lunes, 30 de septiembre de 2013

¿África está en venta?


Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

En varios países del África subsahariana, se están vendiendo grandes extenciones de tierras a firmas transnacionales
y países extranjeros, para cultivos de productos para la exportación, generando la migración obligada de la
población pobre que habita esa zona. 

Ahora no son las potencias europeas, quienes se disputan el territorio africano a golpe de fusil y machete por sus recursos naturales o por el comercio de esclavos, como sucedió durante siglos a lo largo de la historia del África, sino que son los propios gobiernos africanos –muchos de ellos con grandes dosis de corrupción- los que, en la actualidad, deciden vender al mejor postor su propio país.

Parece difícil de creer, pero esa es la situación que se está dando en algunos países del África subsahariana. Según un reporte sobre Agricultura Sostenible en el África, publicado recientemente por Oxfam-África, desde hace una década los gobiernos de los países en desarrollo han arrendado, vendido o están negociando la cesión de 227 millones de hectáreas de tierras o unos 2.25 millones de kilómetros cuadrados a inversores extranjeros, más del 70% de estos contratos se han dado en el África subsahariana.

Países como: Mozambique, Sudán del Sur, Etiopía, Zambia, Liberia, Madagascar, incluso pequeños países como Uganda están cediendo grandes extensiones de tierra a firmas transnacionales y países extranjeros. En la mayoría de los casos, estas adquisiciones conllevan la expulsión de las comunidades locales de las tierras en las que habitan.

La aejecución de los grandes proyectos hidroeléctricos, está generando
el fin de la agricultura de autoconsumo y la expulsión de las comunidades
de campesinos de las tierras en las que habitan.
Estas tierras son utilizadas, por los compradores para el cultivo de productos de exportación como aceite de palma, cereales o arroz, así como para la producción de la industria de biocombustibles (caña de azúcar, girasol, soja) o para destinar estas tierras para proyectos hidroeléctricos. Pero esta situación se vuelve más injusta, al saber que en algunos de estos países (como es el caso de Sudán del Sur o Etiopía) parte de su población requiere de asistencia humanitaria continua, para no pasar hambre.

Fue en el año 2010, en que estas ventas de tierra alcanzaron su auge. Un incremento motivado, según el informe, por la subida del precio de los alimentos a nivel internacional. Y fue a partir de entonces cuando grandes inversores privados, en su mayoría occidentales y países como China e India pero también Arabia Saudita, Kuwait y Corea del Sur, se lanzaron a comprar tierras en el extranjero, para orientarlos a la agricultura de bienes comestibles o para darles un uso comercial o energético.


“Las adquisiciones conllevan la
  expulsión de las poblaciones locales”

“Firmas chinas llegan a estas zonas
  con sus trabajadores”

Parece que estos inversores han ido encontrando los bocados más apetitosos en el África subsahariana. Una zona que precisamente cuenta con enormes extensiones de tierra cultivable que no están siendo desarrolladas. Así, dejar su administración a firmas extranjeras podría parecer, en principio, una solución positiva. Sin embargo, lo que podría ser un camino hacia la modernización tecnológica y el desarrollo del empleo local, en la práctica no beneficia a la comunidad, al campesino local, por que los gobiernos no están sabiendo negociar esas cesiones.

En el informe de Oxfam, se demuestra que en la práctica, casi todos los casos de cesión de tierras a inversores extranjeros, han acabado muy mal para las poblaciones locales, han terminado en lo que se llama acaparamiento de tierras. El acaparamiento de tierras consiste en la sustracción de tierras rurales, con el consentimiento de los propios gobiernos, por parte de inversores internacionales para darles un uso comercial, negándoles el acceso a esas tierras a los campesinos que tradicionalmente las usaban para ganarse la vida.

