Saturday, December 21, 2024

 

¿SE BUSCA

UN CALIFATO

EN ÁFRICA?

 Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En la actualidad el continente africano se consolida como el epicentro del terrorismo yihadista
mundial. Aproximadamente, la mitad de las muertes registradas el año pasado, se
produjeron en la región del África subsahariana.


Durante los últimos años hemos visto cómo el yihadismo (el islamismo fundamentalista) ha crecido de forma inexorable en el África Subsahariana hasta el punto de convertirse este escenario en el área de mayor incidencia terrorista. Así, el principal foco de actividad yihadista a nivel mundial se ha trasladado de continente, abandonando las históricas regiones de Oriente Medio (Irak y Siria) y el Asia sur-central (Afganistán y Pakistán), para llegar a un nuevo foco en el que las posibilidades de crecimiento a corto y medio plazo auguran un futuro más que preocupante de cara a preservar la seguridad en África.

Ante el descalabro total del alucinado proyecto fundamentalista, llevado a cabo por el Estado Islámico, más conocido como Daesh en idioma árabe, que pretendió realizar la utopía de instalar un Califato entre las fronteras de Siria e Irak, por los años 2016 al 2019, los seguidores de los diversos grupos yihadistas, surgidos de las franquicias mayores como Daesh y Al-Qaeda, emprendieron el proyecto expansionista y temerario de constituir un Califato en territorio africano, con toda la connotación geopolítica y desestabilizadora que este objetivo generaría en la región.

Porque hablar de Califato, es hablar de palabras mayores e incendiarias para occidente y en especial para el mundo árabe-musulmán. El Califa fue la autoridad que sucedió al profeta Mahoma, una figura que desde la muerte del fundador del islamismo en el año 632, causó controversia entre sunitas y chiitas y en el mundo islámico en general. Con todo, hubo numerosos Califas, que trataron de gobernar la Umma (Comunidad Musulmana del Mundo), generando pugnas y guerras santas entre las fracciones musulmanes. El último y más poderoso Califato fue el de Sokoto, un dominio islamista que se estableció en el siglo XIX, precisamente en territorio africano, en una amplia región que cubría la actual Nigeria y el noreste de Camerún, Califato que fue derrotado y sometido en 1,903 por el colonizador británico.   

Por otro lado, en el contexto actual, con la caída de Damasco y el triunfo del HTS (Organismo de Liberación del Levante), controlando la mayor parte del territorio sirio, se podría haber pensado, en un primer momento, en el resurgimiento del proyecto integrista-salafista en Oriente Medio y con ello la idea de fundar un nuevo Califato. Pero dada las declaraciones de su líder al-Golani, de hacer un llamado a sus seguidores para reflexionar, orar  y olvidarse para siempre de sus malas acciones, es muy probable que el accionar del fundador del HTS, obedezca más a directivas de Washington y Tel Aviv, que a los consabidos dictados coránicos. 

       “Porque hablar de Califato, es hablar de palabras

     mayores e incendiarias para occidente y en especial

                  para el mundo árabe-musulmán”

En la actualidad, es indudable que el nivel de violencia terrorista, que se vive en buena parte de África, ha aumentado a medida que los grupos yihadistas se han consolidado sobre el territorio y han expandido sus áreas de influencia. Sin ir más lejos, en estos momentos más de la mitad de las provincias del Daesh y Al-Qaeda ya se encuentran establecidas en el continente africano. El deterioro de la seguridad se ha extendido en países de la región del sahel como Mali o Burkina Faso, o en el occidente africano como Nigeria, donde las dos grandes franquicias del terrorismo internacional, Daesh y Al Qaeda, han conseguido abrirse espacio a través de corredores territoriales que en estos momentos se presentan como una punta de lanza que ejerce de vanguardia del movimiento yihadista global, y que amenaza directamente la seguridad de otros países de la región, afectados hasta ahora en menor medida, como son Costa de Marfil, Togo o Benín, pero que ya han comenzado a sufrir atentados de inspiración integrista dentro de sus propias fronteras. 

Mapa de la situación del yihadismo en África, 
según organizaciones humanitarias de la ONU, 
mayo de 2023, a la fecha la situación no varía.

