miércoles, 22 de enero de 2014

MANDELA, FIDEL Y LA LUCHA CONTRA EL APARTHEID

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Nelson Mandela y Fidel en la Plaza de la Revolución en 1,991. Fue el primer viaje al exterior de Madiba luego de salir
de la cárcel, gesto que denota la gran amistad de estos dos lideres mundiales.
La muerte de Nelson Mandela el pasado 5 de diciembre, provocó un profundo dolor en el mundo entero, pero uno de los principales países que sintió más de cerca esta dolorosa ausencia fue Cuba, el primer país del mundo que visitó Madiba en 1.991 luego de salir de la cárcel y por el que profesó un entrañable cariño, que extendió a su gran amigo y confidente Fidel Castro.

Las estrechas relaciones entre Mandela, Cuba y Fidel comenzaron en la década de los años setenta, no solo por sus fuertes lazos étnicos, culturales e históricos (Cuba es uno de los países latinoamericanos con mayor población de origen africano) que siempre han unido a Cuba con el África, sino por el apoyo diplomático y militar brindado al Congreso Nacional Africano -CNA-, el partido de Mandela, cuando aún este permanecía en prisión. Cuando el mundo entero les daba la espalda al pueblo sudafricano, el pueblo y el gobierno cubano estaban en primera fila a favor de la causa de Sudáfrica contra el oprobioso régimen del apartheid.

Desde los años cincuenta del siglo pasado, fue creciendo en Sudáfrica una ola de protestas pacificas contra la barbarie del racismo blanco, manifestaciones que no surtían otro efecto que la represión. La prohibición del CNA con la posterior detención y condena a sus líderes, así como las matanzas de manifestantes pacíficos en diversas ciudades del país, llevaron a la creación del ala militar del CNA dirigida por Mandela. En la lucha armada tan desigual entre un potente ejército moderno y una guerrilla débil, fue decisiva la ayuda militar y logística que le brindó Cuba a Sudáfrica.

Madiba y Fidel se vuelven a encontrar en la Cumbre de los países No Alineados
en la ciudad sudafricana de Durban en 1,998.
Además, sin el apoyo de Cuba no se habría logrado la derrota del poderoso ejército sudafricano en Angola en 1,987, ni la retirada de Namibia del ejército racista, ni el consiguiente repliegue a sus fronteras, donde el rechazo al apartheid era ya un fenómeno de masas. Es decir, la participación de Cuba en la lucha contra el apartheid generó el principio del fin del poder blanco en el África austral. Se puede afirmar, sin duda alguna, que sin el apoyo de Cuba el apartheid no se hubiese derrumbado, y Mandela, muy probablemente hubiera muerto en la cárcel. Es por ello, que el propio Mandela, ya liberado, en su primer viaje al extranjero eligió Cuba como destino, y allí subrayó la importancia histórica de aquella victoria: “La aplastante derrota del ejército sudafricano en Cuito Cuanavale (Angola) constituyó una victoria para toda África. Sin la derrota infringida en Angola nuestras organizaciones no hubiesen sido legalizadas. La derrota del ejército sudafricano en Angola, gracias al apoyo cubano,  hizo posible que hoy yo pudiera estar aquí con ustedes”.

Se comprende ahora porque, con buen criterio, el gobierno sudafricano eligió como uno de los selectos oradores para el funeral de Mandela al presidente de Cuba Raúl Castro, mientras relegaba al silencio a todos los jefes de estado europeos. Es curioso ver cómo los que ayer amparaban el apartheid y apoyaban económica y militarmente a Sudáfrica, hoy se declaran admiradores de Mandela. ¡Qué cinismo! Uno se pregunta, si únicamente Madiba tenía amigos, ¿Quién entonces metió preso a Mandela? ¿Cómo el odioso y criminal apartheid pudo durar tantos años? ¿Quién le vendío a Sudáfrica todo ese arsenal militar que poseía incluyendo las armas nucleares? Pero al margen de estas interrogantes, que nadie se atreve a responder, Mandela sabía muy bien quiénes eran sus verdaderos amigos, él no ignoraba que sin la proeza de las Fuerzas Armadas cubanas, enviadas por su amigo Fidel, el régimen del apartheid no habría colapsado y no hubiese empezado una nueva era en Sudáfrica.

