Monday, July 7, 2025

¿PARA QUÉ EXISTEN LAS NACIONES UNIDAS?

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Mientras en las NN.UU se negocian resoluciones ambiguas, niños gazatíes mueren bajo los escombros, mientras se celebran conferencias en la ONU, poblaciones palestinas son borradas del mapa.

La continuación del brutal genocidio en Gaza y la vil impunidad que siguen gozando sus perpetuadores, ha reactivado una interrogante cuya vigencia resulta cada vez más pertinente: ¿Para qué existen las Naciones Unidas? La pregunta, formulada con gran lucidez por Fidel Castro ante la Asamblea General en 1979, sigue flotando como un eco incomodo en medio del naufragio ético del orden internacional. ¿Para qué existe entonces la civilización? ¿Para qué sirve la conciencia del hombre? ¿Para qué sirven las Naciones Unidas? ¿Para qué sirve el mundo?, inquiría el líder cubano con la vehemencia de quien entendía que aquella institución, nacida del trauma de la Segunda Guerra Mundial, no había sido concebida para democratizar el poder, sino para administrarlo.

Han pasado más de cuatro décadas y los hechos históricos han respondido con crudeza. La ONU no  ha sido capaz de frenar los crímenes de guerra, ni de proteger a los pueblos, ni de garantizar un mínimo de justicia internacional. En cambio, ha funcionado como coartada institucional de poder imperial. Su estructura, lejos de ser neutral o humanitaria, está diseñada para blindar a las potencias hegemónicas frente a cualquier rendición de cuentas. El Consejo de Seguridad, órgano central de decisiones, consagra el derecho al veto como herramienta de dominación: cinco Estados (EE.UU, Rusia, Inglaterra, Francia y China) deciden qué guerra es legítima, que crimen es tolerable y que pueblo merece ser escuchado o ignorado.

No es una disfunción, es una arquitectura aceptada. La ONU, tal como está concebida, no ha sido derrotada por sus limitaciones, ha sido fiel a sus verdaderos propósitos. En la actualidad, en Gaza, la maquinaria del genocidio actúa con total impunidad, amparada por el veto de Estados Unidos, mientras hospitales, universidades y refugios son reducidos a escombros. El mundo observa, documenta, denuncia. Pero nada se detiene. El escudo del infame veto neutraliza cualquier intento de legalidad.

                        “La ONU no ha sido capaz de frenar

           los crímenes de guerra, ni de proteger a los pueblos,

          ni de garantizar un mínimo de justicia internacional”

El Secretario General, António Guterres ha manifestado su “profunda preocupación” y ha llamado a un alto al fuego. Pero ha evitado cuidadosamente nombrar el crimen por su nombre: genocidio. No por ignorancia, sino por cálculo. No por falta de pruebas, sino por exceso de presiones. En este contexto, su figura no encarna una conciencia moral global, sino una prudencia diplomática incapaz de enfrentarse al poder real. Su silencio no es neutral, es funcional. La ONU no calla por impotencia, sino por conveniencia.

Mientras se negocia el lenguaje de resoluciones ambiguas, niños gazatíes mueren bajo los escombros; mientras se celebran conferencias para explorar salidas sostenibles, poblaciones palestinas enteras son borradas del mapa. El aparato multilateral se ha convertido en una escenografía cínica, donde la diplomacia opera como simulacro y el derecho internacional se aplica selectivamente, según convenga a los intereses de los poderosos.   

La historia reciente lo confirma: la ONU no detuvo la invasión de Irak ni la ocupación de Afganistán. No evitó el colapso de Libia, ni la catástrofe humanitaria en Siria. No ha puesto fin a los bloqueos ilegales a Cuba, Venezuela o Gaza. No ha impedido el saqueo sistemático a los países del África subsahariana ni la expansión sin freno de la OTAN. Su papel, más que garantizar la paz, ha sido administrar la impunidad.

                     “En Gaza, el genocidio actúa con total

              impunidad amparado por el veto de los EE.UU,

       mientras hospitales y refugios se reducen a escombros”

Ya en 1964, en su histórico discurso ante la propia Asamblea General, Ernesto Che Guevara lo advirtió con crudeza: “Esta gran entidad que es la ONU ha fracasado en su intento de llevar la paz al mundo”. Con claridad profética, el Che denunció la hipocresía de las potencias que hablaban de paz mientras financiaban masacres. “El imperialismo ha cometido y comete crímenes horrendos en todas partes del mundo”. Hoy, su advertencia resuena con idéntica urgencia.

La necesaria reforma de las Naciones Unidas no puede reducirse a un simple ajuste de procedimientos ni a una redistribución cosmética de escaños. Implica desmantelar con urgencia el derecho de veto,  democratizar el sistema de toma de decisiones y someter a todas la naciones, grandes o pequeñas, al amparo de una legislación internacional justa. Para que haya paz, debe de haber justicia; y para que haya justicia, debe existir equidad y verdad. Esa verdad -incomoda y evidente- que es el actual sistema multilateral, que no representa a los pueblos del mundo, sino a las elites que gobiernan sobre ellos.

Hasta que no se transforme radicalmente la arquitectura institucional de las NN.UU, la pregunta de Fidel seguirá resonando no como una simple crítica, sino como una acusación moral contra todo el orden internacional fallido: ¿Para qué existen las Naciones Unidas? Si no es para detener un genocidio, si no es para evitar la guerra, si no es para proteger a los débiles del abuso de los fuertes….entonces, quizás existen para nada.

Thursday, July 3, 2025

 

RD DEL CONGO - RUANDA:

“LA PAX AMERICANA”

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Entre la Ministra de Relaciones Exteriores de la RD del Congo y su homologo ruandés, el presidente Trump,
estampa su firma en el Acuerdo de Paz que aspira ha poner fin a décadas de violencia armada
en el Este del Congo. 

