Thursday, February 27, 2025

 

RASD: 1976 - 2025

LA TERCA APUESTA POR UN SÁHARA LIBRE

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Hoy 27 de febrero diversas plazas y calles de Tindouf, en el Sáhara Occidental y en la misma 
capital de la RASD, la ciudad de El Aiún, el pueblo saharaui salió ha festejar el
49 aniversario de la creación de la República Árabe Saharaui Democrática RASD. 

Hoy se celebra 49 años de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), por parte del único y legítimo representante, el Frente Polisario, coincidiendo con el abandono aquel día de las tropas españolas de su provincia 53 cedida de forma ilegal a Marruecos y Mauritania. Pero al margen de efemérides, en la actualidad, ¿hay realmente algo que celebrar?

Al día de hoy, no se ha cumplido con el anhelado referéndum, ordenado por las Naciones Unidas hace más de 30 años, tampoco este organismo internacional ha velado por el respeto de estos acuerdos, ni España ha intercedido en favor de los saharauis; más aún, Marruecos ha encontrado un apoyo incontestable, el de los Estados Unidos. Además, Marruecos ha construido un muro de contención para detener el avance del Polisario, límites que se llenaron de minas antipersona, y el pueblo saharaui quedó dividido entre quienes hicieron su vida en los campos de Tindouf, donde se estableció la RASD, y quienes quedaron en el verdadero Sáhara Occidental, cuya capital es El Aiún.

¿Por qué no se celebró el referéndum? Hubo varios motivos, pero el fundamental fue la gran disputa del censo, pues los marroquíes lo inflaron de colonos con el objetivo de que ganara la opción de pertenecer a Marruecos. El viejo truco que siempre paraliza a la ONU. Las consecuencias son conocidas: décadas de guerra, generaciones nacidas y crecidas en campos de refugiados, persecución y represión en los territorios ocupados y mucha desinformación por parte de Marruecos. 

En diciembre de 2019, durante el XV Congreso del Frente Polisario, los saharauis anunciaron su intención de volver a las armas. Respondían así a la nueva estrategia de Marruecos de cambiar las reglas del juego, desconocer los acuerdos de 1991 y ofrecer como única alternativa una autonomía para el Sáhara Occidental, aprovechando el apoyo de Francia y Estados Unidos, el siempre silencio de España, y la debilidad del entonces presidente argelino, Abdelaziz Buteflika.

Por su estratégica ubicación y sus valiosos yacimientos de  
gas, petróleo y fosfatos, las potencias occidentales se resisten
a declarar la independencia de la RASD.

El golpe de efecto tardaría un año en llegar, en octubre de 2020, fecha en la que el Polisario organiza una protesta en Guerguerat, una ‘zona de no intervención’ en la frontera de Mauritania, con el consiguiente bloqueo de la circulación de camiones con mercancías. La respuesta no se hizo esperar y Marruecos envío tropas. El siguiente capítulo fue una declaración de guerra por parte del Polisario, generando enfrentamientos armados y más represión en el Sáhara Occidental, donde la resistencia del pueblo saharaui la vivió al límite. Fue una acción desesperada del Polisario para llamar la atención de la comunidad internacional y casi lo consigue. 

                “Con el regreso de Trump a la Casa Blanca,

              arropado por la extrema derecha empresarial,

               la represiva y corrupta monarquía marroquí

                 va sentir la protección desde Washington”

Pero semanas después, aun tras haber perdido las elecciones en EEUU en el 2020, Donald Trump reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Rabat establezca relaciones diplomáticas con Israel. Jaque mate al pueblo saharaui. De nuevo nadie dice nada y se suspende la cumbre bilateral que iban a celebrar antes de fin de año los Gobiernos de Marruecos y España. Lo que esperaba Rabat por fin lo consiguió, el Ejecutivo español del Presidente Pedro Sánchez salió de su ‘zona de confort’ y se alineo a EEUU y Francia en su posición sobre la antigua provincia.

