viernes, 4 de abril de 2014

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DEBE LLEGAR A TODOS LOS AFRICANOS

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

La desigualdad y la pobreza en el África todavía es un grave problema, que afecta a mucha gente y los ingentes beneficios de muchas de las empresas que allí operan no se traducen en la economía real, en una reducción
del empleo o en la disminución drástica de la pobreza. 

El presente milenio a empezado favorable para el crecimiento económico del continente africano, que se advierte en el buen precio de los minerales, la expansión de la industria petrolera, la extensión de su frontera agrícola, avances en materia de seguridad alimentaria, el boom inmobiliario, la ampliación de su infraestructura vial y un mejor acceso a servicios y conectividad.

Como lo señalábamos en entradas anteriores (Una Aproximación a la Economía Africana: Crecimiento o Desarrollo; La económica Africana Alza Vuelo) lo que el continente africano requiere, además de crecimiento económico, es lograr un desarrollo sostenido. Es decir, no solo crecimiento económico, sino un crecimiento que  venga sustentado por el incremento de productos manufactureros y que estos, a su vez, posean mayor valor agregado. 

Esto es necesario ya que, valiéndose tan solo de exportaciones que carecen de manufactura o elaboración previa, no generaran valor suficiente y solo el país crecerá mientras los recursos naturales existan y no se agoten. No es un problema de falta de recursos, sino de un mejor empleo de esos recursos. Además, sino se logra cambiar este esquema de crecimiento, que ya lo están logrando algunos países, los africanos seguirán gozando de altos indicadores macroeconómicos, pero viviendo en la pobreza y en una profunda desigualdad social.

Bajo esa premisa, empecemos por precisar las cifras de crecimiento para este año. Según el Fondo Monetario Internacional -FMI- el crecimiento de la economía mundial rondará los 3.7% este 2,014; para el continente africano su crecimiento sobrepasará el promedio mundial, al acercarse a 4.7%. Además, siete de las diez economías que más crecerán en los próximos años serán africanas. Por otra parte, el crecimiento en el continente variará, según las regiones, pero será sin duda destacable. Previsiones para este año, que apuntan a un 6.9% para el África occidental, un 3.3% para los países del norte y un expectante 4.1% para, la siempre postergada, África oriental.

Ante estas cifras, se comprueba que el interés de los inversionistas de todo el mundo por África es evidente. El desafío es conseguir que estos números macroeconómicos se traduzcan en un mayor bienestar por parte de los ciudadanos de a pie. Sin embargo, como ocurre en otros lugares del planeta, la desigualdad dentro del continente crece en muchos de sus rincones y los beneficios de las empresas que allí operan no se traducen en la economía real, en una reducción del desempleo, especialmente en el paro juvenil, o en aumentos sustanciales de los salarios.

     “El crecimiento de la economía mundial rondará
    los 3.7%, para el África su crecimiento sobrepasará
            el promedio mundial, al alcanzar el 4.7%”

El dato de que la riqueza de las 85 mayores fortunas del mundo es equivalente a la de la mitad de la población más pobre del planeta (unos 3,500 millones de personas) revelado por el último informe económico de OXFAM –Gobernar Para Las Elites-, nos ha dejado a todos con los pelos de punta.

Esta desigualdad, que también experimenta África, provoca una importante fractura social y en muchos casos elevados índices de inseguridad. La sociedad civil africana tiene que jugar un papel fundamental en los programas de reducción de la pobreza para que estos sean eficaces. Como se ha comprobado en experiencias exitosas, en varios países de la región; donde la comunidad organizada co-administra, conjuntamente con el Estado los programas de alimentación escolar, campañas periódicas de vacunación, proyectos de educación inicial (pre-escolar) así como, programas de semillas mejoradas o fondos de micro-créditos.

Proyectos productivos y de desarrollo social exitosos, que se sustentan fundamentalmente en la organización comunal, en la participación de la población organizada, porque solo ellos conocen sus necesidades y quien mejor que ellos para cuidar los recursos económicos destinados a estos programas que les mejoran sus condiciones de vida. Los proyectos de desarrollo que ya están funcionando en África deben darse a conocer e imitados en otras partes del continente. A África se le debe de respetar y dejar que busque sus propios proyectos de desarrollo.

Otro aspecto que nos sirva para abordar el tema de la desigualdad en África es la aplicación de políticas que fomenten la creación de empleo, la protección social y la lucha contra la pobreza y la especulación. La inversión privada, en alianza con la pública, debe respetar los derechos y las iniciativas de desarrollo de los propios africanos.

Existen en la actualidad, experiencias de financiamiento público-privadas para proyectos de explotación minera o petrolera, que no han respetado los derechos de las comunidades aledañas. Empresas transnacionales en complicidad con Estados africanos, han violado flagrantemente, las normas internacionales de protección del medio ambiente o han desplazado a la fuerza, sin considerar sus derechos fundamentales, a comunidades enteras con la intensión de poder ejecutar cuestionados proyectos de extracción petrolera o minera, que no han alcanzado los mínimos estándares internacionales, de seguridad ambiental y de protección a comunidades vecinas. Como vemos, estas alianzas publico-privadas no responden a las iniciativas de desarrollo de la población, ni respeta los más elementales derechos ciudadanos.

Pero felizmente, existen casos exitosos de iniciativas privadas en alianza con el Estado, que trabajan conjuntamente en proyectos extractivos en donde se prevé la fiscalización de la misma población. Como el caso de Ghana, un país preferido por la inversión privada extranjera, en donde la sociedad civil, ha conseguido que el gobierno tenga que rendir cuentas de los ingresos obtenidos por el petróleo y que además estos beneficien a la población, es un claro ejemplo de que es posible revertir el círculo vicioso de la desigualdad. Según el informe de OXFAM, antes citado, los ingresos de petróleo aportaron en el 2011, el 4% del presupuesto total de Ghana y se destinaron a infraestructura y a subvenciones a fertilizantes, entre otras partidas sociales. En este país esta institucionalizado un Comité de Interés Público y Rendición de Cuentas, que supervisa el destino de los ingresos obtenidos por el petróleo.

         “El desafío es conseguir que estos números
            se traduzcan en un mejor bienestar para
                          los ciudadanos de a pie”

En este sentido, en varios países africanos, se han logrado aprobar leyes de control y transparencia en la gestión de las riquezas naturales. Por otra parte, el parlamento de Senegal ha promulgado una ley que exige a las compañías mineras y petroleras hacer público lo que pagan por la explotación de los recursos extraídos. De manera análoga, los mozambiqueños están debatiendo en su parlamento, una ley de Transparencia y Rendición de Cuentas. Como vemos, en muchos países africanos, se está consolidando un esquema legal para fiscalizar y supervisar el buen uso de los dineros provenientes de la explotación de sus ingentes recursos naturales, con el objeto de proteger y beneficiarse, de la mejor manera, de estos ingresos, para que el llamado boom del crecimiento económico de África llegue a todos los africanos.

Siendo positiva la noticia, de los records de crecimiento en muchas de las economías africanas, la cuestión que queda en el aire, es saber si los intereses de los inversionistas en el África, ayudarán a la región a dar el salto que necesita, para lograr la plena satisfacción de las necesidades básicas que requiere la población africana.

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