Cuando la gente oye la palabra genocidio, probablemente  piense en Gaza, tal vez también en Sudán. Sin embargo, el peor genocidio del mundo ha ocurrido durante casi tres decenios en la República Democrática del Congo RDC a raíz de las sucesivas guerras, lidiadas con gran crueldad, por el control de un territorio rico en minerales estratégicos.

La guerra de 1998 al 2012, el ejército nacional congoleño combatió contra milicias locales y los ejércitos de las vecinas Ruanda y Uganda, mientras que seis Estados africanos intervinieron como fuerzas de pacificación. Los cálculos aproximados del número de víctimas en aquel conflicto oscilan entre cuatro y seis millones de personas. Ahora ha vuelto a estallar la violencia, desde que en enero de este año la milicia del M23, apoyada por Ruanda, expulsó al ejército congoleño de la ciudad de Goma. En febrero, la capital de Kivu Sur, Bukavu, se rindió a la banda armada sin poner resistencia.

Desde que las milicias mercenarias del M23 invadieron las provincias estratégicas de Kivu Norte y Kivu Sur y capturara las respectivas capitales, Goma y Bukavu, se sabe que han muerto más de 3 mil personas. Periodistas locales han informado que las calles de estas ciudades siguen cubiertas de cadáveres, de los que muchos son civiles. 

Hay que tener en cuenta, que ambas provincias congoleñas junto con Katanga ubicada más al sur, albergan vastos yacimientos de minerales estratégicos como; oro, diamantes, coltán, cobalto y 17 llamados metales de tierras raras que se precisan para la creación de dispositivos electrónicos de toda clase, además de otros minerales como litio, necesarios para las baterías de coches eléctricos.

                  “Estamos asegurando para los EE.UU

                      muchos de los derechos minerales

                     del Congo como parte del Acuerdo”

Ante esta situación y en un esfuerzo de poner fin a la violencia sistémica generada en esta región africana, el presidente norteamericano Donald Trump, el pasado 27 de junio, en Washington, firmó un acuerdo de paz entre la República Democrática del Congo y Ruanda,  con el fin de poner fin a este lago conflicto, al menos así lo indicaba el documento.

Según el comunicado conjunto emitido por las partes, el muy publicitado acuerdo de paz incluye disposiciones como:

Respeto a la integridad territorial y cese de hostilidades: Las partes acuerdan no participar, apoyar ni tolerar ninguna incursión militar ni ningún otro acto que amenace la paz y la seguridad de la otra parte.

Separación, desarme e integración condicional de los grupos armados no estatales: Según recoge el acuerdo, las partes cesaran de manera inmediata cualquier apoyo estatal a los grupos armados no estatales, excepto cuando sea necesario para facilitar la implementación de este Acuerdo.

Facilitación del retorno de los refugiados y de los desplazados internos, junto con el acceso humanitario garantizado: En este punto se establece facilitar el retorno seguro, voluntario y digno de los refugiados a sus países de origen.

Creación de un marco de integración económica regional destinado a promover la estabilidad y la cooperación a largo plazo:   Las partes utilizaran este marco para expandir el comercio exterior y la inversión derivada de las cadenas regionales de suministro de minerales estratégicos generando oportunidades de inversiones beneficiosas.

                       “Para los congoleños, el presidente

                       Tshisekedi ha dispuesto la soberanía

                       del país a manos de Estados Unidos”

Para el presidente de la RDC Félix Tshisekedi, el acuerdo firmado, “abre el camino hacia una nueva era de estabilidad”, aunque la oposición y un amplio sector de la población congoleña critican el acuerdo asegurando que el presidente ha puesto a disposición la soberanía del país a manos de Estados Unidos.

Para Washington, este acuerdo, elaborado bajo imagen y semejanza de sus intereses, auspicia el camino para una estabilidad duradera, “solo mediante su implementación serán posibles los resultados esperados en términos de paz y desarrollo”, declaró el portavoz de la Casa Blanca.

                    “Reducir la influencia china en África

                          es una de las prioridades de la

                               Administración Trump”

Como sabemos, la RDC es conocida por ser una de las naciones más ricas en recursos naturales del mundo, con una gran cantidad de minerales estratégicos. El coltán, por ejemplo, es un mineral clave en la fabricación de dispositivos electrónicos como teléfonos móviles y ordenadores. La gran de demanda de Coltán ha llevado a la sobreexplotación de las minas congoleñas; además, la lucha por el control de estos recursos ha alimentado, por décadas, conflictos armados en la región, causando sufrimiento a la población civil.

Es sabido que durante mucho tiempo potencias extranjeras han codiciado los recursos minerales de diferentes regiones africanas y en especial de los yacimientos congoleños. El acuerdo de Washington entre Ruanda y la RDC por el fin del conflicto guarda un interés geoestratégico económico estadounidense.

La paz en esta región congoleña supondría para los intereses de las empresas norteamericanas el acceso sin obstáculos a minerales y recursos naturales como cobalto, coltán, oro, gas natural, petróleo y un largo etcétera. Este acuerdo confirma los intereses de la Administración Trump en su carrera por la adquisición de tierras raras. El proyecto del Corredor Lobito, la construcción de un ferrocarril de más de 1,600 kilómetros que pretende atravesar el territorio angoleño hacia el Este cruzando las regiones mineras de la RD del Congo hasta llegar al llamado “Cinturón del Cobre” en Zambia, también estaría dentro de los intereses geoeconómicos de los Estados Unidos, para lo cual la “Pax Americana”, que piensa implantar en el Este del Congo, le sería muy funcional.

