SUDÁN: NO UNA SINO MUCHAS GUERRAS
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
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El 21 de marzo las FAS, el ejército regular de Sudán, tomó el palacio de gobierno en la capital Jartum, fue más que una acción simbólica en esta guerra de posiciones territoriales. |
El 15 de abril se cumplieron dos años del inicio del
devastador conflicto armado en Sudán, una guerra que estalló en 2023 y que
desde entonces se convirtió en una de las mayores crisis humanitarias del
planeta. Sin embargo, a pesar de las atrocidades cometidas, el desplazamiento
masivo de personas y el colapso de los servicios esenciales, este conflicto
sigue prácticamente silenciado e invisible en el radar de la prensa
internacional.
Sudán ha vivido no una sino muchas guerras a través de su
historia. La larga guerra civil que enfrentó al norte (musulmán) y al sur
(animista y cristiano) por más de 39 años durante sus dos periodos (1955-1972)
(1983-2005). Para luego embarcarse en la espantosa guerra de Darfur (2003-2020),
conflicto racial y étnico ubicado en la región oeste sudanesa, entre las
sanguinarias milicias janjauid y la población nilo-sahariano de las etnias fur,
zaghawua y masalit. Una guerra de exterminio que se cobró más de 500 mil vidas.
Ante esta situación de presiones étnicas, tribales,
territoriales e intereses de petroleras transnacionales, en julio de 2011, el
territorio del sur de Sudán se separó y formó un nuevo estado: la República de
Sudán del Sur. Esta escisión territorial parecía ser el colofón de una larga
secuela de interminables conflictos armados, pero los sudaneses, más de diez
años después, volverían a las trincheras.
“La larga Guerra
Civil (1955-1972) (1983-2003)
en sus dos
periodos, la de Darfur (2003-2020) y
la creación de
Sudán del Sur, signaron el destino
fallido de Sudán”
El actual conflicto sudanés está dejando más de 12 millones
de personas desplazadas y más de ocho millones de sudaneses al borde de la inanición.
Este enfrentamiento se da entre las Fuerzas Armadas Sudaneses FAS, lideradas
por el general Abdelfatah al Burham, y las milicias paramilitares de las
Fuerzas de Apoyo Rápido FAR, bajo el mando de Mohamed Hamdam Dagalo, alias Hemedti,
ambos fueron antiguos aliados del golpe de Estado de 2021. Las tensiones
iniciales surgieron por desacuerdos sobre la integración de los paramilitares
en el ejército regular, un proceso clave para la transición política tras la
caída del dictador Omar Hassan Al Bashir en 2019.
Lo que comenzó como una pugna política entre dos caudillos
militares, se convirtió en una guerra devastadora que ha fragmentado el país.
En los dos últimos años, las acciones militares han causado miles de víctimas
mortales, ha desplazado a millones de personas y supone una amenaza para la
estabilidad de la región, sobre todo para países como Chad, Etiopía y Sudán del
Sur.
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Hamdam Dagalo, jefe de los paramilitares de las FAR y el general Al Burhanm, líder de las FAS. Lo que comenzó como una pugna entre dos caudillos militares, se convirtió en una guerra devastadora. |
El conflicto no muestra señales claras de resolución, pese a
los avances claves recientes del ejército, que recupero la capital a fines de
marzo, mientras los paramilitares se arrinconan en la región occidental de Darfur.
Mientras tanto, los precarios esfuerzos de mediación no han
dado ningún resultado, ya que los líderes de ambas fuerzas contendientes se
niegan a detener la violencia, generando un realineamiento de los países de la
región y de fuerzas internacionales como el Grupo Wagner o los Emiratos Árabes
Unidos EAU, los cuales han profundizado la rivalidad que se encuentra en el
centro del conflicto de Sudán.
“Lo que
comenzó como una pugna entre dos
caudillos
militares, se convirtió en una guerra
devastadora que fragmento al país”
La recuperación de Jartum refuerza la posición de Al Burhan, pero no garantiza el fin de la guerra, lo cual se ha convertido en un pedido constante de organismos internacionales y de los países de la región. A pesar de ello, hasta ahora no hay un horizonte político claro para Sudán.
Los últimos avances militares de las Fuerzas Armadas
Sudanesas, tanto en la capital como en Omdurmám, en la estratégica confluencia
del Nilo Azul y el Nilo Blanco, han permitido, además, tomar el control de un
importante sector de la frontera con Etiopía, llegando hasta las costas del Mar
Rojo, donde el ejército regular contaba con la ciudad de Port Sudan, el
principal puerto del país. Con estas nuevas posiciones del gobierno sudanés, se
confirma la preeminencia y consolidación de las FAS en el centro y oriente de Sudán, mientras que toda
la región occidental, en especial Darfur continúa en poder de las milicias de
las FAR.
Aunque el control de las FAR sobre Sudán se está reduciendo
cada día, Darfur sigue siendo el epicentro de la violencia, donde los rebeldes
siguen manteniendo todo el control, salvo en la ciudad de Al Fasher, capital de
Dalfur Norte, bajo un asedio que causa muertes civiles cada semana.
“Rivalidades
étnicas, tribales e intereses
de petroleras, podría generar la balcanización
o la ruptura de dos bloques territoriales”
Esta guerra ha desatado una
catástrofe humanitaria sin precedentes, aun para los estándares
sudaneses que ha padecido infinidad de conflictos armados, ha provocado la
muerte de decena de miles de personas -hasta 150 mil según algunas
estimaciones- mientras que ha obligado a más de 12,5 millones a abandonar sus
hogares, de los cuales casi 4 millones han buscado refugio en países vecinos.
Más de 30 millones de personas, que representan más de la mitad de la población
sudanesa, de las que 16 millones son niños, necesitan asistencia humanitaria,
según el último reporte de la Organización Mundial de la Salud OMS.
Como vemos, estas fuertes rivalidades étnicas, tribales y
regionales, que perduran por décadas y que sirvieron de sustento a diversas
fuerzas centrifugas sudanesas, para ejecutar proyectos separatistas, podrían
precipitar a Sudán hacia una balcanización o hacia la ruptura de dos bloques
territoriales definidos: Darfur, la región oeste del país y las ciudades del
oriente sudanés, que podría llamarse Sudán del Este. Un fatídico destino para
una nación que desde su fundación ha tenido que lidiar, no con una, sino con
muchas guerras a la vez.
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