jueves, 14 de febrero de 2013


EL  SAHEL: 
ESA  ASIGNATURA  PENDIENTE

Por: Javier  Miranda  Prieto

En el Sahel lo más urgente es la falta de agua potable, la desesperación empuja a la población a beberla de cualquier lugar, ocasionando diversas enfermedades.


Según las últimas informaciones procedentes del norte de África, -muchas de ellas no confirmadas, dado que la prensa internacional sigue sin tener acceso a las zonas más importantes de este conflicto, ya que el ejercito francés sigue obstaculizando el acceso a los puntos más relevantes de esta operacíon militar- las fuerzas combinadas franco-malienses están logrando, desde hace dos semanas, tomar control definitivo de las más importantes ciudades del norte de Mali, antiguos bastiones de las fuerzas integristas musulmanas. Las cuales se están reorganizando y desplazándo, para crear nuevos santuarios de islamistas antioccidentales, hacia otros países de la región.

Por otro lado, este nuevo avance y reposicionamiento de las fuerzas interventoras –de Francia y Mali- lamentablemente han producido numerosas bajas, especialmente entre la población civil. Hay numerosos testimonios de abusos y ejecuciones sumarias llevadas a cabo por el ejército, pero no solo por el ejército, también a nivel social está habiendo persecuciones étnicas contra los árabes y tuaregs, supuestos colaboradores de terroristas. Lo cual  nos demuestra a las claras, que la violencia esta generando una peligrosa dinámica propia y que esta guerra está lejos  de quedar resuelta. La solución a este conflicto se debe dar - y ahí está la clave de la solución- a través de la intervención, principalmente de los ejércitos africanos de la región. Es decir, los mismos africanos, deben de dar solución a los problemas africanos.

Las tropas franco-malienses toman control del norte de Mali, mientras el Sahel
sigue sufriendo una severa sequía.
Pero mientras esta solución se da, es totalmente pertinente esbozar, desde ahora, una agenda con los tres temas prioritarios, que se deberían abordar, apenas se ponga fin al conflicto armado en Mali.

El primer punto de esta agenda, será analizar como la comunidad internacional puede apoyar la vuelta al orden constitucional, restableciendo el régimen democrático, en una sociedad como la maliense, que fue ejemplo de estabilidad política, por más de veinte años en esta región del África. La convocatoria de elecciones generales, para el 31 de julio de este año, debe de estar precedida de un gran acuerdo nacional, que convoque a todas las fuerzas políticas y sociales del país.

Otro punto de agenda importante, es el tema de la minoría Tuareg. Pueblo asentado históricamente en norte de Mali y que lucha desde hace décadas por sus justas reivindicaciones territoriales, culturales y políticas. Actualmente, los países de la zona, están presionando al gobierno interino de Mali para que antes de convocar nuevas elecciones,  abra las negociaciones de paz con los tuareg moderados, los cuales –hasta el día de hoy estas refugiados en la ciudad maliense de Kidal- bajo supervisión militar francesa y que el gobierno de Bamako asuma las reivindicaciones de esta minoría, que siempre se sintió marginada por la mayoría negra. Este reconocimiento político permitiría aislar y quizás incluso animaría a dejar las armas, a los tuareg radicales asociados a los yihadistas de Al Qaeda.

Adicionalmente, como un tercer tema –pero no menos importante- de esta agenda futura para la problemática política y social, que deberá afrontar los malienses después del actual conflicto armada, es la difícil situación humanitaria que viven o mejor dicho sobreviven la población del Sahel y que ningún gobierno de la zona lo han sabido afrontar adecuadamente. Y estoy incluyendo también y principalmente a las grandes potencias mundiales. Esta extensa franja de territorio desértico, que comparten varios países como Mali y sus vecinos, periódicamente padece frecuentes y dramáticas sequias, con su secuela de hambrunas generalizadas y alta mortalidad infantil generando recurrentes crisis humanitarias, como las vividas el año pasado.

El Sahel es una franja de territorío desértico que comparten varios países.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF- en el año 2012 hizo un llamado a las potencias mundiales, entre ellas Francia y sus aliados europeos, para crear un fondo de emergencia de cuatro mil millones de dólares, para poder salvar la vida de más de dos millones de niños de los países del sahel, que estaban condenados a  muerte por inanición. Ante ese requerimiento se recaudo una mínima cantidad de dinero, en comparación a los ingentes presupuestos militares que han posibilitado el despliegue de todo el aparato militar francés y el apoyo logístico del resto de los países europeos, ante el conflicto militar en el Magreb. 

