miércoles, 30 de octubre de 2024

 

BURKINA FASO:

UNA  JORNADA HISTÓRICA

Por: Javier Fernando Miranda Prieto    

En un continente en que sus líderes suelen aferrarse al poder, el triunfo de la revolución popular en 
Burkina Faso, el 30 de octubre de 2014, fue un extraño caso de éxito. La multitud enfervorizada
tomó por asalto en Parlamento, uno de los símbolos del despotismo del régimen.

Un día como hoy, hace diez años, en la madrugada del 30 de octubre de 2014, los reportes de prensa informaban que en varias ciudades de Burkina Faso, se estaban levantando barricadas y prendiendo fogatas, contra el gobierno del dictador Blaise Compaoré y sus intentos de perpetuarse en el poder. Se estaba gestando el fin de una tiranía que ya llevaba 27 años, nacida a partir del asesinato del líder revolucionario burkinés Thomas Sankara en 1,987. Esta jornada histórica se coronó con el triunfo de la lucha de un pueblo por su democracia y libertad. 

Como respuesta a sus intentos de reformar la Constitución de Burkina Faso para extender aún más su largo periodo de dictadura, que ya llevaba 27 años, el ex dictador Blaise Compaoré (1987-20014), tuvo que hacer frente durante semanas a una serie de masivas protestas populares que desembocaron en una jornada histórica ocurrida hace diez años. Un día como hoy, el jueves 30 de octubre de 2014, una masa enfervorizada de burkinabeses tomaron a la fuerza el parlamento del país desalojando a sus asambleístas, quienes iban a aprobar una espuria reforma constitucional, por la cual le permitiría al dictador postular a un tercer e ilegal mandato. Finalmente, Compaoré declara el estado de emergencia y resuelve disolver el gobierno.

En un continente, como el africano, donde sus líderes suelen aferrarse desesperadamente al poder hasta su muerte, la revolución popular en Burkina Faso supuso un extraño caso de éxito, de cómo un movimiento ciudadano encabezado por jóvenes, la sociedad civil, grupos de mujeres organizadas y todos los partidos políticos opositores, pudieron generar un cambio de régimen.

Esa jornada vivida por los burkineses fue histórica. La multitud enfervorizada, tras asaltar el Parlamento, uno de los símbolos del despotismo del régimen y desalojar a los congresistas, el gobierno se vio obligado a anular la votación. Los manifestantes también habían saqueado la sede de la radiotelevisión nacional, así como el Hotel Independence, donde se alojaban los parlamentarios del gobierno que debían votar. Las últimas noticias se precipitaban a cada minuto, al mediodía los manifestantes se alistaban a tomar el Palacio Presidencial. 

                 “En un continente, donde sus líderes suelen

             aferrarse al poder hasta su muerte, la revolución

       popular en Burkina Faso supuso un extraño caso de éxito

En otras ciudades, como Bobo-Dioulasso, Koudougou y Ouahigouya, también se estaban produciendo multitudinarias manifestaciones que eran brutalmente reprimidas por unidades de elite del ejército. Por fin, a principios de la tarde llegó la esperada noticia, se anunció que el dictador había renunciado a su cargo, huyendo el país precipitadamente, luego de 27 años de gobierno autoritario. Al final de la jornada, la represión del régimen había dejado un saldo trágico de más de cincuenta muertos, cientos de heridos y miles de detenidos por todo el país.

A la huida del tirano le siguió un turbulento gobierno de transición, en donde no faltaron protestas populares que hacían sentir su deseo de hacer respetar el cronograma electoral, así como un golpe de estado frustrado, teledirigido desde Costa de Marfil, el refugio de Compaoré, y por último, unas elecciones democráticas, las primeras en su historia, en diciembre de 2015, que llevó al poder al Marc Christian Kaboré, un político y empresario moderado que no supo desmarcarse rápidamente del tutelaje de las Fuerzas Armadas. Luego de reelegirse en el 2020 y ante su incapacidad y debilidad de dirigir la lucha armada contra las bandas yihadistas que asolaban el país, en enero de 2022, la oficialidad joven de las Fuerzas Armadas, lo desaloja del poder constituyéndose una Junta Militar Revolucionaria conducida por el capitán Ibrahim Traoré, quien le ha impreso a su gobierno un carácter nacionalista, popular y panafricanista. 

