martes, 17 de febrero de 2015

UNA
AMENAZA
DE ALCANCE

GLOBAL

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Milicianos del Estado Islámico EI ingresando a la ciudad iraquí de Faluya, con su emblemática bandera negra.
Este grupo terrorista domina una amplia región entre las fronteras de Siria e Irak, controlando
a una población, de por lo menos, ocho millones de personas.

Cuatro días antes del lamentable y muy publicitado atentado en Paris, contra el semanario satírico Charlie Hebdo, donde murieron 12 personas y en donde todo el mundo “quería ser Charlie”, en el remoto Estado nororiental de Borno en Nigeria más de 2,000 personas fueron masacradas por integrantes de Boko Haram. Si bien la atención mediática de este último hecho fue nula, comparada con el atentado de la capital francesa, el grupo terrorista nigeriano, siguió las siguientes semanas sembrando de terror no solo a las ciudades norteñas del país más poblado de África, sino sus acciones terroristas traspasaron sus fronteras hacia las naciones vecinas.

En los últimos días no hemos dejado de aterrarnos por atentados, cada vez más demenciales como: la ejecución de un piloto jordano, quien fue enjaulado y quemado vivo por los terroristas del Estado Islámico EI; la brutal muerte de 21 cristianos coptos decapitados por este mismo grupo de asesinos fanáticos, y hace pocos días la acción de un francotirador que atentó en Copenhague contra los concurrentes a un evento en defensa de la libertad de expresión organizado por un dibujante danés perseguido por caricaturizar a Mahoma.

Estas acciones terroristas, disfrazadas de reivindicaciones islamistas, deben de ser rechazadas y condenadas por la comunidad internacional y lo más importante, se debe impedir que los fundamentalistas de cualquier bando nos arrastren a echar más gasolina al fuego, como ya lo hicieron y lo siguen haciendo los gobernantes de la primera potencia mundial. Desde Reagan, pasando por los Bush padre e hijo, hasta hoy, estos gendarmes de la paz han apoyado y entrenado (con la rastrera aquiescencia de las potencias europeas) primero a Al Qaeda y Ben Laden y luego a los “rebeldes” de Irak y Siria, para después “darse cuenta” de que todos eran terroristas y que hay que soltarles bombas aunque con ellas se arrasen países enteros.

El estado Islámico EI controla una extensa y estratégica zona dentro de
los territorios de Siria e Irak, una región eminentemente petrolera.
La amenaza que enfrenta el mundo, sin duda la mayor desde la Segunda Guerra Mundial, tiene su origen en la aplicación estricta de la expresión más reaccionaria y fanática del islamismo, convirtiendo esta fe religiosa en otro pensamiento, en otra doctrina muy distinta al credo religioso creado por Mahoma en el siglo VII, basado en la paz, la reconciliación y la tolerancia. El Estado Islámico -EI-, Al Qaeda, los Talibanes, Boko Haram, los yihadistas del norte de Malí, Al Shabaab, son en la actualidad los principales representantes orgánicos de esta ideología y aunque no son los únicos, representan una verdadera amenaza para la mayoría de los países islámicos, con el peligro de tener un alcance global.

Si el grupo terrorista nigeriano Boko Haram, tuvo en el secuestro de las niñas de Chibock -la pequeña ciudad del Estado nigeriano de Borno- a su más mediático como inhumano atentado, que mereció el repudio mundial; los Talibanes volvieron a su accionar delictivo con la matanza de escolares de Peshawar en Pakistán. Fue el 16 de diciembre de 2,014, un viento de terror se apoderó de un colegio ubicado en la ciudad pakistaní de Peshawar. Seis hombres armados, jóvenes y vestidos de blanco según un estudiante, irrumpieron en el recinto escolar y comenzaron a disparar a mansalva.

A los pocos minutos llegó el ejército y se produjo una refriega que acabó cinco horas después, con más de 140 muertos, la mayoría de ellos niños, y al menos 130 heridos. Los atacantes, que habían tomado niños de rehenes, también murieron. Algunos menores asesinados recibieron un balazo en la cabeza.

