EL ATENTADO EN KENIA: TERRORISMO GLOBAL
Por: Javier Fernando
Miranda Prieto
Acallado el ruido
ensordecedor de la metralla y despejado el denso humo que produjo el derrumbe
de gran parte del Westgate, el más lujoso y moderno centro comercial de la ciudad
de Nairobi, las imágenes que nos ofrecen todos los medios de comunicación son
desgarradoras, no solo por la cantidad de víctimas que produjo la demencia
asesina del fanatismo religioso, sino por la destrucción y desolación en que
quedó, la más exclusiva zona económica, de una de las más cosmopolitas
capitales del África.
Porque precisamente, los éxitos económicos y la prosperidad relativa que ha construido Kenia, desde su independencia, se ha forjado en base a la gran cantidad de inversionistas extranjeros que se han visto atraídos por los variados recursos naturales y la gran industria turística que ofrece el país. Entre los capitales que han llegado a Kenia están entre otros muchos, empresarios israelíes, quienes son precisamente, los dueños del famoso centro comercial afectado.
Porque precisamente, los éxitos económicos y la prosperidad relativa que ha construido Kenia, desde su independencia, se ha forjado en base a la gran cantidad de inversionistas extranjeros que se han visto atraídos por los variados recursos naturales y la gran industria turística que ofrece el país. Entre los capitales que han llegado a Kenia están entre otros muchos, empresarios israelíes, quienes son precisamente, los dueños del famoso centro comercial afectado.
El saldo de la tragedia: 72 muertos, la mayoria clientes y empleados del centro comercial, 200 heridos y más de 70 desaparecidos. |
El brutal y sanguinario
atentado en Kenia, ha dejado como saldo trágico, más de 70 muertos, la mayoría
de ellos civiles, entre clientes y empleados del complejo comercial, 5
terroristas y 6 militares, así como cerca de 200 heridos. Obviamente este es un
balance provisional ya que entre los escombros puede haber más muertos, ya que
la Cruz Roja señala que hay más de 70 desaparecidos.
Es evidente que el
grupo terrorista somalí Al Shabab, perpetrador de esta masacre, es una
franquicia de Al Qaeda, cuyos miembros son de una multiplicidad de países
musulmanes que tienen a occidente como su más frontal enemigo.
Pero el germen de la
masacre que ha sacudido a Nairobi, había empezado a gestarse en octubre del
2011, cuando una columna de tanques y una importante cantidad de soldados
kenianos entraron a castigar a Somalia. Esta incursión militar
respondía a los constantes actos de piratería, secuestros y pillajes que
realizaban somalíes pertenecientes a Al Shabab y cuyas fechorías estaban
amenazando no solo la prosperidad sino la propia seguridad de Kenia.
Esta situación colocó
al Westgate, como símbolo de su prosperidad económica, en un objetivo casi
obligado del terrorismo somalí y cuyo riesgo había sido anunciado por los
servicios de inteligencia europeos. Adicionalmente, abonó a favor de este
brutal atentado el hecho de que hace cuatro años, al ser secuestrado un
funcionario estadounidense de una empresa petrolera, un grupo de élite de la
marina de los Estados Unidos, realizó una operación militar que les costó la
vida a varios piratas somalíes, autores del secuestro.
Muchas de estas
acciones militares han pasado desapercibidas para la prensa mundial. Ahora, con
esta acción suicida y criminal, los terroristas de Al Shabab han puesto en la
primera plana a su grupo fundamentalista, siendo esto uno de sus objetivos.
No se puede desconocer
la participación de un grupo de élite del ejército israelí, en el recate del
centro comercial. Incluso el presidente Uhuru Kenyatta, agradeció la
participación de soldados extranjeros, pero se abstuvo de dar detalles por
razones de seguridad.
El estratégico Cuerno del África es un objetivo político y militar de los integristas musulmanes, para crearles problemas a occidente. |
No son los únicos
extranjeros que han participado en esta trama, se ha confirmado la presencia de foráneos, tanto del lado de los comandos anti-terroristas, como del lado de los insurgentes, la CNN ha mencionado que por lo menos tres terroristas son de
nacionalidad estadounidense y dos británicos.
