Friday, May 30, 2025

 GENOCIDIO

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En la actualidad el mundo repudia la imagen y accionar de Benjamín Netanyahu, el tirano israelí
y perpetrador del genocidio contra los palestinos de la Franja de Gaza y Cisjordania.
Buscado por la C.P.I. por crímenes de lesa humanidad y genocidio.

Una vez más, la discusión pública sobre el genocidio en Gaza se centra en la manida cuestión del “alto el fuego”. Esos son los términos en los que se define un proceso mucho más miserable y cruel: el cálculo permanente que el Estado de Israel realiza buscando hacer balance entre su pulsión genocida y su imagen internacional.

Porque Israel quiere completar el exterminio de los palestinos, pero los tiempos no les son particularmente favorables. El gobierno criminal de Benjamín Netanyahu no está logrando sus objetivos militares de fondo. A estas alturas, año y medio después de que el gobierno sionista entrase de lleno en su fase genocida, Tel Aviv esperaba haber “avanzado” mucho más. Israel pensaba que a estas alturas, los palestinos ya estarían fuera de Gaza y la franja estaría en proceso de colonización.

Organismos internacionales acusan a Israel de cometer un 
genocidio contra el pueblo palestino. Matanzas, detenciones,
secuestros, lesiones y torturas contra hombres, mujeres
y niños palestinos.

Pero no es así. La despiadada bestialidad que los sionistas han desplegado en la Franja de Gaza ha dejado decenas de miles de inocentes masacrados por unas fuerzas armadas abiertamente genocidas. Pero la resistencia armada palestina en la Franja sigue siendo capaz de reponer sus bajas y, aunque ahora Israel busca concentrar a los gazatíes en el sur usando el hambre como arma de guerra, la ayuda humanitaria como “cebo” y los bombardeos de norte a sur como herramienta para sembrar el pánico, todavía está lejos de completar su “obra”.

El tiempo se le echa encima a Netanyahu. La pretendida limpieza étnica está yendo demasiado despacio, fruto de la heroica resistencia de los palestinos y de la negativa de los Estados de la región -a veces por solidaridad, a veces por intereses propios- a acoger a dos millones de refugiados. Y la imagen internacional de Israel se deteriora rápidamente.

               “A estas alturas, año y medio después que el

              gobierno sionista entrase en su fase genocida,

              se esperaba que los palestinos estarían fuera

       de su territorio y la Franja en proceso de colonización”

Los gobiernos europeos, consientes desde el primer momento de las infames intenciones de Israel y del carácter genocida de su ofensiva en Gaza, temen hoy que la opinión pública de sus respectivos países se les eche encima si no le sueltan la mano al monstruo sionista. Primero lo negaron, después lo justificaron, después lo criticaron tímidamente y ahora empiezan a desmarcarse de Netanyahu.   


Por eso hoy se vuelve a hablar de un alto al genocidio: Israel lo necesita y Trump quiere anotarse el tanto. Pero la experiencia de enero no puede ser olvidada. Hace menos de cinco meses, Israel celebró el “alto el fuego” facilitado por un Donald Trump que todavía no había asumido el cargo. A los dos meses, cuando Israel hubo logrado algunas victorias locales con la liberación de rehenes, lo rompió unilateralmente. Hamas cumplió las fases del acuerdo, pero Israel cambio de postura, y reanudó el genocidio cuando le fue conveniente.

         “La limpieza étnica está yendo demasiado despacio,

             por la resistencia de los palestinos y la negativa

        de los gobiernos de la región a acoger a dos millones

                                     de refugiados. 

Hoy el concepto “alto el fuego” vuelve a copar portadas. Pero ¿de qué se habla? El ofrecimiento de Steve Witkoff, enviado especial de los Estados Unidos, busca satisfacer las necesidades propagandísticas de Netanyahu. Una “tregua” de 60 días que además, permite la presencia militar de Israel en la Franja de Gaza, significaría tan solo un “alto al genocidio” que facilitaría a Tel Aviv reanudar, cuando lo considere oportuno, tanto el exterminio como la ocupación del territorio.

Si Hamas rechaza el acuerdo -lo contrario sería difícilmente comprensible-, la narrativa será fácil de asentar: los benevolentes israelíes desean un “alto el fuego”, pero los terroristas de Hamas se niegan. Es mentira y, de hecho, es una mentira repugnante. Israel declara abiertamente que desea consumar una limpieza étnica y actúa para logarlo. Por lo tanto Europa y el mundo deberían defender un tipo muy claro de un “alto al fuego”: retirada sin matices de las tropas israelíes de la Franja de Gaza y alto al genocidio indefinido con garantías claras. Todo lo demás es papel mojado…y ensangrentado.

Una lección puede extraerse. Si Israel tiene ahora prisa por un “alto el fuego” es porque su posición internacional se ha visto gravemente dañada. La visita de Trump a Medio Oriente, el tímido giro del gobierno alemán o las iniciativas de gobiernos como el español, aunque se tratan de gestos enormemente tibios, ya inquietan a Tel Aviv. Ayer sabíamos con claridad que la única postura legítima del mundo era romper todo lazo con el Estado genocida de Israel y presionar en todas las instancias posibles para obligarle a detener la limpieza étnica y retirar sus tropas de Gaza. Hoy sabemos que sería efectivo. Mantener una posición firme contra el criminal Netanyahu y terminar definitivamente con lo que ha venido perpetrando en Gaza, un auténtico genocidio.

