¿África está en venta?
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
Ahora no son las
potencias europeas, quienes se disputan el territorio africano a golpe de fusil
y machete por sus recursos naturales o por el comercio de esclavos, como
sucedió durante siglos a lo largo de la historia del África, sino que son los
propios gobiernos africanos –muchos de ellos con grandes dosis de corrupción- los
que, en la actualidad, deciden vender al mejor postor su propio país.
Parece difícil de
creer, pero esa es la situación que se está dando en algunos países del África
subsahariana. Según un reporte sobre Agricultura
Sostenible en el África, publicado recientemente por Oxfam-África, desde
hace una década los gobiernos de los países en desarrollo han arrendado,
vendido o están negociando la cesión de 227 millones de hectáreas de tierras o
unos 2.25 millones de kilómetros cuadrados a inversores extranjeros, más del 70%
de estos contratos se han dado en el África subsahariana.
Países como:
Mozambique, Sudán del Sur, Etiopía, Zambia, Liberia, Madagascar, incluso
pequeños países como Uganda están cediendo grandes extensiones de tierra a
firmas transnacionales y países extranjeros. En la mayoría de los casos, estas
adquisiciones conllevan la expulsión de las comunidades locales de las tierras
en las que habitan.
La aejecución de los grandes proyectos hidroeléctricos, está generando el fin de la agricultura de autoconsumo y la expulsión de las comunidades de campesinos de las tierras en las que habitan. |
Estas tierras son
utilizadas, por los compradores para el cultivo de productos de exportación
como aceite de palma, cereales o arroz, así como para la producción de la
industria de biocombustibles (caña de azúcar, girasol, soja) o para destinar
estas tierras para proyectos hidroeléctricos. Pero esta situación se vuelve más
injusta, al saber que en algunos de estos países (como es el caso de Sudán del
Sur o Etiopía) parte de su población requiere de asistencia humanitaria
continua, para no pasar hambre.
Fue en el año 2010, en
que estas ventas de tierra alcanzaron su auge. Un incremento motivado, según el
informe, por la subida del precio de los alimentos a nivel internacional. Y fue
a partir de entonces cuando grandes inversores privados, en su mayoría
occidentales y países como China e India pero también Arabia Saudita, Kuwait y
Corea del Sur, se lanzaron a comprar tierras en el extranjero, para orientarlos
a la agricultura de bienes comestibles o para darles un uso comercial o
energético.
“Las adquisiciones
conllevan la
expulsión
de las poblaciones locales”
“Firmas chinas llegan a
estas zonas
con sus trabajadores”
Parece que estos
inversores han ido encontrando los bocados más apetitosos en el África
subsahariana. Una zona que precisamente cuenta con enormes extensiones de
tierra cultivable que no están siendo desarrolladas. Así, dejar su
administración a firmas extranjeras podría parecer, en principio, una solución
positiva. Sin embargo, lo que podría ser un camino hacia la modernización
tecnológica y el desarrollo del empleo local, en la práctica no beneficia a la
comunidad, al campesino local, por que los gobiernos no están sabiendo negociar
esas cesiones.
En el informe de Oxfam,
se demuestra que en la práctica, casi todos los casos de cesión de tierras a
inversores extranjeros, han acabado muy mal para las poblaciones locales, han
terminado en lo que se llama acaparamiento
de tierras. El acaparamiento de tierras consiste en la sustracción de
tierras rurales, con el consentimiento de los propios gobiernos, por parte de
inversores internacionales para darles un uso comercial, negándoles el acceso a
esas tierras a los campesinos que tradicionalmente las usaban para ganarse la
vida.
La deforestación del 20% de bosques, es producto del mal uso que se le esta dando a las tierras vendidas a las empresas y países extranjeros. |
Estas firmas
internacionales que invierten en África rechazan estas acusaciones y defienden
que sus actuaciones contribuyen al desarrollo de zonas no productivas. Tenemos
el caso de la empresa británica New Forests Company, a la que Oxfam acusa de
haber provocado el desalojo forzoso de más de 20,000 campesinos en Uganda, en
su defensa la compañía se describe como: “una
empresa con una trayectoria impecable en inversiones sociales, que en su corta
vida no solo ha creado más de 2,000 empleos en remotas comunidades rurales en
Uganda, sino que ha incrementado su acceso a la salud y educación a esas
poblaciones”.