Ahora con el regreso de Trump a la Casa Blanca, reforzado y arropado por la extrema derecha empresarial norteamericana, la política expansionista y represiva de la corrupta monarquía marroquí va sentir la tutela y la protección desde Washington.

El Frente Polisario siempre fue el legítimo representante
político, militar y diplomático del pueblo saharaui.
 

Mientras tanto, no cesan las escaramuzas entre combatientes del Polisario y del ejército marroquí, tampoco las violaciones a los derechos humanos en el territorio ocupado. En los últimos días, diversas organizaciones humanitarias, han dado cuenta de palizas, secuestros, detenciones y vejaciones contra activistas y población civil. A medida que crece la represión también crece la respuesta del pueblo saharaui. Y es que el Polisario, desde su feudo en el desierto argelino y convencido de que la situación no es buena para sus planes de independencia, busca más acción al interior del Sáhara Occidental, busca ruido desde las zonas ocupadas, una mayor resistencia; y esto va a llevar a una política marroquí más represiva. Esa es la razón por la que crecen los bloqueos, el seguimiento, las detenciones, los allanamientos a viviendas, y esto no se va detener. 

En la suma está el factor Argelia, ya recuperada de la crisis interna tras la salida del poder y posterior muerte de Bouteflika, que ha movido tropas hacia la frontera, con una cúpula militar totalmente comprometida con la causa saharaui. Y esto a Marruecos no le gusta. Y para poner estos hechos en contexto hay que tener en cuenta que Marruecos y Argelia están enfrentados no sólo por la cuestión saharaui, también se juegan el control de la entrada al Sahel, una zona clave de seguridad para Europa por los flujos migratorios y el yihadismo, donde se da una pelea por el control de África Occidental.

Al margen de estos condicionamientos geopolíticos y de las acciones e intereses unilaterales de los países involucrados, lo único cierto es que después de 49 años de la fundación de la RASD y más de 30 de los Acuerdos para la realización del esperado referéndum independentista, el pueblo saharaui sigue apostando tercamente por un Sáhara libre.

 

Tuesday, February 18, 2025

 

RUANDA Y EL M23: ¿HACIA LA TERCERA  GUERRA DEL CONGO?

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

El grupo armado rebelde M23, el pasado domingo 16 de febrero, entró a Bukavu,
 capital de la provincia de Kivu Sur, ante la desbandada del ejercito regular congoleño. 
 Un avance importante en la invasión ruandesa a la RD del Congo.

Cuando un hecho noticioso se vuelve reiterativo, casi de todos los días, ya no es noticia, puede continuar sucediendo, pero se pierde el interés y se vuelve casi invisible ante la opinión pública y más aún, si estamos hablando de un hecho internacional ocurrido en la lejana e inhóspita región del centro de África.

Eso es, precisamente lo que está pasando, ante las recientes noticias sobre el recrudecimiento del conflicto armado en la República Democrática del Congo -RDC-. La avanzada militar de los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo -M23-, un ejército de mercenarios bajo el mando de la vecina Ruanda, que viene tomando las principales ciudades congoleñas del este de la RDC, que el último domingo 16 de febrero, logró ingresar, a sangre y fuego, a la ciudad de Bukavu, capital de la provincia de Kivu Sur, la segunda urbe más importante de la estratégica región oriental congoleña.

La última fase de esta espiral de violencia que padece desde hace más de 30 años la RDC, empezó el pasado 28 de enero, cuando las milicias del M23 entraron a la ciudad de Goma, capital de Kivu Norte, una urbe de más de dos millones de habitantes. No era la primera vez que lo hacían: en el 2012 este grupo de mayoría tutsi, financiado y armado por la Ruanda del dictador Paul Kagame, de la misma etnia, ya había tomado Goma, desatando una crisis regional.