Saturday, May 24, 2025

ESTADOS UNIDOS vs SUDÁFRICA:

OTRA EMBOSCADA DE TRUMP

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

En un reiterado alarde de prepotencia y grosería contra sus invitados extranjeros, el inefable Trump emboscó al presidente Cyril Ramaphosa de Sudáfrica, acusándolo falsamente
de perpetrar un genocidio contra la población blanca de su país. 

El presidente norteamericano Donald Trump ha convertido el tradicional y discreto Salón Oval de la Casa Blanca, en un vulgar ring de box, en donde suele someter a sus invitados internacionales a una cobarde emboscada pugilística sin más reglas y códigos de conducta que sus arbitrarios y groseros modales. Repitiendo la bochornosa escena protagonizada por él mismo, ante la visita del presidente ucraniano Volodímir Zeleski a principios de año, ahora el encolerizado Trump, ha fustigado al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa con falsas afirmaciones sobre un genocidio contra granjeros blancos afrikáneres (sudafricanos de origen europeo). 

El presidente norteamericano confrontó, el pasado miércoles 21 a Ramaphosa, con explosivas acusaciones falsas de confiscación de tierras y matanzas indiscriminadas contra sudafricanos blancos sin más pruebas que un vídeo y declaraciones escritas de supuestas víctimas, que no son otra cosa, que una muestra de las teorías conspirativas que suelen propalar en redes sociales la extrema derecha global y que tiene como su principal difusor al sudafricano y asesor presidencial Elon Musk.

Sudáfrica, que soportó siglos de discriminación draconiana contra la población negra durante el colonialismo y el largo régimen del apartheid antes de convertirse en una democracia multipartidaria en 1994 bajo el mandato de Nelson Mandela, siempre ha rechazado esas absurdas y cínicas acusaciones. Si bien es cierto, Sudáfrica tiene una de las tasas de asesinatos más altas del mundo, la abrumadora mayoría de las víctimas son personas negras.

Ramaphosa esperaba utilizar la reunión del miércoles para restablecer la relación de su país con los Estados Unidos, después de que Trump cancelara la muy necesaria ayuda a Sudáfrica, ofreciera refugio a la minoría blanca afrikáneres, expulsara al embajador sudafricano y criticara la acusación de genocidio a Israel por parte del gobierno sudafricano.

                “Trump confrontó a Ramaphosa por falsas

               acusaciones de genocidio contra sudafricanos

              blancos, denuncias inventadas por Elon Musk”

Ante esta situación de tirantez diplomática, el presidente sudafricano llego preparado para una reunión efusiva, teniendo en cuenta que los Estados Unidos es el segundo socio comercial más importante de Sudáfrica, y que en la actualidad el país enfrenta un arancel del 30% en virtud del paquete de impuestos a la importación de Trump, actualmente suspendido.

Pero en una embestida cuidadosamente coreografiada desde el Salón Oval, Trump, siguiendo el guión de Musk, atacó, pasando rápidamente a una interminable lista de preocupaciones sobre el tratamiento a los sudafricanos blancos, reproduciendo vídeos de antiguas manifestaciones y hojeando una pila de artículos de noticias impresos que, según él, probaban sus acusaciones.

Ramaphosa, sentado en una silla junto a Trump y manteniendo la compostura refutó sus afirmaciones. “Si hubiera habido un genocidio de agricultores blancos de origen europeo, puedo apostar que estos tres caballeros no estarían aquí”, dijo el presidente sudafricano refiriéndose a los golfistas sudafricanos que lo acompañaron en el viaje, y al multimillonario Johann Rupert, todos blancos, que estaban presente en la sala. Esto no satisfizo a Trump.

El magnate sudafricano Elon Musk, líder de la camarilla de 
amigos racistas de Trump, es el autor de las falsas acusaciones 
 de "genocidio" fabricadas contra el gobierno sudafricano.

Luego de las bravatas propaladas por Trump, y con el presidente sudafricano mirando atónito, el norteamericano empezó a repasar las hojas, que muy solícitamente le alcanzó Musk, y que aparentemente mostraba testimonios de las victimas blancas de la violencia en Sudáfrica, repitiendo: “Muerte, muerte, muerte”.

En al menos una de las escenas del vídeo mostrado se oía el grito de guerra: “Mata al bóer”, que funcionarios norteamericanos y activistas afrikáneres citaron como prueba de que se perseguía a los sudafricanos blancos. Bóers es una palabra usada en la Sudáfrica del siglo XIX, que significa agricultor en neerlandés y afrikáans.

El partido gobernante de Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano, se distanció hace años de esa frase, popularizada por otros líderes de la oposición de extrema-izquierda. Ramaphosa dijo que los documentos y videos no mostraban el panorama real y completo de su país.

