Thursday, August 28, 2025

TRUMP EN EL MAR CARIBE: AGUAS MOVEDIZAS

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

La relación bilateral entre Venezuela y los Estados Unidos, desde la instalación del chavismo en el año 1999,
fue tensa. Las diferencias ideológicas, y las posiciones antagónicas sobre la geopolítica
regional y mundial siempre los ha enfrentado, pero nunca como hoy.

La última semana, la agenda internacional estuvo particularmente nutrida por los movimientos militares estadounidenses en el Mar Caribe. La administración Trump se ha embarcado, literalmente, en lo que parece ser una de las misiones extraterritoriales más relevantes desde que el magnate republicano volvió a la Casa Blanca. El objetivo trazado en términos generales, según las autoridades norteamericanas, es combatir el narcoterrorismo. Lo anterior, en términos específicos es ir por Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, a quien acusan de encabezar un cártel.

Una de las líneas de operación política del actual Secretario de Estado Marco Rubio, desde la época de senador, fue el combate al narcoterrorismo. Desde la senaduría había quedado clara su línea de acción respecto a los países del sur de la frontera de los Estados Unidos.

El narcoterrorismo, es el pretexto que la administración Trump encontró para replantear su accionar fuera de sus fronteras, particularmente en el continente americano. El término no es novedoso, propiamente; según expertos, ya apareció en los años ochenta, enmarcado en el naciente Plan Colombia. Hoy, puesto a colación en el siglo XXI, es la habilitación institucional o cobertura necesaria, que le permite a las agencias norteamericanas hacer operaciones extraterritoriales, asumiendo que ciertos hechos amenazan directamente la seguridad nacional de los Estados Unidos.  

Pero ¿qué tiene que ver China y Rusia en la nueva hipótesis de Estados Unidos para combatir lo que ellos llaman “narcoterrorismo”?

                     “Venezuela la mayor reserva probada

                de petróleo del mundo, es un punto focal

                           del interés a nivel global”

La hipótesis de que los norteamericanos utilizan su estrategia de lucha contra el narcotráfico como un instrumento geopolítico para contrarrestar la influencia de Rusia y China en América Latina se refleja en el caso de Nicolás Maduro y el denominado “Cártel de Los Soles”. Este enfoque trasciende la seguridad, evidenciando una pugna por el control regional, donde Venezuela, con sus vastas reservas de petróleo, es un punto estratégico.

Según los estudiosos del fenómeno del narcotráfico en el continente, el “Cartel de los Soles” es un mito creado para retratar a Venezuela como un narcoestado, quitando a Maduro su legitimidad como presidente y justificando intervenciones militares para derrocarlo. Esta narrativa presenta a Maduro como un capo militar, no como un jefe de Estado, legitimando cualquier acción para desmantelar su supuesta organización.

Lo cual encontraría correlato con las últimas acciones tomadas por la administración Trump: una recompensa de 50 millones de dólares para quien colabore en la detención de Maduro. Además, según las autoridades de la administración Trump, se confiscaron activos vinculados al venezolano por más de 700 millones de dólares. Y, como si fuera poco, operaciones militares extraterritoriales, en las ahora movedizas aguas del Mar Caribe, movilizando a tres destructores con más de 96 misiles, portaaviones, submarinos artillados y al menos cuatro mil soldados.

Los EEUU en un alarde de matonería ha desplazado al Mar
Caribe, tres destructores con más de 96 misiles, submarinos,
portaaviones y cerca de 4,500 marines. 

Para muchos expertos es inusual ver tantos recursos bélicos enviados para apoyar al Comando Sur de los EE.UU, a veces llamado “el área de operaciones olvidadas”, debido a las dificultades que ha enfrentado en medio de las exigencias de seguridad que suele demandar regiones como el Medio Oriente, el Sudeste Asiático o el Indopacífico para mantener una presencia regular de tropas o buques norteamericanos patrullando Centroamérica o el Caribe. Lo cual podría confirmar que todo este despliegue militar sobre aguas caribeñas, sería otra puesta en escena dirigida desde la Casa Blanca, pero en este caso con un final incierto: tragedia o comedia.    

