CUENTOS POPULARES
AFRICANOS
AFRICANOS
Los cuentos tradicionales,
transmitidos de generación en generación de forma oral, han cumplido en todas
las sociedades, incluyendo las africanas, diversas funciones. Una de ellas, es
inculcar desde muy jóvenes los valores de la comunidad. No es extraño, por esa razón,
encontrar las narraciones de los cuentos muy conservadoras o simplistas. Los
cuentos refuerzan la moral social, explicando las reglas que rigen la vida de
la comunidad y sus valores (el protagonista es recompensado o castigado según sus
meritos). Además, según la región donde procedan, las narraciones cortas definen y explican, de una manera mágica, el origen de las cosa, delos animales o del nombre de los lugares.
Otro papel importante de los
cuentos ha sido, su carácter pedagógico para los más pequeños. En algunas
sociedades africanas era costumbre, no comunicar nuevos conocimientos a un niño
antes de haberle contado un cuento para según, cuales fueran sus reacciones del
niño, juzgar si el nivel intelectual del pequeño era suficiente para recibir
nuevos conocimientos y avanzar en el aprendizaje. De ahí, la importancia y trascendencia
de la tradición oral africana, no solo en la preservación de su identidad cultural,
sino en la transmisión de valores y principios éticos que sustenta a su sociedad.
En esta entrada, les brindamos
cuatro cuentos de diversas zonas del continente africano ( Namibia, Benín, Nigeria y Ghana), para que puedan
acercarse un poco más, a la inabarcable riqueza de la literatura oral del
continente donde nació la humanidad.
JAVIER
FERNANDO MIRANDA PRIETO
¿POR QUÉ EL COCODRILO TIENE LA PIEL
ASPERA Y RUGOSA?
En algunas aldeas de Namibia cuentan, que hace mucho, mucho
tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que
pasaba todo el día bajo el agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de
ellas en las noches, reflejándose la luna en su brillante y lisa piel. Todos
los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando
la hermosa piel dorada del cocodrilo.
Este, orgulloso de la admiración que causaba su piel,
empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces los demás
animales, no sólo iban por la noche a beber agua sino que se acercaban también cuando
brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.
Pero sucedió, que el sol brillante, fue secando poco a poco
la piel del cocodrilo, cubierta de una capa de reluciente barro y cada día iba poniéndose
más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración.
Cada día el cocodrilo tenía su piel más cuarteada, hasta que se quedo, como la
tiene ahora, cubierta de grandes y gruesas escamas parduzcas. Finalmente, ante
esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y contemplar
la antigua hermosa piel dorada del cocodrilo.
El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con solo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.
El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con solo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.
¿POR QUÉ LA HIENA TIENA LA PIEL CON RAYAS?
Un día la liebre, pesco un gran pez y se lo dijo a la hiena:
- ¡Hoy es mi día! Hoy me comeré solo este gran pez.
- Es demasiado grande para tu estomago tan pequeño, la decía la hiena. Se pudrirá
antes que te lo puedas comer todo.
- Es verdad, dice la liebre. Pero lo pondré ahumar por la noche para conservarlo
en pedazos pequeños. ¡Estará delicioso!
La hiena no aguantaba la envidia y seguía deseando comerse el
pescado de la liebre. ¡Me lo comeré yo solo! Se decía a sí misma. Y no hacía más
que planear, para satisfacer su egoísmo.
Legada la noche, la hiena cruzó sigilosamente el río, acercándose
hasta donde dormía la liebre. En ese momento el pescado se estaba cocinando, se
asaba lentamente y la grasa que caía sobre las brasas perfumaba el ambiente. La
hiena se relamía ya de gusto, riéndose de la liebre de la sorpresa que se llevaría
ésta al ver que le habían robado el
pescado que tanto soñaba.
Mientras tanto, la liebre estaba acostada haciéndose la
dormida pero muy atenta a lo que hacia la hiena. Cuando la hiena agarró el primer
trozo de pescado, la liebre se levanto de repente, cogió la parrilla que estaba
encima del fuego y corriendo tras la hiena, le azotaba con ella mientras la
hiena aullaba de dolor, de vergüenza y de rabia.