                     “Para los EE.UU la Pax Americana”

                 que piensa implantar en el Este del Congo

                               le sería muy funcional”

Estados Unidos no tiene ningún interés en quedarse al margen, observando cómo su principal amenaza, China, que representa el 80% del procesamiento global de minerales y tierras, se erige como el principal operador en el continente africano. Reducir la influencia china en el África es una de las prioridades para la Administración Trump.  

Históricamente, la extracción de recursos naturales en la RD del Congo ha beneficiado a corporaciones multinacionales, muchas de ellas con sede en los Estados Unidos, mientras que las comunidades congoleñas afectadas han continuado conviviendo con la pobreza.

Salta las alarmas y la preocupación sobre quiénes realmente se beneficiarán de este Acuerdo, y queda claro que los grandes beneficiados de la nueva “Pax Americana” serán nuevamente los de siempre.   

Thursday, June 26, 2025

 

LA “GUERRA PREVENTIVA”: ESA FALACIA HISTÓRICA

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Israel ataca a Irán ante la impunidad occidental, teniendo como excusa la "guerra preventiva" ante el peligro de la fabricación de bombas nucleares de parte del gobierno iraní.

Hace más de 2,400 años, exactamente en el 416 a. C, el Imperio Ateniense arrasó en un ataque “preventivo” la isla de Melos, ubicada en las costas del Mar Egeo. Mató a todos los hombres de la isla y vendió a mujeres y niños como esclavos. ¿Por qué hizo esto? Entre otras cosas, lo hicieron simplemente porque les interesaba y porque podían hacerlo y porque eran más fuertes.

A lo largo de la historia se ha usado la excusa de la “guerra preventiva” para ocultar los verdaderos motivos de ataques, invasiones, abusos, etc. de unos países sobre otros. Lo que no es otra cosa que falsos pretextos para atacar primero, o para atacar sin un motivo aparente o con intereses ocultos.

Pero si hay una constante a lo largo de la historia de las “guerras preventivas” es que se han hecho siempre contra pueblos y países a los que se estaba seguro de arrasar. Sospechoso, ¿no? ¿Alguien ha visto a Estados Unidos lanzar una guerra preventiva contra Rusia, China o Corea del Norte? No. Y es difícil que lo veamos, porque esos países tienen armas de destrucción masiva, lo que tal vez les libre de ser objetivo de los Estados Unidos, al menos directamente, ya que siempre queda el recurso de la guerra “por delegación”, como es el caso de Ucrania.

El resto de argumentos que solemos escuchar para justificar estas guerras sobre la democratización, la seguridad mundial, sobre extender un régimen de libertad, etc., no son más que excusas para justificar otro tipo de intereses.

             “¿Alguien ha visto a Estados Unidos lanzar

              una guerra preventiva contra Rusia, China

              o Corea del Norte? No. Porque esos países

                   tienen armas de destrucción masiva”

El de los atenienses hace 2,400 años era dominar la península del Peloponeso y el comercio del Mediterráneo. Y en la más reciente invasión de Irak de 2003, Estados Unidos usó argumentos similares cuando el único interés que le movía era el petróleo, algo que incluso reconoció el que fuera presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan, en sus memorias.

Por eso, cuando ahora escuchamos al criminal Netanyahu decir que ha bombardeado Irán porque está a punto de conseguir la bomba atómica no podríamos hacer otra cosa que reírnos si esto no estuviera costando vidas inocentes. 

Las relaciones internacionales no se pueden basar en mentiras ni en la ley del más fuerte, no podemos basarnos en la ley de la selva. Siempre ha habido otros caminos: la diplomacia, la presión internacional, y por qué no, la lucha contra la pobreza y la desigualdad, que tienen que ser las herramientas para la resolución de conflictos. ¿Por qué somos tan hipócritas que justificamos guerras para extender la democracia mientras en que en Sudáfrica hubo un apartheid racista durante muchos años y nadie abogó nunca por invadirlo para acabar con el régimen segregacionista?

                 “¿Por qué fue tan necesario “democratizar”

                   Irak y no Arabia Saudita? La diferencia es

                            que unos son amigos y otros no”

Hay muchos ejemplos de este tipo de contradicciones que dejan al descubierto que no se trata de guerras de prevención sino de guerras de intereses: ¿por qué fue tan necesario “democratizar” Irak y no Arabia Saudita? ¿Acaso es más suave un régimen que otro? No, con mayúsculas, la diferencia es que unos son amigos y otros no. ¿En calidad de qué estados Unidos u otros países pueden “implantar” democracias o provocar guerras por seguridad? ¿Qué democracias quieren implantar? ¿La suya, que tiene legalizada la pena de muerte? ¿La que permite un fraude en toda la regla en las elecciones de 2000? ¿La democracia de un país que cuando le interesa impone dictaduras o financia grupos paramilitares? De la otra pseudodemocracia que es el Estado asesino de Israel mejor ni hablo, puesto que está cometiendo un genocidio en directo, a la vista de todo el mundo.

           “¿Dónde están las armas de destrucción masiva?

                        ¿Es hoy Irak un país más seguro?

                 Sin la guerra preventiva ¿Habrían muerto

                     ese millón de personas que murieron

                                  en la guerra de Irak?”

Y me podrían replicar que la diplomacia a veces falla, pero ¿acaso falla menos la guerra? ¿Dónde están, pues, las armas de destrucción masiva? ¿Es hoy Irak un país más seguro? Sin la guerra “preventiva”, ¿Habrían muerto ese millón de personas que murieron a consecuencia de la guerra de Irak? Sinceramente, creo que no.

La guerra preventiva es un peligro que nos puede llevar a la dictadura del más fuerte. Si avanzamos hacia una realidad internacional unipolar, en el que un país sea mucho más fuerte que el resto, ya nos puede dar igual que ese país sea una democracia, una dictadura, una oligarquía o una monarquía, que terminara por aplastar a los que no sean como él.