Para ello, se han servido en algunos casos del establecimiento de alianzas y de la suma de sinergias con movimientos islamistas radicales locales, como ha ocurrido en la República Democrática del Congo y Mozambique o que operaban desde años antes como en Somalia.  

En este contexto, resulta interesante y oportuno plantearnos una interrogante, que hasta fechas recientes habría parecido impensable, pero que en base a las evidencias podría ser posible, por lo menos en un mediano plazo: ¿Se busca un Califato en África?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que tras la definitiva caída del califato yihadista sirio-iraquí, acontecida con la pérdida de su último reducto en Baguz, en marzo de 2019, la estructura central de toda organización yihadista pasó a un segundo plano, privilegiando la propaganda y las acciones armadas efectistas. Es por ello, que en la medida que vaya creciendo el protagonismo de sus franquicias regionales africanas, el foco mediático va girando a este continente.

          “la incapacidad de estos gobiernos para hacer

       frente al terrorismo; la porosidad de las fronteras;

        y la fragmentación social que vive su población” 

El incremento exponencial de las acciones terroristas de estos grupos armados africanos, se debe a condiciones muy puntuales propias de la región: la consabida incapacidad de estos gobiernos para hacer frente al terrorismo; la porosidad de las fronteras africanas; los abusos y la corrupción de las fuerzas de seguridad de estos países y la fragmentación social que vive su población.

Es por ello que, de no producirse un giro drástico en las dinámicas actuales que permita recuperar a los gobiernos locales el control de la situación en materia de seguridad interna y garantizar la gobernabilidad, es más probable que se sigan produciendo este tipo de acciones terroristas que van estar minando la estructura de los Estados y la estabilidad de sus instituciones. 

Pero no obstante, la búsqueda de un Califato en África, no va ser nada fácil. Estas organizaciones deberán demostrar una capacidad militar, que hasta ahora no la tienen, para hacerse con el control de  importantes ciudades, la creación de una convincente narrativa propagandística que resulte lo suficientemente atractiva como para que se incremente una migración masiva de nuevos adherentes hacia estos países africanos y no menos importante, deberán buscar nuevos líderes carismáticos que sean capaces de ejercer un fuerte liderazgo en estas organizaciones.    

Tuesday, December 10, 2024

 

LA  CAÍDA  DE  DAMASCO: UN ROMBECABEZAS    POR ARMAR

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

La guerra civil iniciada en el 2011, propiciaba la caída del gobierno de Bashar Al Asaad, quien 
logró gobernar, desde el histórico partido Baaz, 23 años bajo un régimen autoritario.

Después de varios años de aparente calma cayó Bashar al-Assad. El 27 de noviembre diversos grupos islamistas armados tomaron por asalto la antigua e importante ciudad de Jalab (Alepo) en un golpe inesperado al gobierno y sus tropas. Inesperado, porque, si bien había combates continuos en varias regiones desde que estalló la guerra civil en 2011, la foto era la de un territorio fragmentado con diversos compartimentos estancos. En menos de dos semanas avanzaron, tomaron más ciudades y la capital Damasco.

La guerra en Siria tiene dos elementos que se entrecruzan. Por un lado, el interno. Se trata de un levantamiento pacífico, que derivó en armado, para derrocar al gobierno de Bashar al-Assad. Por el otro, un entramado de fuerzas regionales e internacionales que tienen sus propios intereses con o sin guerra civil. Además del ejército sirio intervienen en el terreno tropas estadounidenses, rusas, iraníes, turcas, libanesas, un archipiélago de milicias yihadistas y varias facciones kurdas, sin olvidar las fuertes rivalidades religiosas entre, chiitas, sunitas, alauitas, católicos y drusos, un verdadero rompecabezas por armar.   

La guerra civil que estalló en 2011 provocó divisiones profundas en todos los grupos sociales, étnicos, religiosos y nacionales. Por ejemplo, varios grupos palestinos vinculados a la histórica OLP apoyaban a Assad, mientras los seguidores de HAMAS lo combatían. La ofensiva militar de los últimos días de noviembre tuvo como principales actores a varios grupos islámicos que han sumado a sus filas combatientes de numerosas nacionalidades, como turkmenos y chechenos. Estos distan de ser un bloque homogéneo porque entre ellos existen diferencias abismales en su ideología y práctica.  