Más de cien jefes de estado y de gobierno acudieron a los funerales de Mandela, antes de la ceremonia y durante de esta abundaron las declaraciones de conocidos dirigentes occidentales elogiando la figura de Mandela. Los mismos políticos que como Obama, Hollande, Sarkozy, Cameron o Blair ordenaron invadir y bombardear países africanos al tiempo que saqueaban sus recursos naturales (petróleo, gas, minerales, pesca, ect.) recientemente lloraban hipócritamente la muerte del máximo líder africano.

Pero que saben estos líderes del mensaje y del legado de Mandela. Cayó el régimen racista sudafricano, pero el racismo sigue vivo en otras latitudes: ahora se levantan muros infames en otras partes del mundo; en Estados Unidos, además del racismo latente, se ha construido un muro en la frontera con México y que ha causado ya más de 10,000 muertos sólo en la ruta del desierto de Arizona; en Palestina la población sigue viviendo en la miseria, encerrada tras los muros erigidos por el estado de Israel de manera ilegal, pero con la venia de los norteamericanos; y en Europa se cierran las fronteras a los africanos y se les condena a morir ahogados en el Mediterráneo. Como vemos, las grandes potencias no son los herederos del gran legado de Madiba.

Mandela supo siempre quiénes eran sus verdaderos amigos, Cuba y los
cubanos se solidarizaron desde un principio con la causa libertaria del
pueblo sudafricano.
Por otro lado, el discurso del presidente cubano en el funeral de Mandela, recibió durísimas críticas por parte de algunos analistas y periodistas norteamericanos, en especial de periodistas residentes en Miami; estas críticas se referían a la defensa del legado de Mandela que hizo el presidente Castro en su discurso, mientras en la isla el gobierno cubano, según ellos, no respeta los derechos humanos. ¿Quiénes son ellos para que estén instando para que se cumplan los derechos humanos en Cuba? Si durante 62 años se mantuvieron muy callados, cuando en Sudáfrica se violaban sistemáticamente los más elementales derechos humanos. ¿Quiénes son ellos  ahora, para estar tan preocupados por los derechos humanos? Cuando por años, no les preocupó la violencia que causó la muerte de cientos de miles de sudafricanos. ¿Quiénes son ellos para estar dictando lecciones sobre el respeto a los derechos de la persona? Si por décadas estuvieron financiando y armando a uno de los regímenes más oprobiosos del mundo, como fue el apartheid.

Los sudafricanos saben perfectamente, que Cuba y los cubanos se solidarizaron desde un principio con su causa libertaria y lucharon con las armas en las manos contra el apartheid, como no lo hizo ningún país del mundo; en momentos en que las potencias mundiales, muy por el contrario, les deban la espalda al pueblo sudafricano. Heroicos y valientes gestos como estos, sellaron con fuego la amistad y hermandad entrañable entre el Premio Nobel de la paz y el líder de la revolución cubana.

Como colofón a esta breve entrada, reproducimos parte de un largo artículo firmado por FIDEL CASTRO RUZ en homenaje a su amigo Nelson Mandela, publicado en la revista Cuba Debate a pocas semanas de la muerte del gran Madiba.

Fidel Castro le dedica un sentido homenaje en su blog -"Reflexiones de Fidel"- a su entrañable amigo
                                               y confidente Nelson Mandela semanas después de su muerte.
                                                                                    

Ningún acontecimiento presente o pasado que yo recuerde o haya oído mencionar, como la muerte de Nelson Mandela, impactó tanto a la opinión pública mundial; y no por sus riquezas, sino por la calidad humana y la nobleza de sus sentimientos e ideas.

Tres potencias han hecho descender artefactos en la luna de nuestro planeta. El mismo día que Nelson Mandela, envuelto en la bandera de su patria, fue inhumado en el patio de su humilde casa donde nació hace 95 años, un modulo sofisticado de la República Popular China descendía en un espacio iluminado en nuestra luna. La coincidencia de ambos hechos fue absolutamente casual.

Los fraternales sentimientos de hermandad profunda entre el pueblo cubano y la patria de Nelson Mandela nacieron de un hecho que ni siguiera ha sido mencionado, y de lo cual no habíamos dicho una palabra a lo largo de muchos años; Mandela, porque era apóstol de la paz y no deseaba lastimar a nadie. Cuba, porque jamás realizó acción alguna en busca de gloria o prestigio.

