jueves, 19 de junio de 2014

COSTA  DE  MARFIL:
LOS  VENCEDORES  SIEMPRE  ESCRIBEN  LA  HISTORIA

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Anclada en la costa occidental del continente africano, Costa de Marfil es el mayor productor de cacao en el mundo
y también es rico en café, madera y petróleo, de ahí el interés de Francia, su antigua metrópoli de seguir
controlando su economía. 


El escritor e historiador español José María Gironella, autor de uno de los estudios más completos sobre la Guerra Civil Española, decía que en esta conflagración fratricida habían muerto 500 mil personas y en la postguerra otro medio millón.  Luego de la guerra, cuando llegó la paz los vencedores tomaron venganza contra los perdedores.   

Este dramático hecho, no es una excepción cuando hablamos de guerras civiles o enfrentamientos fratricidas. Los vencedores de una confrontación siempre hacen la ley y cuando alcanzan el poder persiguen, hostigan y eliminan a sus adversarios y luego escriben la historia. La diferencia es que antes solía ocurrir bajo regímenes autoritarios, como en el caso del franquismo. Pero ahora, sucede en lugares en los que se celebran elecciones.

Este mes de abril hemos recordado el genocidio en Ruanda, una autentica tragedia que conmocionó al mundo y que lamentablemente, oculta otra historia menos conocida, pero igual de dramática, que también tuvo lugar en suelo africano y que marco la vida de muchas personas. Me refiero a la intervención armada de la aviación francesa y de la misión de la ONU en Costa de Marfil, que ocurrió en el 2011 y que resultó en el bombardeo inmisericorde de la capital económica del país, la ciudad de Abiyán, durante una interminable semana, antes de poner fin al estallido de violencia que surgió luego de las elecciones presidenciales de diciembre del 2010.

Vista  de los bombardeos de la aviación francesa sobre Abiyán, durante
las jornadas de violencia post electoral del 2011. Francia intervino
para apoyar a su candidato aliado
.
Para ubicarnos mejor en esta historia, habría que recordar que Costa de Marfil, la ex colonia de Francia que se independizó en 1960, comparte la amplia costa atlántica de África, frente al Golfo de Guinea. Siempre gozó de grandes perspectivas económicas por sus ingentes recursos naturales; es el mayor exportador de cacao en el mundo y también es rico en café, madera y petróleo. Sin embargo, su historia política estuvo signada por una estabilidad institucional a la medida de los intereses económicos de su antigua potencia colonial, en marcados en frecuentes periodos de violencia. Uno de esos periodos agitados se vivió a partir del 2002, con la polarización del país –tras un golpe de Estado- y la guerra civil posterior.

Un gobierno de concertación nacional surgió en el 2006 presidido por un moderado Laurent Gbagbo, quien mantuvo la nación en una tensa y frágil estabilidad, hasta las elecciones presidenciales convocadas para diciembre del 2010. La violencia vivida en Costa de Marfil, hasta ese año, se podría explicar por recurrentes rivalidades caudillistas, diferencias regionales, enfrentamientos étnicos y hasta por antagonismos personales. Pero en las elecciones del 2010 por primera vez se presentaba un proyecto de desarrollo alternativo para el país; antagónico al tradicional modelo de dependencia heredado del periodo colonial.

Costa de Marfil desde su independencia, como muchos países africanos, seguía dependiendo de su antigua metrópoli; Francia dominaba todos los resortes de su economía para beneficio de sus propios intereses. Este país tiene una moneda controlada por Francia, un Banco Central impuesto por Francia. En realidad el agua, la luz, el transporte, los puertos, el sector exportador está controlado por empresas extranjeras, en especial francesas y norteamericanas.

Luego de las cuestionadas elecciones del 2010 se desata una violencia en
 todo el país entre ambos bandos políticos, dejando más de 30,000
muertos y cientos de miles de desplazados.
Contra esta situación, se levantó la postulación del ex presidente provisional Laurent Gbagbo y su Frente Patriótico Marfileño -FPM-, convertido en un reformista radical, en un candidato con un discurso nacionalista, que postulaba la creación de un Estado distribuidor de la renta petrolera y agrícola, un Estado fuerte que enfrente a los egoístas intereses foráneos. La gran mayoría de marfileños se adhirieron al discurso y a la campaña de Gbagbo, más que por él mismo, por un sentimiento liberador para Costa de Marfil y también por una postura frente a Francia, de la que querían independizarse realmente. Pensaban que Gbagbo era la mejor opción para una independencia real.