Asimismo, tuvieron tantas escisiones y cambios de nombres que es difícil seguir sus trayectorias. Para simplificar podemos decir que, por un lado, están los que lucharon para tomar el poder central del país y gestionarlo como cualquier otro partido político. De hecho, algunos de estos grupos ya lo hacen en los territorios que controlan hace unos años. Por el otro, hay varios movimientos con agendas más complejas y globales que exceden el territorio sirio. Uno de éstos es Daesh, acrónimo de Estado Islámico en árabe, y más conocido por la sigla ISIS en inglés. Su objetivo, desde su nacimiento, es crear un Estado regido por la ley islámica en Siria e Irak.         

Siria se ha convertido en un mosaico de etnias, religiones y 
rivalidades regionales, en donde tropas norteamericanas, 
rusas, iraníes, turcas, libanesas, kurdas, drusas, chiitas,
sunnitas, alauitas y demás confesiones conviven en 
un clima de permanente inestabilidad.

Consideran que las fronteras entre ambos países, trazadas por británicos y franceses en 1916 mediante los acuerdos de Sykes-Picot, son artificiales y no deben existir más. Pero Al Qaeda no tiene como objetivo la toma del poder en Siria o Irak, sino en librar una batalla global. También el Hezbolá libanés es un actor importante porque apoyó con combatientes a Bashar al-Assad. Aunque ideológicamente están en las antípodas -nacionalismo árabe laico vs islamismo shiíta- tienen intereses en común. Por otra parte, Hezbolá considera que la caída de Assad le allana el camino a Estados Unidos para destruir la República Islámica de Irán, su principal aliado. Además, no hay que olvidar que Hezbolá y los iraníes son chiitas y siempre combatieron a los sunnitas de Daesh y Al Qaeda.

Otra pieza de este rompecabezas geopolítico es Turquía. El gobierno de Ankara en los últimos años incrementó su presencia regional y le disputa a Irán y Arabia Saudita la influencia en el mundo árabe e islámico. Entre otras razones, su intervención en Siria es para evitar que la minoría nacional kurda intente sumar en un Estado independiente a los kurdos de Turquía. Por otra parte, más de tres millones de sirios son refugiados en Turquía y representan un dolor de cabeza para el presidente Erdogan. 


Como si esto fuera poco interviene Rusia. Desde la época de la Unión Soviética y su apoyo a los nacionalistas árabes en Egipto, Siria e Irak tiene una agenda geoestratégica propia que incluye ahora una presencia militar activa. En el norte, en la ciudad siria de Latakia tiene una base aérea. En el sur, en Tartus, una base naval. Ambas son claves para tener presencia directa en el mar Mediterráneo donde tienen hegemonía las fuerzas de la OTAN. Es más que probable que la caída de Assad los obligue a retirarse de las bases.

Para Estados Unidos e Israel el debilitamiento de Hezbolá, Irán y Siria es fundamental. Pero nadie puede asegurar que después de Assad no se constituya un régimen islámico radical e impredecible con agenda propia, y antiisraelí. Vale la pena recordar el precedente de Afganistán. El ex presidente norteamericano Reagan ayudó a los que denominó “combatientes por la libertad” contra los soviéticos después de la invasión rusa en Afganistán de 1979. Pero aquellos nobles combatientes retratados en la película Rambo III luego se transformaron en los Talibán y Al Qaeda.

Como vemos, en este complejo rompecabezas por armar en el que se ha convertido, hoy por hoy, toda la estratégica región del Medio Oriente, el final es incierto.

 

Thursday, December 5, 2024

 

NELSON MANDELA:

RECORDANDO AL PADRE AUSENTE

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

 

Nelson Mandela, llamado "Madiba" o "Padre" en su dialecto originario, es recordado por la juventud sudafricana como el ser excepcional que sufrió un encierro injusto por más de 27 años, por haberse enfrentado 
pacíficamente a un régimen de opresión racial como fue el apartheid
.