Conflicto que ha supuesto una dramática escalada en el número de refugiados que han huido a los países vecinos. Lo cual podría agudizar la crónica crisis humanitaria que se vive recurrentemente en el sahel. Convirtiendo este tema humanitario, en una grave asignatura pendiente.

El Sahel es una extensa zona geográfica que se extiende al sur del desierto del Sahara y al norte de la sabana semi-tropical, esta franja desértica corre de lado a lado del continente, de oeste a este, del Océano Atlántico al Mar Rojo, cuya extensión abarca más de tres millones de kilómetros cuadrados. El Sahel comprende parcial o totalmente países como: Senegal, Mauritania, Argelia, Burkina Faso, Chad, Sudán, Eritrea y Mali. En este último país, la guerra entre el gobierno y los islamistas ha obligado a más de 400,000 personas a dejar sus hogares y buscar refugio y alimentos en otros países de la región.

En el Sahel hace falta de todo, pero lo más urgente es agua potable y agua para riego agrícola. Según el último reporte de la Unicef, la desesperación empuja a los refugiados a beberla de cualquier lugar o a obtener el agua de cualquier manera. Esto crea en ocasiones graves problemas de salud: el agua contaminada es el origen de las enfermedades diarreicas que causa la muerte de miles de niños al día.

La acción de la Unicef en el Sahel es fudamental, mientras los países
desarrollados solo piensan en acciones militares.
Según el organismo de las Naciones Unidas, se necesitan más pozos y cada vez más profundos, por que los acuíferos están agotados en la zona, hay que reacondicionar los existentes o llevar camiones cisternas, que tienen que recorrer cientos de kilómetros por caminos sin asfaltar. 

Y esto en un territorio donde la seguridad de los refugiados y los trabajadores humanitarios está amenazada por los grupos armados que operan en toda la región.

A pesar del entusiasmo demostrado por los países desarrollados por financiar aventuras belicistas y su avaricia manifestada hacia acciones humanitarias, el Sahel necesita agua ya, porque el número de refugiados, producto de conflictos que estos mismos países centrales han generado, crece sin cesar y esto invalida incluso los cálculos más pesimistas.

Como se ha mencionado, en esta desértica región se hallan los países menos desarrollados del mundo. Las cifras que ofrecen las organizaciones humanitarias con alarmantes. Dos millones de niños sufren riesgo de desnutrición este año, si la comunidad internacional no se moviliza.
La zona es una bomba de relojería por varios motivos. Por ejemplo, la inestabilidad del clima, que se traduce en el aumento de las inundaciones en algunos lugares, y a la vez, las fuertes sequías en otros, lo que ha provocado cambio en el calendario agrícola.

La situación actual del Sahel podría derivar en una hambruna generalizada
ante la pasividad y disimulo de las grandes potencias.
Un ejemplo de las consecuencias del cambio de las lluvias lo protagoniza el Chad. En este país la falta de agua ha provocado importantes retrasos en la campaña agrícola. Además, según señala Unicef, en el Chad el reclutamiento de niños por los grupos armados sigue siendo un grave problema.

Las reservas alimentarias también se están acabando en Burkina Faso, Níger y Mauritania. En estas naciones la malnutrición aguda ha ido aumentando año a año. La venta del ganado, el endeudamiento y la reducción de la cantidad y calidad de alimentos son algunos de los elementos de esta crisis.

Como sabemos, en el fondo de toda crisis humanitaria, existe el mismo telón, el aumento de los precios de los alimentos, el cambio climático, la sequía, los conflictos armados y la pobreza. Todos ellos unidos llevan a la población a la pobreza extrema.

Pero esta situación no se puede combatir de otra manera, que no sea a mediano y largo plazo. Hay que invertir en educación, en políticas agrarias sostenidas, hay que luchar para la independencia alimentaria y económica de estos países.

Sobre la situación actual que sufre el sahel, podría derivar en una hambruna generalizada, como se vivió en años anteriores, ante la pasividad y el disimulo de las grandes potencias. Unicef no se aventura, pero  sí que recalca que, si no se hace lo suficiente, la amenaza que se cierne en esa región generaría en una grave crisis humanitaria. Por ello la importancia de prever desde ahora, una solución inmediata y definitiva a la situación humanitaria del sahel, esa casi eterna asignatura pendiente.






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