“En Sudáfrica tenemos una democracia multipartidista que permite a la gente expresarse”, contesto Ramphose a Trump. “La política de nuestro gobierno es totalmente contraria a lo que se dice en el vídeo”. “Nelson Mandela nos enseñó que, cuando hay problemas, la gente debe sentarse a la mesa y hablar de ello”, sentenció el presidente sudafricano.  

Luego de estas escenas bochornosas protagonizadas por las más altas autoridades del gobierno norteamericano, varias fuentes informativas independientes como la agencia de noticias Reuters y el portal de Inter Press Service IPS, confirmaron que la gran mayoría de las imágenes acopiadas y propaladas  por orden del siniestro Musk, no correspondían a las fechas indicadas ni habrían ocurrido en Sudáfrica. Añadiendo más vergüenza a la desfachatez. 

      “Trump ante los crímenes cometidos en Arabia Saudita

          o los EAU, no emite ninguna palabra de reproche

                                 y menos de condena”

El encuentro en el Salón Oval ejemplificó en muchos sentidos la preocupación selectiva que viene adoptando Trump respecto al respeto y vigencia de los derechos humanos en otros países.

Aunque hoy  enrostra a Ramaphosa acusaciones falsas de maltrato a la minoría blanca en la Sudáfrica democrática, hace apenas una semana, Trump viajó a tres países del Medio Oriente (Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos) gobernados por comprobados regímenes represivos y les dijo que no les daría lecciones sobre cómo tratar a su población.

En ese mismo viaje visitó alegremente a monarquías petroleras árabes que están consideradas por organismos internacionales como “naciones que sistemáticamente violan los más elementales derechos humanos de su población”, y además, elogió al príncipe heredero saudí quien, según la CIA, ordenó el asesinato y descuartizamiento de un conocido periodista durante su primer mandato. Trump en esa ocasión no ofreció ninguna palabra de reproche y menos de condena.   

          “Según Trump y su camarilla de amigos racistas,

            existe la creencia que el mundo se ha alineado

        contra las personas blancas, y que las minorías han

                            recibido un trato especial”

Existe en Sudáfrica una nueva Ley de Reforma Agraria, destinada a reparar las injusticias del apartheid, permitiendo expropiaciones sin compensación cuando sea de interés público, pero no se ha llevado a cabo ninguna expropiación de este tipo, y cualquier orden judicial puede ser impugnada.

Por otra parte, en el plano de la seguridad, la policía sudafricana registró 26,233 asesinatos en todo el país en el 2024, de estos crímenes solo 44 estuvieron relacionados con comunidades agrícolas y ocho de ellos eran agricultores.   

Ha habido asesinatos de sudafricanos blancos, pero las estadísticas policiales no muestran que sean más vulnerables a los delitos violentos perpetrados contra otras personas. A los sudafricanos blancos le va mucho mejor que a los sudafricanos negros en prácticamente todos los indicadores económicos.

Esta miserable emboscada perpetrada otra vez por Trump y su camarilla de amigos racistas y xenófobos, fue una cruda demostración de la creencia alucinada que el mundo se ha alineado contra las personas blancas, y que las personas negras y otras minorías han recibido un trato preferencial. En el caso de Sudáfrica, esta creencia se ha magnificado hasta el punto de convertirse en una afirmación de genocidio.

Wednesday, May 21, 2025

 

BURKINA FASO: LA REVOLUCIÓN SILENCIADA

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Ibrahim Traoré el nuevo líder de Burkina Faso, con fuerte vocación panafricanista, ha heredado el carisma, la ejecutoria revolucionaria y el ideario político de Thomas 
Sankara, gran figura histórica de su país. 

En el sahel africano, esa amplia franja que recorre al sur del Magreb, desde el Mar Rojo al Océano Atlántico, está en curso una revolución de la cual se habla poco en los medios de comunicación. En una zona históricamente dominada por el colonialismo francés, los militares de tres países, Níger, Mali y Burkina Faso se han hecho con el poder en los últimos tres años.

A diferencia de otras dictaduras militares que han pululado en el continente africano, muchas veces aupadas y financiadas por poderes occidentales, los gobiernos de estos países han abrazado una agenda panafricanista, para recuperar el patrimonio del Estado, muchas veces en manos privadas occidentales, y en defensa de la soberanía nacional y el derecho de sus pueblos.

Particularmente interesante resulta el caso de Burkina Faso. Desde el 30 de setiembre del 2022, luego del golpe de Estado contra el presidente interino Paul-Henri Sandaogo, gobierna el país el joven capitán Ibrahim Traoré. Este carismático militar es uno de los muchos oficiales entrenados en la lucha contra el yihadismo en el norte del país, profundamente desilusionado con la corrupción imperante y la falta de equipamiento efectivo de las unidades que enfrentaban a los terroristas.

               “A diferencia de otras dictaduras africanas,

           estos países tienen una agenda de reconstrucción

              nacional, recuperar el patrimonio del Estado

                           y en defensa de la soberanía”

Traoré se ha mostrado como un líder con clara vocación panafricana, fuertemente influenciado por el ejemplo del gran líder revolucionario burkinés Thomas Sankara, quien impulsara un ambicioso programa de transformación económica y social en su país en la década de los años ochenta, frustrado por su asesinato en 1987, impulsado y financiado por Francia. En los cuatro años que duró su mandato, Sankara estableció relaciones con todos los países del mundo, en especial con las naciones tercermundistas. Impulso inéditos programas de alfabetización y campañas de vacunación masivas contra la meningitis, fiebre amarilla y sarampión, recibiendo el reconocimiento de instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud OMS, por su esfuerzo en la programación y ejecución de estos programas de salud.

