sábado, 21 de septiembre de 2013

LOS  CONFLICTOS OLVIDADOS



Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Guerrilleros del Frente para Liberación del Enclave de Cabinda -FLEC- que luchan por su autonomía, contra el
gobierno de Angola y en donde la riqueza petrolera y los interes de las multinacionales son las claves
de este conflicto.


En el último año, los radares de la prensa internacional han estado siguiendo diversos conflictos de diferente gravedad, que se han estado dando en el continente africano, la intervención militar francesa en Malí y el recrudecimiento de la violencia en Somalia ha despertado a estos dos países africanos del letargo noticioso que sufrían en los últimos tiempos.

Un caso similar al de la República Democrática del Congo, la República Centroafricana o la lucha entre Sudán y Sudán del Sur, quienes de forma cíclica pasan del anonimato a la plena actualidad informativa, gracias a su gravitación económica o geopolítica, que permiten la intervención de las potencias occidentales.

Sin embargo, hay otro tipo de conflictos en el continente africano: los desconocidos, los que se dejan de lado, los conflictos olvidados. Aquellos cuya existencia e identidad se limitan a las propias fronteras, de ese tipo de conflictos, vamos a desarrollar en esta entrada tres ejemplos.

El desierto de Ogaden, donde se mezcla la lucha autonomista y
el fundamentalismo islámico.
El caso más singular quizá sea la guerra en el desierto de Ogaden. En esta región al este de Etiopía, que limita con la inestable Somalia, en donde viven más de ocho millones de personas, campea en las dos últimas décadas una lucha armada entre el gobierno central de Adis Abeba y la guerrilla del Frente de Liberación Nacional del Ogaden -ONLF- según sus siglas en ingles, quienes no reconocen la autoridad de las fuerzas etíopes en la zona.

El extenso desierto del Ogaden es una de las regiones que configuran la antigua “Gran Somalia”.  Es por ello, que la guerrilla del ONLF fue uno de los primeros grupos armados del Cuerno del África al que se le vinculó de forma más beligerante con Al Qaeda. No obstante, pese a los crímenes cometidos por ambos actores, a principios del año pasado el gobierno de Etiopía, aseguró el comienzo de una ronda de negociaciones de paz con la milicia. Sin embargo a fines de ese año, las buenas intenciones del gobierno tocaban a su fin, por la tozudez y la falta de interés de la guerrilla.

El ONLF reivindica teóricamente, mayor autonomía y el desconocimiento de la constitución del país, pero en la practica la guerrilla del Ogaden están jugando en pared con los grupos fundamentalistas islámicos que asolan a la vecina Somalia. Es por ello, que estas organizaciones lo único que buscan es la desestabilización de todo el Cuerno del África.

Es decir, con la guerrilla de Al Shabaab, otra organización fundamentalista, atacando Somalia e incursionando en Kenia  -recordemos el atentado en el centro comercial en Nairobi- y la milicia del Ogaden acosando a Etiopía, estaría prácticamente, todo el Cuerno del África bajo la amenaza del radicalismo islámico.

En lo que va de este año 55 militares han fallecido y más de 10 bases militares han sido atacadas en acciones armadas protagonizadas por  la guerrilla, que lo único que han conseguido por parte del gobierno, es la dación de leyes draconianas que están restringiendo y limitando los espacios democráticos en el país y los derechos  ciudadanos de los etíopes.

La solución al conflicto de Casamance en Senegal, está en la agenda
política del presidente Macky Sall.
No menos enrevesado, aunque de menor perfil, resulta el conflicto de Casamance, considerado uno de los más antiguos enfrentamientos armados en el continente africano -más de 30 años de lucha- y ejemplo de fracaso negociador de sus actores.

En él, se entrelazan las luchas de poder entre la guerrilla del Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance -MFDC- y el gobierno de Senegal. Pero sobre todo, las diferencias históricas y culturales entre las modernas y prosperas ciudades del norte del país y la pobreza sureña. Y para ser más preciso, entre la etnia diola mayoritaria en la región sureña de Casamance y de confesión católica y animista y los wolof grupo étnico dominador del país y mayoritariamente musulmán.

Los primeros europeos en llegar a Casamance, un territorio enclavado entre las actuales Gambia y Guinea Bissau, fueron los portugueses, que la convirtieron en fuente de esclavos para su lucrativo negocio.  Sin embargo tras la Conferencia de Berlín y el reparto del África, este territorio pasó a formar parte del África francesa. Pero los diola, aferrados a sus ancestrales tradiciones ofrecieron una tenaz resistencia a la colonización.

Francia decidió utilizar a los wolof para someter y discriminar a los diola, ya que los puestos de la administración eran ocupados por gentes provenientes del norte, lo que acrecentó el malestar diola hacia esa etnia.