Durante esta semana cientos de sudafricanos en peregrinación, han visitado la casa de Nelson Mandela en su natal Johannesburgo, depositando en sus jardines exteriores arreglos florales y piedras con mensajes escritos muy personales, como tributo a su memoria al cumplirse once años de su partida. Las flores se marchitaran y serán retiradas, pero las piedras no se marchitan, permanecerán para siempre, como semillas que germinaran en la casa del político más venerado de la historia de Sudáfrica, quien se fue despidiendo lentamente, como vivió, resistiendo.

Madiba, como se le conocía entre los suyos, tenía la sonrisa más famosa del mundo y el enorme mérito de haberla mantenido a pesar de ser un hombre que envejeció en la cárcel. Fueron más de 27 años de un encierro injusto, los cuales no pudieron doblegar su carácter, su coraje, ni sus ideales. A pesar de todos los sufrimientos, Mandela bregó siempre para que el resto del planeta difunda su mensaje: el no haber tratado a sus enemigos, como ellos lo trataron a él. Cuando alguien sufre penalidades, no se puede jamás humillar a los otros. Ese rasgo de negarse a subyugar a sus rivales, es lo que convirtió a Mandela en un líder universal.

      “Fueron 27 años de un encierro injusto, que no pudieron                        doblegar su carácter, su coraje ni sus ideales”

Esta nobleza de sentimientos, paradójicamente, fueron incubadas en la conciencia de Madiba en los momentos más dramáticos e injustos de su existencia. Mandela es detenido, torturado y acusado de conspiración para derrocar al gobierno que ejecutó sucesivas masacres contra los sudafricanos negros, en una Sudáfrica sacudida por la lucha racial. Condenado a cadena perpetua no será liberado hasta la década de los años noventa. Desde la soledad de su fría celda en la isla de Robben, Mandela forjará las actitudes que le darán fama como ser humano excepcional. 

Las cartas que escribe desde la cárcel, muestran a un Nelson Mandela, cuya humanidad sale reforzada de la adversidad, aunque el periodo de encierro fueron años de enorme sufrimiento personal. Durante los años 1,968 y 1,969 vive desde el aislamiento dramáticos hechos que marcarán su vida: la muerte de su madre, la muerte de su hijo en un accidente, el distanciamiento y el sufrimiento a la distancia, por las vicisitudes que pasan su valiente esposa Winnie Mandela y sus dos pequeñas hijas. Pero ninguna penalidad detiene al hombre que ha forjado durante años, el ideal de terminar con el sistema de discriminación racial y construir en su país un auténtico régimen democrático para todos los sudafricanos. 

Luego de su liberación en 1,990 y tras su abrumador triunfo electoral cuatro años después, Mandela va trabajar sin descanso para librar a los negros de la esclavitud, pero también para librar a los blancos de sus propios miedos, enrumbándolos hacia el camino de la reconciliación. Una de sus primeras medidas desde el gobierno, va ser desmontar las secuelas de un régimen que parecía eterno, sentando las bases de lo que se suponía imposible: que la sociedad negra y blanca sudafricana fueran capaces de entenderse después de la devastación colonial y la inhumanidad del apartheid.

     “Su gran legado fue demostrar que las auténticas cárceles                                            son el odio y el miedo”                      

En lo social, el principal objetivo de Mandela será cerrar las heridas de la Nación y generar una sociedad más justa y solidaria. Aunque no logró todas sus promesas y gran parte de su pueblo vive todavía en la pobreza y sacudido por la corrupción del partido que él fundó, con Mandela, Sudáfrica, a pesar de todo, es considerada la gran locomotora económica del continente africano. 

Este gran hombre, desde la inmortalidad, logró cosechar ese reconocimiento, producto de haber sembrado durante décadas y con paciencia, los valores humanos contrarios a los del sistema al que se opuso, valores como la generosidad, la solidaridad, la modestia y el coraje, valores que tampoco parecen imperar totalmente en la Sudáfrica actual. Tal vez ahí, resida el gran legado de Madiba, en demostrar que las auténticas cárceles son el odio y el miedo; en compensar el sufrimiento de las víctimas, con la transformación de la sociedad y en mantener y proclamar una fe inquebrantable en que todavía existe un germen del bien en la mayor parte de la humanidad. Un germen bueno como esas piedras escritas por los jóvenes sudafricanos y que fueron depositadas como ofrenda en el jardín de la casa del padre ausente.