Los marfileños, tenían fresca en su memoria la actitud prepotente y abusiva  de Francia contra su país, durante la guerra civil (2002-2006) los bancos franceses que operaban en Costa de Marfil contribuyeron a la asfixia económica de esta nación. En el 2004, las tropas francesas destacadas en territorio marfileño, para supuestamente pacificar el país, atacaban a civiles desarmados en las calles de Abiyán matando a 64 personas, bombardearon a la gente en otras ciudades y la comunidad internacional no dijo nada al respecto y eso no se podía olvidar.

Para las elecciones del 2010 Francia tenía muchos intereses en juego, por eso apostó a Alassane Ouattara como su candidato, un político oportunista que siempre había rondado el poder, un eterno conspirador. El día de las elecciones, se produjo algo muy curioso, luego de los escrutinios, el Tribunal Constitucional, los observadores de los países africanos de la Unión Africana -UA- dan como ganador a Gbagbo, simultáneamente los delegados de Francia y los Estados Unidos apoyan los reclamos de los seguidores de Ouattara, lo que provocó cruentos y violentos enfrentamientos entre ambos bandos. A los pocos días, Francia le tuerce la mano al ente electoral y éste le dan el triunfo al candidato pro francés.

Manifestantes protestan en Abiyán, a favor de la libertad del presidente
Laurent Gbagbo, quien es derrotado mediante un fraude en las
elecciones del 2010. 
Entonces se produce, ante tanta violencia, una parálisis política, tras la negativa de Gbagbo a reconocer como legítimos, los resultados del fraude. Después de cuatro meses de brutales enfrentamientos, que llenaron las calles de muertos, heridos y desplazados, a fines de marzo del 2011, las bandas de mercenarios armados por Ouattara lanzaron una ofensiva con el apoyo del ejército francés y ocuparon casi todas las zonas que estaban en poder de las fuerzas leales al ex presidente. Enl 11 de abril de 2011, soldados y aviones de la fuerza militar francesa bombardearon la artillería desplegada por tropas de Gbagbo, sin hacer distingo de las zonas civiles; bombardeando oficinas públicas, universidades, mercados, puentes, teniendo como objetivo militar a la misma población civil.

A los pocos días y luego de ofrecer una férrea resistencia, es detenido el ex presidente y su esposa, quienes fueron arrestados y enviados sorpresivamente a Holanda, para ser juzgado por la Corte Penal Internacional de La Haya por crímenes de lesa humanidad. Francia había cobrado con bombardeos indiscriminados la osadía de su ex colonia de elegir autoridades en contra de los intereses franceses y de paso había movilizado a contingentes de las Naciones Unidas, para darle a esta flagrante agresión, una apariencia de intervención humanitaria. La ONU se había prestado otra vez al juego de la potencia europea, para deshacerse de sus opositores políticos. Los vencedores imponían sus reglas, decretaban sus leyes y escribían la historia. Ante la pasividad de la comunidad internacional y el mutismo de la prensa mundial.

Los medios de comunicación internacional y en especial la prensa francesa, querían hacernos creer que todo iba bien en Costa de Marfil, que este país era una democracia, que Alassane Ouattara había sido elegido democráticamente por los marfileños. Dejando de lado la existencia de pruebas de fraude electoral y de violencia en todo el territorio; que habían torcido la voluntad popular a punta de bombardeos ilegales y punibles.

Campo de refugiados a las afueras de la ciudad de Abiyán. Existen en la
actualidad cerca de 150,000 desplazados en los países vecinos como
Liberia y Ghana.
Hay que ser claros en un tema, tanto los seguidores de Gbagbo como de Ouattara, fueron responsables de la espiral de violencia que se desató en su país luego de las elecciones del 2010, incluyendo graves violaciones a los derechos humanos. Pero la responsabilidad del presidente impuesto por Francia, es mucho mayor, hay denuncias comprobadas de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad que involucran a Ouattara, así como su complicidad en las numerosas muertes producto de los bombardeos de la aviación francesa contra la población civil. El balance de esos despiadados ataques fue desolador, más de 3,000 muertos, cientos de desplazados y un clima de inseguridad y venganza de todavía subsiste en el país. Fue la crisis humanitaria y de derechos humanos más grave que ha vivido Costa de Marfil.