Recordemos, que desde el 2020 se produjeron en la región tres golpes de Estado adicionales al de Burkina y del mismo signo político, en Malí, Níger y Guinea Conakry, reconfigurando el alineamiento internacional en contra de Francia y de su influencia en el sahel. 

              “Burkina Faso se convirtió en una pieza clave

            para los intereses franceses en la región del Shael,

               interviniendo, bajo la mascarada diplomática,

                   en los conflictos de Malí, Níger o Sudán” 

Una imagen premonitoria, días antes de la caída del tirano
burkinés Blaise Campaoré, luego de 27 años de dictadura.
Foto de la periodista angoleña Patricia Da Silva de la 
Agencia Prensa Latina. 

Pero ¿Cómo pudo, un personaje como Compaoré gobernar por tantos años? Durante décadas, Burkina Faso se había convertido para Francia y las potencias occidentales, en un modelo de estabilidad en el occidente africano. Principalmente por cumplir puntualmente con los paquetes de restructuración económica impuestos por los organismos multilaterales de crédito y por entregar al capital transnacional los ingentes depósitos de oro y manganeso. 

Durante ese tiempo, Burkina Faso se convirtió en una pieza clave para los intereses franceses en la región del Shael, interviniendo en forma directa, bajo la mascarada diplomática, en los conflictos de Malí, Níger o Sudán, defendiendo los intereses de la ex-metrópoli europea. Campaoré aprovechó la desestabilización que se generó en esta región africana, para convertirse en el hombre de confianza de las potencias neo-coloniales.

        “La rebelión popular, que tomó las calles de Uagadugú

              hace diez años, se convirtió en un buen ejemplo

          para África, de un movimiento político plural que se  

           levanta contra un  régimen autoritario imperante”

Un breve vistazo a la participación diplomática y militar del gobierno de Campaoré en la crisis de Chad, República de Guinea o Costa de Marfil, revela la estrecha colaboración seguida, por la élite burkinesa, con los intereses geo-económicos de las grandes potencias. El papel jugado por el gobierno de Burkina Faso durante décadas, no se limitó tan solo a la disposición del envío de tropas, sino principalmente a su colaboración en la plataforma franco-estadounidense que se desplegó junto a otros gobiernos africanos de la región, para facilitar el paraguas necesario para la famosa Operación Barkhane de 2014, usando como excusa la lucha contra el terrorismo islamista en la zona, pero que realmente encubría la creciente militarización de África. 

La gran rebelión popular, que tomó las plazas y calles de Uagadugú y del resto del país hace diez años, no puede entenderse como una simple oposición a la enmienda del artículo 37 de la Constitución (para extender el mandato presidencial), esa masiva movilización popular se convirtió en un bien organizado movimiento político plural de rechazo al régimen autoritario imperante. Los diferentes sectores sociales que rápidamente se convocaban, vía redes sociales, para las marchas y plantones de protesta en las calles, liderados por los sectores juveniles y estudiantiles de la sociedad burkinesa, vislumbraban una agenda más amplia de reivindicaciones que incluía el cambio del régimen político y el fin de la dictadura. 

Una ejemplar experiencia de lucha popular que logro expulsar al dictador y hacer valer los derechos y libertades de un pueblo, todo ello conseguido en una jornada histórica.

 

domingo, 27 de octubre de 2024

 

COSTA DE MARFIL:

EL PEÓN DE FRANCIA

EN EL ÁFRICA OCCIDENTAL 

Por: Javier Fernando Miranda Prieto  

 

Desde el año 2011 y en los tres últimos procesos electorales en Costa de Marfil, la protesta popular ha marcado la pauta de la política marfileña. El fraude electoral y la imposición de candidatos amigos de Francia,como el actual mandatario
Alassane Ouattara han generado este continuo malestar popular.

