RDC–M 23:
UNA
PAZ ESQUIVA
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
En el mes de noviembre
del año 2,013, nos llegaba una alentadora noticia que podría posibilitar el fin
de la interminable guerra civil en la República Democrática del Congo -RDC-. En
apenas cinco días, las Fuerzas Armadas de la RDC -FARDC- habían logrado
derrotar y desalojar de sus bastiones, conquistados y controlados desde el año
2,012, al grupo rebelde M 23. Las ciudades en las que el gobierno congoleño
volvió a imponer su autoridad, fueron las estratégicas: Goma, Kisangani y las
provincias de Kivu, localidades ubicadas al este del país y que tienen un gran
valor económico y geopolítico.
Han pasado más de
quince meses desde que se derrotó al M 23, por aquel entonces, el grupo armado
congolés más peligroso y mejor armado. Fue un momento simbólicamente crucial:
fue una victoria militar insólita para las FARDC y la primera vez desde el año
1,998, que el gobierno ruandés no tuvo un aliado militar en territorio
congolés. Recordemos que el primer aniversario de esta derrota militar, en
noviembre del año pasado, estuvo marcado por protestas de ambas partes. El jefe
actual del M 23 Bertrand Bisimwa, acusaba a Kinshasa de no haber cumplido su
parte del Tratado, mientras que el gobierno congolés se quejaba que el M 23 no
había participado en las reuniones de seguimiento de Kinshasa y Nairobi y
adelantaban la deserción del grupo rebelde de la ejecución del Tratado de Paz.
Este ambiente de
desconfianza mutua, persiste hasta la actualidad, mientras el gobierno de
Kinshasa, no va claudicar en su posición de poner límites al número de antiguos
guerrilleros que serán integrados al ejército regular congolés y además, no va
a facilitarles ninguna amnistía a los ex-rebeldes acusados de crímenes de lesa
humanidad; los jefes del M 23 apuestan por el regreso, sin condiciones, de
todos sus combatientes al territorio congoleño y por una amplia amnistía por
los delitos cometidos durante, lo que ellos llaman, “el conflicto interno”.
Los milicianos del M 23 son desalojados de sus antiguos bastiones en la ciudad de Goma, al mes siguiente firmarían un Acuerdo de Paz. |
Para entender este
desencuentro, habría que recordar, que el M 23, durante el conflicto armado, se
dispersó en tres fracciones. En marzo del 2,013 surgieron en el grupo disputas
internas, pero la fracción más importante, liderada por Bosco Ntaganda –quien
luego se entregó a la Corte Penal Internacional- huyó a Ruanda. Ante el vacío
de liderazgo, se capturaron e internaron a 680 rebeldes a un campamento militar
en Kibungo al este del Congo. En noviembre del 2,013, las FARDC y fuerzas de
mantenimiento de la paz de las NN.UU derrotaron al M 23. La mayoría, incluyendo
a su comandante Sultani Makenga y a su jefe máximo Bertrand Bisimwa, huyeron a
Uganda, mientras algunos milicianos rasos se rindieron en el Congo.
Las autoridades
ugandesas informaron que recibieron a unos 1,665 refugiados rebeldes en su
territorio, una cifra que sorprendió a muchos, puesto que por aquel entonces
las NN.UU habían calculado que se tratarían de 400 milicianos, con un máximo
que podría alcanzar los 1,200 soldados del M 23. Con la difusión de estos datos
falsos, la intención del gobierno ugandés, era sobredimensionar la capacidad
militar del derrotado grupo rebelde, para que puedan ser considerados un grupo
deliberante y con ello tener una mayor capacidad de negociación en la mesa de
diálogo.
Para ese entonces ya se
sabía que tanto Ruanda, como Uganda habían financiado, armado e implementado
todo el apoyo logístico al M 23, con el fin de invadir territorio congolés y desestabilizar
su gobierno, para lograr apropiarse de sus ingentes recursos naturales.
“Las FARDC habían logrado derrotar
y desalojar de sus bastiones, conquistados
y controlados desde el 2,012, al grupo rebelde M 23”
Bajo la presión de la
comunidad internacional, para firmar un Tratado de Paz que facilite el regreso
de los combatientes, el 12 de diciembre del 2,013 se llegó a un mutuo acuerdo
en la ciudad de Nairobi. Ambas partes firmaron declaraciones similares que
comprometían al M 23 a un regreso pacífico, a la desmovilización y a la
conversión en un partido político; mientras el gobierno aseguraba una relativa amnistía
condicional, un programa de desmovilización y una reconciliación nacional.
Como lo señalamos
líneas arriba, a pesar que el acuerdo firmado tiene problemas en la ejecución por
ambas partes; a la fecha ya se han logrado algunos avances moderados: el
gobierno congolés promulgó, en febrero del año pasado, una amnistía
condicionada, que involucra solo a una pequeña lista de ex combatientes que no
hayan sido ejecutores directos, ni mediatos de crímenes contra los derechos humanos,
habiendo publicado hasta la fecha, cinco listas de beneficiados con este tipo
de amnistía, que suman 244 miembros del M 23, de un total de más de 2,200
peticiones de amnistías notificadas.
