Wednesday, September 10, 2025

 

¿HA ESTALLADO LA “GUERRA TIBIA”?

Por: Javier Fernando Miranda Prieto

En la 25 Cumbre de la Organización de Cooperación de Shangaí OCS, realizada en la RP China, se ha creado
un nuevo "triangulo de poder" entre los líderes de Rusia, India y China, lo que estaría generando 
un nuevo escenario internacional, el cual podría definirse
como el inicio de una "Guerra Tibia".

Desde hace un mes, el teatro mundial empezó a exhibir la transición hacia un nuevo orden político. Esta etapa bien podría definirse como el inicio de una “Guerra Tibia”.

En un sector del escenario, Donald Trump sigue desmontando el sistema de equilibrios democráticos de los Estados Unidos. Lo hace imponiendo políticas públicas mediante órdenes ejecutivas, interviniendo el sistema federal, declarándose en “guerra comercial” contra todos y socavando la OTAN, concebida para defender los intereses de las potencias occidentales. Su penúltimo desplante fue el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán y con ello, su brutal irrupción en el frágil tablero del Medio Oriente.

En otra parte del escenario, el líder ruso Vladimir Putin aprovecha el vacío de la OTAN para seguir avanzando territorialmente en Ucrania. En este tema, su éxito más reciente lo obtuvo en Alaska, donde dejó “en trámite” el penúltimo ultimátum pacificador de su presunto amigo Donald. Entretanto siguió amarrando su alianza estratégica con un gran proveedor de bombas atómicas, el líder norcoreano Kim Jong Un.

Pero en este escenario, el mandatario chino tiene el rol protagónico. El lunes pasado inauguró en Taijing una concurrida cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai OCS, creada en 1996 para resolver disputas fronterizas tras la implosión de la Unión Soviética. Esta vez Xi Jinping reunió a más de 20 líderes de los países euroasiáticos con mayor incidencia en los destinos del planeta y a representantes de organismos internacionales, como el Secretario General de las NN.UU.

          “Trump sigue desmontando el sistema democrático

              de los EE.UU, interviniendo el sistema federal

          y declarando una “guerra comercial” contra todos” 

La consigna del evento fue “por un multilateralismo sin hegemonías”, en clara alusión al unilateralismo trumpista. La foto principal de la cumbre muestra a Xi, Putin y Narendra Modi, primer ministro de India, en una demostrativa pose amistosa. Sus países suman tercio y medio de la población mundial. De hecho, Xi convirtió la OCS en la contrafuerza geopolítica de la soberbia.

Esta cumbre de la OCS ha dado una señal de la configuración del nuevo escenario internacional que se está develando. Por lo pronto evidencia una aproximación estratégica entre China, Rusia e India. Pese a sus históricas tensiones con Beijing, la India se suma al eje sino-ruso. Respaldada por una alianza militar con Moscú, vigente desde 1947, y un creciente intercambio con China en sectores vitales para su economía, India se perfila como el tercer polo de un bloque que desafía la hegemonía occidental y refuerza el tránsito hacia un orden multipolar.

Por su parte, Putin anunció la construcción del gasoducto Siberia II, megaproyecto que conectará los yacimientos de Yamal, en el Ártico ruso, con el norte de China, atravesando Mongolia, asegurando al dragón chino un suministro masivo y estable de gas natural.

              “Putin aprovecha el vacío de la OTAN para

             seguir avanzando en Ucrania. Mientras sigue

          creando alianzas estratégicas con otras potencias:

                       China, India, Corea del Norte”

Desde la guerra en Ucrania, EE.UU cortó la relación energética entre Moscú y Europa. Con este nuevo proyecto, Rusia redirige sus exportaciones a Asia, mientras Europa, dependiente del GLP (gas licuado de petróleo) norteamericano, cuyo valor es cuatro o seis veces más caro, enfrenta una pronta y acelerada desindustrialización.

Washington, pese a perder un aliado como la India, no queda del todo marginado, Trump mantiene una relación de afinidad con Vladimir Putin, basada en intereses petroleros comunes, que posibilitaría eventuales proyector conjuntos en el Ártico, como el gasoducto Trans-Alaska y la posible conexión con el estrecho de Bering. Con esta nueva correlación, EE.UU ya no ostenta la primacía indiscutible de otras épocas, pero su capacidad de negociación y su peso militar aún lo sostienen como un actor clave en este nuevo escenario mundial.

Pero eso no fue todo. Al día siguiente de la cumbre de la OCS, en la plaza Tiananmen de Beijing, Xi presidió con traje tipo Mao un desfile militar en homenaje al 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Allí, 12 mil soldados y oficiales mostraron a 26 líderes mundiales un alistamiento casi robótico, un despliegue coreográfico impecable y una panoplia misilera y de alta tecnológica que hoy deben estar analizando todos los expertos occidentales.

            “En China, 12 mil soldados y oficiales mostraron

          a 26 líderes mundiales un alistamiento casi robótico

          y de alta tecnología que hoy deben estar analizando

                        todos los expertos occidentales”

Fue una clara señal de su enorme poder militar. En ese marco, el líder chino, explicó que vivimos en una encrucijada global entre la paz y la guerra, convocando a defender el camino del diálogo y la cooperación. Esta vez el trio más mentado fue el del anfitrión, con Putin y King Jong Un.

Si Trump tuviera a su lado un equivalente a Henry Kissinger, éste le diría que para liderar una superpotencia no bastan las astucias ni los desplantes autoritarios. Se necesitan aliados confiables, políticos y militares. Agregaría, seguro, que esos aliados están en el mundo de las democracias y que los está perdiendo por  subestimar la democracia propia. También podría contarle que sus predecesores asumieron la democracia como una misión de prestigio internacional, que justificaría su hegemonismo político y económico.

                   “Esta “Guerra Tibia”, que parece estar

               generándose, puede encontrar a unos mejor

                   colocados y acompañados que a otros”

Sin embargo, lo más seguro es que, para sintonizar con el ego de Trump, sus asesores de línea le dirán que su eslogan “América First” (América Primero) dio exactamente en el clavo, pues la democracia -que nunca fue global- no sirve para nada. Por eso él pudo sentar a los líderes europeos como colegiales ante su escritorio en el Salón Oval, para que escuchen las órdenes que le impartía.

Lo que no estaba en los planes de Trump es que, estratégica y geopolíticamente, su país está aislado. En el juego de quién manipula a quien, mientras él se pelea verbalmente con todo el mundo, Putin viene de vuelta con apoyo de Eurasia y Xi avanza en la ruta de la Franja y de la Seda con enclaves en todos los continentes. En este momento, ante la conformación del eje Rusia-China-India (Putin-Xi-Modi), el presidente Trump  tiene como compañeros externos al repudiado Netanyahu y al excéntrico e impresentable Javier Milei.

A si visto el escenario completo, esta “Guerra Tibia” o el enfrentamiento entre potencias que no llega a ser una confrontación militar directa, sino una disputa económica, tecnológica o financiera, que parece estar generándose, puede encontrar a unos mejor colocados y acompañados que a otros. Una Guerra Tibia en donde prime más la diplomacia y la cooperación multilateral que el alistamiento militar y la bravata.  

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