La actual situación es mucho peor y puede derivar en un conflicto continental. La pugna militar entre Ruanda y RDC no es nueva. Ya en 1996, el Gobierno de Kagame invadió junto con la vecina Uganda el este del país vecino en lo que se consideró la Primera Guerra del Congo (1996-1998). Kagame acusaba al dictador congoleño Mobutu Sese Seko de dar cobijo a los milicianos hutu que habían dirigido el genocidio en Ruanda contra la minoría tutsi dos años antes y que acabaron con la vida de más de 800 mil personas y decidió apoyar al guerrillero Laurent-Desiré Kabila.

Luego de la toma de Goma y ahora con la entrada a Bukavu, 
los rebeldes del M23, tienen control de las más estratégicas
ciudades del este congoleño, productoras de minerales.

Estos ayudaron a la insurgencia a derrocar a Mobutu y vencer, pero en 1998, poco más de un año después, Kabila, ya como presidente, quiso desprenderse de la influencia de Ruanda y Uganda y acabó provocando una nueva rebelión que derivó en la Segunda Guerra del Congo (1998-2003), la más mortal que duraría cuatro años, hasta enero de 2003, e involucró a nueve países africanos.

Tras la paz, la tensión ha continuado con la aparición del Movimiento 23 de Marzo, que surgió de las críticas por la falta de integración de los tutsi en el Ejército congoleño liderado por el presidente Joseph Kabila, hijo del primero. En 2012 consiguieron hacerse con Goma, pero la retirada de los más de 270 millones de ayuda internacional al gobierno de Kagame hizo que se forzara a un acuerdo tácito para dejar de financiar al M23, que acabó derrotado.

Nueve años después, el M23 resurgió de sus cenizas en 2021 tras las diferencias con Tshisekedi y ya en 2023 se rumoreaba que podrían hacerse con Goma. Ahora, vuelven a conseguirlo y ya controlan Kivu Norte y Kivu Sur, una de las regiones más estratégicas del país. Al poseer ingentes cantidades de yacimientos de oro, estaño, cobalto, coltan y demás minerales que son vitales para la gran industrial de las comunicaciones.

            “En la Primera Guerra del Congo (1996-1998),

       Kagame acusaba a Mobutu de dar cobijo a los hutus,

         milicias que había dirigido el genocidio ruandés”

La retórica oficial ruandesa para invadir a su vecino está en el miedo a una posible invasión hutu que provoque un segundo genocidio, pero la realidad es el interés económico por los minerales presentes en el este del Congo.

Ruanda no tiene recursos minerales propios, pero su vecino tiene algunos de los minerales más valiosos del mundo como el oro, diamantes y, sobre todo, dos terceras partes del coltán y la mitad de las reservas de cobalto que hay en todo el mundo. Estos son vitales para la transición energética, especialmente para baterías eléctricas y teléfonos móviles y se calcula que el valor de todos los minerales del Congo equivale a la economía de Estados Unidos.

Aun así, si miramos el mapa, llama la atención que un país como Ruanda con un tamaño que representa territorialmente, la quinta parte del Congo y una población de 15 millones de personas pueda invadir sin contestación una región rica en minerales en un país con 100 millones de habitantes y una superficie total que suma la de todos los países de Europa Occidental.

Para poder entenderlo hay que comprender el poder geopolítico que Kagame ha sabido granjearse. Kagame ha sabido explotar la culpa de la comunidad internacional por no evitar el genocidio de 1994 contra los tutsis para obtener el apoyo y la financiación a su régimen.

Una ola de refugiados congoleños ha provocado la invasión
del M23 y del ejercito ruandés a territorio de la RDC. Los
congoleños se han acostumbra a vivir en un estado constante
de guerra.

El 40% del presupuesto anual del Gobierno ruandés viene de los cerca de 1.300 millones de ayuda al desarrollo que recibe de sus socios internacionales, principalmente de Estados Unidos, que aporta 174 millones, casi tres veces más que Japón y Alemania. Francia también es un socio vital tras retomar relaciones diplomáticas en 2019 y dar en cuatro años 500 millones de dólares en ayuda al desarrollo, así como Reino Unido, que más allá de los casi 40 millones de dólares anuales ha tenido una gran relación bajo gobiernos conservadores que han legitimado el país como un lugar seguro con su acuerdo para expatriar inmigrantes irregulares.

