¿HA ESTALLADO LA “GUERRA TIBIA”?
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Desde hace un mes, el teatro mundial empezó a exhibir la
transición hacia un nuevo orden político. Esta etapa bien podría definirse como
el inicio de una “Guerra Tibia”.
En un sector del escenario, Donald Trump sigue desmontando el
sistema de equilibrios democráticos de los Estados Unidos. Lo hace imponiendo
políticas públicas mediante órdenes ejecutivas, interviniendo el sistema
federal, declarándose en “guerra comercial” contra todos y socavando la OTAN,
concebida para defender los intereses de las potencias occidentales. Su
penúltimo desplante fue el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán y
con ello, su brutal irrupción en el frágil tablero del Medio Oriente.
En otra parte del escenario, el líder ruso Vladimir Putin
aprovecha el vacío de la OTAN para seguir avanzando territorialmente en
Ucrania. En este tema, su éxito más reciente lo obtuvo en Alaska, donde dejó
“en trámite” el penúltimo ultimátum pacificador de su presunto amigo Donald.
Entretanto siguió amarrando su alianza estratégica con un gran proveedor de
bombas atómicas, el líder norcoreano Kim Jong Un.
Pero en este escenario, el mandatario chino tiene el rol
protagónico. El lunes pasado inauguró en Taijing una concurrida cumbre de la
Organización de Cooperación de Shangai OCS, creada en 1996 para resolver
disputas fronterizas tras la implosión de la Unión Soviética. Esta vez Xi
Jinping reunió a más de 20 líderes de los países euroasiáticos con mayor
incidencia en los destinos del planeta y a representantes de organismos
internacionales, como el Secretario General de las NN.UU.
“Trump sigue
desmontando el sistema democrático
de los EE.UU,
interviniendo el sistema federal
y declarando una “guerra
comercial” contra todos”
La consigna del evento fue “por un multilateralismo sin
hegemonías”, en clara alusión al unilateralismo trumpista. La foto principal de
la cumbre muestra a Xi, Putin y Narendra Modi, primer ministro de India, en una
demostrativa pose amistosa. Sus países suman tercio y medio de la población
mundial. De hecho, Xi convirtió la OCS en la contrafuerza geopolítica de la
soberbia.
Esta cumbre de la OCS ha dado una señal de la configuración
del nuevo escenario internacional que se está develando. Por lo pronto
evidencia una aproximación estratégica entre China, Rusia e India. Pese a sus
históricas tensiones con Beijing, la India se suma al eje sino-ruso. Respaldada
por una alianza militar con Moscú, vigente desde 1947, y un creciente
intercambio con China en sectores vitales para su economía, India se perfila
como el tercer polo de un bloque que desafía la hegemonía occidental y refuerza
el tránsito hacia un orden multipolar.
Por su parte, Putin anunció la construcción del gasoducto
Siberia II, megaproyecto que conectará los yacimientos de Yamal, en el Ártico
ruso, con el norte de China, atravesando Mongolia, asegurando al dragón chino
un suministro masivo y estable de gas natural.
“Putin aprovecha el
vacío de la OTAN para
seguir avanzando en
Ucrania. Mientras sigue
creando alianzas estratégicas
con otras potencias:
China, India, Corea del
Norte”
Desde la guerra en Ucrania, EE.UU cortó la relación
energética entre Moscú y Europa. Con este nuevo proyecto, Rusia redirige sus
exportaciones a Asia, mientras Europa, dependiente del GLP (gas licuado de
petróleo) norteamericano, cuyo valor es cuatro o seis veces más caro, enfrenta
una pronta y acelerada desindustrialización.
Washington, pese a perder un aliado como la India, no queda
del todo marginado, Trump mantiene una relación de afinidad con Vladimir Putin,
basada en intereses petroleros comunes, que posibilitaría eventuales proyector
conjuntos en el Ártico, como el gasoducto Trans-Alaska y la posible conexión
con el estrecho de Bering. Con esta nueva correlación, EE.UU ya no ostenta la
primacía indiscutible de otras épocas, pero su capacidad de negociación y su
peso militar aún lo sostienen como un actor clave en este nuevo escenario
mundial.
Pero eso no fue todo. Al día siguiente de la cumbre de la OCS,
en la plaza Tiananmen de Beijing, Xi presidió con traje tipo Mao un desfile
militar en homenaje al 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Allí, 12 mil soldados y oficiales mostraron a 26 líderes mundiales un
alistamiento casi robótico, un despliegue coreográfico impecable y una panoplia
misilera y de alta tecnológica que hoy deben estar analizando todos los
expertos occidentales.
“En China, 12 mil
soldados y oficiales mostraron
a 26 líderes mundiales
un alistamiento casi robótico
y de alta tecnología que
hoy deben estar analizando
todos los expertos
occidentales”
Fue una clara señal de su enorme poder militar. En ese marco,
el líder chino, explicó que vivimos en una encrucijada global entre la paz y la
guerra, convocando a defender el camino del diálogo y la cooperación. Esta vez
el trio más mentado fue el del anfitrión, con Putin y King Jong Un.
Si Trump tuviera a su lado un equivalente a Henry Kissinger,
éste le diría que para liderar una superpotencia no bastan las astucias ni los
desplantes autoritarios. Se necesitan aliados confiables, políticos y
militares. Agregaría, seguro, que esos aliados están en el mundo de las
democracias y que los está perdiendo por subestimar la democracia propia. También
podría contarle que sus predecesores asumieron la democracia como una misión de
prestigio internacional, que justificaría su hegemonismo político y económico.
“Esta “Guerra Tibia”,
que parece estar
generándose, puede encontrar
a unos mejor
colocados y acompañados
que a otros”
Sin embargo, lo más seguro es que, para sintonizar con el ego
de Trump, sus asesores de línea le dirán que su eslogan “América First”
(América Primero) dio exactamente en el clavo, pues la democracia -que nunca
fue global- no sirve para nada. Por eso él pudo sentar a los líderes europeos
como colegiales ante su escritorio en el Salón Oval, para que escuchen las
órdenes que le impartía.
Lo que no estaba en los planes de Trump es que, estratégica y
geopolíticamente, su país está aislado. En el juego de quién manipula a quien,
mientras él se pelea verbalmente con todo el mundo, Putin viene de vuelta con
apoyo de Eurasia y Xi avanza en la ruta de la Franja y de la Seda con enclaves
en todos los continentes. En este momento, ante la conformación del eje
Rusia-China-India (Putin-Xi-Modi), el presidente Trump tiene como compañeros externos al repudiado
Netanyahu y al excéntrico e impresentable Javier Milei.
A si visto el escenario completo, esta “Guerra Tibia” o el
enfrentamiento entre potencias que no llega a ser una confrontación militar
directa, sino una disputa económica, tecnológica o financiera, que parece estar
generándose, puede encontrar a unos mejor colocados y acompañados que a otros. Una
Guerra Tibia en donde prime más la diplomacia y la cooperación multilateral que
el alistamiento militar y la bravata.

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