“¿Por qué será que hay muros tan
altisonantes y muros tan mudos?”
Como consecuencia del Congreso de Berlín de 1,884,
convocado por el canciller Otto von Bismarck, las potencias europeas
formalizaron la rapiña y el reparto de África, cuya nefasta herencia colonial
se prolongan hasta la actualidad. La monarquía española oficializó entonces la
ocupación de un vasto territorio desértico, ubicado en la costa nor-occidental
del continente y poblado por tribus nómadas, que a partir de entonces pasó a
conocerse como el Sáhara Occidental o “español”.
Los habitantes resistieron durante
91 años la ocupación y la explotación de sus recursos por parte de España y en
1973 la resistencia del pueblo saharaui creó el Frente Popular de Liberación
del Sáhara o Frente Polisario, para luchar contra el ejército colonial y por la
independencia del territorio saharaui.
En noviembre de 1975, cuando el
dictador Francisco Franco murió, su sucesor el rey Juan Carlos de Borbón
decidió retirarse de la región y repartirla entre sus dos países vecinos, a
cambio de ciertos privilegios económicos: el norte correspondería a Marruecos y el sur a Mauritania.
En febrero de 1976 el Frente
Polisario proclamó la Republica Árabe Saharaui Democrática y pasó a combatir a
los nuevos invasores. Varias naciones reconocieron al flamante país, que
desarrollo una activa labor internacional. En 1979 Mauritania se retira del
territorio saharaui invadido y firma la paz con el Frente Polisario.
El corrupto y autoritario reino
de Marruecos, un viejo aliado de Estados Unidos, España, Francia e Israel en el
mundo árabe, persiste en continuar ocupando y explotando los recursos minerales
del pueblo del Sáhara Occidental. A principios de los años noventa, el rey
marroquí aceptó la propuesta de las Naciones Unidas de realizar un plebiscito
donde los saharauis escogieran entre la pertenencia a Marruecos o la
autodeterminación.
Hasta la fecha el gobierno
marroquí ha evadido con mil pretextos la realización de esta consulta al pueblo
saharaui. Ante el mutismo internacional y la falta de interés de los medios de
comunicación por la independencia del Sáhara Occidental, el pueblo saharaui
sigue tercamente luchando por sus legítimos derechos soberanos de independencia
en el último reducto colonialista del continente africano.
Es por ello, que en esta
oportunidad les ofrecemos las reflexiones que el periodista, escritor y
humanista uruguayo EDUARDO GALEANO, realizaba hace un tiempo, respecto a los
muros de piedra y hormigón, pero también de los muros figurados, muros de la
incomunicación y el silencio, que se alzan frente a los pueblos como el saharaui.
JAVIER FERNANDO
MIRANDA PRIETO
El brillante escritor uruguayo Eduardo Galeano reflexiona sobre los muros del silencio que se alzan frente a los pueblos como el saharaui. |
Poco se habla del muro que Estados Unidos está alzando en la frontera mexicana y poco se habla del muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será 15 veces más largo que el muy publicitado Muro de Berlín.
Y nada, de nada se
habla del Muro de Marruecos, el segundo muro más largo del mundo después de la
Muralla China, que desde hace 20 años perpetúa la ocupación marroquí del Sáhara
Occidental. Este muro minado de punta a punta, vigilado por miles de soldados,
mide 60 veces más que el Muro de Berlín.
¿Por qué será que hay
muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por los muros de la incomunicación,
que los grandes medios de comunicación construyen cada día?
En julio del 2004 la
Corte Internacional de Justicia de la Haya sentenció que el muro de Cisjordania
violaba el derecho internacional y mandó que se demoliera. Hasta ahora, Israel no
se ha enterado.
En octubre de 1975, la
misma Corte había dictaminado: “No se establece la existencia de vínculo alguno
de soberanía entre el Sáhara Occidental y Marruecos”. Nos quedamos cortos si
decimos que Marruecos fue sordo. Fue peor, al día siguiente desató la invasión,
la llamada Marcha Verde y poco después se apoderó a sangre y fuego de esas
vastas tierras ajenas y expulsó a la mayoría de la población. Y ahí sigue.
Mil y una resoluciones
de Naciones Unidas han confirmado el legítimo derecho de autodeterminación del
pueblo saharaui.
¿De qué han servido
todas esas resoluciones? Se iba ser un plebiscito para que la población
decidiera su destino. Para asegurarse la victoria, el monarca de Marruecos
llenó de marroquí el territorio invadido. Pero al poco tiempo, ni siquiera los
marroquíes fueron dignos de su confianza. Y el rey que había dicho sí, dijo que
quién sabe. Y después dijo no y ahora su hijo y heredero al trono, también dice
no. La negativa equivale a una confesión. Negando el derecho al voto, Marruecos
confiesa que ha robado un país. ¿Lo seguiremos aceptando, como si tal cosa?
¿Aceptando que en la democracia universal los súbditos sólo podemos ejercer el
derecho de obediencia?
¿De qué han servido las
mil y una resoluciones de Naciones Unidas contra la ocupación israelí de los
territorios palestinos? ¿Y las mil y una resoluciones contra el bloqueo de
Cuba?
El viejo proverbio enseña:
La hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud.
Nadie podra detener la terca lucha del pueblo saharaui por su independencia y autodeterminación. |
Los patriotas
saharauis, que por más de 30 años luchan por recuperar su lugar en el mundo,
han logrado el reconocimiento diplomático de más 82 países, pero hasta ahora
Europa no a reconocido a la Republica Saharaui y España tampoco, y esto es un
caso de irresponsabilidad histórica o quizás de amnesia o tal vez un caso de
desamor. Hasta hace treinta años, el
Sáhara era una colonia de España y este país tenía el deber legal y moral de
amparar su independencia. España sirvió en bandeja esa tierra y esa gente para
que fueran devoradas por el reino de Marruecos y desde entonces el Sáhara
Occidental es la última colonia del África.
Lamentablemente, los
saharauis han sido una moneda de cambio, ofrecidas por empresas y países que
compran a Marruecos, lo que Marruecos vende lo que no es suyo. Quizás el pueblo
saharaui es culpable, por que en sus largas costas residen el mayor tesoro
pesquero del Océano Atlántico y porque bajo las inmensidades de arena yace la
mayor reserva mundial de fosfatos.
Los saharauis esperan,
siguen esperando, están condenados a penas de angustia perpetua y de perpetua nostalgia.
Los saharauis se llaman así mismo, hijos de las nubes, porque desde que tienen
memoria viven persiguiendo la lluvia y desde hace más de treinta años persiguen
también la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo, parece más esquiva que
el agua en el desierto.
EDUARDO GALEANO
EDUARDO GALEANO
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