El actual mandatario marfileño Alassane Ouattara (2011-2016-2021), quien viene cumpliendo su tercer periodo presidencial, desde su primera elección se vio envuelto en fraudes electorales, manipulación política e intervenciones de países amigos a su favor, con el fin de torcer la legitima voluntad del electoral marfileño y de servir a su aliada y cómplice, Francia, la antigua metrópoli colonial. 

En el 2011, para poder asegurarse su primera elección a la presidencia, este eterno conspirador político, tuvo que pagar un alto costo a favor de su aliada y amiga. Francia no desaprovechó la voluntad entreguista del candidato Ouattara, para exigirle, una vez que llegue a la presidencia, la renovación casi de por vida, de los famosos Acuerdos de Exploración y Explotación de sus ingentes recursos naturales que vencían en el año 2012 y que todos los gobiernos marfileños pro-occidentales habían ratificado.

        “Gbagbo fue arrestado, vejado y recluido injustamente

           en una celda de la Corte Penal Internacional CPI,

               en el aciago período post-electoral del 2011”

Recordemos que estos nuevos acuerdos económicos firmados entre ambos países, tenían una vigencia de 90 años y autorizaban a las empresas francesas a tomar control del 80% de las riquezas naturales (mineras, agrícolas, gasíferas, petroleras, forestales e hídricas) de Costa de Marfil. Estos Acuerdos estaban tipificados como “contratos-ley”, lo cual quiere decir que tenían la protección y el blindaje constitucional, es decir, eran irrevocables. En otras palabras, el expolio y el saqueo de los recursos naturales de Costa de Marfil, por parte de Francia, estaban avalados por la constitución marfileña y que luego de su suscripción, se debía de empezar a implementar su ejecución de forma expeditiva a favor del gobierno de París. 

Ouattara logró ganar la presidencia en Costa de Marfil, tres veces,
gracias a las intervenciones políticas y militares de sus amigos:
los presidentes de Francia.

Habría que tener en cuenta, que estos acuerdos coloniales, que tienen carácter vinculante, vencían en el año 2012, por lo cual la potencia colonial debía de asegurarse que las elecciones del año 2011 fueran ganadas por un hombre totalmente funcional a sus intereses económicos. Por eso, ese año, el usurpador Ouattara se hace del poder a punta de bombardeos de la aviación francesa, para desechar al candidato favorito y poder tomar el control del país para privatizar, en provecho de Francia, todo lo que todavía quedaba de empresas nacionales. 


        “Desde su primera elección, Ouattara, se vio envuelto

             en fraudes electorales, manipulación política

             e intervenciones de países amigos a su favor,

       con el fin de torcer la voluntad del electoral marfileño”

Las potencias occidentales, en especial Francia y los Estados Unidos, le aseguraron a su hombre de paja, mantenerlo en el poder los años que le hagan falta y para ello debían de desaparecer a su rival y contendiente, el ex presidente constitucional Laurent Gbagbo, líder nacionalista, quien se presentaba a esas elecciones con muchas posibilidades de triunfo. Gbagbo fue arrestado, vejado y recluido injustamente en una celda de la Corte Penal Internacional CPI, en el aciago período post-electoral del 2011. Como se ve, las potencias occidentales cumplieron su palabra, solo faltaba que Ouattara cumpliera la suya. 

La implementación de este Acuerdo se empezó a ejecutar a penas se instaló el gobierno del sumiso Ouattara. Por eso, era prioritario, a toda costa, imponer a un aliado de Francia en el gobierno marfileño. De ahí, la importancia para el gobierno de París, de concretar un segundo y tercer mandato presidencial de su socio político. Que esas elecciones fueran ilegales e inconstitucionales y que hayan generado el repudio del pueblo marfileño, fueron apenas un simple detalle para el logro de los intereses franceses en África. 

Esta aptitud entreguista y servil de Ouattara hacia Francia, aunque no lo crean, es particularmente inédita e irrepetible en el concierto de los mandatarios de la Françafrique. Ni el sumiso presidente Paul Biya de Camerún, tiene ese rastrero comportamiento con su antigua metrópoli. En Camerún, Francia controlaba el 88 % de las riquezas descubiertas en territorio camerunés hasta el año 2014.

