EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DEBE LLEGAR
A TODOS LOS AFRICANOS
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
El presente milenio a
empezado favorable para el crecimiento económico del continente africano, que
se advierte en el buen precio de los minerales, la expansión de la industria
petrolera, la extensión de su frontera agrícola, avances en materia de
seguridad alimentaria, el boom inmobiliario, la ampliación de su
infraestructura vial y un mejor acceso a servicios y conectividad.
Como lo señalábamos en
entradas anteriores (Una Aproximación a la Economía Africana: Crecimiento o
Desarrollo; La económica Africana Alza Vuelo) lo que el continente africano requiere,
además de crecimiento económico, es lograr un desarrollo sostenido. Es decir,
no solo crecimiento económico, sino un crecimiento que venga sustentado por el incremento de
productos manufactureros y que estos, a su vez, posean mayor valor agregado.
Esto es necesario ya que, valiéndose tan solo de exportaciones que carecen de manufactura o elaboración previa, no generaran valor suficiente y solo el país crecerá mientras los recursos naturales existan y no se agoten. No es un problema de falta de recursos, sino de un mejor empleo de esos recursos. Además, sino se logra cambiar este esquema de crecimiento, que ya lo están logrando algunos países, los africanos seguirán gozando de altos indicadores macroeconómicos, pero viviendo en la pobreza y en una profunda desigualdad social.
Esto es necesario ya que, valiéndose tan solo de exportaciones que carecen de manufactura o elaboración previa, no generaran valor suficiente y solo el país crecerá mientras los recursos naturales existan y no se agoten. No es un problema de falta de recursos, sino de un mejor empleo de esos recursos. Además, sino se logra cambiar este esquema de crecimiento, que ya lo están logrando algunos países, los africanos seguirán gozando de altos indicadores macroeconómicos, pero viviendo en la pobreza y en una profunda desigualdad social.
Bajo esa premisa,
empecemos por precisar las cifras de crecimiento para este año. Según el Fondo
Monetario Internacional -FMI- el crecimiento de la economía mundial rondará los
3.7% este 2,014; para el continente africano su crecimiento sobrepasará el
promedio mundial, al acercarse a 4.7%. Además, siete de las diez economías que
más crecerán en los próximos años serán africanas. Por otra parte, el
crecimiento en el continente variará, según las regiones, pero será sin duda
destacable. Previsiones para este año, que apuntan a un 6.9% para el África
occidental, un 3.3% para los países del norte y un expectante 4.1% para, la
siempre postergada, África oriental.
Ante estas cifras, se
comprueba que el interés de los inversionistas de todo el mundo por África es
evidente. El desafío es conseguir que estos números macroeconómicos se
traduzcan en un mayor bienestar por parte de los ciudadanos de a pie. Sin
embargo, como ocurre en otros lugares del planeta, la desigualdad dentro del
continente crece en muchos de sus rincones y los beneficios de las empresas que
allí operan no se traducen en la economía real, en una reducción del desempleo,
especialmente en el paro juvenil, o en aumentos sustanciales de los salarios.
“El crecimiento de la economía
mundial rondará
los 3.7%, para el
África su crecimiento sobrepasará
el promedio mundial, al
alcanzar el 4.7%”
El dato de que la
riqueza de las 85 mayores fortunas del mundo es equivalente a la de la mitad de
la población más pobre del planeta (unos 3,500 millones de personas) revelado
por el último informe económico de OXFAM –Gobernar Para Las Elites-, nos ha
dejado a todos con los pelos de punta.
Esta desigualdad, que también
experimenta África, provoca una importante fractura social y en muchos casos
elevados índices de inseguridad. La sociedad civil africana tiene que jugar un
papel fundamental en los programas de reducción de la pobreza para que estos
sean eficaces. Como se ha comprobado en experiencias exitosas, en varios países
de la región; donde la comunidad organizada co-administra, conjuntamente con el
Estado los programas de alimentación escolar, campañas periódicas de vacunación,
proyectos de educación inicial (pre-escolar) así como, programas de semillas
mejoradas o fondos de micro-créditos.
