martes, 19 de febrero de 2013


              CUENTOS    POPULARES
                                                                AFRICANOS

Los cuentos tradicionales, transmitidos de generación en generación de forma oral, han cumplido en todas las sociedades, incluyendo las africanas, diversas funciones. Una de ellas, es inculcar desde muy jóvenes los valores de la comunidad. No es extraño, por esa razón, encontrar las narraciones de los cuentos muy conservadoras o simplistas. Los cuentos refuerzan la moral social, explicando las reglas que rigen la vida de la comunidad y sus valores (el protagonista es recompensado o castigado según sus meritos). Además, según la región donde procedan, las narraciones cortas definen y explican, de una manera mágica, el origen de las cosa, delos animales o del nombre de los lugares.
Otro papel importante de los cuentos ha sido, su carácter pedagógico para los más pequeños. En algunas sociedades africanas era costumbre, no comunicar nuevos conocimientos a un niño antes de haberle contado un cuento para según, cuales fueran sus reacciones del niño, juzgar si el nivel intelectual del pequeño era suficiente para recibir nuevos conocimientos y avanzar en el aprendizaje. De ahí, la importancia y trascendencia de la tradición oral africana, no solo en la preservación de su identidad cultural, sino en la transmisión de valores  y principios éticos que sustenta a su sociedad.
En esta entrada, les brindamos cuatro cuentos de diversas zonas del continente africano ( Namibia, Benín, Nigeria y Ghana), para que puedan acercarse un poco más, a la inabarcable riqueza de la literatura oral del continente donde nació la humanidad.

                                                                                                                                                    JAVIER  FERNANDO MIRANDA  PRIETO



  
   ¿POR QUÉ  EL  COCODRILO  TIENE  LA  PIEL                             
                      ASPERA Y RUGOSA?



En algunas aldeas de Namibia cuentan, que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que pasaba todo el día bajo el agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas en las noches, reflejándose la luna en su brillante y lisa piel. Todos los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa piel dorada del cocodrilo.

Este, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces los demás animales, no sólo iban por la noche a beber agua sino que se acercaban también cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.

Pero sucedió, que el sol brillante, fue secando poco a poco la piel del cocodrilo, cubierta de una capa de reluciente barro y cada día iba poniéndose más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración.
Cada día el cocodrilo tenía su piel más cuarteada, hasta que se quedo, como la tiene ahora, cubierta de grandes y gruesas escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y contemplar la antigua hermosa piel dorada del cocodrilo.

El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con solo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.





  ¿POR QUÉ LA HIENA TIENA LA PIEL CON RAYAS?


Hace mucho tiempo, una hiena y una liebre eran muy buenos amigos. Pero la hiena, le engañaba a la liebre y cada vez que esta pescaba un pez grande, era la hiena quien se la comía. La hiena inventaba juegos extraños y tras acordar que el que ganaba se comía el pez, la hiena siempre acababa ganando y comiéndose el pescado.




Un día la liebre, pesco un gran pez y se lo dijo a la hiena:


 -   ¡Hoy es mi día! Hoy me comeré solo  este  gran pez.


-     Es demasiado grande para tu estomago tan pequeño, la decía la hiena. Se pudrirá antes que te lo puedas comer todo.


-     Es verdad, dice la liebre. Pero lo pondré ahumar por la noche para conservarlo en pedazos pequeños. ¡Estará delicioso!

La hiena no aguantaba la envidia y seguía deseando comerse el pescado de la liebre. ¡Me lo comeré yo solo! Se decía a sí misma. Y no hacía más que planear, para satisfacer su egoísmo.

Legada la noche, la hiena cruzó sigilosamente el río, acercándose hasta donde dormía la liebre. En ese momento el pescado se estaba cocinando, se asaba lentamente y la grasa que caía sobre las brasas perfumaba el ambiente. La hiena se relamía ya de gusto, riéndose de la liebre de la sorpresa que se llevaría ésta al ver  que le habían robado el pescado que tanto soñaba.

Mientras tanto, la liebre estaba acostada haciéndose la dormida pero muy atenta a lo que hacia la hiena. Cuando la hiena agarró el primer trozo de pescado, la liebre se levanto de repente, cogió la parrilla que estaba encima del fuego y corriendo tras la hiena, le azotaba con ella mientras la hiena aullaba de dolor, de vergüenza y de rabia.

