¿QUÉ PASA EN YIBUTI?
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
La grave crisis
presupuestal que sumió a los Estados Unidos, las últimas dos semanas, en una
parálisis parcial del gobierno federal, no ha sido óbice para el desembolso, de
más de 170 millones de dólares
destinados al mantenimiento de sus bases militares instaladas en Yibuti. Un
pequeño país del África oriental, que es invisible para los radares de la
prensa internacional, pero que se ha convertido, en los últimos años, en una
pieza clave para los norteamericanos, en su estrategia antiterrorista contra
los grupos islamistas que operan en el continente africano.
La República de Yibuti,
un país con un paisaje lleno de desiertos, es el más reducido territorio
continental del África, con apenas 23,000 kilómetros cuadrados y una población
que bordea el medio millón de habitantes, tiene en su ubicación geográfica, su
más preciado valor estratégico. Yibuti ocupa territorialmente la punta del
Cuerno de África, compartiendo fronteras con tres países claves de la zona, por
el sur con la inestable y temida Somalia, por el oeste con la potencia militar
de la región: Etiopía, por el norte con la enigmática Eritrea, reciente
santuario de grupos yihadistas y por el este Yibuti está situada en la entrada del
Mar Rojo, frente al Golfo de Adén, la zona de mayor tráfico petrolífero del
mundo.
Desde el atentado del 11S, EE.UU incluye a Yibuti en su estrategia global contra el terrorismo, aumentando de 30 soldados en el 2002, a 12,500 efectivos destacados para este año. |
La única base militar
de los EE.UU en África, reconocida oficialmente por el Pentágono, es Camp
Lemonnier, el antiguo campo de la Legión Extranjera instalado por Francia a
principios del siglo XX, ubicado en la actual Yibuti, que desde el 2002 se
estableció allí el CJTF-HOA, indescifrable conglomerado de siglas -muy al gusto
de las Fuerzas Armadas norteamericanas- que esconde el nombre de “Fuerza de
Tarea Combinada Conjunta del Cuerno de África”. Su área de operaciones
alcanzaba desde las Islas Seychelles, en el Océano Índico, hasta Eritrea, en el
Mar Rojo, pasando por Tanzania, Uganda y Etiopía, entre otros países. Pero la
llamada área de interés (un subterfugio para ampliar su zona de influencia
militar) abarca desde las islas Mauricio y Madagascar, Mozambique, la República
Democrática del Congo, hasta alcanzar el Magreb y el centro de África,
recientes escenarios de conflictos en vías de agravamiento.
“Esa es la función de
Yibuti, el rol del Estado vigía,
que por su estratégica ubicación, vigila los intereses
económicos y geopolíticos
de las grandes potencias”
Como vemos, el valor
geopolítico y estratégico del pequeño y casi desconocido Yibuti, está más que
valorado, por la primera potencia militar del mundo. Pero no siempre fue así,
Yibuti tiene una milenaria y rica cultura registrada en la poesía, la tradición
oral y los cantos de sus pueblos nómadas, que se remontan miles de años atrás a
un tiempo en que los habitantes de estas tierras comerciaban con pieles a base
de trueques con perfumes y especias provenientes de China e India. Mientras la
antigua Europa no salía de sus fronteras, los africanos yibutís ya surcaban el Océano
Índico rumbo a oriente. A través de los contactos estrechos con la Península Arábiga
por más de mil años, las tribus somalíes y afar -etnia originaria de Yibuti- se
convirtieron en uno de los primeros pueblos del continente africano en aceptar
el Islam.
Camp Lemonier, antiguo campo de la Legión Extranjera francesa, convertido hoy en la única base militar norteamericana en el África, reconocida por el Pentágono, ubicada en Yibuti. |
En 1977 los franceses
le conceden la independencia, pero Yibuti sigue dependiendo de la ayuda económica
de la antigua metrópoli, a cambio de la presencia de bases militares francesas en su territorio,
las cuales cuidaban sus intereses económicos reguardando las rutas del petróleo.
Durante más de veinte años un solo partido político dirigido por su único líder
Hassan Gouled Aptidon, un aliado incondicional de los franceses, gobierna con
mano dura este pequeño país.