              “Desde Reagan, pasando por los Bush,
               estos gendarmes de la paz han apoyado
          y entrenado primero a Al Qaeda y Ben Laden
              y luego a los “rebeldes” de Irak y Siria”

¿Qué veneno navega en la cabeza de gente capaz de tal barbaridad? Más allá de la repulsión que un hecho tan brutal produce, se puede seguir el rastro de los perpetradores. El Talibán, ese movimiento que tomó el poder en Afganistán en 1,996 y que fue derrotado por una coalición liderada por los Estados Unidos en el 2001, sigue vivo.

Decayó tras el ataque de las fuerzas aliadas (en un frente de 50 países que buscaban una venganza por los atentados del 11 de setiembre), pero continuó moviéndose entre las montañas afganas y pakistaníes. Se asentó, por ejemplo, en Waziritán, una región del noreste pakistaní, donde incluso han impulsado la creación de un Califato. A pesar de que el gobierno de Islamabad reconoció en el 2006 tener controlado a ese núcleo gobernante, los ataques de los talibanes han aumentado como también su crueldad como en la matanza de Peshawar.

Abu Bakr Al Baghdadi, líder del EI se proclamó como el califa Ibrahim .
Eses monstruoso acto demuestra que el Talibán es una amenaza latente. Al Qaeda, que aún mantiene vínculos con ese grupo, sigue en actividad, pero en comparación con años anteriores luce parpadeante, no con la fuerza de cuando vivía Osama Bin Laden, su virulento fundador. La última noticia de esta organización, antes del atentado en el Charlie Hebdo, fue el 11 de diciembre del año pasado cuando atacó con misiles la base militar norteamericana de Al Annad, ubicada en Yemen. El otrora gran monstruo de occidente continúa presente en Arabia Saudita, Argelia, Libia, Somalia, Siria y Egipto.

Pero si bien las huestes del extinto Osama Bin Laden lucen agazapadas, en espera de dar la sorpresa, su influencia se deja sentir. Digamos que sembraron semillas de ira que luego tuvieron vida propia. El caso más emblemático es del Estado Islámico EI, que es considerado hoy, una de las mayores amenazas para la estabilidad global. Nació como un brazo de Al Qaeda en Irak en el 2003, con el impronunciable nombre de Yamat al-Tawhid wal-yihad (Comunidad de Monoteísmo y la Yihad), pero fue independizándose, debido a sus diferencias de origen y propósitos. En el 2013, ya fortalecido, se proclamó como el Estado Islámico de Irak y el Levante ISIS, por cuenta y violencia propia. Fue el momento de la ruptura con su casa matriz original.

En junio del 2014, sobrevino un anuncio megalómano: la proclamación de Abu Bakr al-Baghdadi como el Califa Ibrahim, destinado a gobernar a “todos los musulmanes”. Palabras mayores e incendiarias para occidente y sobre todo, en el mundo árabe-musulmán. Un califa es el sucesor de Mahoma, una figura que desde que muere el Profeta en el 632 causó controversia, entre sunitas y chiítas y en el mundo islámico en general. Con todo, hubo numerosos Califas que gobernaron la Umma (comunidad musulmana del mundo) y el último fue el turco Abdul Mejid II, que tuvo poder hasta 1,924.

En África operan tres fuerzas yihadistas importantes: Boko Haram, en
Nigeria. Ansar Dine y AQMI en Malí y Al Shaab en Somália.
Al Baghdadi, el líder del EI, revive la utopía del Califato, es decir, el gobierno total desde la fe musulmana y con una versión altamente rigorista de la Sharia (ley islámica). Y no es un cuento, actualmente controla, en Siria e Irak, la vida de 8 millones de personas. Ciudades iraquíes como Mosul (la tercera ciudad en importancia en Irak), Tikrit (tierra natal de Saddam Hussein) y Faluya, así como Raqqa en Siria son su territorio. Y su marketing perverso son las decapitaciones mediáticas y afinadas producciones de sus ataques, que continuamente cuelgan el You-Tube, para el espanto de los millones de sus usuarios.