También dio importantes pasos en el reconocimiento a la igualdad de género y la valoración del rol de la mujer en la sociedad africana, medidas sociales que fueron precursoras para su tiempo.

No es casualidad que tanto Sankara como Traoré provengan de las filas del ejército. Una situación común a muchos países africanos y de otras latitudes. En sociedades tan desestructuradas por la pobreza y la corrupción gubernamental, con escazas oportunidades de acceso a la educación y a la cultura, la vida militar se convierte muchas veces en una de las pocas opciones para labrar un futuro estable.

Traoré ha fortalecido lazos económicos y de seguridad con
Rusia, incluyendo la construcción de una central
nuclear para uso civil y también con China, país
que invierte en infraestructura y energía.

En sociedades latinoamericanas y africanas el militar proviene del pueblo, pero no pocas veces se ve obligado a enfrentarse a este en defensa de los intereses del capital nacional o extranjero. Y mientras más pobre y corrupto es el país, más vive el militar en carne propia el abandono y el desdén de sus mandos y de las elites a las cuales está subordinado. El ejército en sociedades en desarrollo, es una cantera donde se puede alimentar la reacción, y ahí la proliferación de militares golpistas y oportunistas, pero también es un espacio donde puede madurar, en el seno de un sector, una concepción revolucionaria de cambio para su sociedad y su país.

El ejemplo de Sankara en el ideario y ejecutoria del presidente Traoré, evidencian la vitalidad de las ideas y el riesgo de enfrentar enemigos comunes. Traoré ha debido de encarar varios intentos de golpes de Estado y amenazas de intervención extranjera. El yihadismo, muy probablemente estimulado desde afuera, ha aumentado las hostilidades en contra del gobierno, lo cual complejiza la situación de seguridad del país, ya de por sí bastante compleja.

               “El peligro más inmediato, es el accionar

              de los grupos yihadistas, lo cual podría ser

             una acción concertada entre los terroristas,

              las monarquías petroleras y las potencias

                                       occidentales”

A pesar de estos inconvenientes, en los tres años al frente del ejecutivo, Traoré ha logrado pasos concretos que impactan en la calidad de vida del pueblo burkinés. En el plano económico se ha dado un crecimiento del PBI del país entre 2022 y 20024, creciendo de aproximadamente 18,800 millones de dólares en 2022 a 22,100 millones de dólares en 2024.

El gobierno de Burkina Faso ha rechazado préstamos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, rompiendo explícitamente los lazos de dependencia financiera con Europa y los Estados Unidos. Asimismo, se ha avanzado en la recuperación de los recursos naturales, como el oro con la creación de una corporación minera estatal y la inauguración en noviembre de 2023 de la primera refinería de oro del país. Antes este mineral se exportaba sin refinar, a precios mucho más bajos.

El gobierno también ha apostado por el desarrollo de la agricultura, ampliando la frontera agrícola, tecnificando las unidades de producción, fundamentalmente la agricultura familiar, la cual abastece el mercado interno. Asimismo, se establecieron dos plantas de procesamiento de tomates, lanzando incluso una marca propia de conserva de tomates y una segunda planta procesadora de algodón.

En política exterior su gobierno ha dado pasos osados, en el marco de la compleja geopolítica global. Con la intensión de romper definitivamente con la dominación neocolonial francesa, expulso en el 2023 a las fuerzas francesas del país, incluyendo las que participaban en la operación Sabre contra el terrorismo yihadista.

Desde la llegada al poder, el nuevo gobierno militar ha tenido
un gran respaldo popular, por su compromiso en satisfacer
las principales necesidad del pueblo burkinés.

Luego de abandonar la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental CEEAO, la cual se había convertido en el Ministerio de Colonias de Francia en la región, creo junto a Níger y Mali la Alianza de Estados del Sahel, que contempla varias cláusulas que contribuyen al desarrollo y a la defensa mutua. En un claro alejamiento de occidente, ha fortalecido lazos con Rusia en materia económica y de seguridad, incluyendo un acuerdo para la construcción de una central nuclear para uso civil y con China, país que impulsa diversas inversiones en infraestructura vial y energética. 

              “Bukina Faso ha fortalecido lazos económicos

             y de seguridad con Rusia, y con China, país que

                      invierte en infraestructura y energía” 

Estos cambios profundos en la dinámica económica del país y en su orientación política y diplomática, han generado una reacción en los centros de poder de occidente. El pasado 3 de abril, durante una audiencia en la Comisión de Defensa del senado norteamericano, el general Michael Langley, comandante en jefe del AFRICOM, acuso al régimen de Burkina Faso de estar sobornado por China y usar “sus reservas de oro para proteger al régimen de la Junta Militar”, lo cual podría abrir la puerta a futuras acciones de sabotaje y desestabilización de Washington en contra del gobierno burkinés.

