“EL
TIANANMEN AFRICANO”
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
La matanza en el Estadio de Conakry, hace 15 años, tuvo un saldo de víctimas pavoroso, 157 muertos, 1,200 heridos, 89 desaparecidos y 109 mujeres fueron violadas en grupo salvajemente. |
Hace
quince años, se produjo la masacre de Conakry, llamada también el "Tiananmen
africano", su nombre hace referencia a la brutal represión sufrida por
jóvenes manifestantes chinos pro-democracia ocurrida en el año 1989, en la
famosa plaza de la ciudad de Beijing. En el caso de Guinea-Conakry, por esa época,
también un gobierno militarizado y represivo, arremetió contra la población
civil que se manifestaba pacíficamente contra el gobierno militar de ese
entonces. Sucedió el 28 de setiembre de 2009. Un año antes, ante el vació de
poder dejado por la muerte del presidente Lansana Conté (1984-2008), apareció
en escena, un oscuro capitán del ejército guineano, Moussa Dadis Camara, perpetrando
un cruento golpe de Estado, con la promesa de convocar a elecciones
democráticas, pero sin advertir a los guineanos que él sería el único
candidato. Diversos partidos políticos y la sociedad civil organizada
convocaron a una jornada de protesta contra los abusos de la junta militar y a
favor de elecciones auténticamente democráticas.
El
día central de la protesta, el Estadio Nacional de Conakry, fue el escenario
escogido para congregar a la plana mayor de los partidos de la oposición, a las
organizaciones sindicales y a una gran masa de ciudadanos que pacíficamente,
querían demandar su legítimo derecho de elegir libre y democráticamente a sus
autoridades.
Cerca del mediodía, el recinto deportivo estaba abarrotado de gente. Pero sin que nadie lo advirtiera, cientos de soldados del ejército y policías de elite empezaron a rodear el Estadio, ingresando sigilosamente tanto a las tribunas como a la cancha central, donde se había instado el proscenio principal, que estaba colmado por los principales líderes de la oposición. Según los testimonios de los sobrevivientes, de un momento a otro, los soldados que habían irrumpido en el Estadio empezaron a lanzar bombas lacrimógenas indiscriminadamente, abriendo fuego contra la concurrencia. Fueron casi 40 minutos de una masacre indescriptible y pavorosa.
La tozudez del dictador Moussa Camara, de continuar en el poder, a pesar del repudio internacional, produjo que una fracción del ejército organizara un atentado contra el presidente golpista. |
Se calcula en 50 mil el número de manifestantes que estaban reunidos en el estadio en el momento del cruento ataque. Los militares, antes de iniciar la masacre, habían cerraron las puertas de salida. En medio de escenas de pánico, los soldados disparaban a los manifestantes que se vieron obligados a salir por la única puerta que había quedado abierta. Se calcula que murieron más de 50 personas asfixiadas y pisoteadas por la misma gente que pugnaba por salir despavorida de ese infierno de muerte que se había convertido el Estadio Nacional guineano. Los policías y soldados con cuchillos, machetes y bayonetas en mano, comenzaron a asesinar a cuanta persona se cruzaba en su camino, llenando de cadáveres el césped, los pasillos y los camerinos del estadio. Los pocos concurrentes que lograron escapar del recinto fueron perseguidos en las calles por los mismos soldados convertidos en asesinos desquiciados.
Al
final de esta sangrienta jornada, el saldo de víctimas fue pavoroso: 157
muertos, más de 1.200 heridos por bala o bayoneta, cientos de detenidos, 89
personas se encuentran, hasta hoy, desaparecidas y 109 mujeres fueron víctimas
de salvajes violaciones colectivas en plena calle por miembros de la Guardia
Republicana, los temidos ‘Boinas Rojas’, un cuerpo de élite que dependía de la
Presidencia de la República.
“157 muertos, más de 1,200 heridos,
cientos de detenidos, 89 personas desaparecidas
y 109 mujeres violadas salvajemente”
En un acto salvaje que nos retrotrae a matanzas como las de Tiananmen (China, 1989), Rangún (Birmania, 1990) o Tatlelolco (México, 1968), los guineanos fueron tiroteados o heridos a bayonetazos, tanto dentro como fuera del recinto deportivo. Dos dirigentes de la oposición, Cellou Diallo, que años después sería candidato presidencial y Dallein Sydia Toure, ex Primero Ministro y figura connotada de la oposición, también resultaron heridos mientras sus casas eran saqueadas por las fuerzas militares.
Ante la tozudez del dictador Moussa Camara de aferrarse al poder, a pesar de la generalizada protesta internacional por tamaño crimen cometido contra la población civil, una de las fracciones del ejército guineano organiza un atentado contra el presidente golpista, quien huye del país y se exilia, en un primer momento en Burkina Faso, para luego refugiarse en Marruecos .
Tras la masacre, la Junta Militar llevó a cabo una operación organizada para encubrir los hechos, mientras una investigación de la organización humanitaria Human Rights Watch denunciaba el mismo año de la masacre que esos horrendos asesinatos constituían crímenes de lesa humanidad y por lo tanto no podían prescribir. Al año siguiente, el sector institucionalista del ejército, conducido por el general Sekoúba Konaté convoca, en julio de 2010, a las primeras elecciones libres y democráticas en la historia de este país.
Desde su independencia Guinea Conakry ha sufrido sucesivos regímenes autoritarios, pero los dos años de Moussa Camara, se le puede considerar el periodo más brutal y asesino de su historia. |
Desde su independencia de Francia en 1958, Guinea Conakry ha sufrido sucesivos regímenes autoritarios, violentos y corruptos, pero los casi dos años de gobierno del capitán Camara, se le puede considerar el periodo más represivo y asesino de su historia reciente. Este país, con algo más de 9 millones de habitantes, es uno de los países más pobres de África. El 80% de su economía es agrícola, en particular castañas y algodón son sus principales productos de exportación. Aunque desde el año 2012, esta empobrecida nación se convirtió en una pieza clave en la estrategia militar de Francia contra el yihadismo, la antigua metrópoli siguió formando parte, por mucho tiempo, de ese coro de silencio que le daba impunidad y olvido a los autores directos y cómplices de esta bárbara jornada de sangre.
“Policías y soldados con machetes y bayonetas en mano,
comenzaron a asesinar a cuanta
persona se les cruzara,
llenando de cadáveres el césped, los
pasillos
y los
camerinos del estadio”
En el año 2022, el ex-dictador regresa a Guinea para comparecer ante el Tribunal de Apelación de Conakry, la máxima instancia judicial de ese país, condenándolo a 20 años de prisión, sin ningún tipo de beneficios penitenciarios. "Por su complicidad y responsabilidad de mando por asesinato, agresión sexual, secuestro, tortura, falta de asistencia a las víctimas en la masacre (…) declaramos al capitán Camara culpable de crímenes contra la humanidad sobre la base de su responsabilidad superior jerárquica", palabras del juez Ibrahim Sory Tounkara, al concluir uno de los juicios más importantes de la historia reciente del continente africano.
Han pasado quince años de esta masacre contra el pueblo guineano y gracias al sacrificio y perseverancia de los familiares de las víctimas, del trabajo de las organizaciones nacionales e internacionales defensoras de los derechos humanos y principalmente por la valentía y coraje de los jueces y fiscales guineanos, se logró que esa vez la impunidad no ganara la partida.
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