LA GUERRA EN SUDÁN Y EL FACTOR EXTERNO
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Sudán afronta ya dos años y cinco meses de una guerra civil
sin perspectivas de una solución en el corto plazo. Una guerra que tiene su
origen en el derrocamiento de la cruel dictadura del tirano Omar Al Bashir en
2019 tras más de 30 años en el poder, en el que participaron las dos partes hoy
enfrentadas: las Fuerzas Armadas de Sudán SAF por sus siglas en inglés, bajo el
mando del General Abdel Fattah Al Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido SRF,
grupo paramilitar dirigido por Mohamed Hamdan Dagalo, bajo el seudónimo de “Hemedti”.
Las vanas esperanzas de una transición democrática tras la
destitución de Al Bashir se vieron frustradas ante la explosión del conflicto
entre los dos caudillos armados en abril de 2023. Desde entonces han muerto
cerca de 100 mil personas, más de 10 millones se han visto desplazadas y la ONU
calcula que unos 25 millones necesitan ayuda urgente. La crisis humanitaria
sudanesa es en la actualidad una de las más graves en el mundo y podría derivar
en un conflicto regional.
Esta cruenta guerra civil ha generado la inestabilidad de los
países limítrofes como: República Centroafricana, Chad, Eritrea, Etiopía, Libia
y Sudán del Sur, que han debido de acoger a más de 2 millones de desplazados.
Asimismo, este conflicto ha ocasionado la aparición de diversos grupos armados,
la interrupción del comercio, la interferencia extranjera y la amenaza
constante de incendiar la región.
En efecto, Sudán, al igual que el resto del Cuerno de África,
se ha convertido en el tablero donde las potencias petroleras del Medio Oriente
luchan por la hegemonía económica y geopolítica, mientras que Occidente
-Estados Unidos y la Unión Europea- parecen tener cada vez menos influencia.
“Sudán se ha convertido en el patio trasero de la
competencia entre las grandes potencias:
China, Rusia, EE.UU y Europa”
En esta carrera por ganar posiciones, Emiratos Árabes Unidos
EAU se presenta como uno de los principales apoyos militares y financieros de
las RSF de Hemedti. Con su presencia en el Mar Rojo, EAU pretende reforzar su
influencia geopolítica, compitiendo con Turquía e Irán, que en la crisis de
Sudán, respaldan a las SAF de Al Burhan. Terán persigue así alcanzar sus
objetivos militares, geopolíticos y comerciales en la zona, así como ganar
posiciones frente a sus rivales, Arabia Saudita, EAU e Israel. Egipto, por su
parte, ve en Al Burhan un socio estable para salvaguardar sus intereses
regionales, especialmente en el Nilo, que los dos países comparten.
Mientras, Arabia Saudita, con sus esfuerzos de mediación,
intenta reforzar su imagen neutral, lo que podría darle ventaja sobre los EAU a
la hora de establecer un dominio regional y emerger como un socio regional
creíble.
Pero, más allá de la lucha por la hegemonía en la zona, cada
vez es más evidente que Sudán se ha convertido en el patio trasero de la
competencia entre las grandes potencias -China, Rusia, Estados Unidos y Europa-.
Aunque Rusia apoyó en un principio a Hemedti, sobre todo por el acceso del
grupo Wagner a los yacimientos de oro sudaneses bajo su control, Moscú se ha
acercado en los últimos meses a Al Burhan. La medida sirve para alinearse más
estrechamente con Irán y responde a su deseo de fijar una base naval rusa en el
estratégico Puerto Sudán y ampliar así su influencia en todo el continente.
“El Cuerno de África se ha
transformado en el
tablero donde las potencias petroleras del
Medio Oriente luchan por la hegemonía
económica y geopolítica”
En este conflicto sudanés, China mantiene una postura neutral.
La cautela de Pekín está en consonancia con su política de abstenerse de
desempeñar un papel activo en la mediación de conflictos en la región. Su
estrategia, reflejada en la Iniciativa de Seguridad Global, se base sobre todo en
la cooperación económica, al tiempo que crece su presencia en materia de
seguridad. Ante este escenario, tanto los Estrados Unidos como la Unión Europea
se encuentran en una posición de debilidad. En los casi dos años del segundo
gobierno de Trump, su administración no ha mostrado ningún interés en el
continente africano y tanto él como la UE están centrados más en la guerra de
Ucrania y en las matanzas en Gaza, además del Indo-Pacífico, en el caso de
EE.UU, su capacidad de mediación en Sudán es hasta ahora inexistente e
ineficaz.
Teniendo en cuenta el interés estratégico, geopolítico,
comercial y migratorio, tanto EE.UU y la UE, tendrían que situar al Cuerno de
África entre sus prioridades de sus agendas si no quieren perder su relativa
influencia. En este sentido, en lugar de preocuparse en mantener a los actores
regionales fuera de la órbita de sus rivales geopolíticos, deberían centrarse
en estrechar lazos con actores (estatales y no estatales) que compartan
iniciativas mediadoras y pacificadoras en el conflicto, ofreciendo buena
gobernanza, oportunidades económicas y seguridad a la población. Sin embargo,
la errática política exterior de los EE.UU, que en muchos casos busca la colisión
con sus propios aliados, no ofrece ninguna garantía de solución a este conflicto.
En el plano militar, la recuperación de la capital Jartum ha
reforzado la posición de Al Burhan, pero no ha garantizado, hasta ahora, el fin
de la guerra, lo cual se ha convertido en un pedido constante de los organismos
internacionales y de los países de la región. Los últimos avances militares de
las Fuerzas Armadas Sudanesas SAF tanto en la capital como en Omdurmám, en la
estratégica confluencia del Nilo Azul y el Nilo Blanco, han permitido tomar el
control de un importante sector de la frontera con Etiopía, llegando hasta las
costas del Mar Rojo.
“Arabia Saudita, con sus esfuerzos de mediación,
intenta reforzar su imagen neutral, lo que podría darle
ventaja sobre los Emiratos Árabes Unidos a la hora
de establecer un dominio regional”
Con estas nuevas
posiciones del gobierno sudanés, se confirma la preeminencia y consolidación de
las SAF en el centro y oriente de Sudán, mientras que toda la región occidental
del país, en especial Darfur, continúa bajo el poder de las milicias de las SRF.
Aunque el control de estas fuerzas de mercenarios sobre Sudán, se está
reduciendo cada día, Darfur sigue siendo el epicentro de la violencia, donde
los rebeldes siguen manteniendo todo el control.
Como vemos, estas diversas fuerzas militares que se disputan
la protección y alianzas estratégicas con diferentes aliados externos, podrían
estar precipitando a Sudán hacia una balcanización o ruptura en dos bloques
territoriales definidos: Darfur la región oeste del país y las ciudades del
oriente sudanés, que podría llamarse Sudán del Este. Un fatídico destino para
una nación que debe de lidiar también con los cada vez más gravitantes factores
externos del conflicto.

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