La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de la parrilla y desde entonces las hienas llevan rayas en la piel y por eso desde entonces las hienas odian a las liebres.



    ¿POR QUÉ LAS MOSCAS MOLESTAN
                       A LAS VACAS?


Cuando Diaha Umo era Reina de Calabar (la actual Ghana), siendo muy rica y hospitalaria, solía dar grandes banquetes a todos los animales domésticos, pero nunca invitaba a los animales salvajes por que les tenía miedo.
En una de las fiestas que daba, había tres grandes mesas y dijo a la vaca, que puesto que era el animal más grande de los presentes, se sentara al principio de las mesas y distribuyera la comida a los demás.
La vaca dijo que así lo haría, y comenzó a distribuir el primer plato y se olvido de la mosca por ser tan pequeña.
Cuando la mosca vio esto, pidió a la vaca que le diera su parte, pero la vaca le dijo: “Estate tranquila amiga, debes tener paciencia.
Cuando llegó el segundo plato, otra vez la mosca pidió su parte a la vaca, pero la vaca señalo a su propio ojo y le dijo a la mosca que recibiría su comida mas tarde.
Finalmente, todos los platos se acabaron y la mosca, sin haber recibido comida, se fue a la cama sin cenar.
Al día siguiente la mosca se quejó a la Reina, la cual decidió que, puesto que la vaca no había dado a la mosca su parte, si no que había señalado a su ojo, en el futuro la mosca siempre obtendría su comida de los ojos de la vaca e incluso ahora, a donde quiera que van las vacas, siempre hay moscas alimentándose de sus ojos, de acuerdo con las ordenes de la Reina.
 


              EL  CUENTO  DE  ELEGUA

El cuento de  de Elegua, narra la historia que hace muchos años, en el reino fastuoso de un monarca africano, nació su hijo primogénito a quien llamaron Elegua. A los ocho años el niño, que era muy precoz, osado y travieso y daba mucho trabajo a sus progenitores. Un día caminando por la orilla del mar con su guardián, vio un objeto brillar junto a la palmera y corrió a tomarlo.


Su guardián trato de impedirlo, previéndole que podía ser un objeto peligroso, ya que se veía raro y tenían dos intensas luces en el lugar de los ojos y una nube blanca y leve salía de su boca, pero Elegua escapo de las manos de su protector y corrió para tomar el objeto para llevárselo.


Cuando lo tuvo, vio que era el fruto de un cocotero y quedo fascinado, entonces una voz que le decía: “Cuídame y líbrame de las polillas y los gusanos que querrán comerme con el tiempo; si me proteges te daré salud y prosperidad. El niño prometió al coco cuidar de él mientras viviera y se lo llevó al castillo.
Allí contó su historia a su padre y a toda la corte, pero todos se burlaron de él y jugaron pelota con el coco, tirándolo a un lado y a otro sin que Elegua pudiera evitarlo y el consejero del Rey le dijo a este: “Tu hijo te dará problemas con esa imaginación que tiene, vamos a esconder el coco para que se olvide de ese invento”.


Pero ese mismo día, el niño enfermó y tres días después murió. La corte y todo el pueblo lloraron la muerte del príncipe y llamaron a un adivino que les dijo, que un genio bueno que vivía encerrado en el coco había sido ofendido y ultrajado y que por eso había muerto el príncipe. A partir de ese momento, el Rey arrepentido mando venerar al coco y pedir su perdón y protección, pero los ojos del coco nunca más volvieron a brillar.

Consultado, nuevamente el adivino dijo: “Debemos ponerle ojos, boca y oídos para que nos escuche, vea y pueda hablarnos”. Así que le incrustaron unos caracoles en el lugar de los ojos y el genio volvió a ver. Luego le incrustaron dos conchas en los oídos y el genio volvió a escuchar sus plegarias. 

Por último, le pusieron una boca y el genio habló y transmitió toda su sabiduría aquel pueblo ignorante y lo perdonó. El coco, a quien pusieron el nombre del príncipe Elegua fue desde entonces adorado y consultado con respeto por todos los sabios, adivinos y curanderos de todos los tiempos.







     





















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