          “El Acuerdo del 2012, tenía una vigencia de 90 años

             y autorizaban a Francia a tomar control del 80%

               de las riquezas naturales de Costa de Marfil”

A pesar del control que tienen los francés del estratégico puerto de Kribi en Bolloré y del Acuerdo para la instalación de una base militar norteamericana en el norte camerunés, el presidente Paul Biya se ha negado, hasta esta el día de hoy, a prorrogar por cien años más los compromisos coloniales que lo atan a su ex -metrópoli. Se sabe que en la actualidad, Camerún es seducido por inversionistas chinos, rusos e indios, de ahí proviene el actual pragmatismo demostrado por Biya, a pesar que hasta ahora, el mandatario camerunés siempre se había plegado fácilmente a los deseos del colono blanco.

Pero lamentablemente, en el caso de Costa de Marfil, esa sana aptitud demostrada por el gobierno de Yuandé, no se advierte de parte del gobierno de Ouattara, el principal peón de Francia en el África occidental.

sábado, 26 de octubre de 2024

 

AFRICOM:

LA  BOTA  MILITAR 

SOBRE  EL  CUELLO 

DE  ÁFRICA

 Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En el 2019 se desplegaron las tropas del AFRICOM -Comando Militar de Estados Unidos en África- en 22 países africanos, estas tropas participaron en combates activos en 13 países.

El proceso de independencia que vivieron los países africanos, desde los años 60, fue un largo movimiento de resistencia y confrontación contra las potencias europeas, que terminó con la expulsión de los colonizadores del continente, o eso creyeron las nacientes naciones. En los años transcurridos desde que África expulsó a sus ex-metrópolis, ha quedado claro, lamentablemente, que los colonizadores europeos han seguido manteniendo el control sobre el continente africano por diversos medios. Más aun, en las últimas décadas, la presencia extranjera en esas tierras también ha provenido de otras potencias extra-continentales como China, Rusia y los Estados Unidos. 

Los norteamericanos siempre quisieron posar sus garras sobre el territorio africano, pero nunca se los han considerado como colonizadores. Los Estados Unidos han estado encantados con esta percepción, como una nación democrática benevolente y amante de la justicia porque es útil para su imagen global. Sin embargo, cobijados en la oscuridad, Washington ha desempeñado un papel de liderazgo en el mantenimiento de un férreo control occidental sobre África. 

Un instrumento utilizado para este fin, fue la creación en 2007 del Africom, el Comando Militar de Estados Unidos en África, un aparato militar unificado creado por el Departamento de Defensa norteamericano para las operaciones militares y de inteligencia en territorio africano. Algunos observadores señalan que, solo en 2019, se desplegaron las Fuerzas Especiales del Africom en 22 países de este continente y, en los últimos años, estas tropas participaron en combate activo en al menos 13 países. Además del combate directo, las fuerzas militares de Estados Unidos realizan operaciones de entrenamiento conjuntas con los comandos militares de la mayoría de los países africanos. Estas operaciones están cuidadosamente diseñadas para servir a los intereses estadounidenses. Si sirven al mismo tiempo a los intereses de los países anfitriones, es pura coincidencia. 

        “El 2019 Fuerzas Especiales del Africom se ubicaron

              en 22 países africanos y en los últimos años,

               estas tropas participaron en combate activo

                                en al menos 13 países”

A pesar de estas evidentes acciones militares, las declaraciones públicas difundidas por los comandantes del Africom sobre sus funciones están diseñadas para ofrecer un perfil diferente, presentándolos como un cuerpo de paz armado que sirve para cavar pozos, distribuir medicinas o construir hospitales, al mismo tiempo de proteger a las aldeas africanas de los terroristas internacionales. La realidad es que su misión es promover y cuidar las operaciones de las corporaciones o empresas transnacionales occidentales, especialmente las empresas extractivas implantadas en los yacimientos de coltan, uranio, petróleo, gas y bosques forestales. Cuando se trata del trabajo militar en África, Estados Unidos solo se siente eclipsado por los franceses. 

