miércoles, 25 de diciembre de 2013

Había una vez un Rey…

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto


La coronación del Emperador Bokassa I  monarca del Imperio Centroafricano, fue uno de los episodios más infames
y grotescos de la historia reciente del África, que tuvo como mentor  y cómplice a la ex metrópoli francesa.


Con el titulo de esta entrega se suele empezar recurrentemente los cuentos infantiles, aquellas historias fabuladas de valientes monarcas y mágicos reinos, que llevan a sus jóvenes lectores hacia un mundo de fantasía e imaginación; pero lamentablemente en esta ocasión, esta frase nos sirve para acercarnos a un personaje escabroso que no tiene nada de valiente o mágico, pero que se convirtió en uno de los gobernantes africanos más corruptos y despóticos que haya gobernado en las últimas décadas ese continente. Si en todo cuento de malos siempre existe un poder detrás del trono, en este caso sería una potencia colonial, que para poder preservar sus propios intereses, fue capaz de sustentar y respaldar a una de las más infames de las dictaduras africanas. 

Nuestro personaje es Jean Bédel Bokassa, militar golpista que se hizo del poder en la República Centroafricana -RCA- en 1,966 y que de buenas a primera se coronó Emperador de ese empobrecido país, convirtiéndolo en el Imperio Centroafricano, dando inicio así a una caricaturesca historia de represión y corrupción, que tuvo como su principal mentor a la civilizada y democrática República Francesa. 

La entronización de Bokassa I le costó al pueblo
centroafricano 28 millones de dólares, solo la
larga capa de 12 metros se valoró en 2 millones.
Esta insólita historia, que no sale precisamente de un libro de cuentos, nos hace recordar lo que se está viviendo hoy en la misma República Centroafricana, que luego de casi cincuenta años, enfrenta otro golpe de Estado, donde esta vez una triunfante milicia depredadora está controlando la mayoría del país, fomentando las tensiones sectarias entre cristianos y musulmanes ante la anuencia de la antigua potencia colonial.

El grotesco episodio de la entronización del autonombrado emperador del Imperio Centroafricano Bokassa I, resultó de gran utilidad para desnudar ante la comunidad internacional la naturaleza del neocolonialismo francés. Toda la retórica empleada para tratar de convencer, que se daba inicio a una nueva relación entre una antigua metrópoli europea, como Francia, que dejaba atrás sus ambiciones de dominio de ultramar y sus antiguas colonias africanas, se convirtió gracias a este triste y patético capítulo vivido por los centroafricanos, en una gran denuncia del nuevo colonialismo francés implantado en África.

Ha quedado claro ante todos, que la concesión de la independencia por parte de Francia a la República Centroafricana en 1,960 fue una gran formalidad. Desde entonces y hasta hoy, todos los que detentaron el poder en Bangui, fueron hombres más leales al régimen de París que a sus propios pueblos. París continuó dictando la conducta política de la RCA como en el pasado colonial. Si algo cambió fueron las relaciones económicas, pero para peor  porque la explotación de los recursos naturales de los centroafricanos por parte de las transnacionales francesas se acentuó desde su independencia.

           “El grotesco episodio de la coronación
          de Bokassa I, desnudó la naturaleza real
                   del neocolonialismo francés”

En 1,966 era presidente de la RCA David Dacko, obviamente un hombre impuesto por la metrópoli, el Jefe del Estado Mayor del Ejército centroafricano y primo del presidente era Jean Bédel Bokassa, quien en enero de ese año derroca a Dacko. Bokassa había acrecentado con sangre su lealtad a la metrópoli. De joven se enroló en el ejército francés, combatió en Indochina al servicio de los franceses matando asiáticos que luchaban por su liberación, adquiriendo el grado de capitán y la ciudadanía francesa. En fin, era un hombre de fiar.

A pesar de las graves denuncias el presidente Giscard D´Estanig siempre
continúo apoyando a su aliado africano. Los regalos de diamantes a la
familia del presidente galo fue uno de los motivos de esa alianza.
Era de sobra conocido que Bokassa era un megalómano, un dictador que abusaba con crueldad de su pueblo, sin contar las serias sospechas de sus monstruosos hábitos de canibalismo, además era un dilapidador de los fondos públicos en beneficio propio y de su familia. En 1,972 se proclamó Presidente Vitalicio, en 1,974 se designó pomposamente Mariscal de Campo y en diciembre de 1,977, en una farsa que asombró al mundo se coronó emperador. Pero si alguien conocía en todos sus detalles los horrores que practicaba su súbdito Bokassa, era el propio gobierno del presidente francés Valery Giscard  D´Estaing, y por la misma profunda dependencia que sufría y sufre hasta hoy la RCA con relación a Francia, hubiera bastado un empeño firme del gobierno de París para poner fin a sus desmanes y crueldades. Pero Francia tenía sus propios intereses que proteger.

El acto de coronación de Bokassa I fue una faustuosa ceremonia, copiada al estilo napoleónico, pero solo tuvo como invitados más notables al Ministro de Relaciones Exteriores de Francia y a un representante de la Santa Sede; lamentablemente y como era de esperarse las principales casas reales europeas se negaron a asistir a tremenda farsa. Pero lo que no fue una comedia, fueron los ingentes recursos públicos que sirvieron para cubrir estos onerosos gastos; se habla de más de 28 millones de dólares lo que el Estado centroafricano desembolso para este despropósito, siendo uno de los países más pobres del mundo. Solo la capa de terciopelo rojo de 12 metros de largo costó 2 millones de dólares, el equivalente a todo el presupuesto anual del sector educación de los centroafricanos.