Pero durante los años noventa, la estrella de Aptidon empieza apagarse, cuando se inicia una guerra civil entre los issas, de origen somalí los cuales siempre habían detentado el poder y los puestos claves en el gobierno y los afar, tribu oriunda de estas tierras, pero que se consideraban excluidas de toda participación en el poder. Ante la incapacidad del gobierno de poner fin a este conflicto, en 1999 los franceses obligan a Aptidon a renunciar, dejando el poder en manos del actual presidente Ismail Omar Guelleh, quien en el 2001 auspicia un Tratado de Paz entre ambas fracciones, a través de la conformación de un gobierno de coalición entre las dos comunidades tribales.
Luego del atentado del 11 de setiembre del 2001 en los EE.UU, los norteamericanos revalúan las condiciones geoestratégicas de Yibuti, incluyendo a este país en su estrategia global contra el terrorismo islamista. Al año siguiente, empiezan a desplazarse los primeros efectivos militares a este país, y los primeros desembolsos presupuestales para el equipamiento de sus bases militares. Solo habría que comparar, con los 30 soldados norteamericanos que llegaron el 2002 a Yibuti, con la actual dotación de efectivos que sobrepasan los 12,500 soldados. Así como el primer presupuesto del 2002 que no llegaba a los 200 millones de dólares, mientras que para este año, con el último desembolso, excede los 5,600 millones de dólares.
Pero durante los años noventa, la estrella de Aptidon empieza apagarse, cuando se inicia una guerra civil entre los issas, de origen somalí los cuales siempre habían detentado el poder y los puestos claves en el gobierno y los afar, tribu oriunda de estas tierras, pero que se consideraban excluidas de toda participación en el poder. Ante la incapacidad del gobierno de poner fin a este conflicto, en 1999 los franceses obligan a Aptidon a renunciar, dejando el poder en manos del actual presidente Ismail Omar Guelleh, quien en el 2001 auspicia un Tratado de Paz entre ambas fracciones, a través de la conformación de un gobierno de coalición entre las dos comunidades tribales.
Luego del atentado del 11 de setiembre del 2001 en los EE.UU, los norteamericanos revalúan las condiciones geoestratégicas de Yibuti, incluyendo a este país en su estrategia global contra el terrorismo islamista. Al año siguiente, empiezan a desplazarse los primeros efectivos militares a este país, y los primeros desembolsos presupuestales para el equipamiento de sus bases militares. Solo habría que comparar, con los 30 soldados norteamericanos que llegaron el 2002 a Yibuti, con la actual dotación de efectivos que sobrepasan los 12,500 soldados. Así como el primer presupuesto del 2002 que no llegaba a los 200 millones de dólares, mientras que para este año, con el último desembolso, excede los 5,600 millones de dólares.
“Yibuti tiene uno de los más bajos
Índices de Desarrollo Humano del mundo
ocupa el puesto 151 de 178 países estudiados”
Pero esta omnipresente
presencia militar norteamericana no parece tener ningún impacto positivo en el país,
a pesar de los millones de dólares que los EE.UU destinan a su aliado, Yibuti
tiene uno de los más bajos Índices de Desarrollo Humano del mundo, ocupa el
puesto 151 de los 178 países estudiados. Más de la mitad de la población está
desocupada y cerca de la mitad es analfabeta. La esperanza de vida promedio en
Yibuti es de apenas 43 años, es un país con una de las tasas de mortalidad
infantil mayores del mundo, donde muchas mujeres todavía sufren el horror de la
mutilación genital. Pero a pesar de todos estos espantos, para los EE.UU es el
lugar apropiado, es un buen aliado, es un buen Estado Cliente.
Las potencias occidentales desde Yibuti, controlan el Mar Rojo, están alertas a cualquier acción subversiva en Somalia y Yemen, mantienen la presión sobre Eritrea y vigilan a Etiopía. |
Esa es la función de
Yibuti, el rol del Estado vigía, que por su estratégica ubicación, vigila los
intereses económicos y geopolíticos de las grandes potencias. Pero que a cambio, su población eternamente
postergada, no recibe nada para su desarrollo, ni para mejorar sus condiciones
de vida. Los EE.UU podrían invertir, tan solo el 0.5% -lo que significa 2,8
millones de dólares- del presupuesto anual que destinan para mantener su presencia
militar en Yibuti, en cubrir las necesidades básicas de una población de medio millón de yibutís.
Pero para los norteamericanos, estos gastos están fuera de sus cálculos presupuestales, porque lo más importante para ellos es defender sus intereses en África, sin pensar en otros gastos secundarios.
Pero para los norteamericanos, estos gastos están fuera de sus cálculos presupuestales, porque lo más importante para ellos es defender sus intereses en África, sin pensar en otros gastos secundarios.
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