Thursday, July 24, 2025

 

KENIA: DE VUELTA A LAS CALLES 

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

El pasado 25 de junio, miles de jóvenes kenianos salieron a las calles para recordar las manifestaciones
del año anterior. Esta vez era contra la represión de las fuerzas policiales y 
la exigencia de la salida del repudiado presidente William Ruto.

Kenia volvió a los titulares de la prensa mundial debido a las multitudinarias jornadas de protesta que tuvieron lugar el pasado 25 de junio y que reeditaron las exitosas manifestaciones populares del año pasado. Fue un día de lucha. Pero suficiente para incendiar el país. De los 47 Estados que conforman la nación, 27 participaron en las manifestaciones y, sobre todo, hubo un cambio importante en sus reivindicaciones. En 2024, la lucha principal era la nueva ley fiscal. En las protestas de este año se incorporaron temas como: la deuda externa, el desempleo juvenil, la corrupción y sobre todo, la consigna más importante: ¡Que se Vaya Ruto¡ en referencia al repudiado presidente keniano William Ruto.

Las movilizaciones nacionales se saldaron con la muerte de 16 manifestantes y 400 heridos, 83 de ellos de gravedad. El resultado de las manifestaciones de 2024 animó a los trabajadores a entrar en lucha y volver a las calles. Así, médicos, enfermeras, maestros, empleados públicos, se movilizaron por sus demandas específicas. Incluso la llamada agricultura familiar boicoteó durante más de una semana a las grandes empresas compradoras de té, el principal producto de exportación del país.   

Como se sabe, la dominación inglesa, que sufrió este país del este africano, por parte del ejército de ocupación británico, se llevó a cabo con una brutal violencia, que incluyo: limpieza étnica, Instalación de campos de concentración y exterminio de población originaria. La lucha por la independencia en Kenia, iniciada en los años 50 del siglo pasado, fue reprimida con los mismos métodos y armas utilizadas en la Segunda Guerra Mundial por el ejército británico contra la indefensa población civil.

          “La ocupación británica incluyó: limpieza étnica,

                 campos de concentración y exterminio

                          de la población originaria” 

En 1963, tras más de una década de luchas independentistas, Kenia se volvió un estado relativamente independiente. Relativamente, porque la independencia se limitó a los aspectos políticos, pero desde el punto de vista económico, seguía vinculada a los británicos a través de ese nefasto “Ministerio de Colonias” que significo la Commonwealth Of Nations. Desde su independencia, Kenia solo ha conocido presidentes longevos y bonapartistas (utilizaban el Estado para reprimir y enriquecerse): Jomo Kenyatta (1963-1978), Daniel Arap Moi (1978-2002), Mwai Kibaki (2002-2013), Uhuru Kenyatta (2013-2022) y el actual William Ruto (2002).

La crisis política y social que hoy vive Kenia, país donde habitan más de 55 millones de personas con una gran diversidad étnica, es parte estructural de una crisis de su sistema económico. Estructuralmente, la desigualdad es extrema, a pesar de que Kenia tiene la economía con mayor crecimiento de PBI en el África oriental. Según OXFAM, menos del 0.1% de la población (8,300 personas) posee más riqueza que el 99.9% más pobre (más de 44 millones). Casi un millón de niños en edad escolar primaria aun no asisten a la escuela, la novena cifra más alta del mundo.

Estas pésimas condiciones sociales y la extraordinaria desigualdad, fueron las detonantes del descontento y de las masivas manifestaciones populares que no cesan. En el 2024, las manifestaciones se dieron contra el ajuste fiscal que buscaba imponer un aumento en los impuestos sobre el combustible, la vivienda, el pan y los alimentos; con el objetivo de recaudar 2,700 millones de dólares adicionales y poder pagar así los vencimientos de la deuda externa que ascienden a unos 3,500 millones de dólares. La movilización triunfó parcialmente, luego de ser masiva y de ocupar el parlamento, logró que el gobierno retire el ajuste fiscal; pero el gobierno de Ruto recortó el gasto social y continuo la brutal represión contra los trabajadores y estudiantes.

                     “En Kenia el 0.1% (8,300 personas)

                      de la población posee más riqueza

             que el 99.9% más pobre ( más de 44 millones)” 

Desde su independencia, los diferentes gobiernos kenianos han sido dominados por uno de los Estados más policiacos y represivos del continente. El modelo de las fuerzas represivas de Kenia se asemeja mucho al SARS (las fuerzas especiales policiales militarizadas) de Nigeria o a las fuerzas policiales de Sudáfrica durante la época del apartheid. La represión del año pasado generó más de 60 muertos y cientos de heridos, tras tres semanas de heroicas movilizaciones, Ruto se vio obligado en primer lugar a retirar el proyecto de ley que aumentaban los impuestos, pero el movimiento popular exigía mucho más. Exigía la salida del presidente, quien, para intentar salvarse, destituyo a sus ministros, asesores, y al propio fiscal general. A pesar de este retroceso la crisis no terminó.

La bandera principal de las manifestaciones de este año era contra la violencia policial, pero se combinaban con otras reivindicaciones económicas y sociales, que se articulaban con un sonoro ¡Fuera Ruto! El año anterior fueron tres semanas de movilizaciones, este año solo fue un día y, aun así, Ruto y su gobierno se estremecieron. A pesar de la violenta represión, la participación esta vez fue mucho mayor y se extendió por más de la mitad de los Estados.

Ruto, tras el éxito de la convocatoria popular, trató de reorganizar su gobierno incorporando al principal personaje de la oposición y eterno candidato presidencial, Raida Odinga, y construyendo un gobierno de aparente unidad nacional. Comprometiéndose, en dialogar con los sindicatos y organizaciones de estudiantes y profesionales del país.  

          “Las fuerzas represivas de Kenia se asemejan mucho

                al SARS de Nigeria o a las fuerzas policiales

                de Sudáfrica durante la época del apartheid”

Las luchas de junio del año pasado provocaron una grave crisis en el gobierno, pero al mismo tiempo animaron a otros sectores a salir a la lucha. La reciente movilización de junio indica que la correlación de fuerzas, a pesar de la brutalidad policial y la criminalización de la protesta, siguen aumentando en sectores de la sociedad a medida que la crisis económica agrava aún más el desempleo y la inflación de los productos de primera necesidad.  

Mientras el gobierno y la oposición empresarial llaman a un falso “dialogo nacional” desde el parlamento, las diversas organizaciones populares buscan sacarse de encima el ajuste económico y la represión del gobierno, y para conseguirlo no lo pensaran dos veces en salir de vuelta a las calles.  

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