Había una vez un Rey…
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
Con el titulo de esta
entrega se suele empezar recurrentemente los cuentos infantiles, aquellas
historias fabuladas de valientes monarcas y mágicos reinos, que llevan a sus
jóvenes lectores hacia un mundo de fantasía e imaginación; pero lamentablemente
en esta ocasión, esta frase nos sirve para acercarnos a un personaje escabroso que no tiene nada de valiente o mágico, pero que se convirtió en uno de los gobernantes
africanos más corruptos y despóticos que haya gobernado en las últimas décadas ese
continente. Si en todo cuento de malos siempre existe un poder detrás del
trono, en este caso sería una potencia colonial, que para poder preservar sus propios
intereses, fue capaz de sustentar y respaldar a una de las más infames de las
dictaduras africanas.
Nuestro personaje es
Jean Bédel Bokassa, militar golpista que se hizo del poder en la República
Centroafricana -RCA- en 1,966 y que de buenas a primera se coronó Emperador de
ese empobrecido país, convirtiéndolo en el Imperio Centroafricano, dando inicio
así a una caricaturesca historia de represión y corrupción, que tuvo como su
principal mentor a la civilizada y democrática República Francesa.
La entronización de Bokassa I le costó al pueblo centroafricano 28 millones de dólares, solo la larga capa de 12 metros se valoró en 2 millones. |
El grotesco episodio de
la entronización del autonombrado emperador del Imperio Centroafricano Bokassa
I, resultó de gran utilidad para desnudar ante la comunidad internacional la
naturaleza del neocolonialismo francés. Toda la retórica empleada para tratar
de convencer, que se daba inicio a una nueva relación entre una antigua metrópoli europea, como Francia, que dejaba atrás sus
ambiciones de dominio de ultramar y sus antiguas colonias africanas, se convirtió gracias a este triste y patético capítulo
vivido por los centroafricanos, en una gran denuncia del nuevo colonialismo francés implantado en África.
Ha quedado claro ante
todos, que la concesión de la independencia por parte de Francia a la República
Centroafricana en 1,960 fue una gran formalidad. Desde entonces y hasta hoy,
todos los que detentaron el poder en Bangui, fueron hombres más leales al
régimen de París que a sus propios pueblos. París continuó dictando la conducta
política de la RCA como en el pasado colonial. Si algo cambió fueron las
relaciones económicas, pero para peor
porque la explotación de los recursos naturales de los centroafricanos
por parte de las transnacionales francesas se acentuó desde su independencia.
“El grotesco episodio
de la coronación
de Bokassa I, desnudó
la naturaleza real
del neocolonialismo francés”
En 1,966 era presidente
de la RCA David Dacko, obviamente un hombre impuesto por la metrópoli, el Jefe
del Estado Mayor del Ejército centroafricano y primo del presidente era Jean Bédel
Bokassa, quien en enero de ese año derroca a Dacko. Bokassa había acrecentado
con sangre su lealtad a la metrópoli. De joven se enroló en el ejército francés,
combatió en Indochina al servicio de los franceses matando asiáticos que
luchaban por su liberación, adquiriendo el grado de capitán y la ciudadanía
francesa. En fin, era un hombre de fiar.
Era de sobra conocido
que Bokassa era un megalómano, un dictador que abusaba con crueldad de su pueblo,
sin contar las serias sospechas de sus monstruosos hábitos de canibalismo,
además era un dilapidador de los fondos públicos en beneficio propio y de su
familia. En 1,972 se proclamó Presidente Vitalicio, en 1,974 se designó
pomposamente Mariscal de Campo y en diciembre de 1,977, en una farsa que
asombró al mundo se coronó emperador. Pero si alguien conocía en todos sus
detalles los horrores que practicaba su súbdito Bokassa, era el propio gobierno
del presidente francés Valery Giscard D´Estaing, y por la misma profunda dependencia que sufría y sufre hasta hoy la RCA con
relación a Francia, hubiera bastado un empeño firme del gobierno de París para
poner fin a sus desmanes y crueldades. Pero Francia tenía sus propios intereses
que proteger.
