SOMALIA – KENIA: ESA DELGADA LINEA DE
FRONTERA
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
Con la excusa de combatir a los yihadistas de Al Shabaab, el ejercito de Kenia decide invadir unilateralmente y ocupar el sur de Somalia, para defender sus intereses estratégicos y económicos. |
Las imágenes que con
frecuencia nos llegan de la remota Somalia, se componen de una violencia
perpetua, hambruna, piratas y extremismo islámico, configurando la realidad de
un “Estado fallido”. Una idea que se
refuerza con esas recurrentes visiones de jóvenes fuertemente armados y
drogados en potentes vehículos, o de mujeres esqueléticas rodeadas de moscas y
con niños muriéndose de hambre en los brazos.
Esta imagen acertada o errónea
o quizás interesada, se ha sucedido en Somalia en las dos últimas décadas,
cuando el gobierno corrupto e inestable del presidente Mohamed Said Barre,
quien gobernó más de veinte años (1,9969-1,991) es derrocado por una anárquica coalición
de grupos islamistas. La radicalización de estas formaciones fundamentalistas y
la aparición de franquicias de Al Qaeda en territorio somalí, fue el argumento perfecto
para promover una intervención extranjera en ese país. El paraguas propagandístico
del discurso surgido tras el 11-S, también ha amparado ese discurso occidental,
que presentaba a Somalia, de una manera sesgada como una realidad “muy peligrosa
y explosiva”.
La volátil región del Cuerno de África, es escenario del enfrentamiento del ejercito keniata y las huestes fanáticas de Al Shabaab. |
Es decir, el vacío de
poder dejado por la dictadura de Said Barre, llenada casi de inmediato por los
extremistas islámicos, sirvió de pretexto a las grandes potencias, para
sustentar su presencia militar en Somalia, con el único fin de defender sus
intereses en una región tan volátil como el Cuerno de África. Ahora, estos
hechos no llegan a explicar por completo la compleja realidad somalí. Un lastre
que todavía subsiste en la política de Somalia, es la idea del Gran Somalia. Si
bien la estrella de cinco puntas de su bandera, hace referencia a las cinco
regiones de mayoría somalí (Somalia, regiones de Etiopia, Yibuti y norte de
Kenia), es un concepto que nunca se ha materializado como Estado-nación y que
no cuenta con la mayoría del pueblo somalí. Pero también es un recurso
dialectico utilizado por otros actores, como Kenia y Etiopia para justificar
sus intervenciones.
Su vecino Kenia, es uno
de los países de la región que ha sabido utilizar, para sus fines
expansionistas, la vieja idea de la Gran Somalia. La afluencia de los refugiados,
las acciones de piratas y los secuestros de extranjeros encendieron las alarmas
kenianas. Sus dirigentes veían peligrar el negocio turístico y pesquero, claves
para su economía. Por eso con la excusa de combatir a Al Shabaab, Kenia decide
intervenir unilateralmente e invadir y ocupar el sur de Somalia, lo que ha
empeorado la situación.
“la aparición de franquicias de Al Qaeda
en Somalia, fue el argumento perfecto para promover
una intervención extranjera en ese país”
El objetivo de Kenia
siempre ha sido defender sus propios intereses. A los ya citados cabría añadir
el proyecto de oleoducto para transportar petróleo desde Sudán del Sur y Uganda
hasta el puerto de Lamu, cerca de la frontera con Somalia y el control del
negocio del carbón en el puerto somalí de Kismayo. Para ello, las autoridades
kenianas estimaron oportuno crear una especie de territorio-tapón entre Somalia
y Kenia ante la imposibilidad de controlar la enorme y porosa frontera que
comparten. Por eso, tras su invasión tejieron alianzas con las milicias locales
como Ras Kamboni (otra aliada de Al Shabaab) y permitieron la creación de una
zona (Jumbaland) que reclaman su autonomía del gobierno central somalí. Eso le
ha ocasionado serias disputas con Mogadiscio, que no quiere perder más territorio
y con Al Shabaab, expulsada de su bastión.
El Campo de refugiados de Daddad en Kenis, es el mayor campamento de desplazados en el mundo, con medio millón de personas. |
Pero además, en Kenia
residen importantes comunidades somalíes. Un ejemplo extremo es Daddad, el
mayor campamento de refugiados del mundo, instalado para acoger a 90,000
personas, pero que en la actualidad sobrepasa el medio millón de somalíes. Que viven
hacinados en condiciones penosas y sujetos a todo tipo de arbitrariedades por
parte de las corruptas fuerzas de seguridad keniatas.
“Estados Unidos, ha repetido el mismo guión
sobre su política hacia Somalia. Sus intervenciones
directas o con apoyo de los estados vecinos han
empeorado la situación, contribuyendo a la
radicalización de Al Shabaab”
Por su parte los
Estados Unidos, ha repetido el mismo guión sobre su política hacia Somalia,
bajo los mandatos de George W Bush y Barack Obama. Sus intervenciones directas
o con apoyo de los estados vecinos han empeorado la situación, contribuyendo a
la radicalización de Al Shabaab y amenazando con que el conflicto acabe extendiéndose
más allá de las fronteras somalíes.
No es sencillo adivinar
o predecir el devenir de este conflicto. Pero es evidente que la solución no
llegará de la mano de las intervenciones extranjeras y si podría hacerlo de una
combinación de formas tradicionales y modernas de gobierno y con una presencia
del Estado más allá de los límites de la capital, un Estado presente en el
resto del territorio, hoy en día inexistente. Los “experimentos” que han tenido éxito en
Somalia, como el breve gobierno del Consejo de ancianos en la década de los 90,
antes de la intervención militar fallida de los Estados Unidos, han surgido
desde abajo y nunca de imposiciones foráneas.
El pueblo somalí
comparte en su mayor parte idioma, etnia, cultura y religión y sobre todo su
lucha y deseo por mantener la región libre de influencias e imposiciones
extranjeras. Por eso, las complejas relaciones de Somalia con Kenia, dominadas
en la actualidad por las ambiciones expansionistas de su vecino sureño,
demarcan una delgada línea de intereses, temores y confrontaciones entre ambos países.
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