              “Si bien Chevron ha retomado sus negocios

                 con el país caribeño, sus capitales no son

                   los únicos interesados en el oro negro

                                     sudamericano”

La semana pasada Pam Bondi el Fiscal General de los Estados Unidos, en una audiencia del Comité de Apropiaciones del Senado sobre el presupuesto 2026, llamó la atención por un discurso y tono fuera de lugar: “No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro. No solo de Irán, Rusia, China y México. De cualquier adversario extranjero que esté tratando de matarnos físicamente, o por sobre dosis a nuestros hijos, con drogas”,  un discurso alucinante y premonitor.

Este rompecabezas tiene miles de fichas. Con las ya articuladas es posible al menos imaginar una imagen: Rusia y China están avanzando en su desembarco en América Latina, reduciendo el espacio disponible para Estados Unidos. Los negocios y acuerdos bilaterales que están alcanzando ambas potencias no son menores. Por ejemplo, China tiene construido en el Perú el mega-proyecto del puerto de Chancay, el más importante del Pacifico Sur.

Venezuela, la mayor reserva de petróleo probado en el mundo, es un punto focal del interés a nivel global. Si bien la estadounidense Chevron ha retomado sus negocios con el país caribeño, sus capitales no son los únicos interesados en el oro negro sudamericano. China, por supuesto, es a hoy uno de los principales destinos de este recurso natural.

                     “El “narcoterrorismo” es el pretexto

                   que los EEUU encontró para replantear

                       su accionar fuera de sus fronteras,

                        particularmente en Sudamérica”

Nicolás Maduro no es del agrado de los Estados Unidos y la relación bilateral en entre ambos países, desde la instalación del chavismo en 1999, ha sido siempre tensa. La vice presidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez dijo públicamente que la DEA, lejos de ser fiable, es “el mayor cártel de drogas que existe en el mundo. Innumerables documentos y evidencias así lo sustentan”. De otro lado, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de Nicolás Maduro, comandando el denominado “Cártel de Los Soles” no se tiene ninguna evidencia conformada.

Como vemos, en la actualidad en la agenda de los Estados Unidos no está perder el control sobre los precios internacionales de las materias primas. Tampoco plantean compartir negocios con otras potencias. Eso sí, planean combatir a cualquier precio al “narcoterrorismo”, y para ello no les importa convertir el estratégico y cercano Mar Caribe en aguas movedizas.      

Tuesday, August 26, 2025

 

DE ALASKA A WASHINGTON: LA GUERRA CONTINÚA

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

Las recientes cumbres de Alaska y Washington, donde se reunieron los principales líderes de las mayores potencias
nucleares, han revivido el lenguaje y la semiología de la Guerra Fría, aportando poco a la solución
del conflicto en Ucrania.

Ya han pasado las dos cumbres. Apenas en un abrir y cerrar de ojos. En menos de una semana el mundo estuvo con la mirada atenta en Norteamérica, primero en la fría  Alaska y después en la solemne Washington. La llamada “cumbre que lo cambia todo” entre Donald Trump y Vladimir Putin en Anchorage, que no cambió nada, y luego la cumbre en la que “Ucrania decidiría su destino” -en palabras de la inefable Úrsula Von der Leyen-, en la que Ucrania no decidió nada. Y, tampoco es que sea motivo de grandes sorpresas el resultado de ambas reuniones.

En un anterior artículo, señalé que las condiciones objetivas para un acuerdo de paz realista en Ucrania no parecían estar dadas por el momento. Rusia sigue avanzando rápidamente, por lo que no tiene prisa por firmar ningún acuerdo y Ucrania sabe que, hoy por hoy, se vería obligada a aceptar unas condiciones muy desfavorables, y se sigue abrazando a la posibilidad de una intervención directa de tropas europeas. Lo cual es cada vez más lejana, si no goza de la bendición norteamericana.

Donald Trump se puso en el centro en ambos eventos y si a alguien le sorprende, ciertamente no entiende ni un ápice como funciona el magnate republicano ni la política en Estados Unidos en general. El jefe de la Casa Blanca -y de la OTAN, valga recordarlo- habló largo y tendido, autoarrogándose una victoria anunciada antes acaso de iniciar el primer encuentro con Putin.