Porque las guerras preventivas son una falacia: nadie tiene el poder de predecir el futuro. Y en todo caso, si tuviéramos que elegir vidente , yo me quedo con la Casandra de Las Troyanas, que ya nos avisó, también hace más de 2000 años, que “el hombre prudente debe evitar la guerra”. Y nunca le hicimos caso.

Saturday, June 21, 2025

 

ISRAEL–IRÁN: 

COMO “BLANQUEAR“ UN GENOCIDIO

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Ante la aparente superioridad militar de Israel, que la sabe usar contra la población civil en Líbano, Siria y ahora en la indefensa Gaza, los Guardias Revolucionarios de Irán sabrán
enfrentar al ejercito genocida sionista.

La Guerra de Israel e Irán es una macabra oportunidad para los líderes mundiales. Durante un largo año y medio, buena parte de los gobiernos occidentales rehusaron condenar el genocidio despiadado que Netanyahu perpetraba contra los palestinos de Gaza. De hecho, ni siguiera lo calificaban como tal. Priorizaron cobardemente, la estratégica alianza de su jefe, los Estados Unidos, e Israel, por encima de los -siempre cacareados y nunca defendidos- derechos humanos.

La presión de las sociedades europeas contra sus gobiernos por su persistente e inmoral blanqueo al expansionista sionista alcanzó un  notable grado de tensión durante los últimos meses. En consecuencia, ejecutivos como el francés o el alemán tímidamente empezaron a desvincularse declarativamente de Tel Aviv. Otros, como el español o el irlandés, defendieron medidas cosméticas para impostar una ruptura que nunca fue contundente.

La guerra con Irán, desatada por la ansiedad expansionista e imperialista de Israel y sus ataques durante las noches del jueves 12 y viernes 13 de junio, cambiaron esa postura. Por su puesto, nada de eso es novedoso: Israel lleva años deseando una guerra total con Irán a la que poder arrastrar a los Estados Unidos. Es parte de una estrategia de dominio regional que, inexorablemente, exige un cambio de régimen en Irán y el fin de las pretensiones nucleares del país persa.

                       “En Medio Oriente hay una potencia

                   con armamento nuclear que constituye

                   una verdadera amenaza global: Israel”

Pero a los líderes europeos todo esto les da igual, lo que realmente les importa es el conveniente giro narrativa y el desplazamiento de un nuevo enfoque del conflicto. Girar de la atormentada Gaza, a las peligrosas instalaciones atómicas de Irán, dejar de ver los estragos del genocidio contra los niños palestinos, a contemplar las bases militares iraníes que albergan las bombas de los fanáticos ayatolás.

A partir de este nuevo enfoque, occidente puede volver apoyar a Israel abiertamente, por cuanto, esta nueva guerra, ha desplazado, convenientemente, la atención del genocidio en la Franja de Gaza. Para el francés Macron y el alemán Merz, ahora es mucho más sencillo justificar el “derecho a la autodefensa” de Israel contra el militarismo nuclear del estado iraní que contra los inocentes civiles gazatíes.

Es crucial insistir, que este conflicto israelí-iraní es, fundamentalmente, una decisión de Israel. También es fundamental insistir en que, a pesar de la misma, el genocidio sigue siendo un objetivo de primer orden para el gobierno de Tel Aviv. Pero a los gobiernos europeos la excusa “iraní” es un conveniente salvavidas que no pueden dejar pasar.

A su vez, el factor iraní que es utilizado por occidente para “blanquear” el genocidio en Gaza, pasa también por el terror nuclear. Sí, es cierto que Irán desarrollaba un programa nuclear. Sí, es cierto que desde el 2019 el acuerdo venía incumpliéndose. Sí, es cierto que, según la inteligencia norteamericana, en tres años vista Irán podría desarrollar su propio armamento nuclear. Pero también es cierto que la República Islámica ponía sobre la mesa el no desarrollo del armamento si se producían unas verdaderas negociaciones disuasivas entre Teherán, Tel Aviv y Washington para congelar el tema nuclear.

Hay otra cosa que sí es cierta. En Medio Oriente ya hay una potencia con comprobado armamento nuclear que constituye una verdadera amenaza global a la luz de sus agresivas acciones internas y externas: Israel. Israel, que nunca firmó el Tratado de No Proliferación, mantiene un status ambiguo muy ventajoso para su diplomacia internacional. Ni confirma ni niega estar en disposición del armamento. Aunque desde hace muchos años es un secreto a voces que Israel sí desarrollo dicha tecnología, con el apoyo principalmente de Francia desde 1952.

                 “Israel lleva años deseando una Guerra

                  Total con Irán a la que poder arrastrar

                                a los Estados Unidos”

Los expertos suelen estimar que el Estado sionista de Israel cuenta en su haber con un número indefinido de entre 80 y 400 ojivas nucleares. Esta política viene de la mano de su doctrina Beguín, fundada en base al principio de la consolidación de Israel como el sheriff del Medio Oriente. Según esta perversa línea de pensamiento el gobierno sionista tiene la obligación de atacar “preventivamente” cualquier programa nuclear “hostil” en la región.

Israel es una potencia expansionista que ha invadido, sin ningún reparo, Siria, Líbano, Yemen e Irán, y otros tantos puntos en la región, que está cometiendo un genocidio televisado en Gaza y que lleva décadas dominando, a través de políticas de apartheid a un pueblo palestino, al que quiere erradicar de la faz de la tierra. Un comprobado etnoestado criminal, fundado sobre la base de sucesivas limpiezas étnicas, declarado penalmente como “perpetrador de crímenes de lesa humanidad”, y que ahora cuenta con armamento de destrucción masiva….y lo que es más repulsivo, con el pretexto de las armas iraníes, hoy trata de blanquear su comprobado genocidio.   

