GENOCIDIO
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Una vez más, la discusión pública sobre el genocidio en Gaza
se centra en la manida cuestión del “alto el fuego”. Esos son los términos en
los que se define un proceso mucho más miserable y cruel: el cálculo permanente
que el Estado de Israel realiza buscando hacer balance entre su pulsión
genocida y su imagen internacional.
Porque Israel quiere completar el exterminio de los
palestinos, pero los tiempos no les son particularmente favorables. El gobierno
criminal de Benjamín Netanyahu no está logrando sus objetivos militares de
fondo. A estas alturas, año y medio después de que el gobierno sionista entrase
de lleno en su fase genocida, Tel Aviv esperaba haber “avanzado” mucho más. Israel
pensaba que a estas alturas, los palestinos ya estarían fuera de Gaza y la
franja estaría en proceso de colonización.
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Organismos internacionales acusan a Israel de cometer un genocidio contra el pueblo palestino. Matanzas, detenciones, secuestros, lesiones y torturas contra hombres, mujeres y niños palestinos. |
Pero no es así. La despiadada bestialidad que los sionistas
han desplegado en la Franja de Gaza ha dejado decenas de miles de inocentes
masacrados por unas fuerzas armadas abiertamente genocidas. Pero la resistencia
armada palestina en la Franja sigue siendo capaz de reponer sus bajas y, aunque
ahora Israel busca concentrar a los gazatíes en el sur usando el hambre como
arma de guerra, la ayuda humanitaria como “cebo” y los bombardeos de norte a
sur como herramienta para sembrar el pánico, todavía está lejos de completar su
“obra”.
El tiempo se le echa encima a Netanyahu. La pretendida
limpieza étnica está yendo demasiado despacio, fruto de la heroica resistencia
de los palestinos y de la negativa de los Estados de la región -a veces por
solidaridad, a veces por intereses propios- a acoger a dos millones de
refugiados. Y la imagen internacional de Israel se deteriora rápidamente.
“A estas alturas, año y medio después que el
gobierno sionista entrase en su fase genocida,
se esperaba que los palestinos estarían fuera
de su territorio y la Franja en proceso de colonización”
Los gobiernos europeos, consientes desde el primer momento de
las infames intenciones de Israel y del carácter genocida de su ofensiva en
Gaza, temen hoy que la opinión pública de sus respectivos países se les eche
encima si no le sueltan la mano al monstruo sionista. Primero lo negaron, después
lo justificaron, después lo criticaron tímidamente y ahora empiezan a
desmarcarse de Netanyahu.
Por eso hoy se vuelve a hablar de un alto al genocidio:
Israel lo necesita y Trump quiere anotarse el tanto. Pero la experiencia de enero
no puede ser olvidada. Hace menos de cinco meses, Israel celebró el “alto el
fuego” facilitado por un Donald Trump que todavía no había asumido el cargo.
A los dos meses, cuando Israel hubo logrado algunas victorias locales con la
liberación de rehenes, lo rompió unilateralmente. Hamas cumplió las fases del
acuerdo, pero Israel cambio de postura, y reanudó el genocidio cuando le fue
conveniente.
“La limpieza étnica está yendo demasiado
despacio,
por la resistencia de
los palestinos y la negativa
de los gobiernos de la
región a acoger a dos millones
de refugiados.
Hoy el concepto “alto el fuego” vuelve a copar portadas. Pero
¿de qué se habla? El ofrecimiento de Steve Witkoff, enviado especial de los
Estados Unidos, busca satisfacer las necesidades propagandísticas de Netanyahu.
Una “tregua” de 60 días que además, permite la presencia militar de Israel en
la Franja de Gaza, significaría tan solo un “alto al genocidio” que facilitaría
a Tel Aviv reanudar, cuando lo considere oportuno, tanto el exterminio como la
ocupación del territorio.
Si Hamas rechaza el acuerdo -lo contrario sería difícilmente
comprensible-, la narrativa será fácil de asentar: los benevolentes israelíes
desean un “alto el fuego”, pero los terroristas de Hamas se niegan. Es mentira
y, de hecho, es una mentira repugnante. Israel declara abiertamente que desea
consumar una limpieza étnica y actúa para logarlo. Por lo tanto Europa y el
mundo deberían defender un tipo muy claro de un “alto al fuego”: retirada sin
matices de las tropas israelíes de la Franja de Gaza y alto al genocidio
indefinido con garantías claras. Todo lo demás es papel mojado…y ensangrentado.
Una lección puede extraerse. Si Israel tiene ahora prisa por
un “alto el fuego” es porque su posición internacional se ha visto gravemente
dañada. La visita de Trump a Medio Oriente, el tímido giro del gobierno alemán
o las iniciativas de gobiernos como el español, aunque se tratan de gestos
enormemente tibios, ya inquietan a Tel Aviv. Ayer sabíamos con claridad que la única
postura legítima del mundo era romper todo lazo con el Estado genocida de
Israel y presionar en todas las instancias posibles para obligarle a detener la
limpieza étnica y retirar sus tropas de Gaza. Hoy sabemos que sería efectivo. Mantener
una posición firme contra el criminal Netanyahu y terminar definitivamente con
lo que ha venido perpetrando en Gaza, un auténtico genocidio.