           “En la Segunda Guerra del Congo (1998-2003),

      la más mortal y que involucró a nueve países africanos,

       el gobierno congoleño decide expulsar a los ejércitos

                            de Ruanda y Uganda”

Todo ese dinero le ha servido a Kagame para limpiar su imagen bajo la propaganda Visit Rwanda, el lema turístico que se puede ver en todo el mundo en la manga de equipos de fútbol como el Paris Saint-Germain, el Arsenal. El Ejecutivo ha sabido además posicionar Kigali como una capital de eventos internacionales y ha llegado a acuerdos con la NBA para acoger las finales de la máxima competición continental de baloncesto africana, el congreso anual de la FIFA o este año el Mundial de Ciclismo en Ruta. En diciembre, Ruanda confirmó su candidatura para que la F1 volviera a África.

Ahora, todo ello podría estar en jaque. El ministro de Exteriores británico, el laborista David Lammy, ha avisado a Kagame que podría perder los 1.000 millones de dólares en ayuda al desarrollo si no deja de apoyar al M23. Eso ya ocurrió en 2012, pero esta vez Kagame se considera en una posición fuerte.

          “Una Tercera Guerra del Congo, con participación

               continental es posible, ante el incondicional

                        apoyo de occidente a Ruanda”

El presidente ruandés ha calculado que esta vez no le darán la espalda. La llegada de Donald Trump puede haberle alentado. Trump ya criticó al gobierno congoleño en campaña lanzando bulos (noticias falsas) sobre que enviaban a sus presos a Estados Unidos como inmigrantes irregulares. Además, el año pasado el gobierno de Tshisekedi denunció a la tecnológica Apple por robar sus minerales de minas no autorizadas por el Gobierno. Kagame puede haber valorado que Trump, amigo de las grandes empresas tecnológicas, podría preferir asegurarse los minerales con el control del M23 y Ruanda y no del Congo, obviando con ello la integridad territorial congoleña y toda la legislación internacional. Por el momento, el secretario de Estado, Marco Rubio, ha pedido un alto al fuego que evite una escalada de la tensión y que permita una “economía regional próspera”.

Sea como fuere, de los socios internacionales dependerá el futuro escenario regional. La posibilidad de una Tercera Guerra del Congo con participación continental es posible, aunque es difícil pensar en un ataque coordinado contra el Ejército de Kagame. Así pues, tampoco es descabellado pensar que Kagame acabe controlando con el M23 las regiones de Kivu Norte y Kivu Sur de facto como Rusia ha hecho en localizaciones del Donbás o Israel con los territorios ocupados en Palestina.

Aun así, la retirada de la financiación internacional a Ruanda -y por lo tanto también al M23 como ocurrió en 2012- sigue siendo una posibilidad, pero no es de descartar que Kagame use su poder para acordar un alto al fuego que le dé concesiones sobre las zonas mineras a cambio de la retirada del país vecino.

Ante estas negociaciones y cálculos políticos entre Ruanda y las grandes potencias occidentales, lo único real y cotidiano, es la ola de refugiados que está generando la invasión militar del M23 y del ejército ruandés al territorio de la RDC. Una ola de desplazados que se da todos los días y que permanece invisible a los ojos del mundo. Los congoleños se han acostumbrado a vivir, desde hace tres décadas, en un estado constante de guerra. Esa invisibilidad mediática es un escándalo que nos debería avergonzar a todos.  

Friday, February 7, 2025

 

GAZA,  ÁFRICA  Y  EL  TRASPIÉS  DE  TRUMP

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Habitantes palestinos caminan entre las ruinas de la ciudad de Gaza. Según la propuesta 
del presidente Trump esta población debería abandonar a la fuerza este lugar, para 
dar inicio a un millonario proyecto turístico inmobiliario.   