Tuesday, December 3, 2024

 

REPÚBLICA CENTROAFRICANA:

DEL  CONFLICTO CONFESIONAL  AL BANDOLERISMO  ARMADO 

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En noviembre de 2013 milicianos que apoyan al movimiento Anti-Balaka, que luchan contra los antiguos
Selekas, posan con armas de fuego en las calles de la ciudad de Njoh, al norte de la capital.
Foto: Michael Zumstein.

La República Centroafricana es un país que debido a su nombre, no resulta difícil ubicarlo en el mapa. Sin embargo se conoce poco de la inseguridad permanente y del miedo generalizado, que aun padece el pueblo centroafricano. En marzo de 2013 los rebeldes musulmanes de la coalición Seleka ingresaron a Bangui, capital de la República Centroafricana, derrocando al régimen corrupto y autoritario del presidente François Bozizé (2003-2013). Iniciándose así una ola de terror contra la población cristiana del país. Como reacción a estas brutales acciones, las autodefensas cristianas anti-balakas  (anti-machetes) arremetieron contra los rebeldes, consiguiendo la caída del nuevo gobierno y la huida de los insurrectos musulmanes al interior del país.

En el 2016 se realizan las primeras elecciones libres y democráticas en la RCA, saliendo elegido Faustin-Archange Touadéra, ex-Rector de la Universidad de Bangui, quien con mucho esfuerzo trató de pacificar su nación, aunque los continuos brotes de violencia, reaparecidos desde hace un año, siguen cobrando vidas de inocentes centroafricanos y amenazando la frágil estabilidad de la nación.

Para las elecciones del 2021, Touadéra fue reelegido para un segundo periodo, teniendo como nuevo aliado militar y comercial a la Federación Rusa. La nueva diplomacia tutelada desde Moscú, orientada a los países africanos, empezó en la República Centroafricana. En el plano militar el África Corp, antiguamente llamado Grupo Wagner, tiene como objetivo exterminar a las milicias irregulares que se enfrentan al gobierno centroafricano. Con ello Rusia pretendería aumentar su influencia en África, desplazando a las potencias occidentales y en especial a Francia de la región del sahel y del centro de África.

Un miembro del grupo rebelde Seleka, posa amenazante con su 
arma en el levantamiento en la ciudad de Bossangoa.
Foto: Michael Zumstein.

En la actualidad, la violencia que se vive en territorio centroafricano ha generado una dinámica propia. Los diferentes grupos desmembrados del Seleka no solo se enfrentan a los cristianos del sur, sino también lo hacen entre ellos, disputándose los riquísimos yacimientos de oro, uranio, petróleo y principalmente porque estos recursos naturales son los más fáciles de conseguir, trasportar y comercializar: los diamantes de las provincias de Bambari, Bria y Carnot, están ubicados en regiones dominados por estas milicias armadas. A pesar, o en consecuencia de tantas riquezas casi inagotables, este país está considerado entre los más pobres del mundo.

Un elemento de los Seleka ingresa a las casas de la destruida
Bandora Kota, al norte de la capital, luego de desalojar
a los anti-balakas. Foto: Michael Zumstein.

Estos dispersos, desarticulados pero bien pertrechados ejércitos irregulares, se ubican en todo el territorio de esta empobrecida nación, sin objetivos políticos definidos, ni agenda reivindicativa conocida. Estos supuestos combatientes, tanto los selekas como los anti-balakas, son realmente aventureros que buscan crear una zona liberada y medrar de las riquezas naturales del lugar, si es con el apoyo de alguna potencia extranjera o empresa transnacional mucho mejor. Prueba de ello, es que estos rebeldes prefieren actuar en selvas de difícil acceso. Las montañas y las aldeas más alejadas en la República Centroafricana les ofrecen el cobijo y les permiten cometer sus crímenes y asaltos lejos del poder del Estado, del accionar del ejército regular y del asecho de los mercenarios rusos. Pero estas lejanas junglas deben de estar próximas a los ricos y codiciados recursos naturales.

