Thursday, April 17, 2025

 SUDÁN: NO UNA SINO MUCHAS GUERRAS

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

El 21 de marzo las FAS, el ejército regular de Sudán, tomó el palacio de gobierno en la capital
Jartum, fue más que una acción simbólica en esta guerra de posiciones territoriales.

El 15 de abril se cumplieron dos años del inicio del devastador conflicto armado en Sudán, una guerra que estalló en 2023 y que desde entonces se convirtió en una de las mayores crisis humanitarias del planeta. Sin embargo, a pesar de las atrocidades cometidas, el desplazamiento masivo de personas y el colapso de los servicios esenciales, este conflicto sigue prácticamente silenciado e invisible en el radar de la prensa internacional.

Sudán ha vivido no una sino muchas guerras a través de su historia. La larga guerra civil que enfrentó al norte (musulmán) y al sur (animista y cristiano) por más de 39 años durante sus dos periodos (1955-1972) (1983-2005). Para luego embarcarse en la espantosa guerra de Darfur (2003-2020), conflicto racial y étnico ubicado en la región oeste sudanesa, entre las sanguinarias milicias janjauid y la población nilo-sahariano de las etnias fur, zaghawua y masalit. Una guerra de exterminio que se cobró más de 500 mil vidas.

Ante esta situación de presiones étnicas, tribales, territoriales e intereses de petroleras transnacionales, en julio de 2011, el territorio del sur de Sudán se separó y formó un nuevo estado: la República de Sudán del Sur. Esta escisión territorial parecía ser el colofón de una larga secuela de interminables conflictos armados, pero los sudaneses, más de diez años después, volverían a las trincheras.

            “La larga Guerra Civil (1955-1972) (1983-2003)

             en sus dos periodos, la de Darfur (2003-2020) y

           la creación de Sudán del Sur, signaron el destino

                                   fallido de Sudán”

El actual conflicto sudanés está dejando más de 12 millones de personas desplazadas y más de ocho millones de sudaneses al borde de la inanición. Este enfrentamiento se da entre las Fuerzas Armadas Sudaneses FAS, lideradas por el general Abdelfatah al Burham, y las milicias paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido FAR, bajo el mando de Mohamed Hamdam Dagalo, alias Hemedti, ambos fueron antiguos aliados del golpe de Estado de 2021. Las tensiones iniciales surgieron por desacuerdos sobre la integración de los paramilitares en el ejército regular, un proceso clave para la transición política tras la caída del dictador Omar Hassan Al Bashir en 2019.

Lo que comenzó como una pugna política entre dos caudillos militares, se convirtió en una guerra devastadora que ha fragmentado el país. En los dos últimos años, las acciones militares han causado miles de víctimas mortales, ha desplazado a millones de personas y supone una amenaza para la estabilidad de la región, sobre todo para países como Chad, Etiopía y Sudán del Sur.

Hamdam Dagalo, jefe de los paramilitares de las FAR 
y el general Al Burhanm, líder de las FAS. 
Lo que comenzó como una pugna entre dos caudillos 
militares, se convirtió en una guerra devastadora.

El conflicto no muestra señales claras de resolución, pese a los avances claves recientes del ejército, que recupero la capital a fines de marzo, mientras los paramilitares se arrinconan en la región occidental de Darfur.

Mientras tanto, los precarios esfuerzos de mediación no han dado ningún resultado, ya que los líderes de ambas fuerzas contendientes se niegan a detener la violencia, generando un realineamiento de los países de la región y de fuerzas internacionales como el Grupo Wagner o los Emiratos Árabes Unidos EAU, los cuales han profundizado la rivalidad que se encuentra en el centro del conflicto de Sudán.

              “Lo que comenzó como una pugna entre dos

             caudillos militares, se convirtió en una guerra

                    devastadora que fragmento al país”

La recuperación de Jartum refuerza la posición de Al Burhan, pero no garantiza el fin de la guerra, lo cual se ha convertido en un pedido constante de organismos internacionales y de los países de la región. A pesar de ello, hasta ahora no hay un horizonte político claro para Sudán.

Los últimos avances militares de las Fuerzas Armadas Sudanesas, tanto en la capital como en Omdurmám, en la estratégica confluencia del Nilo Azul y el Nilo Blanco, han permitido, además, tomar el control de un importante sector de la frontera con Etiopía, llegando hasta las costas del Mar Rojo, donde el ejército regular contaba con la ciudad de Port Sudan, el principal puerto del país. Con estas nuevas posiciones del gobierno sudanés, se confirma la preeminencia y consolidación de las FAS en el  centro y oriente de Sudán, mientras que toda la región occidental, en especial Darfur continúa en poder de las milicias de las FAR.

Aunque el control de las FAR sobre Sudán se está reduciendo cada día, Darfur sigue siendo el epicentro de la violencia, donde los rebeldes siguen manteniendo todo el control, salvo en la ciudad de Al Fasher, capital de Dalfur Norte, bajo un asedio que causa muertes civiles cada semana.

                 “Rivalidades étnicas, tribales e intereses

            de petroleras, podría generar la balcanización

                 o la ruptura de dos bloques territoriales

Esta guerra ha desatado una  catástrofe humanitaria sin precedentes, aun para los estándares sudaneses que ha padecido infinidad de conflictos armados, ha provocado la muerte de decena de miles de personas -hasta 150 mil según algunas estimaciones- mientras que ha obligado a más de 12,5 millones a abandonar sus hogares, de los cuales casi 4 millones han buscado refugio en países vecinos. Más de 30 millones de personas, que representan más de la mitad de la población sudanesa, de las que 16 millones son niños, necesitan asistencia humanitaria, según el último reporte de la Organización Mundial de la Salud OMS.

Como vemos, estas fuertes rivalidades étnicas, tribales y regionales, que perduran por décadas y que sirvieron de sustento a diversas fuerzas centrifugas sudanesas, para ejecutar proyectos separatistas, podrían precipitar a Sudán hacia una balcanización o hacia la ruptura de dos bloques territoriales definidos: Darfur, la región oeste del país y las ciudades del oriente sudanés, que podría llamarse Sudán del Este. Un fatídico destino para una nación que desde su fundación ha tenido que lidiar, no con una, sino con muchas guerras a la vez.

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