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue sorprendiendo -¿horrorizando?- al mundo con propuestas radicales y disparatadas. La de esta semana tiene que ver con Gaza, devastada por los persistentes ataques israelíes durante cinco meses de horror. Su “plan” no es, como debería ser, para la reconstrucción de Gaza, sino para que EE.UU. “asuma el control” del territorio. Dentro de ello, propone el desplazamiento forzado de sus aproximadamente 1.8 millones de habitantes palestinos a países vecinos y la “reconstrucción” de la zona para convertirla en una "Riviera" de lujo en Oriente Medio.

Una atrocidad que comenzaría con la expulsión de cerca de dos millones de personas, negando y desconociendo no solo la historia, sino también obligaciones fundamentales del derecho internacional que todos los países deben cumplir y hacer cumplir, como las resoluciones vinculantes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Es una burda pretensión neocolonial de Trump. No hay otra calificación posible. Por ello, debería generar el inmediato rechazo del mundo, y dentro de él, del mundo árabe y del continente africano, cuya interacción ha sido muy débil en esta crisis derivada del genocidio israelí contra Gaza.

                  “El Plan de Trump comenzaría con la expulsión

         de dos millones de personas, negando no solo la historia

                      sino también el Derecho Internacional”

En la actualidad, esperar una reacción conjunta y solidaria de los países árabes sobre este tema, es muy ingenuo. Sus estrechos lazos con Israel, las pugnas internas dentro de la comunidad de naciones que conforman tanto la Liga Árabe como la Conferencia Islámica, son una evidencia del poco compromiso e interés que han demostrado estos países en relación a la defensa de la causa palestina.

Otra ha sido la ejecutoria asumida y el predicamento de las naciones africanas sobre el brutal genocidio que viene perpetrando el Estado israelí en el territorio de la Franja de Gaza.

A la Izquierda el mapa actual de los territorios palestinos luego
de la guerra de 1,967, a la derecha la propuesta de Trump y
Netanyahu de arrinconar a Palestina a una reducida Cisjordania

Ante ello, se puede comprender las primeras reacciones del presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa, frente a la insólita propuesta de los Estados Unidos, el mandatario sudafricano adelantó algo crucial: “¿Y a dónde van los palestinos? ¿Dónde van a vivir?”. Precisando esta semana lo siguiente: “Lo que ha ocurrido en Gaza es un genocidio y, sinceramente, no sé si Estados Unidos, que es parte de todo esto, es el país que debería hacerse cargo de Gaza. Quien tiene que hacerse cargo de Palestina son los mismos palestinos”.

La propuesta de Trump es inviable y contraria al derecho internacional. Primero, porque implica la expulsión de los palestinos residentes de Gaza, “reasentándolos” en naciones árabes vecinas. Jordania y Egipto ya han rechazado esta idea, mostrando reticencia a aceptar un gran número de refugiados palestinos.

El plan de Trump, en el que se redibujaría un Estado Palestino totalmente menguado, estaría ubicado solo en Cisjordania, reconociendo la inmensa mayoría de los asentamientos ilegales como territorio israelí. Asimismo, se asignaría el valle del rio Jordán a Israel, arrebatando a Palestina toda la frontera que tiene con Jordania. El Estado Palestino propuesto por Trump y Netanyahu, en consecuencia, sería un territorio completamente rodeado y controlado por Israel, que ni siguiera tendría derecho a crear sus propias fuerzas armadas.

El anuncio de Trump, considerado por muchos como un traspié diplomático, ha generado una amplia gama de reacciones a nivel mundial. Algunos lo califican como una forma de limpieza étnica, argumentando que el desplazamiento forzoso de la población palestina constituye una grave violación de los derechos humanos.