Es por ello, que el tipo de conflicto armado que se libra hoy en territorio centroafricano tiene que ver más con un "bandolerismo armado", que con una guerra reivindicativa propiamente dicha. Estas bandas armadas centroafricanas se han convertido en sicarios a sueldo que buscan el apoyo económico de las empresas que explotan las reservas minerales en extensas zonas o en caso contrario ellos mismos se adueñan de esos recursos y los ofrecen al mejor postor.

Octubre de 2013, miliciano anti-balaka, ingresa a Bossangoa, 
luego de destruir esta aldea, reducto de los Seleka.
Foto: Michael Zumstein
.

Es por ello que el conflicto armado que padecen los centroafricanos, es producto de la voracidad de las grandes potencias y de empresas mineras, que instrumentalizan a bandas armadas para perpetuar sus lucrativos negocios. Lo que en un principio se consideró una lucha despiadada entre confesiones religiosas, en realidad era una expresión del bandolerismo armado o violentismo voluntarista, que lo único que buscaban es consolidarse como una organización criminal de asaltantes sin escrúpulos, dejos de alguna reivindicación étnica, política o confesional.

Es por ello, que este tipo de "guerra" que se libra hoy en gran parte del territorio africano, tiene que ver con este violentismo oportunista, como también se da en la República Democrática del Congo, escenario desde hace dos décadas, de una violencia descarnada originada por grupos armados como el M23, una banda de sicarios que opera cerca de los yacimientos de oro y coltan en la región de Kivu, al este del Congo. Esta banda recibe el apoyo logístico y militar de la vecina Ruanda y a través de este país de transnacionales europeas.

Como vemos, la violencia que padece la República Centroafricana tiene el mismo tenor: grupos armados arropados de discursos fanáticos o nacionalistas, que se instalan en zonas económicas estratégicas, y que le hacen la vida imposible al gobierno de turno, usando los más sangrientos y brutales métodos de exterminio contra la población civil. 

Este tipo de fenómeno violentista, no se podrá eliminar de la RCA o de cualquier otra nación que la padezca, sino existe una real voluntad política del Estado y de la comunidad internacional, en poner fin a este tipo de conflictos. Pero lamentablemente en la actualidad, la RCA en particular y el África en general no están suficientemente visibles en la escena internacional.   

Para ilustrar esta nota he escogido una muestra del álbum fotográfico del fotógrafo francés Michaël Zumstein, quien viajó varias veces a la República Centroafricana, dejando a través de su trabajo, un testimonio visual de la crueldad y brutalidad de los primeros años de este conflicto fratricida, que evidencia las pugnas, ambiciones y pillajes de bandas armadas que solo buscan enriquecerse, usando como pretexto las consabidas rivalidades confesionales.

La ciudad de Bossangoa es tomada por las bandas anti-Balakas en busca de los líderes Selekas.
Foto: Michael Zumstein.

Los milicianos anti-balakas, un grupo armado de mayoría cristiana, reciben una precaria
instrucción militar en los campamentos a las afuera de la capital. Su lucha contra los Selekas, 
musulmanes radicales que aterrorizaban a las ciudades, agudizó la espiral de violencia.
Foto: Michael Zumstein.

La cruenta guerra civil vivida en la RCA, generó un desplazamiento interno de centroafricanos
que llegó a más de 2 millones de personas, población que se refugió en hacinados campos
de desplazados. Foto: Michael Zumstein. 

Soldados franceses recorren los barrios periféricos de Banguí, capital de la RCA, tratando
de poner orden ante el estado de caos y violencia que vivía el país africano. La misión
militar francesa solo permanecieron menos de dos meses en tierras centroafricanas.
Foto: Michael Zumstein.


Monday, December 2, 2024

 

EL TRATADO DE VERSALLES:

¿ORIGEN DE LA GUERRA EN UCRANIA?

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En febrero de 2022 Rusia lanzó la invasión a gran escala sobre Ucrania. Gran cantidad de naciones 
votaron resoluciones condenando la acción armada, con la excepción de gran parte de los países africanos, quienes se alinearon a favor de la ofensiva militar rusa.

