RUSIA–UCRANIA:
UNA GUERRA SIN ESQUEMAS
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Los frentes de batalla siguen definiendo en gran medida las
condiciones sobre las que se asientan las negociaciones para el esperado alto
el fuego en Ucrania. Largo y tendido se ha escrito sobre el absurdo
prolongamiento de la guerra y sobre la negativa de Europa a apostar por una
diplomacia tan imprescindible como éticamente correcta. Al fin y al cabo, lo
único cierto es que Ucrania sigue en guerra más de tres años después.
El mundo se está acostumbrando a una guerra sin esquemas, de
ataques y contra-ataques, sin definiciones claras sobre los objetivos tácticos. El pasado 3 de junio, Ucrania ataca con
drones artillados dentro del territorio ruso, afectando aeródromos y golpeando a
41 aviones militares rusos, dos días después la aviación rusa desata una serie
de ataques aéreos sobre Kiev, usando misiles balísticos y drones. Avances y
retrocesos que no responden a estrategias de defensa definidas. Mientras tanto
las conversaciones avanzan, pero muy lentamente.
Lejos quedan ya los “fantásticos deseos” trumpistas de una
paz express y un alto al fuego a principios del 2025. Todo parece indicar que
no hay fecha señalada para un acercamiento real y sincero de ambos
contendientes.
Se dice que las conversaciones “avanzan”, porque, desde
luego, existen…que no es poco considerando el escenario hace medio año. Pero
las posiciones defendidas por Rusia y Ucrania respectivamente son todavía tan
lejanas que no permiten insinuar un alto el fuego temprano. Todo lo contrario:
entre las exigencias del gobierno ucraniano de Zelenski y las del gobierno ruso
de Putin hay un amplísimo margen.
“Las posiciones de Rusia y Ucrania son todavía
tan lejanas que no permiten insinuar
un alto el fuego temprano”
Además, Rusia todavía no tiene incentivos de peso para poner
fin a sus operaciones militares en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. En
aquellas regiones todavía avanza a un ritmo lento pero estable, y cada semana
que pasa controla una porción mayor de estos cuatro territorios del este de
Ucrania. La matemática es bastante simple: si Rusia llega a ocuparlos por
completo, constituirán elementos negociadores de mayor peso cuando el alto el
fuego esté cerca de firmase. Por otro lado, la reciente expulsión de tropas
ucranianas del territorio ruso de Kursk brindó a Moscú una calma relativa que
reforzó la tesis de la continuidad de la guerra.
Según se ha podido conocer recientemente, las principales
condiciones que Rusia comunicó a los ucranianos para terminar la guerra son las
siguientes:
- Reconocer
legalmente Crimea, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón como territorios rusos.
- Mantener
una completa neutralidad militar y no unirse a ningún bloque, es decir, que
Kiev no se incorpore a la OTAN.
- Reducir
el volumen y las capacidades del ejército ucraniano, estableciendo límites
tanto al personal como al armamento.
- Oficializar
el idioma ruso y proteger los derechos, libertades e intereses de la población
rusófona.
- Levantar
todas las restricciones a la iglesia Cristiana Ortodoxa ucraniana.
- Ilegalizar
todas las organizaciones nazis.
- Levantar
todas las sanciones mutuas.
Por otro lado las exigencias rusas
para aceptar un alto el fuego son las que siguen:
- Comenzar
a retirar las tropas ucranianas del territorio ruso.
- Detener
toda ayuda militar extranjera.
- Retirar
de su territorio a todo el personal militar de terceros países.
- Poner
fin a la ley marcial.
Prácticamente, ninguna de las condiciones rusas es aceptable
para Ucrania. En primer lugar, porque a pesar de los enormes daños del
sostenido esfuerzo de guerra, para los militares ucranianos, la ayuda militar
occidental todavía permitiría a Ucrania sostenerse en la frágil línea del
“empate catastrófico”: no avanza, pero tampoco retrocede lo suficiente como para
estar desesperada por un acuerdo. Además, si la guerra termina con un acuerdo
excesivamente desfavorable para los ucranianos el país enfrentaría una brutal
inestabilidad política y militar, probablemente durante años, y los actuales
líderes ucranianos podrían enfrentar una reacción muy peligrosa.
“Reconocer legalmente Crimea,
Donetsk,
Lugansk, Zaporiyia y Jersón.
Mantener una completa neutralidad militar”
Las exigencias ucranianas, que tampoco son aceptables para
Moscú, se detallan a continuación:
- Que
la “Comunidad Internacional” garantice la implementación de la paz.
- Que Ucrania pueda elegir sus alianzas,
incluyendo la OTAN, no está obligada a permanecer neutral.
- No se reconocen las ganancias territoriales de
Rusia desde febrero de 2014, ni Crimea,
ni Donetsk, ni Lugansk, ni Zaporiyia y ni Jersón. Las negociaciones se
basan en las líneas territoriales anteriores a 2014.
- Las
conversaciones territoriales solo se celebrarán tras un alto al fuego total.
- Los
activos rusos permanecerán congelados o utilizados para la recuperación de
Ucrania hasta que se paguen las reparaciones.
Como vemos, se trata de dos propuestas radicalmente enfrentadas y que ninguno de los dos aceptará, fundamentalmente porque ninguno tiene la suficiente urgencia para hacerlo. Por el momento, por crudo que suene, será el avance de la guerra en los próximos meses, y muy probablemente los progresivos avances de Rusia en los frentes del este de Ucrania, los que “desatasquen” las negociaciones.
“No se reconoce las ganancias
territoriales
de Rusia. Las negociaciones se basan
en las
líneas territoriales anteriores al 2014”
La negativa de Europa a facilitar la paz, la errática
posición de Donald Trump y la mayor debilidad -por cuestiones económicas y
demográficas- de Kiev invitan a pensar en una lenta agonía ucraniana que
derivará en un alto el fuego frágil, inestable y más favorable a Rusia que a la
propia Ucrania.
Como todo conflicto de estas características, empantanado en
tácticas y acciones sin objetivos claros, que no definen estrategias a largo
plazo, una guerra sin esquemas que busca la victoria a través de medios menos
directos y más complejos, que puede incluir la interferencia en la economía del
oponente o incluso la manipulación de la opinión pública. Una guerra si
esquemas, como la que se vivió durante el interminable conflicto de las
trincheras en la Primera Guerra Mundial o el largo enfrentamiento armado que
enfrentó a Irán e Irak en los años ochenta en pleno Golfo Pérsico.
La paz es necesaria, de hecho es la única salida aceptable.
Pero para hallar el camino de la paz hace falta ser honestos, analizar con
cautela la situación real de la guerra -y no la deseable ni la deseada- y reconocer la
responsabilidad de todos los actores de la misma. La de Rusia, por supuesto,
está clara. Pero también es fundamental señalar las decisiones tomadas por Kiev
y, ante todo, por los Estados Unidos y Europa, antes de 2022, durante el 2022 y
después, facilitando que la guerra se prolongase ad infinitum. Alargando un conflicto sin sentido, inhumano. Prolongando
una guerra sin esquemas.
No comments:
Post a Comment