                       “Pero el comportamiento de Trump

                      es apenas propaganda….y de la mala,

                                      a decir verdad”

El comportamiento de Trump es apenas propaganda…y de la mala, a decir verdad. Solo basta ver lo que está ocasionando en el Mar Caribe, ante el arrebato de mandar tres destructores, submarinos y portaaviones y una dotación de cuatro mil soldados, para exigir la entrega de Nicolás Maduro, acusándolo sin ninguna prueba válida, de dirigir una organización de narcotráfico internacional. Una puesta en escenas más, una rabieta de un bocón sin escrúpulos, y con el agravante de propiciar una escalada belicista sin precedentes en la región latinoamericana. 

Trump habla de lo mucho que desea una paz en Ucrania, pero sabe perfectamente que tal cosa está con toda probabilidad -salvo un giro brusco de los acontecimientos- a meses vista, en el mejor de los casos. Sabe incluso que un acuerdo antes de terminar el año 2025 no está en absoluto garantizado.

Sucede que aquí prácticamente nadie tiene incentivos reales para firmar la paz si no se le hacen grandes concesiones. Los ucranianos que mueren cada día, las familias destrozadas, y la infraestructura destruida no le interesan a nadie. No les interesa ni a los que incentivaron la guerra desde el 2014, ni a los que invadieron Ucrania y ni a los que boicotearon un acuerdo de paz en 2022. A ninguno de ellos. Ni a Zelenski, el que más ganas tiene del acuerdo, le mueve ante todo sus ansiedades políticas.

Repasemos rápidamente: Kiev no quiere firmar la paz porque, tal y como están los frentes y las capacidades militares ucranianas, sabe que hoy tendría que hacer concesiones territoriales y políticas. Desea un alto el fuego, para poder rearmarse y lograr una estabilización de sus propias capacidades, pero para reanudar la contienda tarde o temprano. Quiere contraofensivas, retrocesos rusos y recuperar la iniciativa. ¿Cómo? No lo tiene claro. 

                       “Un acuerdo de paz hoy si sería

                   favorable a Rusia. Pero no tiene prisa,

                                pues sigue avanzando”

Estados Unidos sí quiere una paz, pero no por ningún compromiso ético, sino para poder brindar a Trump la victoria política de haberles ahorrado a los norteamericanos el costo de la “terrible guerra”. Si no tiene la paz, puede simplemente retirarse y dejar vendidos a los ucranianos. Mientras pueda montar propagandas como las de las “cumbres pacificadoras” de las últimas semanas, le conviene.                    

Rusia hoy sí desea firmar una paz, pero no cualquiera. A Putin tampoco le mueve ningún sentimiento humanista, sino la compresión de los frentes: Un acuerdo de paz hoy sería sí o sí favorable a Rusia. Pero no tiene prisa, pues sigue avanzando. Quieren su paz, y si no se les concede, prefieren continuar con la guerra, pues confían en el retraimiento estadounidense y en la eterna duda europea.

Y Europa, claro, no quiere bajarse de su atalaya moral. No negociar con el maligno del Kremlin es un “activo” político, para casi todos los líderes europeos desean conservar por mero electoralismo…..y que mueran todos los ucranianos que tengan que morir en el camino. Al fin y al cabo, a ellos no les cuesta tanto como a Kiev. Tarde o temprano habrá una paz, pero cuando más tarde sea, menos Ucrania quedará en pie.

                              “La guerra sigue porque

                         sus responsables la encuentran

                              más aceptable que la paz”

Hoy Zelenski afronta una decisión muy tramposa y de un gran riesgo para el pueblo ucraniano. O acepta la paz “a la rusa”, que tendría sin duda consecuencias políticas para él y toda su camarilla  -pues sería leída en Ucrania como una derrota cercana a la capitulación- o prolonga una guerra en la que no deja de retroceder con la vana esperanza que Europa o los Estados Unidos decidan salvarla.

En nada ayuda a los ucranianos la posición europea, que busca redefinir moralmente la realidad, en lugar de amoldarse a ella y tomar decisiones serias que aminoren el daño que ya sufren los ucranianos. La guerra sigue porque sus responsables la encuentran, de una u otra forma, más aceptable que la “paz” que les ofrecen sus adversarios. De fondo, lo de siempre: la muerte. No de los que negocian, no, sino de los más débiles….de los pueblos.