Wednesday, June 18, 2025

 

ÁFRICA ANTE EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Los cambios que se han dado en los países africanos en los últimos años, en donde la voluntad
popular ha sido determinante, han sucedido en un nuevo contexto global,
convirtiendo a la región en un estratégico tablero geopolítico.

África se halla hoy en una encrucijada, atrapada entre crisis internas, recrudecimiento de la violencia armada y la dinámica cambiante del poder mundial. De un lado a otro del continente, los partidos gobernantes que en su día se vieron legitimados por su accionar en el proceso de independencia están perdiendo terreno, pero la oposición está dividida y no ofrece una alternativa de recambio político.

CRISIS POLÍTICA INTERNA

Las elecciones del año pasado en Mozambique fueron uno de los ejemplos más claros de este declive, cuando el partido en el poder, el histórico FRELIMO, se proclamó vencedor en un proceso plagado de irregularidades. El líder de la oposición, Venancio Mondlane, candidato del conservador Podemos, acuso al gobierno de orquestar una manipulación electoral masiva. El FRELIMO respondió a las protestas multitudinarias desatando una represión violenta. Con ello daba continuidad a una tendencia clara: la liquidación de toda disidencia política y el mantenimiento del control con medios cada vez más autoritarios.

La pérdida de legitimidad de estos gobiernos que seguían sobreviviendo solo por sus réditos políticos alcanzados durante el proceso de independencia no se limita al caso de Mozambique. En Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano, el partido fundado por Nelson Mandela, ha perdido su clara mayoría por primera vez desde 1994,  obteniendo tan solo el 40% de los votos en las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2024. Después de décadas de predominio político, el partido forma parte ahora de una coalición incomoda y sumamente frágil con la conservadora Alianza Democrática AD. Esto ha obligado al CNA a gobernar desde una posición más centrista, limitando su capacidad para desarrollar políticas que su base tradicional podría esperar.

El incierto declive del CNA en Sudáfrica, se inscribe en una tendencia más amplia en el sur de África, donde el partido Zanu-FP de Zimbabue, se atrinchera en el poder con medios represivos más que con apoyo popular, utilizando indebidamente al poder judicial y a la comisión electoral para bloquear todo desafío de la oposición.

       “El declive del CNA de Sudáfrica, el Zanu de Zimbabue,

             el Swapo de Namibia, son partidos políticos que

            se atrincheran en el poder con medios represivos

                             más que con apoyo popular”

Mientras, el Swapo de Namibia, y el PDB de Botsuana se han visto confrontados con reveses electorales sin precedentes, el PDB ha perdido las elecciones por primera vez desde su independencia, lo que indica que incluso partidos gobernantes que durante mucho tiempo se habían mostrado estables ya no tienen garantizada ninguna victoria electoral fácil. La aparición de estos cambios políticos señala que sus credenciales antaño potentes como partidos fundadores de la Nación ya no bastan para asegurar un mandato gubernamental suficiente.

CONFLICTOS ARMADOS

El debilitamiento de estos gobiernos se produce teniendo como telón de fondo una grave y prolongada incidencia de conflictos armados en todas partes del continente. Sudán sigue inmerso en una guerra devastadora entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido. Este conflicto ha desplazado a millones de personas y se ha internacionalizado progresivamente, ya que Egipto y los Emiratos Árabes Unidos apoyan a bandos opuestos. La guerra no solo ha profundizado el colapso económico de Sudán, sino que también supone una amenaza para la estabilidad regional, con efectos de contagio en Chad, Sudán de Sur y Etiopía.

La República Democrática del Congo RDC sigue combatiendo con insurgencias armadas, particularmente el reaparecido M23, que cuenta con el apoyo militar de Ruanda, lo que exacerba las tensiones regionales. Las reiteradas acusaciones de interferencias transfronterizas contribuyen al deterioro de las relaciones diplomáticas entre los países de la zona, que incluyen a Burundi, y Uganda.

Estas crisis armadas no están aisladas, sino que reflejan un fracaso más profundo de la gobernanza en toda África, donde en muchos casos el Estado es incapaz de resolver las limitaciones sociales y las carencias económicas de la población sin recurrir a la violencia.

EL EFECTO TRUMP

En medio de todas estas crisis, África también tiene que lidiar con el cambio del orden internacional. El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ya ha empezado a reconfigurar las relaciones de Estados Unidos y África. Se ha producido un giro a favor de una relación más transaccional -facilidad para realizar negocios- y un renovado énfasis en la seguridad por encima del desarrollo. Una de las primeras medidas importantes de Trump en el ámbito de la política exterior fue la eliminación de la ayuda al desarrollo con el desmantelamiento de USAID y la retirada del financiamiento de todos los programas de ayuda al desarrollo. 

             “El debilitamiento de los gobiernos africanos

                  se produce teniendo como telón de fondo

            una grave y prolongada incidencia de conflictos

                         armados en todo el continente”

Estas medidas han coincidido con el endurecimiento de la política norteamericana en materia migratoria. El gobierno se plantea prohibir la concesión de visados de entrada que podría afectar a docena de países africanos al restringir el acceso de estudiantes, trabajadores y turistas. Anunciando una profundización del aislamiento de los EE.UU con respecto a África, tratando al continente más como un riesgo de seguridad y fuente de inmigrantes que como socio diplomático y económico.            

EE.UU, CHINA Y LOS MINERALES

Al mismo tiempo, el gobierno de Trump busca un tipo distinto de relación con otros países africanos, en particular en lo tocante a los recursos naturales. Actualmente está negociando un tratado de minerales por seguridad con la RD del Congo. Ofrecen asistencia militar a cambio de un acceso exclusivo a minerales críticos, imprescindibles para las industrias avanzadas de EE.UU, sobre todo del sector tecnológico y de la industria militar. Este acuerdo refleja un cambio de estrategia de los norteamericanos, al sustituir la ayuda al desarrollo por la extracción económica directa.

