UNA
AMENAZA
DE ALCANCE
GLOBAL
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
Cuatro días antes del lamentable
y muy publicitado atentado en Paris, contra el semanario satírico Charlie
Hebdo, donde murieron 12 personas y en donde todo el mundo “quería ser Charlie”,
en el remoto Estado nororiental de Borno en Nigeria más de 2,000 personas
fueron masacradas por integrantes de Boko Haram. Si bien la atención mediática
de este último hecho fue nula, comparada con el atentado de la capital
francesa, el grupo terrorista nigeriano, siguió las siguientes semanas
sembrando de terror no solo a las ciudades norteñas del país más poblado de
África, sino sus acciones terroristas traspasaron sus fronteras hacia las
naciones vecinas.
En los últimos días no
hemos dejado de aterrarnos por atentados, cada vez más demenciales como: la
ejecución de un piloto jordano, quien fue enjaulado y quemado vivo por los
terroristas del Estado Islámico EI; la brutal muerte de 21 cristianos coptos
decapitados por este mismo grupo de asesinos fanáticos, y hace pocos días la acción
de un francotirador que atentó en Copenhague contra los concurrentes a un evento
en defensa de la libertad de expresión organizado por un dibujante danés
perseguido por caricaturizar a Mahoma.
Estas acciones
terroristas, disfrazadas de reivindicaciones islamistas, deben de ser
rechazadas y condenadas por la comunidad internacional y lo más importante, se
debe impedir que los fundamentalistas de cualquier bando nos arrastren a echar
más gasolina al fuego, como ya lo hicieron y lo siguen haciendo los gobernantes
de la primera potencia mundial. Desde Reagan, pasando por los Bush padre e
hijo, hasta hoy, estos gendarmes de la paz han apoyado y entrenado (con la
rastrera aquiescencia de las potencias europeas) primero a Al Qaeda y Ben Laden
y luego a los “rebeldes” de Irak y Siria, para después “darse cuenta” de que
todos eran terroristas y que hay que soltarles bombas aunque con ellas se
arrasen países enteros.
El estado Islámico EI controla una extensa y estratégica zona dentro de los territorios de Siria e Irak, una región eminentemente petrolera. |
La amenaza que enfrenta
el mundo, sin duda la mayor desde la Segunda Guerra Mundial, tiene su origen en
la aplicación estricta de la expresión más reaccionaria y fanática del
islamismo, convirtiendo esta fe religiosa en otro pensamiento, en otra doctrina
muy distinta al credo religioso creado por Mahoma en el siglo VII, basado en la
paz, la reconciliación y la tolerancia. El Estado Islámico -EI-, Al Qaeda, los
Talibanes, Boko Haram, los yihadistas del norte de Malí, Al Shabaab, son en la
actualidad los principales representantes orgánicos de esta ideología y aunque
no son los únicos, representan una verdadera amenaza para la mayoría de los
países islámicos, con el peligro de tener un alcance global.
Si el grupo terrorista
nigeriano Boko Haram, tuvo en el secuestro de las niñas de Chibock -la pequeña
ciudad del Estado nigeriano de Borno- a su más mediático como inhumano atentado,
que mereció el repudio mundial; los Talibanes volvieron a su accionar delictivo
con la matanza de escolares de Peshawar en Pakistán. Fue el 16 de diciembre de
2,014, un viento de terror se apoderó de un colegio ubicado en la ciudad
pakistaní de Peshawar. Seis hombres armados, jóvenes y vestidos de blanco según
un estudiante, irrumpieron en el recinto escolar y comenzaron a disparar a
mansalva.
A los pocos minutos
llegó el ejército y se produjo una refriega que acabó cinco horas después, con
más de 140 muertos, la mayoría de ellos niños, y al menos 130 heridos. Los
atacantes, que habían tomado niños de rehenes, también murieron. Algunos
menores asesinados recibieron un balazo en la cabeza.