Al margen de lo que
digan estas empresas, la realidad es que en estas cesiones de tierra, se
ignoran los derechos de las comunidades indígenas
cuyo sustento depende de esas tierras. Si el objetivo es beneficiar a las
poblaciones locales, entonces esta gente debería ser incluida en las
conversaciones y en la toma de decisiones, para que sus intereses sean tenidos
en cuenta.
Sin embargo, en muchas
ocasiones, los que acaban trabajando en las nuevas plantaciones, no son
personas de las comunidades locales, sino jornaleros provenientes de otras
zonas. Además, las empresas chinas
suelen traer a sus propios
trabajadores, que de esta forma desplazan a los agricultores locales.
“La falta de regulación
facilita
el acaparamiento de tierras”
“Se desaprovecha la ocasión
de impulsar
el desarrollo de estos Estados”
Según datos de Oxfam, el África subsahariana es la zona del planeta que cuenta con más kilómetros cuadrados de tierra cultivable sin utilizar o sin ser suficientemente productiva. Ello se debe al poco interés de los gobiernos en crear proyectos de desarrollo agrícolas sustentados: en créditos baratos, oferta de insumos adecuados y capacitación tecnológica orientada a los campesinos. Pero los expertos ven una segunda razón para el hecho que la mayoría de las adquisiciones de grandes extensiones de tierra se den precisamente en esa zona: gobiernos corruptos y ausencia de leyes y regulaciones adecuadas.
Según datos de Oxfam, el África subsahariana es la zona del planeta que cuenta con más kilómetros cuadrados de tierra cultivable sin utilizar o sin ser suficientemente productiva. Ello se debe al poco interés de los gobiernos en crear proyectos de desarrollo agrícolas sustentados: en créditos baratos, oferta de insumos adecuados y capacitación tecnológica orientada a los campesinos. Pero los expertos ven una segunda razón para el hecho que la mayoría de las adquisiciones de grandes extensiones de tierra se den precisamente en esa zona: gobiernos corruptos y ausencia de leyes y regulaciones adecuadas.
El hecho de que varios
de los gobiernos africanos no cuenten con demasiadas credenciales democráticas y
de que apenas existan leyes que regulen las condiciones de trabajo, la
protección del medio ambiente o la propiedad de la tierra de las comunidades
locales, parecen contribuir al especial interés que suscitan las tierras
africanas entre las grandes empresas extranjeras, las potencias europeas y los
principales países emergentes.
Ocurre además, que en
la mayoría de los países africanos el dueño de las tierras es el Estado, que no
suele reconocer el derecho consuetudinario que podría dar la propiedad de las
tierras a las comunidades de campesinos que llevan viviendo en ellas y
trabajándolas durante generaciones.
Esta venta indiscriminada
de tierras agrícolas, no solo ha ocasionado la drástica disminución de la producción
de cultivos comestibles, orientados al consumo humano, lo que ha originado que
el continente africano ha dejado de autoabastecerse de alimentos, desde hace
una década el África tiene un déficit agrícola del casi 30%, el cual lo suple con la importación de alimentos, cada vez más caros. Además, ha tenido
que afrontar el proceso de deforestación de un 20% de sus bosques, producto de
la puesta en ejecución de proyectos energéticos (hidroeléctricas), todo lo cual
ha sucintado la expulsión o reubicación de la población campesina originaria de
esas zonas.
Para enfrentar este grave
problema, que pareciera que no le interesa a la comunidad internacional, el
informe de Oxfam-África recomienda una moratoria de 20 años sobre esas
adquisiciones masivas de tierras, para que en ese tiempo se pueda priorizar la
agricultura familiar y nacional destinada a producir alimentos para las
poblaciones africanas. Y también para que se realice un análisis muy serio y en
profundidad de qué significan y que consecuencias tienen estas ventas
indiscriminadas y masivas de tierras. Pensar que África, que está con hambruna,
este alimentando a poblaciones de otros continentes, es algo insólito.
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