Esta situación se siguió produciendo tras la independencia de Senegal en 1960. La llegada de los colonos del norte durante los años posteriores a la independencia no hizo sino aumentar ese malestar, sobre todo tras el reparto de las mejores tierras entre los recién llegados, hecho que los habitantes originarios de Casamance consideraban una usurpación. Este malestar y encono contra el gobierno senegalés estalló en forma violenta al constituirse en 1982 la guerrilla del MFDC, cuyos esporádicos operativos militares estaban dirigidos contra las bases del ejército de Senegal asentadas en la zona.

Milicias del Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance
-MFDC- que se enfrentan al gobierno de Senegal.
Aunque es de baja intensidad, el conflicto de Casamance ha generado unos cinco mil muertos en estos más de 30 años. Demasiado tiempo, que sin embargo no ha generado hasta ahora, avances significativos hacia la paz. Sucesivos acuerdos han fracasado, entre otras razones por la negativa del gobierno senegalés a ceder soberanía a una parte de su territorio y por las múltiples escisiones y rivalidades internas en la guerrilla autonomista.

Pero tras años de lucha silenciosa, por fin, el actual presidente senegalés Macky Sall, parece haberse fijado el fin del conflicto de Casamance, como una cuestión determinante en su agenda. Por la estabilidad de una de las democracias más estables del África, esperamos que el gobierno de Senegal logre plenamente los objetivos de su agenda.

Es no obstante, el último conflicto, quien mas portadas ha acaparado en los últimos años. En el año 2010, el autobús de la selección de fútbol de Togo era tiroteado a su paso por la región de Cabinda en Angola, durante la previa de la Copa Africana de Fútbol. La acción armada, en la que tres personas fallecieron, suponía la ruptura del alto el fuego entre el gobierno de Luanda y el Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda -FLEC- iniciado cuatro años antes.

El objetivo del FLEC es la independencia de Cabinda, ahora parte del territorio de Angola. Pero este país no está dispuesto a desprenderse de una región rica en recursos petroleros y gasíferos, estratégica zona donde se extrae el 60% del petróleo que produce Angola. Como tantas otras veces, los intereses de las multinacionales del petróleo y las luchas entre Estados Unidos, Francia y China por poseer esferas de poder económico en el continente, son las claves para entender este conflicto.

La provincia angoleña de Cabinda está enclavada en las costas de la
República Democrática del Congo.
Cabinda, como se aprecia en el mapa adjunto, es una de las provincias de Angola, que está separada del resto del país por la República Democrática del Congo.  Desde el siglo XV en las costas de Cabinda se crearon asentamientos portugueses, ingleses y holandeses dedicados al tráfico de esclavos. Pero hasta 1885 no se convirtió en colonia portuguesa, años después  Cabinda empezó a depender de Luanda, la capital de Angola.

En 1975 Portugal le concede la independencia a Angola y este país incorpora a Cabinda a su territorio. Desde ese momento se forma la guerrilla autonomista en Cabinda y empieza la lucha armada en contra del gobierno angoleño. 

Habría que recordar, que el naciente gobierno angoleño estaba dirigido por el socialista Movimiento Popular de Liberación de Angola, organización de izquierda que empieza a desarrollar una serie de reformas sociales en el país e iniciando una estrecha relación política, diplomática y militar con Cuba. Por lo cual la guerrilla de Cabinda empieza a recibir apoyo logístico y reconocimiento político de los gobiernos conservadores del África, como: la antigua Zaire, la República Centroafricana, Gabón, Uganda, entre otros estados gobernados por dictaduras pro occidentales. Con el paso de los años, el fin de la guerra fría y la pérdida de la intensidad del conflicto, se haN perdido totalmente los apoyos a la causa de Cabinda.

Desde hace cinco años, existe una situación de repliegue de las acciones militares de la guerrilla del FLEC, salvo el atentado contra el equipo de fútbol togolés, los independentistas de Cabinda, tanto por sus divisiones internas, como por los éxitos militares del ejército angoleño, han perdiendo la iniciativa militar y política en este conflicto.

No cabe duda que nos encontramos ante otro conflicto africano, como los anteriormente descritos, con profundas raíces coloniales. De nuevo se cuestiona la inviolabilidad de las fronteras establecidas por las potencias europeas: que no es tal, como ya hemos visto en los casos de Sudán del Sur y de Eritrea. Y una vez más se pone a prueba la capacidad de las partes para resolver el conflicto sin recurrir a la violencia.

Es una pena que se desaproveche una oportunidad de resolver estos conflictos olvidados que han causado innumerables victimas, refugiados y atraso económico a los países involucrados.




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