Al final de la Primera Guerra Mundial, el Primer Ministro francés George Clemenceau, el Primer Ministro inglés George Lloyd y el Presidente norteamericano Woodrow Wilson, discutieron el 7 de mayo de 1919 en Versalles las condiciones de la rendición alemana. Algunos sectores de la opinión pública, especialmente en el Reino Unido, consideraban que el proyecto de tratado de paz era excesivamente oneroso para la potencia vencida. El inglés Lloyd, con realismo, pensaba que había que flexibilizarlo. Mientras que el francés Clemenceau no admitía revisión alguna. Y Wilson, más allá del pacifismo, se sumó al primer ministro francés. La paz dura se impuso. El canciller alemán Scheidemann no ocultó su juicio. Dijo que para Alemania el Tratado de Versalles era “el crimen más vil de la historia”.

Establecida la paz, John Maynard Keynes, quien fue uno de los negociadores norteamericanos, escribió -ya a título personal- que los términos extremos de la paz de Versalles “fueron para Alemania una humillación económica y moral que sentaba la base para futuros conflictos”. La realidad no se hizo esperar. Al influjo del nacionalismo radical del nazismo, Alemania inició la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia. Solo a 20 años de la paz de Versalles, bajo la influencia del nacionalismo radical y la exaltación del revanchismo, Hitler inició la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939 con la invasión a Polonia.

Muchos historiadores coinciden que las lecciones de estos acontecimientos, que sellaron la llamada “Gran Guerra”, como los términos de la paz, los nuevos equilibrios de poder, los acuerdos de estabilidad estratégica, no tuvieron sostenibilidad, porque a una de las partes le impusieron condiciones contrarias a su viabilidad poniéndola la límite de su defensa nacional. Por debajo de la famosa “línea roja”.

Desde el golpe de Estado en Ucrania del 2014, occidente
empezó a controlar la política de ese país. Zeleski se
convirtió en aliado de Europa y aspirante a formar
parte de la OTAN, desvinculándose de los compromisos
con Moscú. 

El 12 de setiembre de 1990, Gorbachov y Kohl suscribieron el Tratado 2 más 4. Se selló la reunificación alemana. Disuelta la Unión Soviética, la Federación Rusa se constituyó en un entorno de seguridad donde había desaparecido el Pacto de Varsovia, pero permanecía la OTAN, reforzada con una Alemania integrada. El acuerdo se pactó sobre la base de que Occidente otorgaba seguridades a Gorbachov de que la OTAN no se expandiría a Europa del Este. Incluso en los años posteriores se consideró la posibilidad de que Rusia se integrara o asociara a la OTAN en una nueva y emergente concepción de la seguridad paneuropea.

El error de Gorbachov, uno de varios, fue no incluir ese compromiso en un tratado o una obligación escrita. Pero sí hubo garantías verbales. Los registros de las declaraciones de George Bush, James Baker, Helmut Kohl, Margaret Thatcher y François Mitterrand así lo atestiguan.

En ese contexto, los primeros años de evolución de la Federación Rusa estuvieron marcados por una profunda crisis económica, política y social. Además, las crisis políticas internas y las guerras regionales, como la Guerra de Chechenia, agrandaron las tensiones y las fracturas dentro del país. Su viabilidad estaba comprometida.

           “Los términos de la Paz de Versalles fueron para                             Alemania una humillación económica y moral                               que sentaba las bases para futuros conflictos”

Este periodo, muy turbulento, generó en Occidente la sensación de que Rusia se había transformado de una superpotencia en la Guerra Fría a un país sin mayor gravitación estratégica. A lo largo de las décadas de 1990 y 2000, la alianza comenzó de facto a integrar a países del antiguo bloque soviético, como Polonia, Hungría y los países bálticos. La OTAN se expandió hacia el Este de manera sistemática. Este movimiento fue visto por Rusia como una grave alteración de las promesas iniciales y una amenaza a su seguridad.

La posibilidad de que Ucrania se uniera a la OTAN exacerbó las tensiones. Rusia consideró ese movimiento como el traspaso de la línea roja. Pero la alianza prosiguió las consultas con Kiev, soslayando los equilibrios de las percepciones rusas respecto de su seguridad y de la seguridad europea. Fue una suerte de repetición del mal cálculo de las onerosas condiciones de la paz de Versalles. El realismo, como lo señaló el propio Kissinger, aconsejaba negociar preservando las líneas rojas de parte y parte. No se hizo.

