martes, 2 de julio de 2024

 

LA ENCRUCIJADA SUDANESA

 Por: Javier Fernando Miranda Prieto  

El conflicto armado en Sudán ha generado, en los trece meses de acciones, miles de muertos y heridos 
y más de un millón de desplazados. Lo que podría configurar una tragedia humanitaria.

En regiones como Europa o Latinoamérica, un golpe de Estado o conflictos armados en el África, no suelen ser una noticia de peso. Pero esa displicencia con las tragedias africanas no nos ennoblece para nada. Implica ignorar que formamos parte del mismo mundo, y que la violencia armada que vive la República de Sudán desde hace un año, y que está dejando infinidad de muertos no importa. En la actualidad, este conflicto ha generado miles de muertos y heridos y más de un millón de desplazados. Además de una inestabilidad que puede volver a sumir a este país en una tragedia humanitaria de espantosas dimensiones.

                       “Sudán es vista con mucho interés

                      por potencia como: Estados Unidos,

                                     China y Rusia”

La llave de este conflicto está en una disputa furiosa por el poder: el general del Ejército Abdel Fattah al-Burhan, que gobierna de facto, está enfrentado a su antiguo socio, el jefe paramilitar Mohamed Hamdan. También conocido como ‘Hemetti’, Hamdan es alguien que lidera las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo de sicarios asesinos, que, junto con su ahora enemigo, pretendieron liderar la transición tras la caída del tirano Omar al-Bashir en el 2019. Ambos prometieron que llegaría un gobierno civil, y justo cuando esto parecía hacerse posible comenzaron a enfrentarse furiosamente.

La disputa furiosa por el poder entre el jefe paramilitar Mohamed
Hamdan y el general Abdel Fattah al-Burhan, originó este conflicto
armado de impredecibles consecuencias. 

Cabe recordar, que tanto la caída de la dictadura como la conformación del breve gobierno de transición, fue generada por la heroica lucha del pueblo sudanés en las calles, movimiento popular, que en este momento se ha replegado ante la incontrolable violencia armada.

Uno de los nudos perversos de esta asonada, que podría agudizar esta guerra civil, es la presencia de importantes minas de oro en el norte del territorio sudanés. Según la BBC, hay cerca de 40 mil sitios de donde se extrae. La codicia inocultable por esa riqueza ha activado dos males en grado sumo: la violencia armada y el desastre ambiental.

              “La llave de este conflicto es la lucha furiosa

                       por el poder entre dos caudillos

                           militares inescrupulosos”

Las cantidades de mercurio y arsénico que se utiliza para sacarla son de horror, al punto que ha provocado alarma en la Organización Mundial de la Salud OMS. Pero, como suele ocurrir, a ninguno de los bandos en pugna, eso le importa mucho. La sed de poder, y de oro en este caso, ha hecho que ambos choquen sin piedad, mientras la población sufre los estragos de tal miserable pelea.

Por si no bastara, a pesar de su pobreza y su inestabilidad, Sudán es visto con interés por potencias como Rusia, Estados Unidos y China. Para el Kremlin, lo que interesa es instalar una base militar en el mar Rojo; para Estados Unidos, contener a Rusia, pero también a China, que a la vez pretende ampliar su esfera de influencia, especialmente en el campo económico y comercial, dentro de su mega-proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, en donde el territorio africano tiene un rol fundamental.

Sudán, enclavada en el "Cuerno de África", podría convertirse 
en un factor desestabilizador en toda esta región.

La consecuencia fatal es lo que estamos viendo: toma de ciudades a punta de metralla, y una población civil no solo ninguneada sino, además, con escasas posibilidades de propiciar un régimen mínimamente democrático. Incluso si se logra, los dos señores de la guerra tendrán influencia en un nuevo Gobierno, porque finalmente las minas de oro siguen allí brillando.

Ojalá hubiera fuerzas de apoyo rápido para alcanzar una negociación. Aunque todo indica que, como en Ucrania, Siria o Yemen, en este conflicto se jugará al cansancio, al agotamiento militar. A la espera de ello, los ciudadanos serán diezmados, primero por las armas y luego quizás por el hambre. Porque en esta aldea global, más vale un lingote reluciente de oro que la vida de un niño sudanés.

 

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