jueves, 29 de agosto de 2024

 

AFGANISTÁN:

LA VOZ DE LAS MUJERES

Por:  Javier Fernando Miranda Prieto

La prohibición que las mujeres afganas hablen en público, se basa en un sistema fundamentalista
que avala la misoginia y el machismo en la sociedad.

Las últimas noticias procedentes de Afganistán, se pueden calificar como aterradoras. Les han prohibido a las mujeres afganas: cantar, hablar demasiado alto o leer en público el Corán. Es decir, en la práctica, esa gavilla de fanáticos analfabetos que dominan este país del centro de Asia, han decretado prohibir escuchar la voz de la mujer. Pero este alucinante mandato, se suma a muchas otras más prohibiciones ya conocidas: estudiar una carrera, trabajar, mostrar su rostro en público, moverse solas, tener una autonomía o libertad sexual.

Podríamos enumerar así, todas y cada una de las barbaridades que el régimen talibán cometen contra sus mujeres, porque la razón de ser de este sistema fundamentalista se sostiene sobre la violencia machista y misógina contra ellas. No hay régimen talibán sin violencia machista, a todos los niveles: económico, político y sexual.

Esta última aberrante medida de prohibirles hablar o cantar en público a las mujeres afganas, podría generar el grito de protesta de las mujeres en el mundo; hacer vídeos de denuncia; firmar una serie de manifiestos o financiar refugios para ellas. Todas estas iniciativas parecerían ser medidas acertadas. Pero a estas alturas, tenemos que dejar las cosas muy claras:

-    - No podemos denunciar la brutalidad talibán sin denunciar la larga intervención occidental en este país.

-   - Se tiene que reconocer que las mujeres afganas han estado sometidas, por décadas, a un régimen salvaje que ha cercenado sus derechos humanos por responsabilidad de los Estados Unidos y sus aliados.

-    - Y no solo ellas han sufrido esta marginación: la infancia afgana vive con cifras de desnutrición desoladoras; las minorías étnicas son perseguidas; la población LGTBI es condenada a torturas o a la muerte.

Afganistán es un Estado Fallido. Luego de 20 años de dominio militar
norteamericano en este país, Afganistán se ha convertido en
la nación más peligrosa del mundo.

Por todo ello, si Afganistán es ahora un Estado fallido, es porque Estados Unidos decidió que le hacía falta una dosis de “libertad”. Pero 20 años después de esa invasión occidental, Afganistán se ha convertido en el país más peligroso del mundo donde ser mujer es un riesgo para su vida.

Hay que recordar que fueron los norteamericanos y sus aliados europeos, quienes entraron en Afganistán a sangre y fuego en el año 2001; fueron ellos los que recibieron a los muyahidines en la Casa Blanca, junto al mismísimo Ronald Reagan, allá en los lejanos años 80; fueron ellos quienes después de 20 años, fueron incapaces en pacificar aquel polvorín que ellos mismos azuzaron; fueron ellos los que finalmente, hace tres años, los abandonaron cobardemente.

              “No podemos denunciar la brutalidad talibán

                 sin denunciar la larga intervención militar

                            de Estados Unidos en Afganistán

En la actualidad, en pleno auge de la globalización y el avance tecnológico de los medios de comunicación de última generación, existe un país en que las mujeres tienen prohibido, literalmente, asomarse a las ventanas y sus asesinos, sus verdugos, quienes escriben y ejecutan esas leyes demenciales, fueron en su día los aliados del muy civilizado occidente, los luchadores de la “libertad”, los necesarios colaboradores para acabar con la expansión de la otrora Unión Soviética en el Asia Central.   

El presidente Ronald Reagan estimuló el acercamiento con los
muyahidines, antecedentes de Al Qaeda, los Talibanes
y el Estado Islámico o Daesh

Aunque los norteamericanos no quieran recordarlo, la Operación Ciclón fue el plan para entrenar, financiar y armar a los muyahidines afganos para derrocar al gobierno pro-soviético instalado en Afganistán. La CIA comenzó a ayudar a los insurgentes a mediados de 1978. El objetivo era convertir estas milicias islamistas, al mismo tiempo, en un movimiento anticomunista. Bajo la presidencia de Jimmy Carter, primero, y de Ronald Reagan, después, la CIA y la Casa Blanca llevaron a cabo esta siniestra Operación.  

     “La CIA y el Pentágono financiaron y armaron, por años,

        a los muyaidines de Al Qaeda, Talibanes y a las milicias

                                        del Estado Islamico”

No podemos hablar del infierno del Afganistán de ahora, sin hablar del infierno que se vivió durante los veinte largos años de la invasión norteamericana a su territorio, de las décadas de apoyo financiero y militar que la CIA y el Pentágono le brindara a los muyahidines afganos, a las milicias de Al Qaeda de Osama Ben Laden o a los combatientes sirios del Al-Nusra, el germen del fanático Estado Islámico o Daesh.

A la población afgana solo le queda esa fe inextinguible en un amanecer libre y democrático para su país, en donde se dejen atrás la geopolítica y los intereses de las grandes potencias y donde se pueda escuchar el grito de libertad de su juventud, la proclama de un pueblo exigiendo sus derechos y la voz clara y libre de la mujer afgana.

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