El peligro más inmediato en la actualidad, como ya se había señalado, proviene del exponencial aumento de la actividad de los grupos yihadistas en el país, lo cual podría interpretarse como una acción concertada entre estos grupos terroristas, las monarquías petroleras árabes y las potencias occidentales.

Al igual que a muchas otras experiencias revolucionarias en el pasado, lo que ocurre en Burkina Faso es cubierto por un manto de silencio y difamación por los medios de prensa occidental, los cuales sin duda se disponen a aplicar con Ibrahim Traoré la misma solución, que en su momento, aplicaron con Thomas Sankara. Romper ese velo silencioso es un elemental deber de solidaridad con el pueblo burkinés para poder develar la verdad de una revolución silenciada.


Monday, May 19, 2025

 

INDIA-PAKISTÁN:

EL ETERNO CONFLICTO DEL SUR DE ASIA

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Cachemira, la estratégica región que se disputan India y Pakistán desde hace más de 75 años, 
está ubicada en una zona con gran valor geopolítico: cerca de China, Afganistán 
y del Tibet, es una herida abierta en el sur de Asia.

El enfrentamiento de India y Pakistán es uno de los conflictos más prolongados y complejos del panorama internacional. Si bien suele asociarse a la disputa territorial por la región de Cachemira, sus raíces se hunden en un tramado más profundo, de factores históricos, religiosos, políticos y estratégicos que se remontan a más de 75 años. La tensión de estas dos potencias del sur de Asia, ambas con capacidad nuclear, sigue siendo una amenaza latente para la estabilidad regional y global.

El nacimiento de este conflicto fue bastante violento. La historia de esta lucha comienza con la retirada del Imperio Británico del subcontinente indio en 1947. La llamada Partición de la India dividió el territorio en dos nuevos Estados: India, como nación laica de mayoría hindú, y  Pakistán, concebido como un hogar para los musulmanes. La partición fue caótica y sangrienta. Se calcula que más de un millón de personas murieron y aproximadamente 15 millones fueron desplazadas a la fuerza. En medio de una ola de violencia sectaria sin precedentes.

Desde su nacimiento como naciones independientes, la región de Cachemira se convirtió en el núcleo del conflicto. A pesar de tener mayoría musulmana, el maharajá hindú que gobernaba Cachemira decidió unirse a la India, una decisión que provocó el rechazo de Pakistán y desató la primera guerra entre ambos países (1947-1948). La intervención de la ONU estableció una línea de alto el fuego que dividió la región: Jammu y Cachemira quedaron bajo el control indio, mientras que Azad Cachemira y Gitgit-Baltistán quedaron en manos pakistaníes. Sin embargo, ambas naciones continúan reclamando la totalidad del territorio, manteniendo viva la disputa. Por estos hechos, a lo largo del siglo XX, y principios del XXI, India y Pakistán se enfrentaron en múltiples ocasiones. 

               “La partición de la India británica fue caótica

                 y sangrienta. Más de un millón de personas

          murieron y cerca de 15 millones fueron desplazadas”

La segunda guerra, en 1965, fue nuevamente por Cachemira y terminó sin mayores cambios territoriales. La tercera, en 1971, tuvo como escenario la independencia de Bangladés, entonces Pakistán Oriental, y representó una derrota significativa para Pakistán. En 1999, la guerra de Kargil llevó a enfrentamientos en terrenos montañosos tras la filtración de tropas pakistaníes en territorio indio. Estos conflictos armados reflejan la volatilidad de una relación profundamente deteriorada.

Más allá del aspecto territorial, el conflicto está impregnado por una profunda división religiosa. India, a pesar de su carácter laico, es mayoritariamente hindú, mientras que Pakistán se define como una república islámica. Esta diferencia ha alimentado enfrentamientos tanto en el plano interno como en las relaciones bilaterales, dificultando cualquier acercamiento sostenido. Las identidades nacionales se construyen, en parte, en oposición al otro, lo que ha reforzado por décadas la desconfianza mutua.

              “India, a pesar de su carácter laico, es hindú,

                mientras que Pakistán se define como una

                                  República Islámica”

El componente más alarmante de este largo enfrentamiento es el armamento nuclear. India probó su primera bomba atómica en 1974, Pakistán lo hizo en 1998. Desde entonces, cualquier escalada militar conlleva el riesgo de una confrontación atómica, lo que hace que el conflicto no solo sea de carácter regional, sino una preocupación de alcance global. La doctrina de disuasión mutua ha evitado una guerra abierta, pero las tensiones fronterizas constantes mantienen a las fronteras de ambos países y a toda la región en permanente estado de alerta.

Lo cierto es que la actual coyuntura bélica encuentra a la India en mejores condiciones para enfrentar el conflicto, convertida en un motor económico, al estilo de China, con la población más numerosa del planeta, el gobierno de Nueva Deli ha ingresado al exclusivo club de los BRICS, los países del sur global con mayor desarrollo. Su gobierno semidictatorial presidido por Narendra Modi, quien con un discurso fundamentalista y un nacionalismo religioso gobierna su tercer periodo consecutivo.  