Lo preocupante es que EI empieza a tener gravitación global como Al Qaeda. Ya Boko Haram, movimiento que actúa en Nigeria y recientemente a dado el salto a los países vecinos, responsable de numerosos atentados y crímenes en el oeste africano, le ha presentado su saludo. Lo mismo que Jemaah Islamiya, un grupo que actúa en Filipinas, Indonesia y Malasia, el siempre violento sudeste asiático.

             “Al Baghdadi, el líder del EI, revive la utopía
          del Califato: el gobierno total de la fe musulmana
             y con una versión rigorista de la ley islámica”

Este grupo fue el responsable del atentado contra una discoteca en la isla de Bali en Indonesia, en el 2,002 y de posteriores acciones armadas. Se presumía que estaba vinculado a Bin Laden, pero ahora su referencia parece ser EI. En la misma región, los miembros de Abu Sayyaf han declarado que defienden las acciones del Califa, otro punto a favor de Baghdadi el líder del EI.

En Argelia, asimismo, se alzó una voz para apoyar a las tropas de Al Baghdadi, Jund al Jilifa (Soldados del Califato) irrumpió en setiembre del 2,014 y anunció que tenía en su poder al francés Hervé Gourdel. Amenazó con decapitarlo, al estilo de lo que se hizo con periodistas en Siria e Irak. El miércoles 24 de ese mes lo hizo. Como en el caso de Jemaah Islamiya, estos combatientes fanáticos están vinculados a Ayman al-Zawahiri (sucesor de Ben Laden), pero se escindieron de Al Qaeda de Magreb Islámico -AQMI-. El Estado Islámico EI, tiende hoy a convocar más adhesiones y por eso, ha hecho que se forme una coalición de 40 países para atacarlo.

Osama Ben Laden fundador de Al Qeada, con su sucesor y actual líder
del grupo terrorista: Ayman al-Zawahiri, "el egipcio".
A estos colectivos armados los movería la yihad que suele ser concebida como “la guerra santa”. En otros países no árabes, como India, existen otros grupos, como Lashkar-e-Toiba (“Ejercito de los Puros”), responsable de los atentados en Bombay en noviembre del 2,008, en los que murieron 170 personas.

Sobre la palabra “yihad” que es usada muy frecuentemente por la prensa, pero sin ningún criterio, habría que precisar, que en árabe alude al “esfuerzo” de ser un buen musulmán, de seguir las enseñanzas del Profeta o los pilares del Islam, que son cinco. Un sexto seria desplegar este esfuerzo por vivir de acuerdo con la fe que se profesa.

En occidente, sin embargo, se entiende la “yihad” como “guerra santa”. Desde el mundo islámico se protesta porque la palabra guerra en árabe es “harb”. Según Abdennur Prado, presidente de la ex Junta Islámica Catalana, con quien dialogamos para este artículo, no hay en el Corán ninguna “Aleya” (versículo) que llame a convertir a los infieles. Pero en el nombre de algunos movimientos armados sí figura la palabra “yihad”.

          “El nombre “yihadismo” circula en occidente,
        lo que no significa que en las sociedades islámicas
       no exista el rechazo al EI, Al Qaeda, a los Talibán,
               a los que se les rotula como “terroristas”.

El nombre “yihadismo” circula más en occidente, lo que no significa que en las sociedades islámicas no exista el rechazo a las acciones del EI, Al Qaeda, del Talibán y de otros grupos, a los que se les rotula como “terroristas”. Más aún, la mayoría considera que están alterando, de manera escandalosa,  las enseñanzas del Islam. Abdennour Bidar, un filosofo musulmán de origen francés, sostiene que el Estado Islámico es “un monstruo nacido dentro del propio Islam” y que los mismos musulmanes deben de abogar por “la libertad de conciencia”. Entre tanto, en el mundo, con fe o sin ella, la violencia continúa.

Para cerrar, porque en la actualidad es incontenible la hemorragia de atentados, que nos impresiona cada día, la semana pasada, de Yemen venía la noticia de un atentado suicida contra los hutíes, una minoría de origen chiíta que a fines del año pasado firmó un acuerdo de paz con el gobierno. Hubo 23 muertos y 48 heridos, un nuevo frente que se inaugura este año de este conflicto que no da ningún respiro.



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