“Desde Reagan, pasando por los Bush,
estos gendarmes de la paz han apoyado
y entrenado primero a Al Qaeda y Ben Laden
y luego a los “rebeldes” de Irak y Siria”
¿Qué veneno navega en
la cabeza de gente capaz de tal barbaridad? Más allá de la repulsión que un
hecho tan brutal produce, se puede seguir el rastro de los perpetradores. El
Talibán, ese movimiento que tomó el poder en Afganistán en 1,996 y que fue
derrotado por una coalición liderada por los Estados Unidos en el 2001, sigue vivo.
Decayó tras el ataque
de las fuerzas aliadas (en un frente de 50 países que buscaban una venganza por
los atentados del 11 de setiembre), pero continuó moviéndose entre las montañas
afganas y pakistaníes. Se asentó, por ejemplo, en Waziritán, una región del
noreste pakistaní, donde incluso han impulsado la creación de un Califato. A pesar de que el
gobierno de Islamabad reconoció en el 2006 tener controlado a ese núcleo
gobernante, los ataques de los talibanes han aumentado como también su crueldad
como en la matanza de Peshawar.
Abu Bakr Al Baghdadi, líder del EI se proclamó como el califa Ibrahim . |
Eses monstruoso acto
demuestra que el Talibán es una amenaza latente. Al Qaeda, que aún mantiene
vínculos con ese grupo, sigue en actividad, pero en comparación con años
anteriores luce parpadeante, no con la fuerza de cuando vivía Osama Bin Laden,
su virulento fundador. La última noticia de esta organización, antes del
atentado en el Charlie Hebdo, fue el 11 de diciembre del año pasado cuando
atacó con misiles la base militar norteamericana de Al Annad, ubicada en Yemen.
El otrora gran monstruo de occidente continúa presente en Arabia Saudita,
Argelia, Libia, Somalia, Siria y Egipto.
Pero si bien las
huestes del extinto Osama Bin Laden lucen agazapadas, en espera de dar la
sorpresa, su influencia se deja sentir. Digamos que sembraron semillas de ira
que luego tuvieron vida propia. El caso más emblemático es del Estado Islámico
EI, que es considerado hoy, una de las mayores amenazas para la estabilidad
global. Nació como un brazo de
Al Qaeda en Irak en el 2003, con el impronunciable nombre de Yamat al-Tawhid
wal-yihad (Comunidad de Monoteísmo y la Yihad), pero fue independizándose,
debido a sus diferencias de origen y propósitos. En el 2013, ya fortalecido, se
proclamó como el Estado Islámico de Irak y el Levante ISIS, por cuenta y violencia
propia. Fue el momento de la ruptura con su casa matriz original.
En junio del 2014,
sobrevino un anuncio megalómano: la proclamación de Abu Bakr al-Baghdadi como
el Califa Ibrahim, destinado a gobernar a “todos los musulmanes”. Palabras
mayores e incendiarias para occidente y sobre todo, en el mundo árabe-musulmán.
Un califa es el sucesor de Mahoma, una figura que desde que muere el Profeta en
el 632 causó controversia, entre sunitas y chiítas y en el mundo islámico en
general. Con todo, hubo numerosos Califas que gobernaron la Umma (comunidad
musulmana del mundo) y el último fue el turco Abdul Mejid II, que tuvo poder
hasta 1,924.
En África operan tres fuerzas yihadistas importantes: Boko Haram, en Nigeria. Ansar Dine y AQMI en Malí y Al Shaab en Somália. |
Al Baghdadi, el líder
del EI, revive la utopía del Califato, es decir, el gobierno total desde la fe
musulmana y con una versión altamente rigorista de la Sharia (ley islámica). Y
no es un cuento, actualmente controla, en Siria e Irak, la vida de 8 millones
de personas. Ciudades iraquíes como
Mosul (la tercera ciudad en importancia en Irak), Tikrit (tierra natal de Saddam
Hussein) y Faluya, así como Raqqa en Siria son su territorio. Y su marketing
perverso son las decapitaciones mediáticas y afinadas producciones de sus
ataques, que continuamente cuelgan el You-Tube, para el espanto de los millones
de sus usuarios.
Lo preocupante es que
EI empieza a tener gravitación global como Al Qaeda. Ya Boko Haram, movimiento
que actúa en Nigeria y recientemente a dado el salto a los países vecinos,
responsable de numerosos atentados y crímenes en el oeste africano, le ha
presentado su saludo. Lo mismo que Jemaah Islamiya, un grupo que actúa en
Filipinas, Indonesia y Malasia, el siempre violento sudeste asiático.