La deforestación del 20% de bosques, es producto del mal uso que se le
esta dando a las tierras vendidas a las empresas y países extranjeros.
Estas firmas internacionales que invierten en África rechazan estas acusaciones y defienden que sus actuaciones contribuyen al desarrollo de zonas no productivas. Tenemos el caso de la empresa británica New Forests Company, a la que Oxfam acusa de haber provocado el desalojo forzoso de más de 20,000 campesinos en Uganda, en su defensa la compañía se describe como: “una empresa con una trayectoria impecable en inversiones sociales, que en su corta vida no solo ha creado más de 2,000 empleos en remotas comunidades rurales en Uganda, sino que ha incrementado su acceso a la salud y educación a esas poblaciones”.

Al margen de lo que digan estas empresas, la realidad es que en estas cesiones de tierra, se ignoran  los derechos de las comunidades indígenas cuyo sustento depende de esas tierras. Si el objetivo es beneficiar a las poblaciones locales, entonces esta gente debería ser incluida en las conversaciones y en la toma de decisiones, para que sus intereses sean tenidos en cuenta.

Sin embargo, en muchas ocasiones, los que acaban trabajando en las nuevas plantaciones, no son personas de las comunidades locales, sino jornaleros provenientes de otras zonas. Además, las empresas chinas  suelen traer a sus propios trabajadores, que de esta forma desplazan a los agricultores locales.


“La falta de regulación facilita
  el acaparamiento de tierras”

“Se desaprovecha la ocasión de impulsar
  el desarrollo de estos Estados”

Según datos de Oxfam, el África subsahariana es la zona del planeta que cuenta con más kilómetros cuadrados de tierra cultivable sin utilizar o sin ser suficientemente productiva. Ello se debe al poco interés de los gobiernos en crear proyectos de desarrollo agrícolas sustentados: en créditos baratos, oferta de insumos adecuados y capacitación tecnológica orientada a los campesinos. Pero los expertos ven una segunda razón para el hecho que la mayoría de las adquisiciones de grandes extensiones de tierra se den precisamente en esa zona: gobiernos corruptos y ausencia de leyes y regulaciones adecuadas.

El hecho de que varios de los gobiernos africanos no cuenten con demasiadas credenciales democráticas y de que apenas existan leyes que regulen las condiciones de trabajo, la protección del medio ambiente o la propiedad de la tierra de las comunidades locales, parecen contribuir al especial interés que suscitan las tierras africanas entre las grandes empresas extranjeras, las potencias europeas y los principales países emergentes.

La moratoria por 20 años sobre las adquisiciones masivas de tierras y la
prioridad en la agricultura familiar, destinada a la producción de alimentos
para la poblacion africana, son las soluciones inmediatas a este problema.
Ocurre además, que en la mayoría de los países africanos el dueño de las tierras es el Estado, que no suele reconocer el derecho consuetudinario que podría dar la propiedad de las tierras a las comunidades de campesinos que llevan viviendo en ellas y trabajándolas durante generaciones.

Esta venta indiscriminada de tierras agrícolas, no solo ha ocasionado la drástica disminución de la producción de cultivos comestibles, orientados al consumo humano, lo que ha originado que el continente africano ha dejado de autoabastecerse de alimentos, desde hace una década el África tiene un déficit agrícola del casi 30%, el cual lo suple con la importación de alimentos, cada vez más caros. Además, ha tenido que afrontar el proceso de deforestación de un 20% de sus bosques, producto de la puesta en ejecución de proyectos energéticos (hidroeléctricas), todo lo cual ha sucintado la expulsión o reubicación de la población campesina originaria de esas zonas.

Para enfrentar este grave problema, que pareciera que no le interesa a la comunidad internacional, el informe de Oxfam-África recomienda una moratoria de 20 años sobre esas adquisiciones masivas de tierras, para que en ese tiempo se pueda priorizar la agricultura familiar y nacional destinada a producir alimentos para las poblaciones africanas. Y también para que se realice un análisis muy serio y en profundidad de qué significan y que consecuencias tienen estas ventas indiscriminadas y masivas de tierras. Pensar que África, que está con hambruna, este alimentando a poblaciones de otros continentes, es algo insólito.





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