Cuando la Revolución triunfó en Cuba fuimos solidarios con las colonias portuguesas en África, desde los primeros años; los movimientos de liberación en ese continente ponían en jaque al colonialismo y al imperialismo, luego de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de la República Popular China -el país más poblado del mundo-, las revoluciones sociales conmovían los cimientos del viejo orden.

¿Por qué se pretende ocultar que el régimen del apartheid, que tanto hizo sufrir al África e indignó a la inmensa mayoría de las naciones del mundo, era fruto de la Europa colonial y fue convertido en potencia nuclear por Estados Unidos e Israel, lo cual Cuba, un país que apoyaba las colonias portuguesas africanas que luchaban por su independencia, condenó abiertamente. 

Nuestro pueblo, que había sido cedido por España a los Estados Unidos tras la heroica lucha durante más 30 años, nunca se resignó al régimen esclavista que le impusieron durante 500 años.

Tropas del ejército cubano destacadas al sur de Angola, en 1,987 derrotaron
a las fuerzas racistas sudafricanas en la batalla de Cuito Cuanavale.
De Namibia, ocupada por Sudáfrica, partieron en 1,975 las tropas racistas apoyadas por tanques ligeros con cañones de 90 milímetros que penetraron más de mil kilómetros hasta las proximidades de Luanda, donde un batallón de tropas especiales cubanas -enviadas por aire- y varias tripulaciones también cubanas de tanques soviéticos, las pudo contener. Eso ocurrió en noviembre de 1,975 13 años antes de la batalla de Cuito Cuanavale.

Ya dije que nada hacíamos en busca de prestigio o beneficio alguno. Pero constituye un hecho muy real que Mandela fue un hombre íntegro, revolucionario profundo y radicalmente socialista, que con gran estoicismo soportó 27 años de encarcelamiento solitario. Yo no dejaba de admirar su honradez, su modestia y su enorme merito.

El enemigo avanzaba tras las fuerzas de varias unidades angoleñas, golpeadas en las proximidades del objetivo donde eran enviadas, a 1,500 kilómetros de Luanda. De allí venían perseguidas por las fuerzas  sudafricanas en  dirección a Cuito Canavale, antigua base militar de la OTAN, a unos 100 kilómetros de la primera brigada de banques cubanos.

En ese instante crítico el presidente de Angola solicitó el apoyo de las tropas cubanas. El jefe de nuestras fuerzas en el sur, General Leopoldo Cintas Frías, nos comunicó la solicitud, algo que solía se habitual.  Nuestra respuesta firme fue que prestaríamos ese apoyo si todas las fuerzas y equipos angoleños de ese frente se subordinaban al mando cubano en el Sur de Angola. Todo el mundo comprendía que nuestra solicitud era un requisito para convertir la antigua base en el campo ideal para golpear a las fuerzas racistas de Sudáfrica. En menos de 24 horas llegó de Angola la respuesta positiva.

Cuando el enemigo desgastado e inmovilizado inició la retirada, las fuerzas revolucionarias se prepararon para los combates finales. Cuando en el nuevo teatro de operaciones los racistas comenzaron a disparar los cañones de 140 milímetros, los Mig-29 golpearon fuertemente aquel destacamento de soldados blancos y los sobrevivientes abandonaron el lugar dejando incluso algunos carteles críticos contra su propio mando. Tal era la situación cuando las fuerzas cubanas y angoleñas avanzaban hacia las líneas enemigas.

Fue entonces que llegaron noticias de que el enemigo estaba dispuesto a negociar. Se había logrado poner fin a la aventura imperialista y racista, en un continente que en 30 años tendrá una población superior a la de China e India juntas.

El papel de la delegación de Cuba, con motivo del fallecimiento de nuestro hermano y amigo Nelson Mandela, será inolvidable.

Felicito al compañero Raúl Castro por su brillante desempeño y en especial, por la firmeza y dignidad cuando con gesto amable pero firme saludó al jefe de gobierno de Estados Unidos y le dijo en inglés: “Señor presidente, yo soy Castro”.

Que hablen ahora los voceros del imperio sobre cómo y por qué surgió el apartheid.


  







Fidel Castro Ruz
La Habana, diciembre 2013

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