ETIOPÍA, EGIPTO Y SUDÁN: LA TRIANGULACIÓN
DE UN CONFLICTO
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El ejército de Etiopía ha capitalizado un importante liderazgo en la región, a raíz de su enfrentamiento armado contra la provincia de Tigray. |
Desde
hace varios años se viene alertando sobre las consecuencias del cambio
climático, la privatización del agua y la falta de acceso a la misma, producto
de la concentración de este vital recurso por potencias regionales. En la
actualidad, en lugar de la cooperación se está dando un importante conflicto de
impredecibles consecuencias, entre tres de los 11 territorios que se encuentran
dentro de la cuenca del mayor río africano, el rio Nilo. Esta compleja
triangulación de intereses se da entre los principales países de esta cuenca:
Egipto, Sudán y Etiopía.
Como se sabe, el río Nilo, junto con el río Amazonas es considerado uno de los más largos del mundo. Tiene dos fuentes principales: el Nilo Blanco que es cerca del 20% de la fuente del Nilo y el Nilo Azul que representa el 80%. Este último tiene su nacimiento en el Lago Tana en Etiopía y fluye hacia el norte en dirección a Sudán y posteriormente a Egipto para luego desembocar en el mar Mediterráneo.
Etiopía está construyendo en el Nilo Azul, la Gran Presa del Renacimiento Etíope conocida como GERD, por sus siglas en inglés, el reservorio más grande de África. Si bien el proyecto data de fines de la década del 50, no se hizo efectivo por el golpe militar y la guerra civil etíope, que se dio durante la década de los 90. La represa comenzó su construcción en el año 2011, sin un acuerdo transfronterizo que involucrara a Sudán y Egipto. Sin embargo, en el año 2015 se firmó un acuerdo con estos dos gobiernos, Egipto y Sudán, que estaban en manos de dictaduras. Acuerdo en el que Etiopía se comprometía a no afectar la disponibilidad de agua, fundamentales tanto para Jartum como para El Cairo.
La presa de Renacimiento en Etiopía será el reservorio más grande de África. |
A pesar de este acuerdo, cuando Etiopía comenzó el llenado del embalse construido, del tamaño de 2 a 3 veces el lago Tana, se intensificó el conflicto con Egipto y Sudán. Es importante destacar que en este último, en el año 2019, el gobierno dictatorial de Omar Hasán Ahmad al Bashir, quien gobernó durante 30 años, fue derrocado por masivas protestas civiles. El nuevo gobierno de transición cambió de posición respecto a muchas de las políticas del antiguo régimen, entre ellas un acercamiento a Egipto y Occidente, distanciándose de Addis Abeba.
La postura de Egipto es histórica respecto del uso del agua del Nilo ya que fue crucial para su población desde la antigua civilización egipcia. Desde el año 1902 viene realizando acuerdos afianzando su posición dominante sobre el Nilo con apoyo internacional. Butros Butros-Ghali, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, en una entrevista en el año 1985, presentó la posición de este territorio respecto del Nilo: “la próxima guerra en Oriente Medio, se librará por el agua, no por política”. Su postura se modificó siendo el Secretario General de la ONU entre 1991 y 1996, al expresarse a favor de la cooperación.
Según Egipto, esta nación no puede vivir con una reducción sustancial del agua del Nilo. Su economía y el agua para el consumo de su población dependen de ello. La agricultura egipcia, representa actualmente 12 por ciento del producto interno bruto PBI y emplea al 24 por ciento de la mano de obra, en cuyas desérticas tierras no habría podido surgir la primera gran civilización humana sin las aguas del caudaloso río. Este argumento también lo ha asumido el gobierno de Jartum, nación que basa su economía en la agricultura. Mientras que en Etiopía, más de 65 millones de personas viven sin acceso a la electricidad. Durante mucho tiempo, este país fue conocido por sus crisis humanitarias y sus hambrunas. Es por ello que el actual gobierno apuesta por este mega-proyecto hidroeléctrico para desarrollar las zonas rurales y urbanas y con ello atraer inversiones.
Este conflicto por el agua del río Nilo, está derivando hacia un enfrentamiento geopolítico tripartito entre Etiopía, Egipto y Sudán. |
Un dato adicional, el PBI per cápita etíope es de unos 780 dólares, cuatro veces inferior al egipcio. Para Etiopía, la construcción del GERD se ha convertido en una cuestión no solo estratégica, sino de orgullo nacional. Ahora, ante las dificultades para financiar este Proyecto, de casi 5 mil millones de dólares, a través de la financiación internacional, a causa de su polémica naturaleza, el gobierno etíope ha sufragado buena parte del gasto con unos bonos patrióticos adquiridos por sus propios ciudadanos. Precisamente, la politización de este conflicto y el hecho que se haya inflamado los sentimientos nacionalistas en ambos países, es uno de los principales obstáculos para una resolución negociada.
Esta triangulación del conflicto por el agua, también tiene inevitables connotaciones geopolíticas. Etiopía a través de su Primer Ministro Abiy Ahmed, ha capitalizado un importante liderazgo interno, a raíz de su enfrentamiento contra la provincia rebelde de Tigray. Aunque no hay que descartar la agudización de este conflicto armado, teniendo en cuenta el rearme de la fuerzas del Frente de Liberación Popular de Tigray, con la muy probable intención de iniciar una guerra de guerrillas en todo el territorio etíope. Mientras que el Presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, un aliado incondicional de los Estados Unidos en el Magreb, necesita mantener el viejo liderazgo de su país en Oriente Medio y África, por lo que no puede permitirse la pérdida de su hegemonía en un espacio vital como el río Nilo. Sudán, el tercero en discordia, ha iniciado acercamientos con su vecino egipcio. Hace dos meses, ambos países, suscribieron un tratado de defensa mutua, acuerdo militar muy oportuno teniendo en cuenta las recientes escaramuzas en la frontera entre Etiopía y Sudán. Como vemos, no solo es una disputa entre electricidad o agua, sino también la geopolítica está jugando un papel prioritario en este enfrentamiento tripartito.
En caso de un conflicto armado entre estos tres países, las consecuencias recaerán, como siempre, sobre las poblaciones civiles que sufren los efectos de gobiernos que solo defienden sus intereses hegemónicos.