Como se ve, el
terrorismo esta globalizado, lo mismo que el combate a este. Esta globalización
del terrorismo fundamentalista, como vemos, también ha llegado desde hace más de una década,
al continente africano. El Cuerno de África, estratégica región muy próxima al
Mar Rojo y al Océano Índico, es una zona marítima que se ha convertido, en paso
obligado de los buque-tanques petroleros que se abastecen en la península Arábica
y se dirigen hacia Europa.
Es por ello, que los
grupos integristas musulmanes tratan de imponer su presencia fanática en esta región,
para crearles problemas a occidente e implantar a la fuerza, su doctrina coránica
en países como Somalia, Uganda, Etiopia y Kenia, naciones tradicionalmente
aliadas de occidente. Esta desestabilización del Cuerno del África, surge en
Somalia por condicionamientos regionales y características muy particulares.
Cuando el Estado somalí
colapsó en 1991, el país se hundía en el caos y la violencia. Fue en ese
momento que nacieron los tribunales islámicos, destinados a aplicar la mal
llamada justicia ciudadana y a establecer el orden, bajo la mirada complaciente
de los círculos empresariales y comerciales del país, que antes veían sus
negocios colapsar por tanto desgobierno. De esos tribunales islámicos nació Al
Shabab -que en árabe significa juventud,
porque mayoritariamente está formado por estudiantes coránicos-, que luego
establecería alianzas con Al Qaeda.
Fue exactamente en el
año 2006 que se crea Al Shabab, cuando Sheikh Hassan Dahir, líder de los
tribunales islámicos, llama a la guerra santa contra Etiopia, país que conforma
el llamado Cuerno de África y que apoyaba con sus soldados, al gobierno de
transición somalí. Al Shabab apelaba al fervor nacionalista para expulsar del
país al “enemigo extranjero”.
Las milicias de Al Shabab estan conformadas por extranjeros de los países árabes, EEE.UU., Inglaterra, es decir, el terrorismo integrista se ha globalizado. |
Etiopia finalmente
retira a sus tropas afines del 2008. Posteriormente, al año siguiente, el jefe
de Al Shabab aparece en un video en el que declara a su grupo como parte de la
red de Al Qaeda. Es en ese momento que ingresan a sus filas entre 700 y 800
combatientes extranjeros procedentes de países árabes, de Estados Unidos,
Inglaterra y de Pakistán, es decir, la milicia somalí se globaliza.
Por ese entonces este
movimiento islamista controlaba el 75% del territorio de Somalia, mientras que
el débil gobierno de transición, elegido por el parlamento, solo tenía soberanía
sobre algunos barrios de la capital Mogadiscio. Meses después, las fuerzas de
paz de la Unión Africana -UA- consiguen recuperar terreno, aprovechando las
divisiones al interior de la milicia somalí, entre quienes eran partidarios de
extender internacionalmente la guerra santa a toda la región y los
nacionalistas, quienes propugnaban consolidar sus posiciones solo en el mismo
territorio somalí.
En julio del 2010, tres
bombas estallan en Kampala capital de Uganda, causando la muerte de 74
personas. Al Shabab reivindica ese atentado, que será el primero fuera de las
fronteras de Somalia y que marcará el punto de quiebre para los países
africanos, que con el apoyo logístico y militar de los Estados Unidos, deciden
luchar contra el terrorismo, enviando dos mil soldados y armamento moderno a
Somalia para proteger al gobierno y enfrentar a Al Shabab, logrando recuperar
una gran parte del país.
Como decíamos líneas
arriba, fueron justamente soldados kenianos quienes retomaron el control de Somalia, incluyendo el estratégico
puerto de Kismayo, uno de los bastiones económicos de los terroristas. Y es en
venganza por dicha intervención que el debilitado Al Shabab decide atacar el
pasado sábado, el moderno centro comercial keniano y ahora amenaza con realizar
atentados sangrientos en todos los países que mantienen tropas en Somalia.
Ante esta peligrosa situación,
solo le queda a la comunidad internacional, denunciar estas atrocidades que se
cometen contra la población civil, aislar a los focos terroristas enquistados
en esta región y combatir a estas organizaciones fundamentalistas con todas las
armas e instrumentos legales posibles, pero eso sí, evitando la presencia de fuerzas militares extra-continentales en el conflicto, las cuales solo protegerían los intereses económicos
o geopolíticos de las grandes potencias.
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