sábado, 16 de febrero de 2013

¿QUÉ BUSCA

CHINA EN ÁFRICA? 


Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Los diversos intereses que tiene la Republica Popular China en el África podrían ser definidos con una sola frase:   Buscan un nuevo consenso
En una entrada anterior (¿Qué buscan los Estados Unidos en el África? del 13-01-2013) nos interrogábamos sobre el interés que tiene en la actualidad, la primera potencia económica mundial en el continente africano. En ese artículo señalábamos, que si habríamos que definir en una sola palabra el rol que los norteamericanos le quieren asignar al África dentro de su actual estrategia global, esa palabra seria: Seguridad.
Una seguridad económica, referida al control de materias primas en especial las energéticas. Seguridad geopolítica-estratégica, ante el peligro de la presencia en el Magreb de islamistas radicales anti-occidentales, temor confirmado ante los últimos acontecimientos producidos en Mali. Y una seguridad de dominio comercial referente al control de los mercados africanos ante la fuerte competencia de las potencias emergentes.

Pero ahora, si queremos hacernos esa misma pregunta, en relación al intereses que tiene la República Popular China en el África,  estos podrían ser definidos con una sola frase: busca un nuevo consenso.

En poco más de una década es notable la gravitación que tiene la potencia asiática en el concierto de los países africanos. El comercio, el flujo de inversiones, las migraciones y los programas de ayuda al desarrollo entre otros, son ámbitos en los que China está cada vez más presente en el África.

Imagen que grafica la presencia economica de China
en el continente africano.
Esta gravitación de China abierto una alternativa a las tradicionales políticas neoliberales imperantes en el continente africano. Podríamos decir, que ante el Consenso de Washington ahora los países africanos tienen la posibilidad del Consenso de Beijing, que por supuesto no garantiza automáticamente el desarrollo, pero constituye una vía a explorar.

La gran potencia asiática, la segunda economía mundial, que para muchos se despunta como la primera potencia en las próximas décadas ha venido experimentando espectaculares indicadores de crecimiento y para ello ha tenido que buscar alianzas estratégicas que garanticen el suministro de materias primas y fuentes de energía para poder sustentar su modelo de desarrollo. En ese contexto, África se convierte en un socio privilegiado por la abundancia de recursos naturales que posee, además de ser un mercado emergente para la manufactura china.

Las inversiones chinas en África en el último decenio, en buena medida han estado relacionadas a su necesidad estratégica de petróleo y otros recursos naturales (productos agrícolas, uranio, coltán, recursos hídricos), de modo que una parte más que significativa de estas inversiones van a parar al sector extractivo, teniendo fuertes inversiones en países como: Angola, Sudáfrica, Sudán, Níger o Nigeria.

Asimismo, China ha instalado cinco zonas francas industriales en diversos puntos del continente africano (Zambia, Tanzania, Ghana, Chad y Nigeria), industrias orientadas a la exportación en donde el capital lo pone los chinos, pero la materia prima, la mano de obra y las exoneraciones tributarias las ofrecen los países africanos.

Ahora, como parte del nuevo consenso que busca China, África recibiría: ingente financiamiento en ayuda pública al desarrollo (a menudo en forma de infraestructura), una gama de créditos blandos, la garantía de no interferencia en asuntos internos, la utilización de mano de obra africana (previa calificación y capacitación), condonación de parte significativa de su deuda externa, además de oportunidades de negocio para el sector privado africano.

Este nuevo enfoque que quiere darle China a su acercamiento al África, se enmarca dentro de una relación de cooperación sur-sur, lo cual supone una novedad relevante en el contexto africano que viene a quebrar el monopolio occidental del control de la economía internacional africana y que también es reflejo de los cambios que se dan en la economía mundial, con el creciente protagonismo de los denominados países emergentes (India, Irán, Brasil, Turquía, Sudáfrica).