La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de
la parrilla y desde entonces las hienas llevan rayas en la piel y por eso desde
entonces las hienas odian a las liebres.
¿POR QUÉ LAS MOSCAS
MOLESTAN
A LAS VACAS?
En una de las fiestas que daba, había tres grandes mesas y
dijo a la vaca, que puesto que era el animal más grande de los presentes, se
sentara al principio de las mesas y distribuyera la comida a los demás.
La vaca
dijo que así lo haría, y comenzó a distribuir el primer plato y se olvido de la
mosca por ser tan pequeña.
Cuando la mosca vio esto, pidió a la vaca que le diera su
parte, pero la vaca le dijo: “Estate tranquila amiga, debes tener paciencia.
Cuando llegó el segundo plato, otra vez la mosca pidió su parte
a la vaca, pero la vaca señalo a su propio ojo y le dijo a la mosca que recibiría
su comida mas tarde.
Finalmente, todos los platos se acabaron y la mosca, sin
haber recibido comida, se fue a la cama sin cenar.
Al día siguiente la mosca se quejó a la Reina, la cual decidió
que, puesto que la vaca no había dado a la mosca su parte, si no que había señalado
a su ojo, en el futuro la mosca siempre obtendría su comida de los ojos de la
vaca e incluso ahora, a donde quiera que van las vacas, siempre hay moscas alimentándose
de sus ojos, de acuerdo con las ordenes de la Reina.
EL CUENTO
DE ELEGUA
El cuento de de Elegua, narra la historia que hace muchos años, en el reino fastuoso de un monarca africano, nació su hijo primogénito a quien llamaron Elegua. A los ocho años el niño, que era muy precoz, osado y travieso y daba mucho trabajo a sus progenitores. Un día caminando por la orilla del mar con su guardián, vio un objeto brillar junto a la palmera y corrió a tomarlo.
Su guardián trato de impedirlo, previéndole que podía ser un
objeto peligroso, ya que se veía raro y tenían dos intensas luces en el lugar
de los ojos y una nube blanca y leve salía de su boca, pero Elegua escapo de
las manos de su protector y corrió para tomar el objeto para llevárselo.
Cuando lo tuvo, vio que era el fruto de un cocotero y quedo
fascinado, entonces una voz que le decía: “Cuídame y líbrame de las polillas y
los gusanos que querrán comerme con el tiempo; si me proteges te daré salud y
prosperidad. El niño prometió al coco cuidar de él mientras viviera y se lo
llevó al castillo.
Allí contó su historia a su padre y a toda la corte, pero
todos se burlaron de él y jugaron pelota con el coco, tirándolo a un lado y a
otro sin que Elegua pudiera evitarlo y el consejero del Rey le dijo a este: “Tu
hijo te dará problemas con esa imaginación que tiene, vamos a esconder el coco
para que se olvide de ese invento”.
Pero ese mismo día, el niño enfermó y tres días después murió.
La corte y todo el pueblo lloraron la muerte del príncipe y llamaron a un
adivino que les dijo, que un genio bueno que vivía encerrado en el coco había sido
ofendido y ultrajado y que por eso había muerto el príncipe. A partir de ese
momento, el Rey arrepentido mando venerar al coco y pedir su perdón y
protección, pero los ojos del coco nunca más volvieron a brillar.
Consultado, nuevamente el adivino dijo: “Debemos ponerle
ojos, boca y oídos para que nos escuche, vea y pueda hablarnos”. Así que le incrustaron
unos caracoles en el lugar de los ojos y el genio volvió a ver. Luego le incrustaron
dos conchas en los oídos y el genio volvió a escuchar sus plegarias.
Por último,
le pusieron una boca y el genio habló y transmitió toda su sabiduría aquel
pueblo ignorante y lo perdonó. El coco, a quien pusieron el nombre del príncipe Elegua fue
desde entonces adorado y consultado con respeto por todos los sabios, adivinos
y curanderos de todos los tiempos.
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