Friday, August 22, 2025

 

EL “GRAN ISRAEL”: ENGENDRO FASCISTA 

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

"El Gran Israel" impulsado por la ideología sionista absorbería territorio palestino y extensas zonas de territorios
árabes colindantes: en África: Egipto, Sudán, Etiopía. En en Medio Oriente: Líbano, Siria, 
Jordania, Irak, Irán, y gran parte de la Península Arábica.

En pocas palabras el “Gran Israel” no es un proyecto político, es un delirio fascista e imperial. Benyamin Netanyahu y gran parte de la clase política israelí, lo presenta como una misión “histórica y espiritual”, pero en realidad es el mismo sueño colonial disfrazado con una burda retorica bíblica. En su versión este “Gran Israel” absorbería territorios palestinos y extensas zonas de territorios árabes colindantes (en África: parte de Egipto, la costa de Sudán, el norte de Etiopía. En el Medio Oriente: Líbano, Siria, Jordania, Irak, Irán, y gran parte de la Península Arábica), borrando fronteras y de paso, exterminando pueblos enteros.

Es el equivalente moderno del Lebensraum o “espacio vital” que prometía Adolf Hitler en sus mil años de nazismo, expansión por la fuerza, supremacía étnica y la ilusión de un destino manifiesto grabado en piedra….o mejor dicho en bombas.

Y aquí reside la cruda y aterradora verdad. Como lo mencioné en un artículo anterior: las víctimas del nazismo son en la actualidad más criminales y asesinos que los nazis. No hay un líder mundial más cercano al pensamiento hitleriano en el siglo XXI que Benyamin Netanyahu, un individuo que no duda en equiparar el clamor por la libertad del pueblo palestino (“Free Palestine”) con el genocida lema nazi “Heil Hitler”. Es una bofetada a la historia, un acto de absoluta perversión moral que revela la mentalidad supremacista detrás de su proyecto.

         “El “Gran Israel” y el “Reich de mil años” comparten

       la misma ambición territorial, un nacionalismo fanático,

       un racismo visceral y un desprecio por la vida humana” 

Netanyaju, al igual que los personajes más oscuros de la historia, necesita un enemigo perpetuo. Y en este guión, los palestinos son el perfecto chivo expiatorio. No importa cuántos acuerdos internacionales se rompan, cuántos niños y niñas mueran, cuantos hogares se reduzcan a polvo, todo es “legítima defensa” cuando el objetivo final es agrandar el mapa y achicar la existencia del otro a través de una abierta política de exterminio propia de la solución final de Adolf Eichmann.   

Pero aquí hay un giro digno de una novela política, mientras dibuja su “Gran Israel” sobre ruinas y cadáveres, Netanyahu también está dibujando la ruta para su propia sobrevivencia política. Con causas judiciales abiertas por corrupción, fraude y abuso de poder, sabe muy bien que la paz seria su peor enemigo.

                     “Netanyahu no protege a su pueblo,

              lo toma como rehén en un conflicto perpetuo

          para garantizar su propia sobrevivencia política”

Porque en tiempos de calma y tranquilidad política, el sistema judicial podría hacer su trabajo, en tiempos de guerra la “seguridad nacional” actúa como un escudo que lo mantiene lejos del cadalso que, en cualquier democracia funcional, ya estaría esperando por él.

Este es un liderazgo que no se miden en obras o logros, sino en la cantidad de tierra arrebatada y sangre derramada para sostener una narrativa mesiánica. Netanyahu no protege a su pueblo, lo toma como rehén en un conflicto perpetuo para garantizar que su trono siga ocupado y sus manos, aunque manchadas, sigan libres.

Al final, el “Gran Israel” y el “Reich de mil años” comparten la misma fórmula: una ambición territorial sin límites, un nacionalismo fanático, un racismo visceral, una teocracia inmoral y un desprecio absoluto por la vida humana. La única diferencia es el decorado, ayer eran desfiles con estandartes y antorchas, hoy son conferencias de prensa, gráficos de mapas e impúdicas cumbres de líderes.  

Pero el resultado es el mismo, destrucción, muerte y la arrogancia de creer que el mundo entero debe adaptarse a la visión de un solo hombre y una deleznable ideología: el sionismo, pensamiento fascista que la misma ONU condenara en 1975 en la Resolución 3379 como una forma de racismo, equiparándolo al apartheid sudafricano.