Con la próxima inclusión de Finlandia y Suecia a la OTAN, se
estaría cerrando el cerco, de la alianza militar occidental, alrededor
de Rusia. Para Rusia esta ampliación de la OTAN es una grave
amenaza a su seguridad.

En 2014, tras el derrocamiento del presidente proruso Víktor Yanukóvich durante las protestas del Euromaidán, Rusia respondió anexando Crimea y apoyando a grupos separatistas en el Donbás. Los Acuerdos de Minsk, firmados en 2015, buscaban establecer un alto el fuego y una solución política al conflicto. Sin embargo, su implementación fue incompleta, con ambas partes acusándose mutuamente de incumplir los compromisos.

En febrero de 2022, Rusia lanzó la invasión a gran escala de Ucrania. Esta acción, contraria al derecho internacional, provocó una condena generalizada. La gran mayoría de los países votaron resoluciones condenando la invasión y exigiendo el retiro de las tropas rusas, con la excepción de la mayor parte de los países africanos, quienes se alinearon a la posición del gobierno de Moscú.

     “La OTAN se extendió hacia el Este de manera sistemática,               fue visto por Rusia como una grave alteración de las                     promesas iniciales y una amenaza a su seguridad”

Desde entonces, el conflicto ha evolucionado en un enfrentamiento militar prolongado. Rusia controla actualmente territorios en el este y sur de Ucrania, incluyendo partes de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, además de la península de Crimea. Ucrania, con apoyo occidental, ha lanzado contraofensivas; sin embargo, el conflicto permanece en un punto muerto en muchas áreas. Aunque es un hecho objetivo que Rusia controla y ocupa más del 30 % de territorio ucraniano.

El conflicto ha ido escalando progresivamente. La fase actual es particularmente grave por los ataques de Ucrania a territorio ruso utilizando misiles norteamericanos ATACMS, autorizados por la administración Biden, y la respuesta inesperada de Rusia: el lanzamiento contra la ciudad de Dnipro (con carga convencional) de un nuevo misil balístico con capacidad nuclear de alcance intermedio (5,500 km). Un salto tecnológico y una nueva arma, aún en producción inicial, que Putin ha señalado podría ser nuevamente utilizada contra objetivos militares, aún en Kiev.

Esta situación, unida a la variación de la doctrina militar de occidente, que autoriza el uso del arma nuclear frente a ataques convencionales, convierte la guerra en Ucrania en el conflicto potencialmente más devastador desde la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, Putin ha precisado que “Rusia se considera con derecho a utilizar sus armas contra instalaciones militares de los países que permiten el uso de sus armas contra Rusia”. Una advertencia directa a los socios occidentales de Ucrania. Ha señalado también que el conflicto ya posee un alcance global.

           “La posibilidad que Ucrania se uniera a la OTAN                            exacerbó las tensiones. Fue una repetición de las                     onerosas condiciones impuestas en la Paz de Versalles” 

En este contexto, la posición de Donald Trump, el presidente electo de los Estados Unidos, adquiere la mayor relevancia. Trump ha señalado que podría negociar rápidamente el fin del conflicto, aunque su enfoque aún no está claro. Más allá de la polarización que suscita la nueva administración norteamericana y el anuncio de medidas que pueden constituir violaciones graves a los derechos humanos, como las proclamadas deportaciones masivas, toda iniciativa para terminar la guerra y restablecer la paz es positiva. Para Ucrania y Rusia, para sus pueblos y el mundo entero.

Además, cualquier acuerdo de paz probablemente incluiría compromisos sobre la neutralidad de Ucrania (garantías de que no se unirá a la OTAN), la retirada de tropas rusas, posibles concesiones territoriales, reparaciones y estrategias de reconstrucción. Para Europa Occidental, esto será un trago amargo difícil de asimilar. Sin embargo, la Realpolitik se impone sobre los errores de los actores estatales. Eso sí, cualquier formula de paz tendrá que ser aceptada, no impuesta, por los pueblos de ambas naciones enfrentadas. Y no debiera violentar su ser nacional ni ser generadora, a largo plazo, de nuevos conflictos. No, un nuevo Versalles.