Thursday, December 5, 2024

 

NELSON MANDELA:

RECORDANDO AL PADRE AUSENTE

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

 

Nelson Mandela, llamado "Madiba" o "Padre" en su dialecto originario, es recordado por la juventud sudafricana como el ser excepcional que sufrió un encierro injusto por más de 27 años, por haberse enfrentado 
pacíficamente a un régimen de opresión racial como fue el apartheid
.

Durante esta semana cientos de sudafricanos en peregrinación, han visitado la casa de Nelson Mandela en su natal Johannesburgo, depositando en sus jardines exteriores arreglos florales y piedras con mensajes escritos muy personales, como tributo a su memoria al cumplirse once años de su partida. Las flores se marchitaran y serán retiradas, pero las piedras no se marchitan, permanecerán para siempre, como semillas que germinaran en la casa del político más venerado de la historia de Sudáfrica, quien se fue despidiendo lentamente, como vivió, resistiendo.

Madiba, como se le conocía entre los suyos, tenía la sonrisa más famosa del mundo y el enorme mérito de haberla mantenido a pesar de ser un hombre que envejeció en la cárcel. Fueron más de 27 años de un encierro injusto, los cuales no pudieron doblegar su carácter, su coraje, ni sus ideales. A pesar de todos los sufrimientos, Mandela bregó siempre para que el resto del planeta difunda su mensaje: el no haber tratado a sus enemigos, como ellos lo trataron a él. Cuando alguien sufre penalidades, no se puede jamás humillar a los otros. Ese rasgo de negarse a subyugar a sus rivales, es lo que convirtió a Mandela en un líder universal.

      “Fueron 27 años de un encierro injusto, que no pudieron                        doblegar su carácter, su coraje ni sus ideales”

Esta nobleza de sentimientos, paradójicamente, fueron incubadas en la conciencia de Madiba en los momentos más dramáticos e injustos de su existencia. Mandela es detenido, torturado y acusado de conspiración para derrocar al gobierno que ejecutó sucesivas masacres contra los sudafricanos negros, en una Sudáfrica sacudida por la lucha racial. Condenado a cadena perpetua no será liberado hasta la década de los años noventa. Desde la soledad de su fría celda en la isla de Robben, Mandela forjará las actitudes que le darán fama como ser humano excepcional. 

Las cartas que escribe desde la cárcel, muestran a un Nelson Mandela, cuya humanidad sale reforzada de la adversidad, aunque el periodo de encierro fueron años de enorme sufrimiento personal. Durante los años 1,968 y 1,969 vive desde el aislamiento dramáticos hechos que marcarán su vida: la muerte de su madre, la muerte de su hijo en un accidente, el distanciamiento y el sufrimiento a la distancia, por las vicisitudes que pasan su valiente esposa Winnie Mandela y sus dos pequeñas hijas. Pero ninguna penalidad detiene al hombre que ha forjado durante años, el ideal de terminar con el sistema de discriminación racial y construir en su país un auténtico régimen democrático para todos los sudafricanos. 

Luego de su liberación en 1,990 y tras su abrumador triunfo electoral cuatro años después, Mandela va trabajar sin descanso para librar a los negros de la esclavitud, pero también para librar a los blancos de sus propios miedos, enrumbándolos hacia el camino de la reconciliación. Una de sus primeras medidas desde el gobierno, va ser desmontar las secuelas de un régimen que parecía eterno, sentando las bases de lo que se suponía imposible: que la sociedad negra y blanca sudafricana fueran capaces de entenderse después de la devastación colonial y la inhumanidad del apartheid.

     “Su gran legado fue demostrar que las auténticas cárceles                                            son el odio y el miedo”                      

En lo social, el principal objetivo de Mandela será cerrar las heridas de la Nación y generar una sociedad más justa y solidaria. Aunque no logró todas sus promesas y gran parte de su pueblo vive todavía en la pobreza y sacudido por la corrupción del partido que él fundó, con Mandela, Sudáfrica, a pesar de todo, es considerada la gran locomotora económica del continente africano. 

Este gran hombre, desde la inmortalidad, logró cosechar ese reconocimiento, producto de haber sembrado durante décadas y con paciencia, los valores humanos contrarios a los del sistema al que se opuso, valores como la generosidad, la solidaridad, la modestia y el coraje, valores que tampoco parecen imperar totalmente en la Sudáfrica actual. Tal vez ahí, resida el gran legado de Madiba, en demostrar que las auténticas cárceles son el odio y el miedo; en compensar el sufrimiento de las víctimas, con la transformación de la sociedad y en mantener y proclamar una fe inquebrantable en que todavía existe un germen del bien en la mayor parte de la humanidad. Un germen bueno como esas piedras escritas por los jóvenes sudafricanos y que fueron depositadas como ofrenda en el jardín de la casa del padre ausente.

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