EL YIHADISMO: ENTRE UNA KALASHNIKOV Y EL CORÁN
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Mucho antes que las matanzas incriminadas contra civiles
inocentes ocurrieran en la región del sahel, a manos de fanáticos terroristas
seguidores de la expresión más radical y alucinada del Islam, existió en
tierras africanas una tradición muy singular de yihadismo (ideología radical
que preconiza la “yihad” o guerra santa islámica). En plena lucha
anticolonialista contra el dominio europeo, a principios del siglo XX,
aparecieron en el África occidental hermandades sufíes (místicos islámicos) y
heréticas que trataban de conciliar espiritualidad con costumbres locales y
disciplina militar. Estos grupos intervinieron en el proceso anticolonial e
independentista que alcanzó sus frutos en la década de los años 60.
Si bien es cierto que ese yihadismo africano inicial, usó la
lucha armada para conseguir sus fines, se diferenció en mucho del accionar y
del predicamento del salafismo radical yihadí que padecen en la actualidad
varias naciones africanas.
Esta tendencia extremista ha venido creciendo en diversas
regiones del continente (sahel, occidente africano, África oriental, golfo de Guinea)
desde hace más de veinte años con mucha decisión y constancia. Primero con la
Hermandad Musulmana de Egipto en el 2011, luego expandiéndose por todo el
Magreb: en Tunez, aprovechándose de su inestabilidad y vacío político luego de
su breve Primavera Árabe; en Libia y su Estado fallido; en Argelia y
Mauritania, cobijados por gobiernos autoritarios, para después dar el salto a
la región del sahel y luego desde Somalia hasta Nigeria, pasando por el norte
de Mali y toda la ribera del lago Chad. Incluso las milicias yihadistas han
hecho incursiones en las tradicionalmente estables Kenia y Tanzania, en la
costa oriental del continente y Benín, Togo y Costa de Marfil en el golfo de
Guinea.
“Este mortal virus armado que se ha inoculado
en la mente de muchos jóvenes africanos pobres,
es visto como su último recurso de sobrevivencia”
Desde el año 2017, cuando el Estado Islámico perdió su
llamado “califato” en Oriente Medio (Irak y Siria), África fue escenario de los
enfrentamientos armados más feroces entre Estados y milicias yihadistas. Las
organizaciones islamistas radicales africanas no son nuevas, pero las acciones
terroristas vinculadas a diversas franquicias de Al Qaeda y del Estado Islámico
o Daesh, es un fenómeno inédito que se ha incrementado en años recientes.
Unos Estados débiles como los africanos, luchan contra grupos
de combatientes experimentados en vastas áreas rurales, en las que los
gobiernos centrales tienen poca influencia o son inexistentes. En algunas zonas
del sahel se ha producido una espiral de violencia debida a los combates entre
los ejércitos regulares de la zona y estos grupos fundamentalistas, cuya
presencia se ha extendido desde el norte de Mali hasta la capital Bamako,
prolongándose a Níger y hasta las áreas rurales de Burkina Faso.
“El Yihadismo, esa ideología radical que preconiza
la “yihad” o guerra santa islámica, se ha extendido
por diversas regiones de África”
La antigua insurgencia de Boko Haram ha perdido las franjas del
noreste de Nigeria, que controlaba algunos años, producto de pugnas internas
que a la llevado a su fractura. Pero estos grupos escindidos siguen causando
enormes daños en torno al lago Chad. En el este africano, Al Shabab, el grupo
rebelde yihadista más antiguo del continente, sique siendo una fuerza potente
en la región, a pesar de los intentos de derrotarla de parte a alianzas regionales con participación de potencias occidentales.
El grupo controla gran parte del sur rural somalí, gestiona tribunales de
justicia alternativos y cobra impuestos por la fuerza en provincias al interior
del país y de vez en cuando, organiza ataques armados en los países vecinos
(Kenia, Uganda, Etiopía).
