ÁFRICA 2022:
UN AÑO CON LUCES Y SOMBRAS
El 2022 fue un año de continuidad y cambio, de luces y sombras, de
convivencias y enfrentamientos; marchas por la paz y revueltas indignadas;
conflictos que esbozaban una solución y guerras olvidas que retornaban como
fantasmas; líderes que parecían perpetuarse en el poder o que gozaban de muchos
privilegios, han visto como se apagaba su estrella y otros cuyo anonimato era
frecuente, se han catapultado como líderes regionales; economías milagrosas que
empezaban a despuntar y un crecimiento económico que retrocede, ante los
efectos de una guerra extra-regional. Como vemos, para el continente africano,
el año que se está yendo, fue un año con matices, contradictorio, en un
continente lleno de contrastes.
Este año se ha constatado que la parábola del desarrollo en África, se halla en
una crítica encrucijada. Por una parte la revolución en las comunicaciones y
las tecnologías de la información, han generado un cambio demográfico, un
crecimiento urbano y un boom de los precios de las materias primas, que podrían
haber convertido al continente africano en una nueva potencia económica global.
Sin embargo, los rezagos de una pandemia que minó la economía de sus países; la
guerra entre Rusia y Ucrania, que ha afectado los precios de los alimentos
importados y la ausencia de una real agenda de desarrollo que priorice la
satisfacción de las necesidades básicas de la población, han generado, en los
últimos 12 meses: hambrunas, migraciones masivas, inacabables procesos de
pacificación y la expansión de la plaga del terrorismo yihadista.
En el marco de este dramático contexto, el año 2022 empezó con una asonada
militar en Burkina Faso, el presidente Roch Marc Kaboré, el pragmático
empresario, el tecnócrata y economista, al inicio de su segundo mandato, era
depuesto por jóvenes oficiales del ejército, al mando del capitán Ibrahim
Traoré, ante la incapacidad de su gobierno de enfrentar con eficiencia la
violencia yihadista. La nueva cúpula militar no oculta su simpatía de plantear
una mayor presencia militar de Rusia en su país. También en Burkina, y luego de
34 años del martirologio del líder Thomas Sankara, un tribunal de Ouagadougou,
compuesto por jueces burkineses, condenaron en ausencia, al ex-dictador Blaise
Compaoré a cadena perpetua por el delito de autoría mediata por el magnicidio
contra el ex-presidente Sankara.
“Varios conflictos armados pasan al 2023
sin una paz verdadera.
El año que se va ha sido un año con luces y sombras,
quizás como el que vendrá”
En un año de consultas populares y elecciones presidenciales en África, destacó el triunfo en las urnas de William Ruto, como presidente de Kenia. En agosto, este joven y carismático político, derrota al eterno caudillo opositor Raila Odinga. Se vislumbra un relevo generacional y nuevos tiempos en la política keniana. También en agosto, las tropas francesas de la operación militar Barkhane, luego de más de una década en territorio africano, se retiran del continente, ante el evidente fracaso de su estrategia militar contra los grupos yihadistas, quienes dominan extensas zonas de la región del sahel.
Pero el fuerte
sentimiento anti-francés, evidenciado en muchas naciones africanas, se ha
acentuado en el último año. En la ciudad de Yamena, capital del Chad, el día 20
de octubre, fue escenario de una de las más crueles e infames masacres
perpetradas contra la población civil de un país. Más de 150 personas fueron
asesinadas y miles detenidas, por comandos del ejercito chadiano, cuando
protestaban pacíficamente contra la dictadura de Mohammad Déby, aliado y
cómplice de Francia en la región. Una población indignada, que repudia la
presencia militar de la potencia europea en África, un rechazo que se ha visto
reeditado este año en Mali, Burkina Faso, Guinea Conakry, República
Centroafricana y Níger.
África es un continente de conflictos bélicos permanentes, pero este año
parecía eclipsarse una guerra que había tomado grandes proporciones. En
Etiopía, los rebeldes de la provincia de Tigray acuerdan, en el mes de
noviembre, un “cese de hostilidades” con el gobierno del Primer Ministro Abiy
Ahmed. Luego de la intransigencia de Addis Abeba, que costó más de 500 mil
muertos y dos millones de desplazados y ante la presión de China y los Estados
Unidos, sus principales aliados, el gobierno etíope tuvo que ceder, por ahora,
a un “alto el fuego”.
“Una población indignada, que repudia la presencia
militar
de Francia en África, un rechazo que se ha visto
confirmado
este año en Mali, Burkina Faso,
Guinea
Conakry, República Centroafricana y Níger”
Pero mientras esto ocurría en el Cuerno de África, en la
región de los Grandes Lagos, al este de la República Democrática del Congo,
como si fuera un fantasma que regresaba del pasado, un viejo conflicto se
reeditaba en esta estratégica zona. En noviembre, al menos 131 civiles
murieron, en apenas dos días, por acción de la banda armada M23, un grupo de
sicarios financiados y entrenados por Ruanda y Uganda, quienes incursionan
recurrentemente en territorio congoleño, para tomar control de los ingentes
yacimientos mineros de la zona. Al final de este año, estas milicias armadas se
han replegado a sus territorios de origen. Pero esta región africana, está muy
lejos de encontrar una autentica paz, si no es capaz de encarar las verdaderas
causas de este lacerante conflicto.
Casi al final del año, un evento internacional catapulto al dictador egipcio
Abdelfatah Al Sisi, al rango de gran líder mundial. En una bien planificada
estrategia de “lavada de cara” y en complicidad con las NN.UU, el sátrapa y
asesino egipcio inauguró la conferencia COP27. Al margen de los pocos acuerdos
adoptados en este evento sobre el cambio climático, lo cierto es que esta
Cumbre en Egipto se pareció mucho al Mundial de Futbol en Qatar, también
escenificada este año: más importante es la defensa de los intereses económicos
de las potencias y de las grandes corporaciones, que la lucha por la
democracia, las libertades y la defensa de los derechos humanos de las personas.
A la luz de este breve resumen, podemos constatar que el 2022 fue para África
un año de contrastes. Varios conflictos armados pasan al 2023 sin una paz
verdadera. Sólo algunos amainaron en el año que se va y ciertas negociaciones
en curso podrían arribar a buen puerto en los próximos 12 meses. Como fuere, el
año que se está yendo ha sido un año con luces y sombras, quizás como el que
vendrá.