¿POR QUÉ EXISTEN
TANTAS GUERRAS
EN ÁFRICA?
El tipo de conflictos armados que se libran hoy en estos países, tienen que más con un "bandolerismo oportunista", que con una guerra propiamente dicha. |
Hace algunas semanas se
ha publicado en Londres, el llamado Índice Global de la Paz -GPI según sus siglas en
ingles- correspondiente al último año, una clasificación en que se analizan
hechos y tendencias vinculadas a guerras o conflictos armados en 162 países del
mundo. Según esta categorización, el continente africano es la región del
planeta que alberga el mayor número de conflictos armados en la actualidad.
Países como; Somalia,
República Democrática del Congo, Sudán del Sur, República Centroafricana se
ubican, según este informe, entre las naciones con mayor índice de violencia.
Ante esta constatación, cabria preguntarse: ¿Por qué existen tantas guerras en
África? Las respuestas más frecuentes a esta interrogante podrían ser: por la
nefasta herencia colonial; por la falta de instituciones solidas en estos
países, que ocasionan golpes de Estado; por la injusta distribución de los
ingresos o por los rezagos de la guerra fría. Si bien es cierto estas
respuestas nos podrían sirven para explicar muy bien las causas generadoras de
estos conflictos armados; para mí existiría adicionalmente un motivo muy
puntual que podría develar el origen de las actuales guerras africanas.
Seamos directos en este
tema, existen en la actualidad en África guerras interminables, que en la mayoría de los casos no son propiamente guerras, en el sentido estricto de la palabra, ni tampoco cumplen con lo que
tradicionalmente se ha considerado como tal. A diferencia de otros conflictos armados que ha padecido el continente africano –como las guerras de independencia, la guerra civil en Biafra, las revueltas armadas de los Tuareg en Malí, las guerras fronterizas entre Etiopía y Somalía o Eritrea y Etiopía- los combatientes de los actuales conflictos africanos no tienen ideologías claras, ni objetivos definidos, ni reivindicaciones establecidas. No les interesa realmente la toma del poder, ni mucho menos cambiar el estado de las cosas en sus países. Únicamente quieren robar y traficar con los recursos naturales de las zonas donde operan.
Estos supuestos combatientes, son
aventureros que buscan crear una zona liberada y medrar de las riquezas
naturales del lugar y si es con el apoyo de alguna potencia extranjera o una
empresa transnacional mucho mejor. Prueba de ello, es que estos
rebeldes prefieren actuar en selvas de difícil acceso. Las montañas y las
aldeas alejadas les ofrecen el cobijo y les permiten cometer sus crímenes y
asaltos, lejos del poder del Estado y del accionar de los ejércitos regulares.
Pero estas lejanas junglas deben de estar próximas a yacimientos de minerales
como: oro, piedras preciosas, cobre, cóltan -preciado mineral que se usa en
toda la industria de equipos móviles- o cerca de pozos o campamentos
petroleros. Estos grupos armados nunca suelen operar en zonas sin recursos
naturales.
Campo de entrenamiento del M 23 rebeldes que asolaron la región este de la República Democrática del Congo -RDC-. |
“El tipo de guerras que se libran hoy
en África, tienen que ver más bien
con un bandolerismo oportunista que con
una guerra propiamente dicha”
en África, tienen que ver más bien
con un bandolerismo oportunista que con
una guerra propiamente dicha”
Por otra parte, no tienen la mínima
intención de buscar seguidores o apoyos populares para sus reivindicaciones,
demandas que por supuesto no existen, constituyendo un terror para el pueblo
que supuestamente defienden. Su búsqueda de apoyo se limita al rapto de niños,
para enrolarlos a la fuerza en sus organizaciones violentistas, enseñándoles a
empuñar las armas y a matar.
Es por ello, que el tipo de guerras que
se libran hoy en la mayor parte de los países africanos, en especial del África
subsahariana, tienen que ver más bien con un "bandolerismo oportunista" que con una guerra propiamente dicha. Es el caso de la República Democrática
del Congo -RDC- la cual ha sido escenario, desde hace dos décadas, de una
violencia descarnada, originada por grupos armados de diferente procedencia, que operaban cerca de los yacimientos de oro y coltan en la región de Kivu; grupos armados que
reciben el apoyo directo de las vecinas Ruanda y Uganda, así como de empresas
mineras transnacionales europeas y norteamericanas.
Milicias anti balakas en la República Centroafricana, un conflicto inter étnico que encubre las ambiciones por el control de las zonas petroleras. |
En la República de Sudán del Sur, que
desde el año 2013 sufre una encarnizada lucha entre miembros de grupos
tribales, también es escenario del accionar de este “bandolerismo oportunista”.
Lo que surgió como un enfrentamiento inter étnico, lo cual fue más un pretexto que una causa real, derivó en una pugna entre caudillos regionales para tomar
el poder y hacerse de las riquezas petroleras. Aunque, el caso más emblemático
de este sicariato violentista, se dio en Liberia y Sierra Leona, naciones que
entre los años 1990 al 2002 tuvieron que enfrentar la llamada “guerra de los
diamantes de sangre”. En donde un grupo de salteadores asesinos destruyeron las
instituciones y el Estado de ambas naciones, a punta de masacres contra la
población civil, con el único fin de explotar los yacimientos de diamantes.