Este nuevo Consenso de Beijing con los países africanos se ha estado expresando, desde hace más de una década, en una creciente y superavitaria relación comercial. En el año 2000 el intercambio comercial entre China y los países africanos llegaba a los 10,000 millones de dólares, en el 2005 a los 40,000 millones y en el 2006 a los 55,000 millones, convirtiéndose así China en el segundo socio comercial del África, después de los Estados Unidos.  En el año 2009, el superávit comercial con China empezó a trepar hasta más de 50,000 millones de dólares, como se ve en el primer cuadro.
Además, ese año China se convierte en el primer socio comercial de los africanos, llegando en el año 2011 a mover una balanza comercial de más de 100,000 millones de dólares, como se grafica en el cuadro siguiente.

De este modo, año tras año China ha ido aumentando su presencia económica en África. Esto ha tenido consecuencias claras  para las empresas occidentales, cada vez más han estado perdiendo contratos y negocios a favor de las compañías Chinas. También los mercados financieros son testigos de cómo los préstamos que anteriormente los estados africanos pedían a las instituciones occidentales ahora han disminuido considerablemente.

Un dato adicional es la desconcentración de los flujos comerciales desde el punto de vista espacial, que se ha estado operando en el continente. En el año 2009, como se detalla en el siguiente cuadro, los países africanos que comerciaban con China sumaban una veintena de países de los cuales cinco naciones concentraban más de la mitad de las exportaciones africanas a China, esta concentración espacial se ha venido diluyendo en los últimos años. En la actualidad, el gigante asiático comercia con casi la totalidad de las 55 naciones africanas.


Por otra parte, mientras occidente a recurrido a la ocupación militar, a través de la instalación de bases militares en la región, o a los golpes de estado para asegurarse gobiernos amigos que les permitan acceder a las materias primas, China ha utilizado otros métodos pacíficos para conseguir los mismos resultados. Dentro de la búsqueda de un nuevo consenso, China a privilegiado: el ofrecimiento de préstamos a bajos intereses, la construcción de infraestructura y la entrega de regalos o donaciones a cambio de recursos naturales.

En la actualidad, se ve por todo el continente africano estadios de fútbol, autopistas a desnivel, edificios públicos, monumentos a sus héroes nacionales, todo donado por el gobierno chino. Como se nota en el mapa adjunto, China ha estado construyendo en la ultima década más de veinte modernos estadios de fútbol, en 13 países del continente, aprovechando el fanatismo que tienen los africanos por este deporte. Pero como la cultura china está llena simbolismo, quizás el elemento más representativo de esta práctica de donativos sea el nuevo y moderno edificio de la Unión Africana construido en la ciudad de Addís Abeba capital de Etiopía, totalmente financiado por Pekín. Muchos críticos a este regalo ven en él el mayor ejemplo del control chino sobre los dirigentes del continente.


Pero el aspecto más controversial de la ayuda china, es la ausencia de condicionalidades políticas-económicas, lo que contrasta fuertemente con los tradicionales paquetes de ayuda occidental, que implican numerosas condiciones, tanto de tipo económico, como de tipo político. Esta ausencia de condiciones, tiene una doble lectura, ya que por una parte permite al gobierno que recibe la ayuda, aumentar su margen de maniobra a la hora de diseñar e implementar políticas, pero por otra parte indirectamente significa en algunas ocasiones, dar apoyo a gobiernos poco respetuosos con los derechos humanos o libertades democráticas, como Zimbabue o Sudán.

Como vemos, si queremos dar una respuesta cabal a la pregunta que encabeza este artículo, tendríamos que concluir que tanto los Estados Unidos como China tendrían el mismo interés en el continente africano, es decir, el aprovechamiento y el uso indiscriminado de los ingentes recursos naturales que posee África para beneficio propio. Solo que los norteamericanos inscriben esos intereses dentro de una política de Seguridad económica, geopolítica y estratégica, mientras la República Popular China se plantea la relación con los países africanos, dentro de la búsqueda de un nuevo Consenso, de un nuevo diseño de las relaciones con África, a partir de reconocerse como iguales.

Si comparamos lo que han conseguido hasta ahora las dos potencias mundiales en el África, creo que el coloso asiático viene ganándoles la partida a los norteamericanos en ese imaginario tablero de ajedrez político instalado en plena sabana africana.




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