Bajo el pretexto de la "guerra contra el terror yihadista",
el Africom, en los últimos 10 años, se ha transformado
en un elemento desestabilizador y de tutelaje militar
en la mitad del continente africano.

Como se sabe, a pesar que Francia ha disminuido su presencia  y tutelaje militar en África, durante los últimos años (en Burkina Faso, Mali, y Níger), Estados Unidos siempre fue un entusiasta de este intervencionismo armado francés en tierras africanas. El Africom no oculta este hecho. El Comandante General de Africom, el General Michael E. Langley, dijo hace un mes: “Francia es el aliado más antiguo de Estados Unidos y un líder en la lucha antiterrorista en África. Compartimos amenazas comunes, preocupaciones mutuas y el compromiso de luchar contra las organizaciones extremistas violentas”. Ese comentario traducido, significa que Estados Unidos se asocia a Francia para proteger los intereses corporativos occidentales y tildar a cualquiera que se interponga en su camino como terrorista. A veces, esto tiene consecuencias fatales.

En 2017, cuatro soldados estadounidenses fueron asesinados en Níger. El Pentágono no explicó claramente el motivo de su presencia en ese país, pero es probable que su misión estuviera relacionada con el hecho de que durante décadas la empresa francesa Areva ha extraído uranio en Níger para consumo francés y había establecido operaciones anti-terroristas en la nigerina ciudad de Arlit. En 2013, Francia comenzó a temer ataques a estas instalaciones y desplegó tropas para protegerlas. Estados Unidos también tenía tropas en la región, probablemente para ayudar a los franceses. Cuatro soldados norteamericanos pagaron con sus vidas, la protección de intereses franceses en Níger. 

         “El Africom forma parte de una estrategia geopolítica

           de los Estados Unidos para el continente africano,

            que comprende intereses: económicos, militares,

                     comerciales y de hegemonía global”

Libia en el 2011, también fue el escenario de la intromisión militar conjunta de franceses y estadounidenses, que finalmente sumió al país en un caos total y violento. El objetivo era frustrar los esfuerzos del fallecido líder libio Muamar Gadafi por establecer una moneda panafricana (que devaluaría el franco francés) y hacerse con el control de los campos petroleros de este país magrebí. 

Los ingentes recursos invertidos en el adiestramiento a los
ejércitos africanos, por parte de los EEUU, deberían
orientarse al desarrollo social y económico de esas naciones.

La presencia del Africom forma parte de una estrategia geopolítica de los Estados Unidos para el continente africano, que considera prioritariamente intereses económicos, militares, comerciales y de hegemonía global. Es evidente el interés y la dependencia de los norteamericanos por los recursos naturales africanos, fundamentalmente los energéticos, vitales para garantizar la seguridad energética de los Estados Unidos. A medida que la demanda mundial de fuentes energéticas aumenta y crece la inestabilidad en la región del Oriente Medio (Gaza, Irán, Siria, Líbano amenazados por el expansionismo de Israel), se manifiesta la dependencia estadounidense de la capacidad africana de producción de petróleo. Por tanto el Africom se plantea también como un elemento para lograr la estabilidad en la región del Delta del Níger (Nigeria es el principal exportador africano de petróleo a EE.UU) y en el Golfo de Guinea. 

      “Mientras aumenta la inestabilidad en el Oriente Medio

          (Gaza, Irán, Siria, Líbano amenazados por Israel),

     se manifiesta el creciente interés de los EE.UU por África”

Por otro lado, la acelerada expansión de la influencia de China en África, también se plantea como un desafío para EEUU. China es el segundo mayor consumidor de energía del mundo y busca nuevos mercados que explorar y explotar. La creciente presencia de China en África, estableciendo alianzas estratégicas, sin tener en cuenta las políticas internas de los países, sino con ánimo comercial y bajo el principio de no interferencia, lo convierte en un competidor estratégico para los intereses energéticos de EEUU en el continente. 

Como vemos, los intereses geopolíticos y económicos de occidente y en particular de los Estados Unidos en África, perjudican la independencia y el desarrollo de los países africanos. Pero son solo los africanos, los únicos que podrán desprenderse de ese lastre de colonialismo, disfrazado ahora de asistencia militar, lo cual será muy difícil, en la medida que la bota militar norteamericana siga presionando el cuello de África.

