jueves, 30 de abril de 2015

EL MEDITERRÁNEO:
CEMENTERIO DE LOS DESESPERADOS

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Miles de africanos, cada año, surcan las traicioneras aguas del Mar Mediterráneo en busca de un efímero sueño,
sin importarles las penurias y precariedades que encuentren esta peligrosa travesía. 

Solo en la última semana fueron más de mil muertos, los que cambiaron la imagen de un mar Mediterráneo que dejaba de ser el espectáculo de verano y glamour que nos tiene acostumbrado, para convertirse en una tumba abierta de la desesperación y la pobreza.  Son miles los que intentan pasar el Mediterráneo en busca de un futuro mejor. Miles que son traficados, engañados, abusados y maltratados para salir de sus países y llegar a una tierra que debería ser prometida. De estos miles, muchos mueren en el camino abandonados, ahogados, violentados. Como aquellos sin-nombre, que murieron tragados por el Mediterráneo la última semana.

Las imágenes no son nuevas, la tragedia de África no es una novedad, pero en los últimos meses ha sido portada de todos los diarios del mundo por sus magnitudes, por la indolencia y por la responsabilidad de un mundo que refiere no mirar lo ineludible. Miles de africanos, buscan camino hacia Europa sabiendo que serán tratados como ilegales, que tendrán dificultades laborales y de vinculación con la población de los lugares en donde lleguen. Pero a ninguno parece preocuparles las condiciones de llegada, es el origen lo que genera la desesperación.

Lo que pasa en África no es culpa de África únicamente. Lo que lleva a esos miles de africanos a migrar en las peores condiciones, es la desesperación frente a Estados fallidos, que carecen de la capacidad de incluirlos en la vida cotidiana de desarrollo, sin instituciones serias, con enormes problemas de violencia y de represión. Todas condiciones que impactan principalmente a los más vulnerables, a los más desposeídos que tienen la certeza, de que morir en el medio del mar puede ser una alternativa a considerar, antes que morir de hambre o por la represión más brutal.  

Europa es ese destino esquivo para los africanos ilegales, a donde suelen
llegar dentro de baratos féretros de madera, los cuales son apilados en
depósitos en espera de su lejana identificación.  
Lo que pasa en África, es el resultado de muchos años de pésimas e ineficientes políticas de cooperación internacional que han invertido más en burocracias bien pagadas, que en inversión humanitaria. Que han tratado de exportar modelos, antes de fortalecer capacidades e inventivas locales. Que han mirado al costado, antes de reconocer los problemas de corrupción y violencia que viven millones de africanos de forma cotidiana. Los niveles de pobreza, las hambrunas y la mala cobertura de salud son solo algunos indicadores que expulsan a la población hacia esa aventura mortal. Porque, seamos realistas, lo que pasa en el Mediterráneo no es un proceso de migración, sino de real expulsión de miles de personas que no se sienten protegidas, cuidadas y realizadas en sus países de origen.

Hace pocos días, Diallo un amigo de Guinea Conakry, profesional y con formación universitaria, tuvo que dejar su país por las pocas oportunidades de trabajo y de realización personal que le ofrecía Guinea. Embarcándose  en una real y trágica odisea, que lo llevó a sufrir el abuso y atropello de los traficantes de personas, la corrupción despiadada y la carcelería injusta de las autoridades egipcias y marroquíes. Luego de las penurias sufridas, los cientos de kilómetros recorridos, los precarios ahorros gastados y la humillación contenida, Diallo fue expulsado a su país por las corruptas autoridades migratorias de Marruecos. 

       “África, es el resultado de pésimas e ineficientes políticas
         de cooperación, que han invertido más en burocracias,
              que en inversión humanitaria, que han tratado
                    de exportar modelos, antes de fortalecer
                           capacidades e inventivas locales”

Es así, como jóvenes profesionales como Diallo deben de vivir, luego de esta experiencia, con la frustración y la rabia de no poder realizarse plenamente como profesionales, convirtiéndose en potenciales víctimas de estas travesías sin retorno por el Mediterráneo. Porque las víctimas, de los despiadados traficantes, no son solo los más pobres de sus países de origen, hay muchos estudiantes universitarios, abogados, médicos, es decir la clase media en fuga, a mitad de camino entre los inmigrantes clandestinos y los refugiados, en una especie de limbo jurídico por resolver.

Pero en la otra orilla del Mediterráneo, en ese destino esquivo para los africanos ilegales, a donde suelen llegar dentro de baratos féretros de madera, los cuales son apilados en depósitos en espera de su lejana identificación, países como Italia, claman por una salida para esta crisis, porque no encuentran apoyo en otros países europeos que se hacen los desentendidos, priorizando el equilibrio de sus presupuestos comunitarios. Para Italia, España o la pequeña isla de Malta, puertos de atraque de los migrantes desesperados, hacerse cargo de miles de africanos que reclaman por mejor calidad de vida es imposible, pero mirar al costado tampoco ayuda en nada.

África debe dejar de ser una fuente de recursos naturales sin control, sobre las capacidades de los gobiernos o sobre los derechos humanos de sus habitantes. Por otra parte, la llamada cooperación sur-sur debe de ser potenciada y orientada al apoyo de procesos de desarrollo y de cooperación entre regiones del mundo. Para muchos latinoamericanos, África parece ser un continente lejano, ajeno e incomprensible, pero esto debe cambiar.

            “Miles de africanos, buscan camino hacia Europa
                   sabiendo que serán tratados como ilegales,
            que tendrán dificultades laborales y de vinculación
             con la población de los lugares en donde lleguen.
       Pero a ninguno les preocupa las condiciones de llegada”

En realidad, es mucho lo que hay por hacer, por legislar y sobre todo por comprender. La crisis humanitaria que enfrentan los migrantes africanos nos involucra a todos, pero en especial a sus vecinos más próximos, los europeos, pero para muchos de ellos, el drama de los africanos ilegales lo miran con horror pero a la distancia. ¿Cuáles son las responsabilidades reales que tiene Europa en esta crisis? ¿Qué tanto tiene que ver Europa en la precaria situación que viven sus antiguas colonias? ¿Qué responsabilidad se le asigna a los países europeos, por la situación actual de inestabilidad política y social de sufre Libia, el más importante punto de partida de los desesperados africanos?

Sin duda África debe dejar de ser una noticia, una tragedia distante y convertirse en una preocupación real para los directamente involucrados en la génesis de sus problemas actuales y también para todos los que queremos vivir en un mundo mejor. Al final, la globalización es más que la capacidad de viajar libremente e intercambiar mercancías, también debería incluir la posibilidad de ser activos en la preocupación por los demás y en especial por los que más sufren.




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