Proyectos productivos y
de desarrollo social exitosos, que se sustentan fundamentalmente en la organización
comunal, en la participación de la población organizada, porque solo ellos
conocen sus necesidades y quien mejor que ellos para cuidar los recursos económicos
destinados a estos programas que les mejoran sus condiciones de vida. Los
proyectos de desarrollo que ya están funcionando en África deben darse a
conocer e imitados en otras partes del continente. A África se le debe de
respetar y dejar que busque sus propios proyectos de desarrollo.
Otro aspecto que nos
sirva para abordar el tema de la desigualdad en África es la aplicación de políticas
que fomenten la creación de empleo, la protección social y la lucha contra la
pobreza y la especulación. La inversión privada, en alianza con la pública, debe
respetar los derechos y las iniciativas de desarrollo de los propios africanos.
Existen en la
actualidad, experiencias de financiamiento público-privadas para proyectos de explotación
minera o petrolera, que no han respetado los derechos de las comunidades
aledañas. Empresas transnacionales en complicidad con Estados africanos, han
violado flagrantemente, las normas internacionales de protección del medio
ambiente o han desplazado a la fuerza, sin considerar sus derechos fundamentales,
a comunidades enteras con la intensión de poder ejecutar cuestionados proyectos
de extracción petrolera o minera, que no han alcanzado los mínimos estándares internacionales,
de seguridad ambiental y de protección a comunidades vecinas. Como vemos, estas
alianzas publico-privadas no responden a las iniciativas de desarrollo de la población,
ni respeta los más elementales derechos ciudadanos.
Pero felizmente, existen
casos exitosos de iniciativas privadas en alianza con el Estado, que trabajan
conjuntamente en proyectos extractivos en donde se prevé la fiscalización de la
misma población. Como el caso de Ghana, un país preferido por la inversión privada
extranjera, en donde la sociedad civil, ha conseguido que el gobierno tenga que
rendir cuentas de los ingresos obtenidos por el petróleo y que además estos
beneficien a la población, es un claro ejemplo de que es posible revertir el círculo
vicioso de la desigualdad. Según el informe de OXFAM, antes citado, los
ingresos de petróleo aportaron en el 2011, el 4% del presupuesto total de Ghana
y se destinaron a infraestructura y a subvenciones a fertilizantes, entre otras
partidas sociales. En este país esta institucionalizado un Comité de Interés Público
y Rendición de Cuentas, que supervisa el destino de los ingresos obtenidos por
el petróleo.
“El desafío es
conseguir que estos números
se traduzcan en un
mejor bienestar para
los ciudadanos de a
pie”
En este sentido, en
varios países africanos, se han logrado aprobar leyes de control y
transparencia en la gestión de las riquezas naturales. Por otra parte, el parlamento
de Senegal ha promulgado una ley que exige a las compañías mineras y petroleras
hacer público lo que pagan por la explotación de los recursos extraídos. De
manera análoga, los mozambiqueños están debatiendo en su parlamento, una ley de
Transparencia y Rendición de Cuentas. Como vemos, en muchos países africanos, se
está consolidando un esquema legal para fiscalizar y supervisar el buen uso de
los dineros provenientes de la explotación de sus ingentes recursos naturales,
con el objeto de proteger y beneficiarse, de la mejor manera, de estos
ingresos, para que el llamado boom del crecimiento económico de África llegue a
todos los africanos.
Siendo positiva la noticia,
de los records de crecimiento en muchas de las economías africanas, la cuestión
que queda en el aire, es saber si los intereses de los inversionistas en el
África, ayudarán a la región a dar el salto que necesita, para lograr la plena satisfacción
de las necesidades básicas que requiere la población africana.
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