                  “Se redibujaría un Estado Palestino totalmente

                       menguado, ubicado solo en Cisjordania,

                 completamente rodeado y controlado por Israel”

Las cancillerías africanas han tenido una voz coordinada en anteriores crisis en el Medio Oriente. Y eso no debe perderse, pese a que, en la actual guerra contra Gaza, no ha habido una articulación ni reacción conjunta entre estas. Tras cerca de 50,000 palestinos muertos en un virtual genocidio en ejecución, desde el territorio africano han surgido voces de alerta y repudio ante esta brutal agresión. Un caso significativo, fue la denuncia penal presentada por la República de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justica de las NN.UU contra el Estado de Israel, por crímenes de lesa humanidad y Genocidio cometidos contra la población palestina.

Es indispensable recuperar el espacio que África ocupó en otras crisis. Por ejemplo, en la “guerra de los seis días” de 1967, cuando Israel ocupó territorios palestinos (Cisjordania y Jerusalén),  egipcios (península del Sinaí) y sirios (meseta del Golán), la posición de los Estados africanos fue clara, en especial de líderes como: el primer Presidente y líder independentista de Tanzania Julius Nyerere, el presidente de Mali Modibo Kaita y el mandatario y jefe de la Revolución del Congo-Brazzaville Marien Ngouabi, ellos en una declaración conjunta que suscribieron la totalidad de las cancillerías africanas de la época, exigieron que “Israel debía desocupar los territorios arrebatados a Palestina”. Esto derivó en la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU en noviembre de 1967, que estableció dos principios fundamentales:

I.- La retirada de Israel de los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días.

II.-El reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la región, así como su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y libres de amenazas o actos de fuerza.

Netanyahu y Trump hermanos gemelos y co-autores del
genocidio contra la población palestina en Gaza. 

Han pasado casi 60 años, de este Mandato de las Naciones Unidas e Israel sigue incumpliendo esta resolución, ocupando irregularmente Gaza y Cisjordania.

Altos funcionarios de la administración Trump intentaron “suavizar” su idea de expulsar a la población palestina y “tomar el control” de Gaza. Afirmaron que Trump no se había comprometido a utilizar tropas estadounidenses para “despejar” el territorio y que cualquier reubicación de palestinos sería temporal.

Sin embargo, socios clave de EE.UU. calificaron la idea como una violación del derecho internacional, lo que dejó la propuesta sin sustento. Evidenciando el traspiés diplomático y político del iracundo y desatado mandatario norteamericano.

Es momento de dejar atrás el silencio y la pasividad y relanzar una campaña global a favor de la causa Palestina.

Desde 1967, la ONU (Asamblea General y Consejo de Seguridad) ha emitido resoluciones exigiendo que Israel desocupe los territorios ocupados ese año. Siguen sin cumplirse. África ha tenido un papel clave en la diplomacia internacional en estas cuestiones, y debe recuperarlo.

Ahora se espera que la región vuelva a ser protagonista. África tiene una historia de participación activa en la defensa del derecho internacional. Hoy les corresponde actuar articuladamente y apuntar a un pronunciamiento claro en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU.

                             “Las cancillerías africanas siempre

                       han tenido una voz coordinada en defensa

                    de los legítimos derechos del pueblo palestino”

Es una oportunidad crucial para que la voz y presencia de la diplomacia africana vuelva a resonar, en articulación con otras regiones del mundo en desarrollo (Medio Oriente, Sudeste Asiático, América Latina) cuyo silencio e inacción son, a estas alturas, inaceptables.

Los gobiernos africanos, tanto individualmente como a través de foros como Unión Africana y los países del BRICS (de cuyos diez miembros cuatro son africanos) deben rechazar la disparatada y peligrosa propuesta de Trump y demandar el respeto al derecho internacional. África y el mundo deben pronunciarse en defensa del principio de autodeterminación del pueblo palestino y denunciar el carácter ilegal de la iniciativa de Trump, rechazando cualquier intento de apropiación de Gaza y exigiendo respeto a la soberanía palestina.