Netanyahu no es un estadista, es un parásito político que se alimenta del conflicto y cuyo perverso objetivo final es la creación de ese engendro fascista llamado el “Gran Israel”.

Tuesday, August 19, 2025

 

EL SAHEL: UNA NUEVA ALIANZA NACE EN EL DESIERTO

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

La Alianza de los Estados del Sahel AES, formado por los gobiernos de Níger, Mali y Burkina Faso, 
ha trastocado las dinámicas regionales y la geopolítica africana. De izquierda a derecha:
Abdourahamane Tchiani de Níger, Assimi Goita de Mali y Ibrahim Traoré de B. Faso.

En los últimos años, la región africana del sahel ha protagonizado una de las trasformaciones geopolíticas más audaces del siglo XXI. Bajo el liderazgo de las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Níger, lo que comenzó como una alianza defensiva -la Alianza de los Estados del Sahel AES- evolucionó hacia un proyecto integral de soberanía económica, independencia financiera y reconfiguración estratégica. Ahora, con la creación de la Corporación del Sahel, como brazo ejecutor de este proyecto, no solo marca un punto de inflexión para estos tres países, sino que ofrece un innovador modelo inspirador para el concierto de las naciones africanas, atrapadas muchas de ellas, en la dependencia del dólar y la explotación asimétrica de sus recursos naturales.

Este nuevo modelo de desarrollo se asienta en tres pilares: El desarrollo económico con identidad regional, que prioriza la autosuficiencia y la integración. La soberanía financiera, que supone la ruptura con el nefasto franco CFA y la creación de una moneda propia respaldada por recursos estratégicos y el reacomodo geopolítico, donde nuevos socios como China, Rusia, Irán y Turquía remplazan a las antiguas potencias coloniales.

La decisión de abandonar en el año 2004, la añeja e inservible Comunidad Económica de Estados de África Occidental CEDEAO, simbolizó el rechazo al antiguo orden colonial. Las juntas militares de estas tres naciones, lejos de ser meros gobiernos provisionales, se consolidaron como agentes del descontento popular, asumiendo una agenda soberanista que combinaba panafricanismo y pragmatismo económico. Cada medida que impulsaron -desde la expulsión de tropas francesas hasta la nacionalización de minas- sirvieron para reforzar su legitimidad interna y su peso internacional.

               “Las tres juntas militares se consolidaron

                  como agentes del descontento popular,

                   asumiendo una agenda soberanista”

DESARROLLO ECONÓMICO Y RECURSOS NATURALES

Recordemos que durante décadas, el sahel fue un apetecible botín para las corporaciones extranjeras, en especial norteamericanas y europeas: oro, uranio y petróleo se exploraron, extrajeron y dilapidaron sin ningún beneficio para las poblaciones locales. La recién creada Corporación del Sahel, está revirtiendo esta perversa lógica mediante una política de nacionalización de recursos, donde el Estado recupera el control estratégico de sectores clave.

El caso de la empresa canadiense Barrick Gold Corporation, el segundo mayor productor de oro en el mundo que opera en Mali, es emblemático. En 2025, tras una disputa legal, el Estado maliense asumió la administración de la mina Loulo Gounkoto -una de las más ricas de África- al amparo del nuevo código de minería de Mali del 2023, que permite al Estado adquirir hasta una participación del 35% en nuevos proyectos, un aumento significativos respecto a otras legislaciones.

Si la AES logra consolidar su nueva moneda y expandirse 
a Chad y Guinea, su influencia podría redibujar el mapa
africano.

A pesar de las presiones, se confiscaron cargamentos de oro y bloquearon las exportaciones de la mina, la empresa canadiense no abandonó el país: el alza del 70% en el precio del oro hizo insostenible su retirada. 

Este episodio demuestra que, cuando los Estados priorizan sus intereses, las multinacionales mineras no tienen más opción que negociar. Una lección crucial para otras naciones africanas, en donde empresas como Chevron o Glencore operan con márgenes de ganancia abusivos.