            “Ambos países conviven entre pugnas religiosas,

         rivalidades étnicas, fuertes aspiraciones nacionalistas

                    y una constante confrontación atómica”

Mientras que Pakistán, presionado por los planes estabilizadores dictados por el Fondo Monetario Internacional FMI, es el tercer país del mundo más endeudado, debe de afrontar una crisis política cada vez más compleja. Este año eligió a Shehbaz Sharif, quien gobierna tutelado por el ejército y por los servicios secretos paskistaní.

En la actualidad el conflicto entre India y Pakistán no puede entenderse únicamente como una disputa territorial. Se trata de una confrontación entre dos visiones del mundo, dos fuertes identidades nacionales, y dos historias marcadas por el trauma de la partición. A pesar de los cambios geopolíticos globales, la posibilidad de una paz duradera entre ambas naciones aún parece lejana. La historia continua escribiéndose entre líneas de tensión, diplomacias fallidas, y persistente temor a una escalada irreversible en este eterno conflicto del sur de Asia.  

Wednesday, May 7, 2025

 

EL YIHADISMO: ENTRE UNA KALASHNIKOV Y EL CORÁN

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

El Yihadismo, ideología radical que preconiza la "yihad" o guerra santa islámica, se ha extendido rápidamente por
diversas regiones de África, en las dos última décadas, financiadas por las monarquías petroleras árabes.  

Mucho antes que las matanzas incriminadas contra civiles inocentes ocurrieran en la región del sahel, a manos de fanáticos terroristas seguidores de la expresión más radical y alucinada del Islam, existió en tierras africanas una tradición muy singular de yihadismo (ideología radical que preconiza la “yihad” o guerra santa islámica). En plena lucha anticolonialista contra el dominio europeo, a principios del siglo XX, aparecieron en el África occidental hermandades sufíes (místicos islámicos) y heréticas que trataban de conciliar espiritualidad con costumbres locales y disciplina militar. Estos grupos intervinieron en el proceso anticolonial e independentista que alcanzó sus frutos en la década de los años 60.

Si bien es cierto que ese yihadismo africano inicial, usó la lucha armada para conseguir sus fines, se diferenció en mucho del accionar y del predicamento del salafismo radical yihadí que padecen en la actualidad varias naciones africanas.

Esta tendencia extremista ha venido creciendo en diversas regiones del continente (sahel, occidente africano, África oriental, golfo de Guinea) desde hace más de veinte años con mucha decisión y constancia. Primero con la Hermandad Musulmana de Egipto en el 2011, luego expandiéndose por todo el Magreb: en Tunez, aprovechándose de su inestabilidad y vacío político luego de su breve Primavera Árabe; en Libia y su Estado fallido; en Argelia y Mauritania, cobijados por gobiernos autoritarios, para después dar el salto a la región del sahel y luego desde Somalia hasta Nigeria, pasando por el norte de Mali y toda la ribera del lago Chad. Incluso las milicias yihadistas han hecho incursiones en las tradicionalmente estables Kenia y Tanzania, en la costa oriental del continente y Benín, Togo y Costa de Marfil en el golfo de Guinea.

              “Este mortal virus armado que se ha inoculado

             en la mente de muchos jóvenes africanos pobres,

            es visto como su último recurso de sobrevivencia”

Desde el año 2017, cuando el Estado Islámico perdió su llamado “califato” en Oriente Medio (Irak y Siria), África fue escenario de los enfrentamientos armados más feroces entre Estados y milicias yihadistas. Las organizaciones islamistas radicales africanas no son nuevas, pero las acciones terroristas vinculadas a diversas franquicias de Al Qaeda y del Estado Islámico o Daesh, es un fenómeno inédito que se ha incrementado en años recientes.

Unos Estados débiles como los africanos, luchan contra grupos de combatientes experimentados en vastas áreas rurales, en las que los gobiernos centrales tienen poca influencia o son inexistentes. En algunas zonas del sahel se ha producido una espiral de violencia debida a los combates entre los ejércitos regulares de la zona y estos grupos fundamentalistas, cuya presencia se ha extendido desde el norte de Mali hasta la capital Bamako, prolongándose a Níger y hasta las áreas rurales de Burkina Faso.

          “El Yihadismo, esa ideología radical que preconiza

          la “yihad” o guerra santa islámica, se ha extendido

                         por diversas regiones de África”

La antigua insurgencia de Boko Haram ha perdido las franjas del noreste de Nigeria, que controlaba algunos años, producto de pugnas internas que a la llevado a su fractura. Pero estos grupos escindidos siguen causando enormes daños en torno al lago Chad. En el este africano, Al Shabab, el grupo rebelde yihadista más antiguo del continente, sique siendo una fuerza potente en la región, a pesar de los intentos de derrotarla de parte a alianzas regionales con participación de potencias occidentales. El grupo controla gran parte del sur rural somalí, gestiona tribunales de justicia alternativos y cobra impuestos por la fuerza en provincias al interior del país y de vez en cuando, organiza ataques armados en los países vecinos (Kenia, Uganda, Etiopía).