“Estos guerrilleros son aventureros
que buscan crear
una zona liberada
y medrar de las riquezas naturales del lugar”
y medrar de las riquezas naturales del lugar”
Los casos de violencia en las
Republicas del Chad, Camerún y Uganda también tienen el mismo tenor, grupos
armados que desde zonas económicas estratégicas, poseedoras de riquezas
naturales, le hacen la vida imposible a
los gobiernos de turno, usando los más sangrientos y brutales métodos de
exterminio contra la población civil: secuestro de niños para enrolarlos a la
fuerza a sus guerrillas, amputación de manos o piernas, violación a mujeres o
niñas, arrasamiento de poblaciones enteras.
Niños soldados que fueron enrolados a la fuerza y entrenados a matar por las guerrillas asesinas en Sierra Leona, durante la guerra de los diamantes . |
Un caso particularmente brutal, es
el del casi extinguido Ejercito de Resistencia del Señor un banda armada dirigida por el
ugandés Joseph Kony, un fanático religioso y criminal, quien durante más de dos décadas venía asolando a su país y a las naciones vecinas y de quien pende sobre él un
proceso penal, abierto en la Corte Penal Internacional -CPI- por crímenes de
lesa humanidad.
Como vemos, en África en los últimos
treinta años, se ha pasado de guerras propiamente dichas a “bandolerismos
oportunistas”. Raramente asistimos hoy a combates entre soldados. En su lugar,
hemos pasado a enfrentamientos entre soldados armados y civiles indefensos. Esto
explica las atrocidades que se viven en muchos conflictos: machetazos a niños y
ancianos, mutilaciones de civiles inocentes, violaciones a mujeres. ¿Hay
verdaderamente un objetivo militar o político en estas atrocidades? Ninguno,
solo el uso demencial de la violencia para lograr objetivos personales de
lucro.
Los conflictos armados o las guerras de
baja intensidad, que jalonean en la actualidad el continente africano, tienen
para sus actores aparentemente reivindicaciones legítimas, pero si prestamos
un poco de atención y analizamos uno a uno, pronto nos damos cuenta que estas
demandas son meras excusas para los depredadores de recursos que aprovechan el
caos para sacar ventajosas tajadas.
Como hemos visto en los casos citados
anteriormente, los jefes rebeldes suelen enarbolar los problemas que atraviesan
las zonas de sublevación para justificar sus acciones: falta de servicios
básicos y abandono por parte del Estado -como en Chad, Camerún y Uganda-,
pobreza y rivalidades tribales -como en la RDC-, guerras inter étnicas -el caso
de Sudán del Sur-, diferencias confesionales y reivindicaciones nacionalistas -como
se da en República Centroafricana y Malí-. Pero nada más alzarse en armas, se
olvidan de esos problemas y se dedican al saqueo de los recursos naturales de
la zona y siempre con la complicidad de alguna potencia regional o una compañía
transnacional.
Guerrilla que opera al sureste de Chad, muy cerca a los oleoductos de Sudán y de las minas de oro y cobalto de la República Centroafricana. |
Como posible solución a este fenómeno
de violencia, gente bienintencionada piensa que hay que persuadir a estas
bandas armadas para que salgan de la jungla, abandonen las armas y se sienten a
negociar con sus gobiernos. Pero la pregunta es: ¿Qué se va negociar? ¿Qué se
va ofrecer a cambio? Estos asesinos lo único que anhelan es dinero, armas y
matar. ¿Cómo se podría negociar con gente así?
“Raramente asistimos hoy a combates
entre
soldados. En su lugar, hemos pasado
a enfrentamientos entre soldados armados
y civiles indefensos”
Se ha visto en el pasado experiencias
en Liberia y Sierra Leona o en los actuales conflictos en las República Democrática del Congo y Centroafricana, donde después de largas negociaciones y
supuesta integración de los rebeldes, estos han vuelto a retomar las armas y
echarse al monte. Aunque resulte duro decirlo y tras varios fracasos de
negociación, la única solución pasa por la captura o la eliminación de sus
jefes, porque estos grupos armados suelen desaparecer con sus jefes, porque
dependen fundamentalmente de sus líderes y de sus ansias de lucro. Eso es lo
que paso por ejemplo, con Foday Sankoh en Sierra Leona, Charles Taylor en Liberia
o Bosco Ntaganda en la RDC. Estos grupos armados que no tienen ni objetivos, ni
métodos, ni estructuras y que solo dependen de las ambiciones de sus líderes,
suelen desaparecer con sus jefes.
Y estoy seguro que lo mismo sucedería,
con tanta guerrilla y grupo violentista si se lograra apresar a sus líderes, ya que estos asesinos a sueldo dependen de sus
jefes sin saber por qué y para qué combaten. Pues muchos conflictos armados son círculos de
violencia que se pierden en las selvas sin ningún objetivo.
A lo mejor también, falta voluntad
política a nivel internacional para poner fin a estos conflictos, aunque no
toda ayuda internacional es buena o desinteresada. Es fácil que países europeos
e inclusive los Estados Unidos o China, bajo el manto protector de las Naciones
Unidas, decidan intervenir en esos países africanos y con todo su aparato
militar puedan eliminar, en muy breve tiempo a estas bandas armadas. Pero ¿a
cambio de qué? ¿Explotación de recursos naturales? ¿Facturas de por vida por los
servicios prestados? ¿Más colonización camuflada? Creo que sería peor el
remedio que la enfermedad. Por eso se debería aprovechar una cooperación internacional
humanitaria o militar eficaz y eficiente, pero sin ningún interés adicional.