“Al Baghdadi, el líder del EI, revive la utopía
del Califato: el gobierno total de la fe musulmana
y con una versión rigorista de la ley islámica”
Este grupo fue el
responsable del atentado contra una discoteca en la isla de Bali en Indonesia,
en el 2,002 y de posteriores acciones armadas. Se presumía que estaba vinculado
a Bin Laden, pero ahora su referencia parece ser EI. En la misma región, los miembros
de Abu Sayyaf han declarado que defienden las acciones del Califa, otro punto a
favor de Baghdadi el líder del EI.
En Argelia, asimismo,
se alzó una voz para apoyar a las tropas de Al Baghdadi, Jund al Jilifa
(Soldados del Califato) irrumpió en setiembre del 2,014 y anunció que tenía en
su poder al francés Hervé Gourdel. Amenazó con decapitarlo, al estilo de lo que
se hizo con periodistas en Siria e Irak. El miércoles 24 de ese mes lo hizo. Como en el caso de Jemaah
Islamiya, estos combatientes fanáticos están vinculados a Ayman al-Zawahiri
(sucesor de Ben Laden), pero se escindieron de Al Qaeda de Magreb Islámico
-AQMI-. El Estado Islámico EI, tiende hoy a convocar más adhesiones y por eso,
ha hecho que se forme una coalición de 40 países para atacarlo.
Osama Ben Laden fundador de Al Qeada, con su sucesor y actual líder del grupo terrorista: Ayman al-Zawahiri, "el egipcio". |
A estos colectivos
armados los movería la yihad que suele ser concebida como “la guerra santa”. En
otros países no árabes, como India, existen otros grupos, como Lashkar-e-Toiba
(“Ejercito de los Puros”), responsable de los atentados en Bombay en noviembre
del 2,008, en los que murieron 170 personas.
Sobre la palabra
“yihad” que es usada muy frecuentemente por la prensa, pero sin ningún
criterio, habría que precisar, que en árabe alude al “esfuerzo” de ser un buen
musulmán, de seguir las enseñanzas del Profeta o los pilares del Islam, que son
cinco. Un sexto seria desplegar este esfuerzo por vivir de acuerdo con la fe
que se profesa.
En occidente, sin
embargo, se entiende la “yihad” como “guerra santa”. Desde el mundo islámico se
protesta porque la palabra guerra en árabe es “harb”. Según Abdennur Prado,
presidente de la ex Junta Islámica Catalana, con quien dialogamos para este
artículo, no hay en el Corán ninguna “Aleya” (versículo) que llame a convertir
a los infieles. Pero en el nombre de algunos movimientos armados sí figura la
palabra “yihad”.
“El nombre “yihadismo” circula en occidente,
lo que no significa que en las sociedades islámicas
no exista el rechazo al EI, Al Qaeda, a los Talibán,
a los que se les rotula como “terroristas”.
El nombre “yihadismo”
circula más en occidente, lo que no significa que en las sociedades islámicas
no exista el rechazo a las acciones del EI, Al Qaeda, del Talibán y de otros
grupos, a los que se les rotula como “terroristas”. Más aún, la mayoría considera
que están alterando, de manera escandalosa, las enseñanzas del Islam. Abdennour Bidar, un
filosofo musulmán de origen francés, sostiene que el Estado Islámico es “un monstruo
nacido dentro del propio Islam” y que los mismos musulmanes deben de abogar por
“la libertad de conciencia”. Entre tanto, en el mundo, con fe o sin ella, la
violencia continúa.
Para cerrar, porque en
la actualidad es incontenible la hemorragia de atentados, que nos impresiona cada día, la semana pasada, de Yemen venía la
noticia de un atentado suicida contra los hutíes, una minoría de origen chiíta
que a fines del año pasado firmó un acuerdo de paz con el gobierno. Hubo 23
muertos y 48 heridos, un nuevo frente que se inaugura este año de este
conflicto que no da ningún respiro.