Tuesday, December 3, 2024

 

REPÚBLICA CENTROAFRICANA:

DEL  CONFLICTO CONFESIONAL  AL BANDOLERISMO  ARMADO 

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En noviembre de 2013 milicianos que apoyan al movimiento Anti-Balaka, que luchan contra los antiguos
Selekas, posan con armas de fuego en las calles de la ciudad de Njoh, al norte de la capital.
Foto: Michael Zumstein.

La República Centroafricana es un país que debido a su nombre, no resulta difícil ubicarlo en el mapa. Sin embargo se conoce poco de la inseguridad permanente y del miedo generalizado, que aun padece el pueblo centroafricano. En marzo de 2013 los rebeldes musulmanes de la coalición Seleka ingresaron a Bangui, capital de la República Centroafricana, derrocando al régimen corrupto y autoritario del presidente François Bozizé (2003-2013). Iniciándose así una ola de terror contra la población cristiana del país. Como reacción a estas brutales acciones, las autodefensas cristianas anti-balakas  (anti-machetes) arremetieron contra los rebeldes, consiguiendo la caída del nuevo gobierno y la huida de los insurrectos musulmanes al interior del país.

En el 2016 se realizan las primeras elecciones libres y democráticas en la RCA, saliendo elegido Faustin-Archange Touadéra, ex-Rector de la Universidad de Bangui, quien con mucho esfuerzo trató de pacificar su nación, aunque los continuos brotes de violencia, reaparecidos desde hace un año, siguen cobrando vidas de inocentes centroafricanos y amenazando la frágil estabilidad de la nación.

Para las elecciones del 2021, Touadéra fue reelegido para un segundo periodo, teniendo como nuevo aliado militar y comercial a la Federación Rusa. La nueva diplomacia tutelada desde Moscú, orientada a los países africanos, empezó en la República Centroafricana. En el plano militar el África Corp, antiguamente llamado Grupo Wagner, tiene como objetivo exterminar a las milicias irregulares que se enfrentan al gobierno centroafricano. Con ello Rusia pretendería aumentar su influencia en África, desplazando a las potencias occidentales y en especial a Francia de la región del sahel y del centro de África.

Un miembro del grupo rebelde Seleka, posa amenazante con su 
arma en el levantamiento en la ciudad de Bossangoa.
Foto: Michael Zumstein.

En la actualidad, la violencia que se vive en territorio centroafricano ha generado una dinámica propia. Los diferentes grupos desmembrados del Seleka no solo se enfrentan a los cristianos del sur, sino también lo hacen entre ellos, disputándose los riquísimos yacimientos de oro, uranio, petróleo y principalmente porque estos recursos naturales son los más fáciles de conseguir, trasportar y comercializar: los diamantes de las provincias de Bambari, Bria y Carnot, están ubicados en regiones dominados por estas milicias armadas. A pesar, o en consecuencia de tantas riquezas casi inagotables, este país está considerado entre los más pobres del mundo.

Un elemento de los Seleka ingresa a las casas de la destruida
Bandora Kota, al norte de la capital, luego de desalojar
a los anti-balakas. Foto: Michael Zumstein.

Estos dispersos, desarticulados pero bien pertrechados ejércitos irregulares, se ubican en todo el territorio de esta empobrecida nación, sin objetivos políticos definidos, ni agenda reivindicativa conocida. Estos supuestos combatientes, tanto los selekas como los anti-balakas, son realmente aventureros que buscan crear una zona liberada y medrar de las riquezas naturales del lugar, si es con el apoyo de alguna potencia extranjera o empresa transnacional mucho mejor. Prueba de ello, es que estos rebeldes prefieren actuar en selvas de difícil acceso. Las montañas y las aldeas más alejadas en la República Centroafricana les ofrecen el cobijo y les permiten cometer sus crímenes y asaltos lejos del poder del Estado, del accionar del ejército regular y del asecho de los mercenarios rusos. Pero estas lejanas junglas deben de estar próximas a los ricos y codiciados recursos naturales.

Es por ello, que el tipo de conflicto armado que se libra hoy en territorio centroafricano tiene que ver más con un "bandolerismo armado", que con una guerra reivindicativa propiamente dicha. Estas bandas armadas centroafricanas se han convertido en sicarios a sueldo que buscan el apoyo económico de las empresas que explotan las reservas minerales en extensas zonas o en caso contrario ellos mismos se adueñan de esos recursos y los ofrecen al mejor postor.

Octubre de 2013, miliciano anti-balaka, ingresa a Bossangoa, 
luego de destruir esta aldea, reducto de los Seleka.
Foto: Michael Zumstein
.

Es por ello que el conflicto armado que padecen los centroafricanos, es producto de la voracidad de las grandes potencias y de empresas mineras, que instrumentalizan a bandas armadas para perpetuar sus lucrativos negocios. Lo que en un principio se consideró una lucha despiadada entre confesiones religiosas, en realidad era una expresión del bandolerismo armado o violentismo voluntarista, que lo único que buscaban es consolidarse como una organización criminal de asaltantes sin escrúpulos, dejos de alguna reivindicación étnica, política o confesional.

Es por ello, que este tipo de "guerra" que se libra hoy en gran parte del territorio africano, tiene que ver con este violentismo oportunista, como también se da en la República Democrática del Congo, escenario desde hace dos décadas, de una violencia descarnada originada por grupos armados como el M23, una banda de sicarios que opera cerca de los yacimientos de oro y coltan en la región de Kivu, al este del Congo. Esta banda recibe el apoyo logístico y militar de la vecina Ruanda y a través de este país de transnacionales europeas.

Como vemos, la violencia que padece la República Centroafricana tiene el mismo tenor: grupos armados arropados de discursos fanáticos o nacionalistas, que se instalan en zonas económicas estratégicas, y que le hacen la vida imposible al gobierno de turno, usando los más sangrientos y brutales métodos de exterminio contra la población civil. 

Este tipo de fenómeno violentista, no se podrá eliminar de la RCA o de cualquier otra nación que la padezca, sino existe una real voluntad política del Estado y de la comunidad internacional, en poner fin a este tipo de conflictos. Pero lamentablemente en la actualidad, la RCA en particular y el África en general no están suficientemente visibles en la escena internacional.   

Para ilustrar esta nota he escogido una muestra del álbum fotográfico del fotógrafo francés Michaël Zumstein, quien viajó varias veces a la República Centroafricana, dejando a través de su trabajo, un testimonio visual de la crueldad y brutalidad de los primeros años de este conflicto fratricida, que evidencia las pugnas, ambiciones y pillajes de bandas armadas que solo buscan enriquecerse, usando como pretexto las consabidas rivalidades confesionales.

La ciudad de Bossangoa es tomada por las bandas anti-Balakas en busca de los líderes Selekas.
Foto: Michael Zumstein.

Los milicianos anti-balakas, un grupo armado de mayoría cristiana, reciben una precaria
instrucción militar en los campamentos a las afuera de la capital. Su lucha contra los Selekas, 
musulmanes radicales que aterrorizaban a las ciudades, agudizó la espiral de violencia.
Foto: Michael Zumstein.

La cruenta guerra civil vivida en la RCA, generó un desplazamiento interno de centroafricanos
que llegó a más de 2 millones de personas, población que se refugió en hacinados campos
de desplazados. Foto: Michael Zumstein. 

Soldados franceses recorren los barrios periféricos de Banguí, capital de la RCA, tratando
de poner orden ante el estado de caos y violencia que vivía el país africano. La misión
militar francesa solo permanecieron menos de dos meses en tierras centroafricanas.
Foto: Michael Zumstein.


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