En la actualidad los frentes yihadistas más recientes de África (el norte de Mozambique, el este de la República Democrática del Congo y el golfo de Guinea) también son motivos de preocupación. Los insurgentes que revindican la creación de una nueva provincia del Estado Islámico en la región de Cabo Delgado en Mozambique, han sufrido derrotas militares contra el ejército, a pesar de ello,  más de un millón de personas han huido de los combates. Los militantes tienen vínculos informales con las redes del Estado Islámico que se extienden tanto por la costa oriental del continente como por el este del Congo, devastado por una larga guerra civil, que se ha agudizado desde enero de este año, con la toma de las ciudades de Goma y Bukavu en la provincia de Kivú, por parte de las milicias del M23 y el ejército ruandés.

África subsahariana se ha convertido en un espacio
fértil para la yihad global. En el mapa países con
diversos  grados de insurgencia activa en escalada.

En esta misma región congoleña, otro grupo rebelde islamista -una fracción de las Fuerzas Democráticas Aliadas FDA, una milicia ugandesa que actúa desde hace décadas en el este del Congo- ha declarado su filiación al Estado Islámico.

Como vemos, las bandas yihadistas africanas se han sumado a las redes internacionales del terrorismo, vía el Daesh y Al Qaeda, con el objetivo de conseguir mayor protagonismo mediático, apoyo financiero, en muchos casos proveniente de las monarquías petroleras de la península arábica y principalmente legitimidad social y política, con el fin último de constituir un califato en la región.

Al Qaeda del Magreb Islámico AQMI, Boko Haram de Nigeria y su fracción disidente, la llamada Provincia del Estado Islámico del África Occidental o ISWAP, el Movimiento para Unicidad de la Yihad en África Occidental MUJAO, Ansar Dine o Los Defensores de la Fe de Mali, Al Shabaab de Somalia, Wilayat que opera en Egipto, así como Al Sunnah wa Jama’ah ASWAJ que actúa en Mozambique, son parte de ese archipiélago de denominaciones fundamentalistas conocidas por la opinión internacional por sus demenciales acciones terroristas contra la población civil en varias naciones del continente. Pero que tienen como denominador común: el uso de la violencia extrema como obligación para “liberar” a la umma (comunidad musulmana) de quienes no aplican su interpretación fanática y rigorista de la ley islámica o sharia.

                “El  Magreb, el sahel, África occidental,

                Golfo de Guinea, costa oriental africana,

            zonas donde impera esta tendencia extremista”

El accionar del yihadismo -donde las víctimas se cuentan por miles y los afectados por millones- está servido en la región gracias a la larga injerencia armada de Francia y los Estados Unidos y por la vigencia de Estados autoritarios en la zona. Sin dejar de mencionar la larga deuda social que tienen estos Estados con su población más desvalida. Pobreza, marginación, exclusión social, son algunas características que todavía sirven para perfilar a un gran sector de la población africana.

Muchos jóvenes africanos pueden sentirse atraídos por el yihadismo, pero muchos más buscarán la alternativa de la migración y, en conjunto, cuando la coyuntura política lo propicie se movilizaran para presionar a los gobiernos y regímenes a favor de cambios. Porque la clave para una eficiente vacuna contra este fanatismo radical, es la apuesta por una mayor inversión en educación, en capacitación técnica y mayor empleo para los jóvenes.

Este mortal virus armado que se ha inoculado en la mente de muchos jóvenes africanos, y que es más letal que el que sufrió el mundo con la pandemia, no se escapó de ningún laboratorio científico. Este virus fanático, fue una extraña mutación que se dio tras el entrecruzamiento del departamento de Estado norteamericano y la monarquía saudita, que consiguió un gran éxito en la guerra antisoviética en Afganistán, y que fue utilizado, más de veinte años después, para exterminar los últimos gobiernos populares del Medio Oriente como Libia y Siria, y que ahora insisten en implantar en tierras africanas a través de su califato fallido.

En esta época de resurgimiento de viejas ideologías ultra-conservadoras y ante la reedición de una nueva guerra fría, que tiene como escenario inicial el este europeo, cunden las teorías conspirativas y los peores pronósticos para el mundo, pero lo que no es una teoría, es constatar que en la actualidad, jóvenes africanos pobres están buscando su destino con una kalashnikov en una mano y el Corán en la otra.  

Saturday, May 3, 2025

 

LIBERTAD DE PRENSA EN ÁFRICA:

TODAVÍA HAY MUCHO QUE HACER

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Manifestantes contienen pancartas durante protestas contra la falta de libertad
de expresión en varias ciudades de Camerún, ante una legislación que restringe
derechos fundamentales como la libertad de prensa y expresión. 

Hoy 3 de mayo, el calendario de efemérides nos recuerda una celebración muy especial, el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Una fecha muy recordada por el gremio periodístico, pero poco grato para los regímenes autoritarios, quienes ven en la labor de la prensa a su enemigo más peligroso y visceral. Porque el periodista independiente y la prensa pluralista y veraz es un componente esencial para la construcción de toda sociedad democrática y libre.

