GUINEA BISSAU:
¿HACIA UN
NARCOESTADO?Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Las Fuerzas Armadas de Guinea Bissau, son un poder fáctico en el país. El último golpe de Estado del 2,012 fue expresión de las pugnas internas por el control del trafico de drogas. |
No hay una definición
concluyente. Pero se ha venido usando el termino narcoestado, para aplicarlo a
los países donde el negocio de la droga logró captar a las más altas
autoridades y hacerlas gobernar para él. Son emblemáticos los casos en América
Latina, de Manuel Antonio Noriega en Panamá o Luis García Meza en Bolivia
durante los años ochenta, comprobados y activos narcos al mando de sus respectivos
países.
El esquema estándar es
el surgimiento de un poder estatal máximo que concede total libertad para el
ilícito negocio, lo cual incluye la
resistencia a las iniciativas contra la
droga que vienen del exterior y un total control de los poderes e instituciones
del Estado por parte de la organización criminal. Es así que naciones con inestabilidad
política, debilidad institucional, aguda corrupción estatal o precario control
fronterizo, son aprovechadas fácilmente por los cárteles de la droga. En África un país que calzaría perfectamente con estas características sería Guinea
Bissau.
Una nación con una
esperanza de vida de 45 años, una tasa de analfabetismo del 44.7%, una posición
en el Índice de Desarrollo Humano de 177 sobre un total de 187 países
observados, una economía de supervivencia basada en la agricultura y la
ganadería. Además, un país que ha vivido asolado por golpes de Estado, guerras
internas, conflictos fronterizos y hasta magnicidios. Este es el retrato rápido
que se puede hacer de un país como Guinea Bissau, la antigua colonia
portuguesa, la más pequeña en el territorio continental africano, la que
alcanza su independencia en setiembre de 1,974, por un efecto domino de la
famosa Revolución de los Claveles en Portugal.
Es un país con cerca de 400 kilómetros de litoral, en su mayor parte manglares. Un archipiélago compuestos por más de 80 islas. |
El desmoronamiento de
la presencia portuguesa en África empezó precisamente ahí. El general Antonio
Spínola, que a partir de la Revolución de los Claveles desempeñaría un papel
relevante al ser el primer Presidente de la República nombrado tras el triunfo
de los coroneles, ejerció allí como Gobernador General. Lo que vio en Guinea influiría probablemente en su propuesta de salida del conflicto colonial por
la vía política y no por la militar. Pero de esa Guinea, como pivote central en
el tablero de la descolonización africana, no queda nada.
El Estado de hoy se
debate en la lucha por la supervivencia de sus ciudadanos. Aunque la situación
ha mejorado desde el 2,012, cuando se produjo el enésimo golpe de Estado que se
llevó por delante al gobierno del Presidente Carlos Domingo Gómez, exponente
máximo del liberalismo económico y del reformismo militar. Sus moderados
intentos de reformar a las Fuerzas Armadas FF.AA. guineanas, a través de una
misión militar angoleña, cuyo objetivo era profesionalizarlas y sacudirlas de
su excesivo poder, fue lo que desencadenó la asonada golpista que termino un
año después con la convocatoria de unas elecciones presidenciales tuteladas por
esas mismas FF.AA.
“Guinea es un país asolado por golpes de Estado,
guerras internas, conflictos fronterizos
y hasta magnicidios”
En el plano económico,
en los últimos años en Guinea Bissau ha entrado mucha inversión china, atraída
por la presencia de ingentes yacimientos de minerales en el subsuelo. Así, como
es su costumbre, China pagó la reconstrucción del antiguo Palacio del
Gobernador General, hoy convertido en la residencia oficial del Presidente de
la República y está costeando el pago de la construcción del nuevo Palacio de
Justicia. Además, de estas inversiones en infraestructura urbana, en Guinea
Bissau se está consolidando un puerto franco para impulsar el eje África-China.
La semana pasado un grupo de empresarios chinos llegaron a Bissau para estudiar
diversas áreas de inversión. Según un comunicado del Ministerio de Economía de
Guinea, los empresarios van a identificar oportunidades de inversión en los
sectores de energía, agricultura, pesca e industria.
El 60% de la cocaína que llEga a Europa, pasa a través de los países del África occidental, como Guinea Bissau, para luego ser trasladada hasta las costas del Mar Mediterráneo. |
Pero los chinos no son
los únicos extranjeros que frecuentan este país, sobre su territorio se
encuentra instalada una misión militar de mantenimiento de la paz de la
Naciones Unidas desde el año 2,006, comandada por soldados de Nigeria. Lo cual
se ha convertido en una presencia habitual en este país, por su crónica
inestabilidad política. En los últimos tiempos, Guinea viene siendo además el
centro de los análisis internacionales sobre el tráfico de estupefacientes, que
la definen deshonrosamente, como un narcoestado. El término ha generado cierta
polémica. La doctrina está dividida. Como lo señalábamos líneas arriba, los más
puristas consideran que en rigor, un narcoestado es aquel que se financia
exclusivamente a través del narcotráfico y dado que este no es el caso de
Bissau, no entraría en dicha categoría. Otros consideraran que sí se trataría
de un narcoestado, desde el momento en que parte de la administración recibe
dinero a cambio de hacer la vista gorda al uso de su territorio para el tráfico
de drogas entre América y Europa.