El acto de coronación
de Bokassa I fue una faustuosa ceremonia, copiada al estilo napoleónico, pero
solo tuvo como invitados más notables al Ministro de Relaciones Exteriores de
Francia y a un representante de la Santa Sede; lamentablemente y como era de
esperarse las principales casas reales europeas se negaron a asistir a tremenda
farsa. Pero lo que no fue una comedia, fueron los ingentes recursos públicos
que sirvieron para cubrir estos onerosos gastos; se habla de más de 28 millones
de dólares lo que el Estado centroafricano desembolso para este despropósito,
siendo uno de los países más pobres del mundo. Solo la capa de terciopelo rojo
de 12 metros de largo costó 2 millones de dólares, el equivalente a todo el
presupuesto anual del sector educación de los centroafricanos.
“Bokassa era el reflejo
deformado y
caricaturesco de la
civilización occidental,
él y Francia fueron los
verdugos del pueblo
centroafricano”
El díscolo emperador, justificó el cambio de régimen político al de una Monarquía Constitucional, argumentando que al crear una monarquía ayudaría al país a desmarcarse del resto del continente y a obtener el respeto del mundo. Muchos pensaron que Bokassa estaba loco, y se le comparó con el dictador ugandés Idí Amín Dada por sus egocéntricas extravagancias, como mandar instalar un baño de oro en su palacio. A pesar de los evidentes rasgos despóticos y dictatoriales del régimen de Bokassa, Francia siempre continúo apoyando a su aliado. El presidente Giscard D´Estaing era amigo y fiel defensor del emperador y suministró a su gobierno importante ayuda económica y militar. En respuesta, Bokassa llevaba frecuentemente a su homologo galo a excursiones de caza en África y lo alojaba como huésped en uno de sus palacios que había comprado en Europa, donde Bokassa frecuentemente se alojaba en sus acostumbradas visitas a París.
La megalomanía de Bokassa lo llevó a imprimir billetes de mil francos centroafricanos con su "imperial" imagen. |
Esta amistad se sustentaba en los importantes intereses económicos y estratégicos que tenia Francia en el país africano. El caso del
uranio es revelador, su extracción estaba en manos de una empresa suiza, que
fue desplazada de este negocio por indicación de Francia. A través del
Consorcio de la Energía Atómica de Francia dirigida por el primo del presidente
francés, se negoció con la RCA acuerdos de explotación de uranio con la compañía Urca,
donde la familia Giscard D´Estaing tenía
una importante cantidad de acciones, lo cual fue una ventajosa operación
comercial para la familia del presidente galo.
Pero este idilio entre
un presidente elegido democráticamente y un dictador empezó a enfriarse; la
prensa francesa se fue volviendo cada vez más crítica de esta cercana relación,
particularmente después que se revelara que el emperador Bokassa asiduamente daba
diamantes como regalo a la familia Giscard D´Estaing en retribución a sus
favores políticos. Al escándalo de los diamantes se añadió la masacre de los
escolares en Bangui.
En mayo de 1,978
Amnistía Internacional denunció el asesinato, ordenado por el
sanguinario emperador de un centenar de escolares, quienes venían manifestándose
en las calles de Bangui, capital del país, exigiendo el aumento de mayores recursos económicos
para las escuelas estatales y la reducción del pasaje del servicio público de pasajeros,
legitimas reivindicaciones que fueron salvajemente reprimidas por la policía
militarizada del dictador. Al principio, el gobierno francés continúo su
política de omisión, pero cuando una comisión comprobó la veracidad de la
denuncia, el gobierno de París se vio forzado a suspender su ayuda económica a Bokassa.
A esa altura de las
cosas, el impresentable emperador ya resultaba incomodo a Francia, siendo para
todos evidente que el país africano dependía completamente de ex-metrópoli, sus
atrocidades lo asociaban ante la opinión interna e internacional, y más aún
estando a dos años de las elecciones presidenciales, Giscard D´Estaing necesitaba desembarazarse de su
incomodo aliado.