El gobierno de Washington alega que esta nueva colaboración ayudará a estabilizar a la RD del Congo al prestarle asistencia en materia de seguridad. Las opiniones críticas señalan que amenaza con intensificar la dinámica neocolonial, al dar prioridad a la extracción de recursos mineros sobre el desarrollo económico genuino.

            “El gobierno de Trump busca un tipo distinto de

                        relación con los países africanos.

               Ofrece asistencia militar a cambio de acceso

                        directo a sus recursos minerales”

La política de China con respecto a África, dentro del nuevo orden mundial que se está configurando, también está cambiando. Durante los dos últimos decenios, Pekín fue el principal socio económico del continente que financiaba infraestructuras y que comerciaba a una escala muy superior a la de cualquier potencia extranjera. Sin embargo, ahora que la economía china cojea en el interior (menor demanda interna, desaceleración del sector inmobiliario, mayores tasas de interés), su disposición a conceder cuantiosos préstamos a los gobiernos africanos se ha visto mermada. Países como Zambia, Kenia y Angola, endeudadas con China hasta las cejas, ya sienten las presiones de la nueva estrategia crediticia de la potencia asiática. Parece que los días en que China ofrecía facilidades de crédito para grandes proyectos de infraestructura están pasando a la historia.

Esto está dejando a los países africanos en una posición precaria. Muchos gobiernos que han estructurado sus economías alrededor de las continuas inversiones chinas se encuentran ahora ante la dificultad de ajustarse a la nueva realidad. El cambio deja a África con menos opciones de financiación externa, dado que las instituciones financieras occidentales también imponen unas condiciones más estrictas para la concesión de préstamos, en especial con los países más endeudados.         

NUEVO ORDEN, NUEVAS POSIBILIDADES

Para los gobiernos africanos, estos cambios plantean cuestiones difíciles en materia de estrategia política y económica. El declive de los partidos que encarnaban a los movimientos de liberación nacional no ha dado lugar todavía a la aparición de alternativas nacionalistas y socialistas viables. Los partidos de oposición de toda la región preconizan en gran parte modelos económicos neoliberales en vez de articular nuevos enfoques para la transformación económica. En lugar de un cambio decidido a favor de una renovación democrática, buena parte del continente parece desorientada entre el aumento de la represión estatal y  la fragmentación de la oposición.

          “El orden político poscolonial en África se hunde,

                    pero no está claro, ni mucho menos,

                                que vendrá después” 

Sin embargo, hay indicios que esta situación podría cambiar. De una punta a otra del continente se oyen cada vez más llamamientos a favor de la soberanía económica, se revindican programas de protección social y se manifiesta una creciente resistencia a los dictados financieros del exterior. El recambio de liderazgo y modelo económico en países como Mali, Burkina Faso y Níger en la región del sahel, o la llegada de nuevas ideas y figuras políticas en Senegal y Ghana en el occidente africano, apuntan en ese sentido.

El orden político poscolonial en África se hunde, pero no está claro, ni mucho menos, que vendrá después. La erosión de la legitimidad de los partidos gobernantes todavía no se ha traducido en una transformación significativa del sistema. En este momento de transición, la batalla real no se limita únicamente al terreno electoral, sino que tiene que ver principalmente con la naturaleza misma del Estado, con la política económica, con la administración de sus vastos recursos naturales y con el lugar que África quiera colocarse en un nuevo orden mundial que cambia rápidamente.     

Tuesday, June 10, 2025


Paul Kagame presidente de Ruanda, se
ha consolidado como el dictador más
consentido de occidente.


PAUL KAGAME:

EL SÁTRAPA RUANDÉS


Por: Javier Fernando Miranda Prieto 



Con la entrada de los guerrilleros tutsis del Frente Patriótico Ruandés FPR dirigido por Paul Kagame, a la ciudad de Kigali en 1994, se puso fin al llamado genocidio de Ruanda. Con esta acción se catapultó a Kagame, como una figura prominente en la región, quien logró, durante más de 30 años, estabilizar económica y políticamente a su país, gracias a sus inocultables ambiciones autoritarias y expansionistas.

Kagame trató y, lo logró, poner punto final al genocidio iniciado por los hutus contra los tutsis, reescribiendo la historia desde la perspectiva del vencedor. Impuso a su pueblo un régimen represivo y autoritario a cambio de estabilidad política y económica. El gobierno ruandés, durante tres décadas, ha asesinado a una larga lista de opositores, periodistas y activistas pro derechos humanos, desplegando ingentes recursos humanos y económicos para imponer una historia oficial que ocultara sus propios crímenes.

En las décadas del 2000 y 2010, se convirtió en el dictador más admirado y consentido de África, convirtiendo a Ruanda, de un cementerio, a un caso de estudio en la Escuela de Negocios de Harvard, por sus tasas de crecimiento más altas del mundo. Quienes señalaban la brutal represión a la disidencia y el asesinato de opositores por parte de su régimen fueron ignorados. Para los inversionistas occidentales, Kagame fue el líder que demostró que la ayuda podría emplearse eficazmente. Para las elites africanas, ávidas de ejemplos de Estados bien administrados, fue un modelo a seguir.

            “Kagame puso fin al genocidio de los hutus

              contra los tutsis, reescribiendo la historia

                   desde la perspectiva del vencedor”

El sátrapa ruandés, ha pasado de ser el favorito de los inversionistas y banqueros a ser el máximo exponente de la realpolitik en África. Ha recurrido a nuevos amigos en el extranjero para apostar por la modernización liderada por el Estado. En la vecina R. D. del Congo, ha generado y alimentado un conflicto de larga data. Pero la administración Trump, con la vista puesta en los ingentes recursos minerales del Congo, afirma que quiere que Kagame deje de interferir como parte de un acuerdo de paz a cambio de inversión.