Bosco Ntaganda líder del M 23, fue juzgado por la CPI por crímenes de lesa humanidad. El gobierno congolés quiere ver a todos los comandantes rebeldes ante la misma Corte. |
Por otra parte, en
marzo del año pasado, se creó una Comisión de Desmovilización, para la entrega
de las armas del grupo rebelde –desde entonces su estructura y presupuesto han
cambiado- aunque la financiación (US $ 84 millones) todavía sigue pendiente y
existen informes recientes de más de cien muertes en los Campos DDR (Desarme,
Desmovilización y Reintegración) establecidos recientemente.
No obstante estos
moderados avances, los progresos son extremadamente limitados: gran parte de
los milicianos del M 23 todavía están en el extranjero y el gobierno congolés
no amnistiará a la mayoría de los comandantes del grupo rebelde, a quienes
consideran criminales. Por su parte, es poco probable que los gobiernos de
Ruanda y Uganda arresten y extraditen a los líderes de un grupo armado al que
prestaron su pleno apoyo militar, político y diplomático.
Mientras tanto, muchos
de los miembros del grupo rebelde que se encontraban en los campamentos parece
que han llevado a cabo una “auto-desmovilización”: cansados de vivir allí, han
vuelto a sus casas en el Congo o en Ruanda, recordemos que muchos fueron
reclutados en campamento de refugiados congoleses o eran ruandeses. De acuerdo
con los diplomáticos que visitaron, la semana pasada, el campamento de Ngoma en
Ruanda, la mitad de los ex rebeldes podrían haberse ido, el año pasado, de estos campamentos, a
sus países de origen; observándose un desalojo similar, de los
campamentos instalados en la vecina Uganda.
“Tanto Ruanda, como Uganda habían financiado,
y armado al M 23, con el fin de invadir territorio
congolés y desestabilizar a su gobierno, para lograr
apropiarse de sus ingentes recursos naturales”
Sin embargo, durante
los últimos tres meses también ha crecido el número de informes sobre una
posible “re-movilización” de los milicianos del M 23, como preparación para un
nuevo ataque; se han intentado reiteradamente reconciliar las tendencias
políticas-militares de Bosco y Makenga. Las autoridades ruandesas han pedido a
los miembros del M 23, alojados en sus campamentos, que se retires a partir del mes de julio y varios de ellos, por información de periodistas locales, han contado a
sus familias que están preparando una operación militar.
Por otra parte, según
un ex rebelde del campamento militar de Bihanda en Uganda, el líder Makenga
pudo haber dado ahí un discurso a los milicianos del M 23 recientemente, en el
que les dijo: “los soldados deberían estar preparados para una operación”.
Incluso su líder Bertrand Bisimwa, dice que si Kinshasa no cumple su parte de
la Declaración de Nairobi, “no se puede ofrecer garantías para mañana”.
La Misión de Estabilización de las NN.UU para el Congo, tuvieron en un principio un rol importante durante la desmovilización de los ex-rebeldes del M 23. |
Pocos detalles sobre la
naturaleza de estas operaciones no han quedado claros. Diversas fuentes militares,
parecen indicar que habrá un grupo de combatientes que viajaran, a través de
Sudán del Sur hasta Ituri, provincia oriental del Congo. En ese lugar, el M 23
intentó llevar a cabo su movilización en el 2,012 y fracasó, pero algunos de
los oficiales que antes vivían en Ituri están ahora en Ruanda y todavía tienen
contactos allí. Asimismo, otro líder del M 23 insinúa que realizaran que
realizaran desplazamientos militares en el área de Kasindi, en la región
congolesa de Kivu del Norte. También existen informes sobre la movilización del
M 23, en los últimos meses, en el territorio de Masisi, ubicado al norte de la
ciudad de Goma, documentado por los trabajadores de organizaciones defensoras
de derechos humanos de la zona.
“Los ex rebeldes estarían esperando
una crisis política, relacionada con las próximas
elecciones presidenciales o con un endurecimiento
del régimen, para dar el zarpazo armado otra vez”
Ante todos estos trascendidos,
testimonios o indicios de un posible reagrupamiento e inicio de acciones
armadas de parte del M 23, lo más probable es que no se llegue a producir. Ante
la desarticulación y fragilidad de este grupo armado, sería difícil que organicen
un ataque a gran escala sin el apoyo esencial de los gobiernos de Ruanda y
Uganda, quienes no se arriesgarían a desencadenar otra ola de oprobio internacional.
Es más probable que
intenten desestabilizar al gobierno congolés y avergonzar a su ejército y a las
Naciones Unidas con ataques pequeños y esporádicos, posiblemente haciéndose pasar
por otros grupos rebeldes, con lo que se agravarían las precarias condiciones
de seguridad ya frágiles de por sí. Muy probablemente estarían esperando que
ocurra una crisis política, posiblemente relacionada con las próximas elecciones
presidenciales o con un endurecimiento del régimen, para dar el zarpazo armado
otra vez.
Lo cierto es que, luego de un año y cuatro meses del Acuerdo entre el M 23 y el gobierno congoleño, todavía deben de trabajar mucho, ambas partes, para que se patenticen plenamente todos los compromisos firmados. Mientras tanto el pueblo de la RD del Congo, seguirá conviviendo entre una guerra latente y una paz esquiva.
Lo cierto es que, luego de un año y cuatro meses del Acuerdo entre el M 23 y el gobierno congoleño, todavía deben de trabajar mucho, ambas partes, para que se patenticen plenamente todos los compromisos firmados. Mientras tanto el pueblo de la RD del Congo, seguirá conviviendo entre una guerra latente y una paz esquiva.
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