Es por ello, que es una injusticia y un exceso de parte de la Corte Penal Internacional -CPI- y un desprestigio para esta institución juzgar al ex presidente Gbagbo de crímenes de lesa humanidad. Dado que en las audiencias de confirmación de cargos, se han hecho evidentes: la mala calidad de una acusación particularmente débil, no se han realizados investigaciones sobre el terreno, no se han ofrecido pruebas materiales, solo se han basado en testimonios dudosos y manipulables, con lo cual solo se trataría de reescribir la historia de Costa de Marfil en el sentido de hacer de Laurent Gbagbo una suerte de chivo expiatorio perfecto. Toda una vergüenza.

Laurent Gbagbo, el presidente de Costa de Marfil derrocado e injustamente
procesado en la CPI, por crímenes de lesa humanidad.
En abril del 2011 no llegó la paz a esta nación, sino la victoria. La victoria de unos vencedores que impusieron la ley, el castigo, el odio y la represión a los vencidos. Desde el gobierno se siguieron cometiendo persecuciones, violaciones y abusos a los partidarios reales o supuestos del ex presidente. 

El conflicto marfileño, no solo tuvo connotaciones políticas, sino que también existió un sesgo étnico. Los opositores de Ouattara tacharon al actual presidente de extranjero por su origen burkinés y ellos, los de Gbagbo, por su discurso nacionalista aglutinaron a los llamados “marfileños puros”. No deja de ser una historia repetida entre las muchas fronteras artificiales del continente. Otra consecuencia de la colonización y del interés europeo de trazar líneas divisorias para explotar a su antojo los recursos de África.

Amnistía Internacional ha documentado hasta el año pasado, que las fuerzas militares y policiales han arrestado y detenido al margen de la ley a miles de personas, basándose en motivaciones políticas. Los centros de detención se han multiplicado, hacinando a sus ocupantes en condiciones inhumanas. Muchas personas han sido torturadas y algunas liberadas después de pagar un rescate. Hasta el día de hoy, existen más de 150,000 personas refugiadas y desplazadas, sin haber regresado aún a sus hogares por temor a sufrir represalias del gobierno actual y muchas siguen viviendo en países vecinos como Liberia y Ghana.

Alassane Ouattara actual presidente marfileño, fue impuesto por Francia
mediante bombardeos, para cuidar sus intereses económicos.
Costa de Marfil es hasta ahora un lugar inseguro, con un nuevo ejército pretoriano creado para sostener con la represión, al gobierno de Ouattara. Las quejas entre los opositores al gobierno, incluyen el acoso a los partidos de oposición; la proscripción del partido de Gbagbo; la persecución y censura a los estudiantes universitarios y a las propias universidades; las fuertes limitaciones para la libertad de información y expresión; la inexistencia de un real proceso de reconciliación nacional; la impunidad de crímenes de guerra próximos al poder, la crítica situación de los refugiados y desplazados que todavía se encuentran en los países vecinos y el estancamiento económico del país.

La sacrificada oposición marfileña quiere recordar al mundo que el hecho de que Costa de Marfil raramente aparezca en la prensa internacional, no significa que la normalidad reine en ese país. Los vencedores no deben imponer su propia ley, ni escribir ellos solos la historia, deben de aplicar la justicia, sancionar a los culpables por los crímenes cometidos y reparar a las víctimas.  Si no lo hacen, Costa de Marfil corre el riesgo de enredarse en sucesivas crisis políticas que convertirán la reconciliación nacional en una esperanza perdida.


Foto tomada por un residente de la ciudad de Abiyán, Costa de Marfil en marzo del 2011, cuando la aviación francesa bombardea las zonas residenciales de esta ciudad, afectando a gran números de familias, dejando un saldo de
victimas mortales no precisado hasta ahora.

Columnas de humo cubren el cielo de la Ciudad más importante de Costa de Marfil, Abiyán, luego de los brutales
bombardeos de la  aviación francesa, lo que Francia llamó: "la batalla final " contra la oposición marfileña.






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