¿HACIA LA “LIBANIZACIÓN” DE SIRIA?
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
En plena ejecución impune y brutal del genocidio que viene
perpetrando contra la población palestina en Gaza, Israel no puede ocultar su
voluntad de intervenir militarmente en Siria, con la excusa de querer proteger
a la comunidad drusa de la represión y el hostigamiento de las autoridades
yihadistas de Damasco.
En la mañana del pasado miércoles 16 de julio, bombas
israelíes alcanzaron la sede del Ministerio de Defensa y los alrededores del
Palacio Presidencial de la capital siria. El ataque se producía tras días de
enfrentamientos entre la minoría drusa y la población beduina en la sureña
ciudad de Suwayda. La llegada de las fuerzas de seguridad gubernamentales sirias,
con el fin de pacificar la zona, fue interpretada como una amenaza por parte de
la Defensa israelí.
La ciudad de Suwayda acoge a una importante comunidad de
población drusa y está ubicada en inmediaciones de las Alturas del Golán,
territorio sirio ocupado por Israel en 1967 y que fue anexada formalmente en
1981. En los Altos del Golán viven 25 mil colonos sionistas y 20 mil drusos, un
grupo que tiene una religión sincrética que asume como propias la Biblia y el
Corán, además de otros escritos propios.
Los drusos son de las escasas comunidades no judías que
forman parte del ejército de Israel. Muchos de ellos disponen de pasaporte
israelí. Su presencia es también numerosa en Suwayda y su enfrentamiento contra
las autoridades yihadistas que gobiernan en Damasco tras la caída de Basher
al-Assad, ha servido a Israel como el pretexto perfecto, para intervenir
militarmente de manera abierta en Siria.
“En el Líbano, los ataques en Beirut fueron
motivados por los
enfrentamientos entre Israel
y Hezbollah en el sur del país”
La narrativa israelí respecto a los bombardeos en la ciudad
de Damasco resulta similar a un “segundo Líbano”. De nuevo, un choque armado
cerca de la frontera israelí resulta inaceptable para la seguridad del Estado
sionista. En el Líbano, los ataques en Beirut fueron motivados por los
enfrentamientos entre Israel y Hezbollah en el sur del país, como respuesta a
este grupo por el genocidio en Gaza. En Siria, Israel ha abanderado la causa de
la defensa del pueblo druso como un burdo estandarte para justificar sus
incursiones armadas en el territorio.
Bajo la punta de lanza del apoyo al pueblo druso, la principal
y verdadera motivación de Israel es crear una zona de seguridad en todas sus
fronteras. El proyecto expansionista israelí parece requerir de un amplio rango
de territorio desmilitarizado más allá de sus fronteras, tal y como demanda en
el sur del Líbano. Según fuentes de inteligencia israelí, Tel Aviv necesitaría
mantener un perímetro operativo de 15 kilómetros dentro del territorio sirio,
donde las Fuerzas de Defensa de Israel IDF mantendrían una presencia y una
esfera de influencia que se extendería 60 kilómetros dentro de Siria, bajo el
control de la inteligencia israelí.
Como se ve, la lógica expansionista del régimen sionista es
la misma que aplicó Israel hace más de cuarenta años en el Líbano. En marzo de 1978,
Israel invade el sur del Líbano como parte de la Operación Litani, el nombre
del rio libanés, ubicado en una región estratégica
para los intereses geopolíticos del gobierno de Tel Aviv, creando en el sur de este
país una “zona de seguridad”, que estaba bajo la autoridad del llamado Ejército
del Sur del Líbano, que respondía a órdenes del gobierno judío.
Como se sabe, el Líbano después de su larga guerra civil
(19775-1990), se caracterizó por tener una estructura política frágil, marcada
por la división confesional (chiitas, sunitas, drusos, cristianos maronitas, católicos),
la influencia de diferentes actores externos (Israel, Libia, Siria, la OLP) y
la presencia de infinidad de grupos armados (Falange Libanesa, Kataeb, Milicias
Progresistas Drusas, Movimiento Amal, OLP). Este complejo escenario implicó una
pérdida de control estatal centralizado y
una mayor influencia de actores internos y externos del Líbano. Lo que fue
aprovechado por el gobierno israelí para tomar control de una parte importante
de su territorio, con el objetivo declarado de crear el “Gran Israel”.
“Siria parece moverse cada vez hacia
una “libanización” del
país, con el surgimiento
de un gobierno débil, hipotecado
a los intereses
y decisiones de Israel y
los EE.UU”
En la actualidad, se advierte este mismo escenario en la
región. Siria parece moverse cada vez más hacia una “Libanización” del país,
con el surgimiento de un gobierno débil, hipotecado a los intereses y
decisiones de Israel y los Estados Unidos; con la aparición de un discurso
identitario entre los diversos credos que conviven en un mismo territorio (alauitas,
chiitas, sunitas, drusos, católicos) y el auge de la reivindicación nacional de
la minoría kurda apoyada por Turquía, todo este entrelazamiento de actores del
complejo tablero sirio, multiplican las líneas de fragmentación, como se vivió hace
cuatro décadas en el Líbano.
Asimismo, en la actualidad también existen intereses geopolíticos de parte de Israel para anexarse territorio sirio, igual como lo hizo en los años setenta, con el suelo libanés. La planificación de un eje terrestre que recorra Siria e Irak, para uso exclusivo de Israel, está más avanzado de lo que se cree. Este corredor geopolítico se está formando silenciosamente a la sombra del Levante, conectando el Golán sirio ocupado con el sureste de Siria y extendiéndose hacia la frontera iraquí. Conocido tentativamente, como el Corredor de David, esta ruta no es simplemente un paso militar, sino que es la base estratégica de una agenda regional mucho más amplia. Para Israel, expandirse hacia Siria a través de esta vía no es una maniobra defensiva, sino un paso calculado hacia el rediseño de todo el Medio Oriente. Un punto importante de apoyo en el proyecto del “Gran Israel”.
En la actualidad,
existen intereses de parte de Israel
de anexarse territorio
sirio, igual como lo hizo
en los años setenta con el suelo libanés”
A estos anhelos expansionistas de Israel sobre el territorio
sirio, se suma la desconfianza de Tel Aviv respecto al nuevo gobierno de Ahmed
Al-Sharaa, ex-líder del grupo islamista radical HTS y cercano al gobierno
turco. Desde la caída de Bashar al-Ásad, la retórica confrontativa ha sido
creciente entre varias figuras israelíes como Benjamín Netanyahu o Israel Katz,
su Ministro de Defensa. Este último ha informado en numerosas ocasiones que la
región del sur de Siria es considerada una “zona de seguridad israelí” y ha
advertido que responderán con fuerza militar ante cualquier intento de Damasco
por avanzar hacia el sur.
Es importante señalar que la llamada “libanización” de Siria no
es un destino inevitable. La comunidad internacional y los actores locales
tienen la posibilidad de trabajar para evitar este escenario, promoviendo el
diálogo, la reconciliación entre las diversas comunidades confesionales, étnicas
y regionales del país, la reconstrucción, el fortalecimiento de las
instituciones estatales, y principalmente estar vigilantes ante las políticas agresivas
y expansionistas del gobierno israelí.

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