 

 

 

viernes, 18 de octubre de 2024


R.D DEL CONGO:

ENTRE EL CONFLICTO ARMADO Y EL PERIODISMO

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Cada fotografía del artista congoleño Moses Sawasawa, trasluce un humanismo innato que es difícil
de conseguir al mostrar las imágenes que genera todo conflicto armado, pero el fotógrafo
africano lo logra con gran maestría. 

África es una de las regiones del mundo más afectadas por la crisis de refugiados, albergando a más del 26 % de la población de desplazados del mundo, según el último informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ACNUR. A esto hay que sumar los refugiados internos, los que se mueven a otras regiones de su mismo país huyendo de la persecución, la violencia y el cambio climático. En el caso de RD del Congo, han abandonado sus hogares más de 6,9 millones de personas, producto del actual conflicto armado. Según ACNUR, hay más de 620 mil refugiados de RDC en más de 11 países africanos. 

La República Democrática de Congo RDC, es uno de los países más extensos del continente africano pero, sin embargo, no ocupa el espacio que debería en la agenda internacional. Es también uno de las naciones más empobrecidas del mundo. Para los ciudadanos de a pie es conocido por ser el país del coltán, debido a que posee el 80 % de las reservas mundiales de este mineral, que interesa a nivel global por su importancia para el desarrollo tecnológico de la industria de las comunicaciones. Cada uno de nosotros en su tableta o su teléfono móvil lleva un trocito de la RDC, un trocito del sufrimiento que ha supuesto para esta nación ser tan rica en esta y otras materias primas.

Más del 26% de desplazados en el mundo se ubican en África. 
En la RDC han abandonado sus hogares 6,9 millones
de personas, de ellas, 620 mil están refugiadas
en 11 naciones africanas.

Pero además, la RDC también es conocida por las secuelas de la que se conoció como la Guerra Mundial Africana (1996-2003). Conflicto armado que dejó una violencia continua, rivalidades territoriales con países vecinos (Ruanda y Uganda), incursiones de ejércitos irregulares, masacres contra la población civil y la más mediática de estas secuelas: las violaciones sexuales a mujeres y niñas. A la RDC se la ha llegado a denominar la capital mundial de las violaciones.

          “Rivalidades territoriales con Ruanda y Uganda,

         incursión de ejércitos irregulares, masacres contra 

     población civil y violaciones a mujeres y niñas, es lo que

           está generado el conflicto armado en el Congo”

Muchos consideran a la RD del Congo, como un “escándalo geográfico” en el que todo el tiempo se descubren riquezas naturales. Unas riquezas, que por décadas, los congoleños no se han beneficiado. Un país donde todas las elecciones son fraudulentas, donde no se respetan los más mínimos derechos de los congoleños. Donde la libertad de prensa e información está vedada para la población y en donde el periodismo se ha convertido en una profesión de alto riesgo.

De esta constante situación de peligro, que deben enfrentar los periodistas por encontrar la verdad de los acontecimientos y darlos a conocer, sabe mucho el reconocido y galardonado foto-periodista congoleño Moses Sawasawa. Como lo señala el mismo cronista gráfico: “mi labor desde el mismo lugar de los hechos, es tratar de poner al Congo en el radar de la prensa internacional”. Cada fotografía de Sawasawa, paradójicamente, trasluce un humanismo innato, que es difícil de conseguir al mostrar las brutales imágenes que genera todo conflicto armado, pero que el lente del periodista congoleño logra capturar con gran maestría.

En la RDC existe un archipiélago de organizaciones armadas
ubicadas en la región este del país. Estas milicias se han ido
transformándose, disolviéndose y multiplicándose.

Su valioso trabajo fotográfico lo ha expuesto en diversas muestras individuales, siendo colaborador de diferentes medios internacionales y agencias de noticias. Como lo menciona el periodista gráfico, el conflicto congoleño se ha convertido en una auténtica guerra sin fin, que se ha agudizado en el último año, al haber surgido un archipiélago de milicias armadas en el este congoleño. Las milicias se han ido transformándose, disolviéndose y multiplicándose. Por cada grupo armado, surge otro para combatirlo y otro más para oponerse al primero. Son una amalgama de guerrillas que, sin causar demasiado ruido mediático y ligadas estrechamente a la extracción y comercio de recursos naturales o al simple saqueo, continúan matando. 