Aprovechando los cambios geopolíticos en el mundo, Kagame ha forjado lazos con las potencias emergentes, adquiriendo armas para su formidable ejército de nuevos proveedores como China, Rusia y Turquía. Ruanda admira a Israel, otra pequeña nación con una historia compartida de genocidio y lucha contra sus vecinos. Exporta oro a Dubái. Catar financia un nuevo aeropuerto. Como vemos, Kagame ha demostrado desde hace tiempo, como un país pequeño puede saber transar con una potencia y lograr una mayor influencia. Sus ofertas de recibir migrantes deportados, exportar minerales críticos o enviar tropas a lugares a los que occidente no está dispuesto a ir, han ayudado a limitar las críticas a las violaciones de derechos humanos en Ruanda y su apoyo a los sicarios del M23 en el Congo.

A principios de este año, con la ayuda del ejército ruandés, esta milicia se apoderó de las ciudades de Goma y Bukavu, capitales de las estratégicas provincias de Kivú, ubicadas en el este del Congo. En Goma, el M23 ha establecido una versión sustituta del gobierno de Kagame en Ruanda; ordena la limpieza de la ciudad o el control del tránsito de vehículos a punta de pistola. Mientras que en otros lugares los combates continúan. La intervención armada de Kagame en el Congo tiene varios motivos. Es una oportunidad para crear una zona de amortiguación para derrotar a las FDLR, un grupo rebelde ruandés que tiene sus raíces en milicias genocidas y que Kagame aun considera una amenaza.

             “En Goma, el M23 ha establecido una versión

              sustituta del gobierno de Kagame en Ruanda,

                    las ordenes se dan a punta de pistola”

Por otra parte, Ruanda obtiene cientos de millones de dólares de la exportación de oro y otros metales estratégicos de contrabando del Congo. Algunos miembros de la elite ruandesa quieren redefinir lo que, según denuncian, son fronteras impuestas por el colonialismo. La llegada de la administración Trump, a la que Kagame considera menos preocupada por la apropiación de territorios, probablemente influyó en su razonamiento.

La lógica podría ser válida. Félix Tshisekedi, presidente del Congo y enemigo de Kagame, se ha visto debilitado tanto en el frente externo como interno. La oposición política lo está cercando. Pero los riesgos para Kagame también aumentan.

             “Estados Unidos quiere obtener más reservas

         minerales del Congo, lo cual podría otorgar a este

             país mayor influencia a expensas de Ruanda”

Los costos de la invasión al Congo y la posible expansión de esta guerra pondrían de relieve las deficiencias del modelo de desarrollo de Kagame. El crecimiento ha beneficiado principalmente a la élite urbana. Muchos analistas han cuestionado las afirmaciones del gobierno sobre la reducción de la pobreza y la producción agrícola. El partido gobernante y el mismo ejército ruandés poseen numerosas empresas, lo que desalienta la inversión privada. La proporción de deuda pública con respecto al PBI se ha cuadruplicado desde el 2012, hasta alcanzar casi el 80%, la guerra incrementará las presiones fiscales. Cuanto más se prolongue la guerra, más se dañara la imagen de Ruanda.

Y en un mundo cada vez más competitivo, Kagame podría descubrir que tiene menos que ofrecer. Se sabe que el presidente Donald Trump, no es famoso por su conocimiento sobre el continente africano. Pero su administración quiere que los Estados Unidos obtengan más de las vastas reservas de cobre, cobalto, coltan y otros minerales del Congo, y que más empresas norteamericanas se beneficien de la región. Esto podría otorgar al Congo mayor influencia a expensas de Ruanda y poner en peligro la influencia de Kagame en el este del Congo.

Lo cierto es que una escalada de la guerra en el Congo podría ser contraproducente para el objetivo de Ruanda de modernizar el país e incrementar su crecimiento económico. Paul Kagame tiene 67 años, una edad mediana para los estándares de los líderes africanos. Pero ya está pensando en su legado, una herencia oprobiosa y un título bien ganado, ser recordado como el sátrapa ruandés.   

Saturday, June 7, 2025

 RUSIA–UCRANIA:

UNA GUERRA SIN ESQUEMAS

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Luego de más de tres años de conflicto armado, el mundo se está acostumbrando a una 
guerra sin esquemas, de ataques y contra-ataques, sin definiciones claras sobre los
objetivos tácticos, en donde Rusia está ganando posiciones en el Dombás. 

Los frentes de batalla siguen definiendo en gran medida las condiciones sobre las que se asientan las negociaciones para el esperado alto el fuego en Ucrania. Largo y tendido se ha escrito sobre el absurdo prolongamiento de la guerra y sobre la negativa de Europa a apostar por una diplomacia tan imprescindible como éticamente correcta. Al fin y al cabo, lo único cierto es que Ucrania sigue en guerra más de tres años después.

El mundo se está acostumbrando a una guerra sin esquemas, de ataques y contra-ataques, sin definiciones claras sobre los objetivos tácticos.  El pasado 3 de junio, Ucrania ataca con drones artillados dentro del territorio ruso, afectando aeródromos y golpeando a 41 aviones militares rusos, dos días después la aviación rusa desata una serie de ataques aéreos sobre Kiev, usando misiles balísticos y drones. Avances y retrocesos que no responden a estrategias de defensa definidas. Mientras tanto las conversaciones avanzan, pero muy lentamente.

Lejos quedan ya los “fantásticos deseos” trumpistas de una paz express y un alto al fuego a principios del 2025. Todo parece indicar que no hay fecha señalada para un acercamiento real y sincero de ambos contendientes.