A pesar del avance de las libertades políticas y los derechos ciudadanos en muchos países africanos, todavía existen regímenes que sienten un verdadero desprecio a la labor de la prensa. Principalmente, porque estos gobiernos ven a la prensa como un auténtico contra-poder. Como estos regímenes han logrado silenciar a la oposición y reprimir a la población, el periodismo independiente se presenta como su único contendiente.

En la última década han caído dictadores y gobiernos autoritarios que se creían intocables: Angola, Zimbabue, Gambia, son un ejemplo de ese recambio de régimen político. Sin embargo, en estas naciones no ha habido cambios profundos sobre el desarrollo de un periodismo de calidad, libre e independiente.

Asimismo, existen gobiernos como los de Tanzania, Nigeria, Sudán y Etiopía que han experimentado grandes retrocesos en el tema de libertad de expresión. Según el último Informe de Reporteros Sin Frontera RSF, publicado este año 2025, en estos países, los arrestos y las detenciones arbitrarias de periodistas han aumentado, al igual que las agresiones y la adopción de leyes represivas, que en nombre de la lucha contra la desinformación y los delitos digitales, se utilizan para restringir de forma abusiva la libertad de información.

          “Estos gobiernos ven a la prensa como un contra-poder.

               Han logrado reprimir y silenciar a la población. 

            La prensa se presenta como su único contendiente”

Ejercer el periodismo en África, a pesar de los cambios políticos ocurridos en varios países, sigue siendo muy peligroso: a muchos reporteros les ha costado la vida, cometiendo estos crímenes con total impunidad. Según datos de RSF, 111 periodistas han sido asesinados en el continente africano en la última década, principalmente en Egipto, Sudán, Etiopía, Eritrea y Uganda, naciones que se ubican “como las más peligrosas para esta profesión”. En Eritrea, la mayor prisión de periodistas en África, 11 profesionales de los medios de comunicación están encarcelados. Igual situación se vive en Etiopía. Ambos países siguen siendo agujeros negros para la información independiente.

Por otra parte, la impunidad persiste en África occidental, en Nigeria dos periodistas fueron asesinados el año pasado, en las manifestaciones por el alza del costo de vida, y hasta ahora no se identifican a sus verdugos. En Benín, la investigación por el asesinato de un periodista y presentador de noticias ocurrido en enero de este año, no ha permitido identificar, hasta ahora, la identidad de los culpables del crimen.

                    “Las viejas dictaduras: Guinea Ecuatorial,

                     Uganda, República del Congo, Camerún,

                solo son posibles con la represión a la prensa

                      y controles extremos para su ejercicio”

Reporteros Sin Fronteras RSF: en el 2025 las condiciones
para ejercer el periodismo son muy malas en: Egipto,
Sudán, Etiopía, Eritrea y Uganda

Capítulo aparte es la clasificación de las dictaduras decanas del continente: Guinea Ecuatorial, Uganda, República del Congo, Camerún. Ellas la perpetuación del poder por un clan familiar, en la mayoría de los casos, corrupto y delincuencial, solo es posible con la represión a la prensa y los controles extremos para su ejercicio. Los cuales más que medidas o métodos autoritarios, son auténticas y perversas técnicas para la sobrevivencia política. En palabras del informe de RSF: “en estos regímenes autoritarios no se puede hablar de libertad de prensa, ya que existe todo un aparato de persecución, hostigamiento y eliminación de todo periodista independiente, por lo cual, la tarea del periodismo en estos países tiene un altísimo grado de peligrosidad”.

El desarrollo de una prensa independiente y de calidad no será posible si no se establecen compromisos políticos significativos de parte de los mismos gobiernos africanos. Esto sucede incluso en los países mejor clasificados del continente, como Namibia, Ghana, Botsuana y Sudáfrica. El año pasado, en Ghana y Namibia, los medios de comunicación dieron a conocer varios casos de corrupción provenientes del sector defensa, por la compra sobrevalorada de repuestos para tanques de combate y helicópteros artillados, después de estas denuncias, en ambos países, los periodistas que participaron en estas investigaciones fueron despedidos.

                     Egipto, Sudán, Etiopía, Eritrea y Uganda,

                      naciones que se ubican “como las más

                           peligrosas para esta profesión”

A esta larga lista de naciones poco tolerantes con la prensa, habría que añadir a los países que se han visto sacudidos por golpes de Estado o por situaciones de guerra interna como: Mali, Burkina Faso, Níger, Sudán, Guinea Conakry, Etiopía o Chad. En esta última nación, cuatro periodistas fueron condenados a penas de prisión por haber abordado temas que las autoridades no querían que se trataran, o en el caso de Guinea Conakry y Sudán, donde las violaciones a la libertad de prensa se incrementaron a raíz de la guerra civil, en el caso del primero y del golpe militar, en el caso del segundo, emprendiendo un camino preocupante en ambos países.   

Como vemos, todavía hay mucho que hacer para conseguir una plena libertad de prensa en las naciones africanas. Pero este cometido solo se podrá lograr con una autentica decisión política de sus autoridades y con el trabajo de los hombres y mujeres de prensa, de seguir el ejemplo de profesionalismo y valentía que han dejado en la historia reciente de estas naciones y que debemos de recordar y emular no solo el día de hoy.