      “Un país donde no se respeta los más mínimos derechos

         de los congoleños, donde no existe libertad de prensa

                   e información y en donde el periodismo 

                           es una profesión de alto riesgo”

La atomización del conflicto es tan grande que dificulta cualquier aproximación de las partes para poder negociar una posible salida pacífica. Pero la solución definitiva para esta guerra sin fin, que se vive en la RDC, no solo tiene que ver con estrategias militares, con planes ofensivos o con la conformación de comandos unificados; la paz para el Congo debe pasar principalmente por un dialogo político con Ruanda, el expansionista y agresivo vecino del Congo; por una autentica salida política al problema de los refugiados hutus; por el retiro definitivo y sin condiciones de todos los grupos armados provenientes de Ruanda y Uganda; pero sobre todo, por una verdadera transformación del Estado congoleño.

Una autentica transformación en que la población congoleña tome parte en las decisiones políticas sobre la distribución y acceso a sus recursos naturales, y en las decisiones que involucren el pleno respeto a sus derechos de participación política y libertades democráticas, sin olvidar la plena vigencia del derecho a la información y el respeto al periodismo. 

Las imágenes de Sawasawa, que ilustran esta nota, son parte de un dossier fotográfico que ha recibido varios premios internacionales, por su impecable labor de difundir, con el mayor rigor periodístico, la lacerante situación de violencia que padece, desde hace décadas, su entrañable país.









miércoles, 16 de octubre de 2024

 

NGOUABI – SANKARA:

VIDAS PARALELAS

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Marien Ngouabi de la República del Congo y Thomas Sankara líder de Burkina Faso, fueron dos figuras revolucionarias que marcaron la historia reciente del continente africano. Con ideales comunes de cambio para su sociedad, con los mismos enemigos de clase y con un final violento para ambos.

Descubriendo la historia de los líderes africanos contemporáneos, encontramos a dos hombres que fueron vitales en el devenir histórico de sus respectivos países: Marien Ngouabi presidente de la República del Congo (1969-1977) y Thomas Sankara líder revolucionario de Burkina Faso (1983-1987). Ngouabi como Sankara eran destacados soldados del regimiento de paracaidismo. El primero formado en Estrasburgo y el segundo en la montañosa ciudad francesa de Pau. 

El líder congoleño luego de derrocar al presidente Alphonse Massamba-Débat en 1969, crea el Consejo Nacional de la Revolución. Mientras Sankara toma el poder, la histórica noche del 4 de agosto de 1983, y establece un Consejo Nacional Revolucionario en Burkina Faso. Durante su mandato, era común ver al presidente Ngouabi por las calles de Brazzaville haciendo footing diariamente a las 6 de la mañana. Otro deportista era también el Capitán-Presidente Sankara, quien desde temprano solía a montar bicicleta por los barrios pobres de Uagadugú. 

En el Congo de Ngouabi, como en la Burkina de Sankara, el órgano central de la revolución estaba compuesto de 30 miembros, entre ellos 12 militares, entre los que destacaba, en el caso del proyecto congoleño, un joven teniente, muy próximo al presidente Ngouabi: Denis Sassou Nguesso. En Burkina Faso, entre los 12 capitanes de la cúpula revolucionaria, se ubicaba en un lugar privilegiado, el compañero y amigo personal de Sankara, un joven oficial llamado Blaise Compaoré. 


           “Ngouabi creó el primer Estado marxista-leninista

              de África.  Su concepción de nacional lo acercó

                  a China y a Rusia, imponiendo un discurso

                             anticolonialista y anti-francés” 

Precisamente, la desgracia que abatió a estos dos líderes africanos, provino de personajes muy cercano a ellos. Marien Ngouabi será asesinado brutalmente por hombres enviados por un felón como Deniss Sassou Nguesso. Mientras que Thomas Sankara morirá abatido por orden de su compañero de promoción, camarada de armas, Ministro de Justicia y verdugo Blaise Compaoré, el 15 de octubre de 1987.