            “Bokassa era el reflejo deformado y
        caricaturesco de la civilización occidental,
       él y Francia fueron los verdugos del pueblo
                             centroafricano”

El díscolo emperador, justificó el cambio de régimen político al de una Monarquía Constitucional, argumentando que al crear una monarquía ayudaría al país a desmarcarse del resto del continente y a obtener el respeto del mundo. Muchos pensaron que Bokassa estaba loco, y se le comparó con el dictador ugandés Idí Amín Dada por sus egocéntricas extravagancias, como mandar instalar un baño de oro en su palacio. A pesar de los evidentes rasgos despóticos y dictatoriales del régimen de Bokassa, Francia siempre continúo apoyando a su aliado. El presidente Giscard  D´Estaing era amigo y fiel defensor del emperador y suministró a su gobierno importante ayuda económica y militar. En respuesta, Bokassa llevaba frecuentemente a su homologo galo a excursiones de caza en África y lo alojaba como huésped en uno de sus palacios que había comprado en Europa, donde Bokassa frecuentemente se alojaba en sus acostumbradas visitas a París. 

La megalomanía de Bokassa lo llevó a imprimir billetes de mil francos
centroafricanos con su "imperial" imagen.
Esta amistad se sustentaba en los importantes intereses económicos y estratégicos que tenia Francia en el país africano. El caso del uranio es revelador, su extracción estaba en manos de una empresa suiza, que fue desplazada de este negocio por indicación de Francia. A través del Consorcio de la Energía Atómica de Francia dirigida por el primo del presidente francés, se negoció con la RCA acuerdos de explotación de uranio con la compañía Urca, donde la familia Giscard  D´Estaing tenía una importante cantidad de acciones, lo cual fue una ventajosa operación comercial para la familia del presidente galo.

Pero este idilio entre un presidente elegido democráticamente y un dictador empezó a enfriarse; la prensa francesa se fue volviendo cada vez más crítica de esta cercana relación, particularmente después que se revelara que el emperador Bokassa asiduamente daba diamantes como regalo a la familia Giscard D´Estaing en retribución a sus favores políticos. Al escándalo de los diamantes se añadió la masacre de los escolares en Bangui.

En mayo de 1,978 Amnistía Internacional denunció el asesinato, ordenado por el sanguinario emperador de un centenar de escolares, quienes venían manifestándose en las calles de Bangui, capital del país,  exigiendo el aumento de mayores recursos económicos para las escuelas estatales y la reducción del pasaje del servicio público de pasajeros, legitimas reivindicaciones que fueron salvajemente reprimidas por la policía militarizada del dictador. Al principio, el gobierno francés continúo su política de omisión, pero cuando una comisión comprobó la veracidad de la denuncia, el gobierno de París se vio forzado a suspender su ayuda económica a Bokassa.

A esa altura de las cosas, el impresentable emperador ya resultaba incomodo a Francia, siendo para todos evidente que el país africano dependía completamente de ex-metrópoli, sus atrocidades lo asociaban ante la opinión interna e internacional, y más aún estando a dos años de las elecciones presidenciales, Giscard  D´Estaing necesitaba desembarazarse de su incomodo aliado.

Sello postal conmemorando la coronación del decadente
sápatra centroafricano.
A principios de 1,980 la farsa llegaba a su fin, el Emperador del Imperio Centroafricano Jaen Bédel Bokassa es derrocado con apoyo de la aviación francesa. Después de trece años de dictadura, el ex emperador fue acusado de genocidio y canibalismo. Los testigos que entraron a sus suntuosos palacios declararon haber encontrado en los congeladores cadáveres humanos a los que le faltarían algunos miembros. Bokassa escapa a Costa de Marfil y posteriormente vive exiliado en París, pero vuelve de su exilio dorado en 1,986. Fue arrestado y juzgado por traición, asesinato, canibalismo y apropiación ilícita de fondos públicos. Durante el juicio los cargos de canibalismo fueron levantados por falta de pruebas, no pudieron ser demostrados. El tribunal republicano condenó a muerte al ex emperador, pero la sentencia fue conmutada a cadena perpetua, la cual se redujo posteriormente a 20 años de prisión.

En los cuentos infantiles, los reyes suelen morir en el campo de batalla luchando por su reino y por su honor, pero Bokassa que tenia más de bufon que de rey, murió solo en una cama de un hospital en 1,996, luego de varios ataques cerebrales, enfermo del corazón y de los riñones. Su socio y mentor el presidente Giscard D´Estaing perdió abrumadoramente las elecciones presidenciales en 1,981 a manos del candidato socialista Francois Mitterrad. Pero en esta historia la que perdió más, fue la pobre República Centroafricana que siguió su destino fatal: el depender política y económicamente de su antigua metrópoli europea.

Bokassa fue el reflejo deformado y caricaturesco de la civilización occidental, mientras pudo ocultar, en complicidad con Francia, las manchas de sangre de su larga capa de armiño, convivieron por años, como socios, aliados y cómplices, pero cuando lo grotesco perdió toda gracia, la potencia europea vergozosamente le dió la espalda, olvidando que para el mundo ambos fueron siempre, los verdaderos verdugos del pueblo centroafricano.




9 comentarios:

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  4. La ceremonia de coronación de Bokassa es fascinante, grotescamente fascinante,la idea del Imperio no estuvo mal del todo,el problema con este Imperio fue su servidumbre a los intereses de Francia y su Eurocentrismo, Bokassa fue incapaz de fundar un Imperio Nacional Africano, lo que creo fue una caricatura grotesca del Imperio Napoleónico, su servilismo no le permitió deslindarse de la potencia colonial, tuvo la oportunidad de crear algo único y se conformo con crear una caricatura...saludos desde Caracas, Venezuela ¡¡¡

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