Sello postal conmemorando la coronación del decadente sápatra centroafricano. |
A principios de 1,980 la
farsa llegaba a su fin, el Emperador del Imperio Centroafricano Jaen Bédel
Bokassa es derrocado con apoyo de la aviación francesa. Después de trece años
de dictadura, el ex emperador fue acusado de genocidio y canibalismo. Los
testigos que entraron a sus suntuosos palacios declararon haber encontrado en
los congeladores cadáveres humanos a los que le faltarían algunos miembros.
Bokassa escapa a Costa de Marfil y posteriormente vive exiliado en París, pero
vuelve de su exilio dorado en 1,986. Fue arrestado y juzgado por traición,
asesinato, canibalismo y apropiación ilícita de fondos públicos. Durante el
juicio los cargos de canibalismo fueron levantados por falta de pruebas, no
pudieron ser demostrados. El tribunal republicano condenó a muerte al ex
emperador, pero la sentencia fue conmutada a cadena perpetua, la cual se redujo
posteriormente a 20 años de prisión.
En los cuentos infantiles, los
reyes suelen morir en el campo de batalla luchando por su reino y por su honor,
pero Bokassa que tenia más de bufon que de rey, murió solo en una cama de un hospital
en 1,996, luego de varios ataques cerebrales, enfermo del corazón y de los
riñones. Su socio y mentor el presidente Giscard D´Estaing perdió abrumadoramente las elecciones presidenciales en 1,981 a manos del candidato socialista
Francois Mitterrad. Pero en esta historia la que perdió más, fue la pobre República
Centroafricana que siguió su destino fatal: el depender política y económicamente
de su antigua metrópoli europea.
Bokassa fue el reflejo
deformado y caricaturesco de la civilización occidental, mientras pudo ocultar, en complicidad con Francia, las manchas de sangre de su larga capa de armiño, convivieron por años, como socios, aliados y cómplices, pero
cuando lo grotesco perdió toda gracia, la potencia europea vergozosamente le dió la espalda, olvidando que para el mundo ambos fueron siempre, los verdaderos verdugos del pueblo centroafricano.
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ResponderEliminarLa ceremonia de coronación de Bokassa es fascinante, grotescamente fascinante,la idea del Imperio no estuvo mal del todo,el problema con este Imperio fue su servidumbre a los intereses de Francia y su Eurocentrismo, Bokassa fue incapaz de fundar un Imperio Nacional Africano, lo que creo fue una caricatura grotesca del Imperio Napoleónico, su servilismo no le permitió deslindarse de la potencia colonial, tuvo la oportunidad de crear algo único y se conformo con crear una caricatura...saludos desde Caracas, Venezuela ¡¡¡
ResponderEliminarLa ceremonia de coronación de Bokassa es fascinante, grotescamente fascinante,la idea del Imperio no estuvo mal del todo,el problema con este Imperio fue su servidumbre a los intereses de Francia y su Eurocentrismo, Bokassa fue incapaz de fundar un Imperio Nacional Africano, lo que creo fue una caricatura grotesca del Imperio Napoleónico, su servilismo no le permitió deslindarse de la potencia colonial, tuvo la oportunidad de crear algo único y se conformo con crear una caricatura...saludos desde Caracas, Venezuela ¡¡¡
ResponderEliminarViva el Emperador
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ResponderEliminarLa ceremonia de coronación de Bokassa es fascinante, grotescamente fascinante,la idea del Imperio no estuvo mal del todo,el problema con este Imperio fue su servidumbre a los intereses de Francia y su Eurocentrismo, Bokassa fue incapaz de fundar un Imperio Nacional Africano, lo que creo fue una caricatura grotesca del Imperio Napoleónico, su servilismo no le permitió deslindarse de la potencia colonial, tuvo la oportunidad de crear algo único y se conformo con crear una caricatura...saludos desde Caracas, Venezuela ¡¡¡
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