia y Yemen, mantienen
la presión sobre Eritrea y vigilan a Etiopía.
Configurando en Yibuti, un mundo brutal, militarizado, agresivo y a pesar de su pasado cultural, este país no está en paz consigo mismo. Un pequeño país musulmán con poco más de medio millón de habitantes, que ha vivido durante años básicamente, de ser una especie de estación de servicio para legiones extranjeras y tropas de combate regulares. Lo único que le ha dado fama, como lo señalábamos líneas arriba, es que permite que las potencias occidentales controlen el Mar Rojo, que estén alertas a cualquier acción subversiva, ya que están en las puertas de Somalia y Yemen, que ayuda a mantener la presión sobre Eritrea y a vigilar Etiopía.  

Esa es la función de Yibuti, el rol del Estado vigía, que por su estratégica ubicación, vigila los intereses económicos y geopolíticos de las grandes potencias. Pero que a cambio, su población eternamente postergada, no recibe nada para su desarrollo, ni para mejorar sus condiciones de vida. Los EE.UU podrían invertir, tan solo el 0.5% -lo que significa 2,8 millones de dólares- del presupuesto anual que destinan para mantener su presencia militar en Yibuti, en cubrir las necesidades básicas de una población de medio millón de yibutís. 

Pero para los norteamericanos, estos gastos están fuera de sus cálculos presupuestales, porque lo más importante para ellos es defender sus intereses en África, sin pensar en otros gastos secundarios.