La desgracia que abatió a ambos líderes africanos, provino de 
personajes muy cerca a ellos, quienes representaban intereses
políticos y económicos de países occidentales.

Aquella mañana del 18 de marzo de 1,977, Marien Ngouabi comenzó su día impartiendo clases en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Brazzaville, donde compartía la docencia universitaria con el honroso cargo de Presidente de la República del Congo. Conforme con sus ocupaciones oficiales, el mandatario regreso de la casa de altos estudios al Estado Mayor del Ejército para recibir al Presidente del parlamento, Alphonse Mouissou-Poaty, y luego al Cardenal Emile Biayenda, en una muestra de su pensamiento de unidad nacional en todos los órdenes.

Se consideraba al país como el primer Estado marxista-leninista de África: él fundó el Partido Congolés del Trabajo como única organización política legal. Su concepción de la construcción nacional lo acercó a China y a la entonces Unión Soviética, a la vez que en su discurso ponía siempre en claro una posición anticolonialista. 

                    “Sankara, dirigió un gobierno que tenía

         como fundamentos centrales: barrer con la corrupción

                    y reducir la grave influencia de Francia

                             en las decisiones de gobierno

Ese día un comando armado tiroteó la residencia del mandatario, de allí la víctima fue trasladada urgentemente al hospital militar de Brazzaville y poco después el medico fornece lo declaraba muerto, el cuerpo del presidente había sido acribillado a balazos.  

Thomas Sankara, considerado por muchos burkineses como el Che Guevara africano, dirigió un gobierno que tenía como fundamentos centrales: barrer con la corrupción y reducir la grave influencia que tenía la ex-metrópoli francesa en las decisiones de gobierno. El jefe militar y líder nacionalista era sin duda, un inconveniente para los intereses políticos occidentales en la región subsahariana, como 30 años antes lo fue el Primer Ministro congoleño Patricio Lumumba, cuyo temprano deceso retrasó los cambios políticos democráticos en el continente. 

       “La desgracia que abatió a estos dos líderes africanos,

                 provino de personajes muy cercano a ellos.

                Ngouabi será asesinado por un felón como

                               Deniss Sassou Nguesso.

               Sankara morirá por orden de su compañero,

            camarada de armas y verdugo Blaise Compaoré”

El magnicidio de Sankara desencadenó un largo proceso penal, que implicó a su sucesor en el poder, Blaise Compaoré, quien tuvo que retornar del exilio en Costa de Marfil, luego que una revolución popular lo desalojara del poder el 31 de octubre de 2014.

Según declaró el otrora “señor de la guerra” liberiano Prince Johnson, la confabulación contra Sankara estaba condicionada por la permanencia en territorio burkinés de la facción guerrillera liberiana a la cual pertenecía, y eso, de hecho, solo era posible con el apoyo e influencia activa de jefes militares complotados contra el presidente.

Tras el fatídico golpe de Estado de 1,987, que derrocó y culminó con la muerte de Sankara, Compaoré describió el asesinato como accidental, lo cual nadie creyó, mientras ejecutaba lo que llamó una “rectificación” de la revolución, en tanto revertía todas la medidas y políticas progresistas aplicadas por su antecesor. 

Los herederos de Sankara tuvieron que esperar 27 años, de una férrea dictadura, para poder derribar al asesino y traidor de Compauré, mientras que en el Congo-Brazzaville, los hijos y nietos de la revolución de Ngousbi, muy posiblemente serán testigos de la caída de Sassou Nguesso, el intrigante y déspota tirano, que luego de más de 35 años, usufructuando ilegalmente el poder, tendrá que ser derrotado por los herederos de una revolución que él traicionó.

Al margen de algunas particularidades la proximidad vivencial de ambos personajes no fue una casualidad. Por su formación profesional, sus convicciones políticas, sus anhelos de cambio social y por su trágico final, ambos líderes africanos aún si conocerse, tuvieron vidas paralelas.