viernes, 2 de enero de 2015


LOS NIÑOS:
EL PERSONAJE
DEL AÑO 2,014

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto


En abril del 2014, en la ciudad de Chibock en el estado de Borno al noreste de Nigeria, fueron secuestradas 276
niñas a manos del grupo integrista musulmán Boko Haram. Fue uno de los más atroces crímenes del año. 

Si no fuera por lo ocurrido el miércoles 17 de diciembre, tal vez el 2014 hubiera sido un año desastroso, marcado sólo por la violencia, el racismo, las epidemias, los secuestros, las turbulencias políticas. Pero ese día tuvimos un inesperado respiro global.


De pronto, las pantallas del mundo mostraron en simultáneo a Barack Obama y a Raúl Castro, dos mandatarios situados en las antípodas ideológicas, hablando al mismo tiempo de lo mismo. No se condenaban, ni se amenazaban. Más bien, cautelosamente, se saludaban y digamos que se recuperaban. Mientras ambos países, trenzados por más de medio siglo de enfrentamientos, informaban del restablecimiento de sus relaciones diplomática, de La Habana –uno de los epicentros del revuelo– venía otra noticia esperada por mucho tiempo. Los añejos guerrilleros de las FARC anunciaban un cese al fuego unilateral y definitivo.

Pero lamentablemente, la sombra del mundo siempre pesa y este año se ha notado con creces. Han sido, por ejemplo, doce meses en los cuales el yihadismo armado se expandió por varias partes, y se encarnó ásperamente en movimientos como el Estado Islámico (EI) en el Medio Oriente y Boko Haram en África. El 2014 ha confirmado que el crimen extremista no tiene fronteras religiosas, y que una de sus víctimas predilectas han sido los niños. Los seres más vulnerables de una sociedad, se convirtieron sin querer, en esos mártires anónimos de la demencia de sus mayores. 



Niño soldado en la República Centroafricana, es uno de los 10,000 menores que este año fueron enrolados a la fuerza
por los grupos violentistas en pugna, que luego de entrenarlos, drogarlos los mandan a matar.

La UNICEF calificó al año que estamos despidiendo, como un año devastador para unos 15 millones de niños en todo el mundo. Niños y niñas de la República Centroafricana, Sudán del Sur, Nigeria, Somalia, en el continente africano, así como de otros países: Irak, Siria, Yemen, Palestina o Ucrania han sido durante el 2,014, asesinados, secuestrados, torturados, reclutados como soldados, violados o incluso vendidos como esclavos.

Nunca en la historia reciente, como nos lo recuerda UNICEF en su informe, tantos niños habían sido sometidos a tal brutalidad indescriptible. El demencial secuestro de las 276 niñas nigerianas a manos de Boko Haram; los cerca de 3 millones de niños refugiados, producto de la guerra civil en la República Centroafricana -RCA-; o la pavorosa secuela que está dejando el conflicto étnico en Sudán del Sur, donde se cuentan ya más de 600 menores asesinados, más de 200 mutilados, sin contar los 750,000 pequeños desplazados, en apenas un año de una absurda y cruel guerra civil.

Un capítulo aparte es el reclutamiento forzado de niños y niñas soldados. El organismo de las Naciones Unidas, estima en más de 10.000 los menores enrolados por grupos armados de la RCA en el 2014 y destaca que los centros escolares y de salud son blanco de ataques cada más frecuente en esta asolada nación africana. 

No hay que olvidar, que en este año del Ébola, en los últimos meses, con la aparición de esta mortal epidemia, se ha impedido que unos 5 millones de menores y adolescentes continúen sus estudios en Guinea, Liberia y Sierra Leona, los países más afectados por este brote. Pero no solo África luce estas dramáticas cifras de víctimas infantiles; los brutales bombardeos de la aviación israelí contra la población civil en Gaza durante 50 largos días, dejó 2,400 muertos y de ellos 500 fueron niños indefensos o los 125 estudiantes paquistaníes de un escuela secundaria en Peshawar que murieron asesinados por los fanáticos Talibanes; son una muestra de la ecuménica violencia infringida contra los menores. Crímenes que nos hacen recordar, que estos pequeños mártires signaron, con sus precoces muertes, un año en que el mundo y en especial las grandes potencias, no cuidó de ellos, se olvidaron de protegerlos, priorizando sus mezquinos y cobardes intereses particulares.

Pero también en este año, como una señal de que todo no está perdido, la pequeña Malala Yousafzai, la niña adolescente paquistaní, recibía el Premio Nobel de la Paz por su abnegada lucha por hacer respetar los derechos de las niñas a la educación.

Se termina así, un año de contrastes, de matices, donde primaron las malas noticias en el mundo y en donde los niños y niñas fueron, sin quererlo, los protagonistas involuntarios, las víctimas inocentes de un injusto y cruel orden o mejor dicho desorden internacional.

Como una señal de que todo no está perdido, el Premio Nobel 2014
se lo concedieron a Malala Yousafzai, la niña paquistaní por su
lucha en defensa de los derechos de las niñas a la educación.