Según datos de las
Naciones Unidas, en los últimos años el 60% del total de la cocaína que se
vende en los países europeos, estamos hablando de más de 280,000 toneladas de
cocaína al año, pasa a través de los países del África occidental. Es así que naciones como Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona, Nigeria y principalmente
Guinea Bissau, se han convertido en puntos claves de recepción de esta droga,
proveniente de los centros de producción como Perú, Colombia o Bolivia. Para
luego atravesar un corredor desértico conformado por los países de tránsito de
la droga como: Malí, Níger o Mauritania, para luego desembocar en las costas
del Mediterráneo a tiro de piedra de los países europeos.
“Por su inestabilidad política, corrupción estatal
y precario control fronterizo, Guinea Bissau
se ha convertido en un
punto clave
para los cárteles de la droga”
Un signo flagrante de
la presencia del narcotráfico en la economía de Guinea Bissau, es lo que muestra
a diario la prensa escrita de este país. Noticias que parecen sacadas de una
serie de televisión sobre mafias colombianas: casas lujosísimas a medio
construir en medio de ninguna parte; coches de alta gama, como Audi TT o
Porsche Cayenne circulando por calles sin asfalto o historias fantásticas que
se escuchan en la capital. Historias que carecen de cualquier tipo de rigor,
pero que alimentan la leyenda de una actividad delictiva que todos los
guineanos conocen, muchos se benefician de ella, pero que todos callan.
Relatos que hablan de
fardos de cocaína de alta pureza, que fueron encontrados por los habitantes de
una población rural, pero que la usaban para dibujar líneas de demarcación en
improvisados campos de fútbol. Otros más dramáticos, como la muerte por
intoxicación de familias enteras al usar la cocaína como alimento, al creer que
se trataba de harina. Realidad o mito lo cierto es que el Estado guineano
carece de medios suficientes para controlar un territorio con casi 400
kilómetros de litoral, que en su mayor parte son manglares compuesto de un
archipiélago de más de ochenta islas, muchas de éstas con pistas de aterrizaje
clandestino. Imposible controlar un territorio con escasos efectivos, con patrullas costeras en precarias
condiciones y una cúpula militar con evidentes vínculos con las mafias del
narcotráfico.
El riesgo que
organizaciones criminales de todo tipo campeen a sus anchas por el territorio
guineano es alto. En un país en donde las condiciones sociales y económicas son
tan precarias, la capacidad de corromper es inversamente proporcional a los
medios con que se cuenta. Añadido a esto, habría que advertir: la expansión
cada vez mayor de la cocaína en el mercado guineano; la consolidación de zonas
de mercadeo interno; el incremento de grupos dedicados a la importación
clandestina de la droga; la formación de grupos de sicarios que controlan
regiones en el interior y el perfeccionamiento de las modalidades de lavado de
activos, por todo ello se debería interpelar al Estado y a la sociedad guineana
por el incremento de este fenómeno delictivo. Las fuerzas de seguridad y la
clase política les deben una explicación a los guineanos.
“En un país en donde las condiciones sociales
y económicas son tan
precarias, la capacidad
de corromper es inversamente proporcional
a los medios con que se cuenta”
Pero a pesar de este
panorama desolador, el primer semestre de este año arroja noticias positivas
para uno de los países más pobres de la tierra. A fines del mes de marzo se
celebró en Bruselas una Conferencia Internacional de Donantes que acordó la
creación de un fondo de 1,000 millones de euros a distribuir en una década,
para el desarrollo de Guinea Bissau. En juego está, no sólo la posibilidad de
seguir impulsando el proceso democratizador, iniciado en el 2,013, sino la
reconstrucción institucional y económica del país. Del éxito de este programa de
ayuda depende también la estabilidad política de Guinea. Un Estado débil que apenas si
tiene capacidad de "golpear" en un mismo lugar del territorio a la vez y
sobre el que se cierne también la amenaza yihadista.
Esa vulnerabilidad
geográfica e institucional que se advierte en Guinea Bissau, podría
convertirla, en breve tiempo, en un nuevo Estado títere de los movimientos
fundamentalistas de raíz islámica que ya amenazan la estabilidad de países
como Malí, Chad, Mauritania o Libia y para los que parece ser muy atractiva la
idea de una salida directa al Océano Atlántico, importante y estratégica vía
marítima, por la cual llegan anualmente a las costas de Guinea cientos de miles
de toneladas de cocaína.
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