En la actualidad los frentes yihadistas más recientes de
África (el norte de Mozambique, el este de la República Democrática del Congo y
el golfo de Guinea) también son motivos de preocupación. Los insurgentes que
revindican la creación de una nueva provincia del Estado Islámico en la región
de Cabo Delgado en Mozambique, han sufrido derrotas militares contra el ejército,
a pesar de ello, más de un millón de
personas han huido de los combates. Los militantes tienen vínculos informales con
las redes del Estado Islámico que se extienden tanto por la costa oriental del
continente como por el este del Congo, devastado por una larga guerra civil,
que se ha agudizado desde enero de este año, con la toma de las ciudades de
Goma y Bukavu en la provincia de Kivú, por parte de las milicias del M23 y el
ejército ruandés.
![]() |
África subsahariana se ha convertido en un espacio fértil para la yihad global. En el mapa países con diversos grados de insurgencia activa en escalada. |
En esta misma región congoleña, otro grupo rebelde islamista -una
fracción de las Fuerzas Democráticas Aliadas FDA, una milicia ugandesa que
actúa desde hace décadas en el este del Congo- ha declarado su filiación al
Estado Islámico.
Como vemos, las bandas yihadistas africanas se han sumado a
las redes internacionales del terrorismo, vía el Daesh y Al Qaeda, con el
objetivo de conseguir mayor protagonismo mediático, apoyo financiero, en muchos casos proveniente de las monarquías petroleras de la península arábica y principalmente legitimidad social y política, con el fin último de constituir un califato en
la región.
Al Qaeda del Magreb Islámico AQMI, Boko Haram de Nigeria y su
fracción disidente, la llamada Provincia del Estado Islámico del África
Occidental o ISWAP, el Movimiento para Unicidad de la Yihad en África
Occidental MUJAO, Ansar Dine o Los Defensores de la Fe de Mali, Al Shabaab de
Somalia, Wilayat que opera en Egipto, así como Al Sunnah wa Jama’ah ASWAJ que actúa
en Mozambique, son parte de ese archipiélago de denominaciones fundamentalistas
conocidas por la opinión internacional por sus demenciales acciones terroristas
contra la población civil en varias naciones del continente. Pero que tienen
como denominador común: el uso de la violencia extrema como obligación para
“liberar” a la umma (comunidad musulmana) de quienes no aplican su
interpretación fanática y rigorista de la ley islámica o sharia.
“El Magreb, el sahel, África
occidental,
Golfo de Guinea, costa oriental africana,
zonas donde impera esta tendencia extremista”
El accionar del yihadismo -donde las víctimas se cuentan por
miles y los afectados por millones- está servido en la región gracias a la
larga injerencia armada de Francia y los Estados Unidos y por la vigencia de Estados
autoritarios en la zona. Sin dejar de mencionar la larga deuda social que
tienen estos Estados con su población más desvalida. Pobreza, marginación,
exclusión social, son algunas características que todavía sirven para perfilar
a un gran sector de la población africana.
Muchos jóvenes africanos pueden sentirse atraídos por el
yihadismo, pero muchos más buscarán la alternativa de la migración y, en
conjunto, cuando la coyuntura política lo propicie se movilizaran para
presionar a los gobiernos y regímenes a favor de cambios. Porque la clave para
una eficiente vacuna contra este fanatismo radical, es la apuesta por una mayor
inversión en educación, en capacitación técnica y mayor empleo para los
jóvenes.
Este mortal virus armado que se ha inoculado en la mente de
muchos jóvenes africanos, y que es más letal que el que sufrió el mundo con la
pandemia, no se escapó de ningún laboratorio científico. Este virus fanático,
fue una extraña mutación que se dio tras el entrecruzamiento del departamento
de Estado norteamericano y la monarquía saudita, que consiguió un gran éxito en
la guerra antisoviética en Afganistán, y que fue utilizado, más de veinte años
después, para exterminar los últimos gobiernos populares del Medio Oriente como
Libia y Siria, y que ahora insisten en implantar en tierras africanas a través de su
califato fallido.
En esta época de resurgimiento de viejas ideologías
ultra-conservadoras y ante la reedición de una nueva guerra fría, que tiene
como escenario inicial el este europeo, cunden las teorías conspirativas y los
peores pronósticos para el mundo, pero lo que no es una teoría, es constatar
que en la actualidad, jóvenes africanos pobres están buscando su destino con
una kalashnikov en una mano y el Corán en la otra.
No comments:
Post a Comment