La agricultura, que emplea al 80% de la población del sahel, es otro eje central de este nuevo modelo de desarrollo. Mali planea aumentar su producción de cereales en este año 2025, mientras Burkina Faso invierte 170 millones de dólares en insumos para alcanzar la autosuficiencia. La creación de la nueva Alianza de Productores de Semilla del Sahel APSA-Sahel, reduce la dependencia de variedades extranjeras, un modelo replicable en varios países de la región como Ghana y Nigeria, donde el agronegocio está dominado por transgénicos patentizados.

             “La expulsión de Francia, abrió la existencia

               de alianzas inéditas con Rusia, China, Irán

         y Turquía, en mejores términos que con occidente”

En infraestructura, los proyectos solares y ferroviarios -como la conexión Bamako-Uagadugú-Niamey- buscan superar el aislamiento heredado del colonialismo francés. Burkina Faso incluso explora la construcción de una planta nuclear con apoyo ruso, un salto tecnológico impensable bajo la órbita francesa.

SOBERANIA FINANCIERA

Un pilar central del proyecto soberanista de la nueva Alianza de los Estados del Sahel AES es su ambición de liberarse del nefasto franco CFA, una moneda que muchos en la región consideran un símbolo de subyugación económica.

Entre los puntos clave de discordia se encuentran la paridad fija con el euro, la centralización del 50% de las reservas de divisas en el Tesoro francés y la falta de una política monetaria independiente. Los defensores de una nueva moneda argumentan que este sistema actual frena el desarrollo de la industrialización y perpetua un estado de neocolonialismo.

Esta nueva moneda sugiere un sistema monetario de dos niveles: una moneda nacional de cada país y una moneda regional respaldada por una canasta de productos básicos estratégicos. El modelo: Moneda-Recursos, es del estilo de la canasta de monedas de los BRICS, con un respaldo tangible: oro (Mali es el tercer productor de África), uranio (Níger posee el 5% de las reservas mundiales), petróleo y gas (ingentes yacimientos y reservas en Burkina Faso).

Este modelo desafía el dominio del dólar y el euro, mostrando que una moneda común no requiere someterse a potencias externas. Un Banco Confederal para la Inversión y el Desarrollo BCID-AES, que financiará proyectos sin condiciones, como el FMI. Para el resto de naciones africanas, donde el uso del yuan (la moneda china) se discute tímidamente, el sahel prueba que la clave está en respaldar la divisa propia con recursos reales (oro, petróleo, cobre, litio).

REACOMODO GEOPOLÍTICO

La expulsión de las bases militares de Francia en el año 2023, abrió espacio a la existencia de alianzas inéditas, con Rusia: brindando seguridad militar con la milicia del África Corps; con China: proyectos de infraestructura sin las condiciones y clausulas leoninas de occidente; con Irán y Turquía: ofreciendo nuevos mercados, tecnología drones y soft power islámico.

             “Si la AE del Sahel logra consolidar su moneda

                y expandirse a Chad y Guinea, su influencia

                        podría redibujar el mapa africano”

Estos nuevos socios están ofreciendo cooperación sin colonialismo, un contraste con la deuda estranguladora del Banco Mundial, el FMI o los TLC asimétricos con la Unión Europea. Para África, el mensaje es claro: la multipolaridad existe, y puede negociarse desde una posición de fuerza. Este nuevo modelo de integración del sahel nos enseña que la soberanía no es un slogan, sino una cadena de decisiones audaces (recuperar el control de nuestros recursos naturales, crear instrumentos financieros independientes y diversificar alianzas).

Si la Alianza de los Estados del Sahel AES, logra consolidar su moneda y expandirse a países como Chad y Guinea, su influencia podría redibujar el mapa africano. Para el resto de las naciones africanas -presas del extractivismo y la inflación- el sahel es un espejo incómodo pero esperanzador. Hoy una nueva alianza nace en el desierto.

Tuesday, August 12, 2025

 

¿EL MUNDO VA HACIA UNA CONFRONTACIÓN?

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

La subida de aranceles impuesta por Trump al mundo, ha sido realmente una arma geopolítica, que evidencia
la decadencia de su poder económico. Lo que podría escalar hacia una confrontación bélica.