Se dice que las conversaciones “avanzan”, porque, desde luego, existen…que no es poco considerando el escenario hace medio año. Pero las posiciones defendidas por Rusia y Ucrania respectivamente son todavía tan lejanas que no permiten insinuar un alto el fuego temprano. Todo lo contrario: entre las exigencias del gobierno ucraniano de Zelenski y las del gobierno ruso de Putin hay un amplísimo margen.

             “Las posiciones de Rusia y Ucrania son todavía

                     tan lejanas que no permiten insinuar

                             un alto el fuego temprano” 

Además, Rusia todavía no tiene incentivos de peso para poner fin a sus operaciones militares en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. En aquellas regiones todavía avanza a un ritmo lento pero estable, y cada semana que pasa controla una porción mayor de estos cuatro territorios del este de Ucrania. La matemática es bastante simple: si Rusia llega a ocuparlos por completo, constituirán elementos negociadores de mayor peso cuando el alto el fuego esté cerca de firmase. Por otro lado, la reciente expulsión de tropas ucranianas del territorio ruso de Kursk brindó a Moscú una calma relativa que reforzó la tesis de la continuidad de la guerra.

Según se ha podido conocer recientemente, las principales condiciones que Rusia comunicó a los ucranianos para terminar la guerra son las siguientes:

- Reconocer legalmente Crimea, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón como territorios rusos.

-   Mantener una completa neutralidad militar y no unirse a ningún bloque, es decir, que Kiev no se incorpore a la OTAN.

-  Reducir el volumen y las capacidades del ejército ucraniano, estableciendo límites tanto al personal como al armamento.

-  Oficializar el idioma ruso y proteger los derechos, libertades e intereses de la población rusófona.

-    Levantar todas las restricciones a la iglesia Cristiana Ortodoxa ucraniana.

-    Ilegalizar todas las organizaciones nazis.

-   Levantar todas las sanciones mutuas.

Por otro lado las exigencias rusas para aceptar un alto el fuego son las que siguen:

-        Comenzar a retirar las tropas ucranianas del territorio ruso.

-        Detener toda ayuda militar extranjera.

-         Retirar de su territorio a todo el personal militar de terceros países.

-         Poner fin a la ley marcial.

Prácticamente, ninguna de las condiciones rusas es aceptable para Ucrania. En primer lugar, porque a pesar de los enormes daños del sostenido esfuerzo de guerra, para los militares ucranianos, la ayuda militar occidental todavía permitiría a Ucrania sostenerse en la frágil línea del “empate catastrófico”: no avanza, pero tampoco retrocede lo suficiente como para estar desesperada por un acuerdo. Además, si la guerra termina con un acuerdo excesivamente desfavorable para los ucranianos el país enfrentaría una brutal inestabilidad política y militar, probablemente durante años, y los actuales líderes ucranianos podrían enfrentar una reacción muy peligrosa.

               “Reconocer legalmente Crimea, Donetsk, 

                         Lugansk, Zaporiyia y Jersón.

             Mantener una completa neutralidad militar”

Las exigencias ucranianas, que tampoco son aceptables para Moscú, se detallan a continuación:

-     Que la “Comunidad Internacional” garantice la implementación de la paz.

-   Que Ucrania pueda elegir sus alianzas, incluyendo la OTAN, no está obligada a permanecer neutral.

-   No se reconocen las ganancias territoriales de Rusia desde febrero de 2014, ni Crimea,  ni Donetsk, ni Lugansk, ni Zaporiyia y ni Jersón. Las negociaciones se basan en las líneas territoriales anteriores a 2014.

-       Las conversaciones territoriales solo se celebrarán tras un alto al fuego total.

-     Los activos rusos permanecerán congelados o utilizados para la recuperación de Ucrania hasta que se paguen las reparaciones.

Como vemos, se trata de dos propuestas radicalmente enfrentadas y que ninguno de los dos aceptará, fundamentalmente porque ninguno tiene la suficiente urgencia para hacerlo. Por el momento, por crudo que suene, será el avance de la guerra en los próximos meses, y muy probablemente los progresivos avances de Rusia en los frentes del este de Ucrania, los que “desatasquen” las negociaciones.  

               “No se reconoce las ganancias territoriales

               de Rusia. Las negociaciones se basan en las

                   líneas territoriales anteriores al 2014”

La negativa de Europa a facilitar la paz, la errática posición de Donald Trump y la mayor debilidad -por cuestiones económicas y demográficas- de Kiev invitan a pensar en una lenta agonía ucraniana que derivará en un alto el fuego frágil, inestable y más favorable a Rusia que a la propia Ucrania.

Como todo conflicto de estas características, empantanado en tácticas y acciones sin objetivos claros, que no definen estrategias a largo plazo, una guerra sin esquemas que busca la victoria a través de medios menos directos y más complejos, que puede incluir la interferencia en la economía del oponente o incluso la manipulación de la opinión pública. Una guerra si esquemas, como la que se vivió durante el interminable conflicto de las trincheras en la Primera Guerra Mundial o el largo enfrentamiento armado que enfrentó a Irán e Irak en los años ochenta en pleno Golfo Pérsico.

La paz es necesaria, de hecho es la única salida aceptable. Pero para hallar el camino de la paz hace falta ser honestos, analizar con cautela la situación real de la guerra -y no la deseable ni la deseada- y reconocer la responsabilidad de todos los actores de la misma. La de Rusia, por supuesto, está clara. Pero también es fundamental señalar las decisiones tomadas por Kiev y, ante todo, por los Estados Unidos y Europa, antes de 2022, durante el 2022 y después, facilitando que la guerra se prolongase ad infinitum. Alargando un conflicto sin sentido, inhumano. Prolongando una guerra sin esquemas.