Lo que comenzó como una guerra comercial impulsada por el díscolo presidente Donald Trump ha evolucionado hacia un conflicto estructural que va mucho más allá de los simples aranceles. En el fondo, lo que está en juego es el orden mundial, vale decir, la hegemonía norteamericana, el control de los recursos naturales y la disputa por el liderazgo tecnológico y militar. Detrás de las tarifas, sanciones y acuerdos rotos, se esconde una tensión global que, de no manejarse con responsabilidad, podría escalar hacia una confrontación bélica convencional, e incluso nuclear.

Las tarifas impuestas por Trump a productos de China, la Unión Europea, la India, Brasil, Canadá, México y otros países han sido justificadas como presunta protección de la industria local. Sin embargo, su efecto real ha sido el de una arma geopolítica. El verdadero propósito es desacelerar el ascenso de potencias rivales y reforzar la influencia estadounidense en sectores clave como tecnología, energía y seguridad.

A través de estos aranceles, EE.UU busca condicionar el desarrollo tecnológico de China y de otros países, limitar la dependencia de minerales estratégicos provenientes de países en desarrollo y recuperar el control de cadenas de suministros estratégicos.

              “Los aranceles impuestos por Trump al mundo

                  han sido una verdadera arma geopolítica”

El conflicto actual se parece cada vez más a la versión moderna del “Gran Juego”. Esta vez no es por colonias, sino por litio, tierras raras, cereales, agua. Países como China aseguran posiciones en África y América Latina, mientras EE.UU y sus aliados reconfiguran alianzas para proteger sus intereses.

El dominio de estos recursos no solo garantiza riquezas, sino poder: el que controle el litio controlará las baterías; el que domine los chips controlará los ejércitos y las telecomunicaciones; el que asegure alimentos y agua controlará poblaciones enteras.

Desde la Segunda Guerra Mundial, EE.UU ha sido el centro de gravedad del sistema global. Hoy, esa posición está siendo cuestionada. El avance tecnológico de China, el acercamiento entre Rusia e Irán, la consolidación bloques alternativos como los BRICS+ y la crisis interna de las democracias occidentales han debilitado la posición dominante de Washington, encontrándose en una posición cada vez más decadente.

            “Las tensiones en el Mar de China Meridional,

             Ucrania, Asia Sur Central y África son zonas

           calientes que podrían desatar choques militares”

El recurso de los aranceles, es en este sentido, un intento de frenar esa decadencia. Pero también alimenta resentimientos, impulsa represalias y acelera la fragmentación del orden mundial. Muchos países empiezan a tomar distancia de los EE.UU y vuelcan su mirada hacia los BRICS+.

La preocupación no es exagerada: la historia ofrece precedentes donde tensiones económicas desembocaron en conflictos militares. La Gran Depresión de los años treinta en los Estados Unidos, impulsada en parte por medidas proteccionistas como la subida de aranceles, fue antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Hoy las tensiones en el Mar de China Meridional, en Ucrania, en Medio Oriente (hegemonía de Israel), en Asia Sur Central (India, Paquistán, Afganistán), en el sahel y el centro de África (milicias yihadistas), son zonas calientes que podrían desatar choques militares. Una cadena de errores de cálculo, provocaciones y sumada a liderazgos agresivos podrían desembocar en un conflicto global. Las doctrinas de uso limitado de armas nucleares ya existen y el umbral de lo impensable podría reducirse.

                “Los aranceles de Trump son solo la superficie

                 de un conflicto más profundo y muy peligroso”

Sin embargo, la clave está en restablecer canales de dialogo, reconstruir instituciones multilaterales eficaces y reequilibrar las relaciones económicas para que sean sostenibles y justas.

El mundo se encuentra ante una escisión histórica: o avanza hacia una cooperación multipolar ordenada, o se adentra en una nueva era de confrontación caótica. Los aranceles de Trump son solo la superficie de un conflicto más profundo y muy peligroso.

La sensación de que “algo grande está por romperse” no es mera paranoia. El mundo está en una fase de transición peligrosa. Si no se actúa con visión y responsabilidad, los conflictos económicos, comerciales, territoriales podrían escalar hacia un choque bélico convencional, o incluso nuclear. La historia aún está por escribirse, pero los síntomas del presente son inequívocos: estamos jugando con fuego, ante los aranceles de Trump y la hegemonía global, el mundo podría estar yendo hacia una confrontación.