INDIA-PAKISTÁN:
EL ETERNO CONFLICTO DEL SUR DE ASIA
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
El enfrentamiento de India y Pakistán es uno de los
conflictos más prolongados y complejos del panorama internacional. Si bien
suele asociarse a la disputa territorial por la región de Cachemira, sus raíces
se hunden en un tramado más profundo, de factores históricos, religiosos,
políticos y estratégicos que se remontan a más de 75 años. La tensión de estas
dos potencias del sur de Asia, ambas con capacidad nuclear, sigue siendo una
amenaza latente para la estabilidad regional y global.
El nacimiento de este conflicto fue bastante violento. La
historia de esta lucha comienza con la retirada del Imperio Británico del
subcontinente indio en 1947. La llamada Partición de la India dividió el
territorio en dos nuevos Estados: India, como nación laica de mayoría hindú, y Pakistán, concebido como un hogar para los
musulmanes. La partición fue caótica y sangrienta. Se calcula que más de un
millón de personas murieron y aproximadamente 15 millones fueron desplazadas a
la fuerza. En medio de una ola de violencia sectaria sin precedentes.
Desde su nacimiento como naciones independientes, la región
de Cachemira se convirtió en el núcleo del conflicto. A pesar de tener mayoría
musulmana, el maharajá hindú que gobernaba Cachemira decidió unirse a la India,
una decisión que provocó el rechazo de Pakistán y desató la primera guerra entre
ambos países (1947-1948). La intervención de la ONU estableció una línea de
alto el fuego que dividió la región: Jammu y Cachemira quedaron bajo el control
indio, mientras que Azad Cachemira y Gitgit-Baltistán quedaron en manos
pakistaníes. Sin embargo, ambas naciones continúan reclamando la totalidad del
territorio, manteniendo viva la disputa. Por estos hechos, a lo largo del siglo
XX, y principios del XXI, India y Pakistán se enfrentaron en múltiples ocasiones.
“La partición de la India británica fue caótica
y sangrienta. Más de un millón de personas
murieron y cerca de 15 millones fueron desplazadas”
La segunda guerra, en 1965, fue nuevamente por Cachemira y terminó sin mayores cambios territoriales. La tercera, en 1971, tuvo como escenario la independencia de Bangladés, entonces Pakistán Oriental, y representó una derrota significativa para Pakistán. En 1999, la guerra de Kargil llevó a enfrentamientos en terrenos montañosos tras la filtración de tropas pakistaníes en territorio indio. Estos conflictos armados reflejan la volatilidad de una relación profundamente deteriorada.
Más allá del aspecto territorial, el conflicto está
impregnado por una profunda división religiosa. India, a pesar de su carácter
laico, es mayoritariamente hindú, mientras que Pakistán se define como una
república islámica. Esta diferencia ha alimentado enfrentamientos tanto en el
plano interno como en las relaciones bilaterales, dificultando cualquier
acercamiento sostenido. Las identidades nacionales se construyen, en parte, en
oposición al otro, lo que ha reforzado por décadas la desconfianza mutua.
“India, a pesar de su carácter laico, es hindú,
mientras que Pakistán se define como una
República Islámica”
El componente más alarmante de este largo enfrentamiento es
el armamento nuclear. India probó su primera bomba atómica en 1974, Pakistán lo
hizo en 1998. Desde entonces, cualquier escalada militar conlleva el riesgo de
una confrontación atómica, lo que hace que el conflicto no solo sea de carácter
regional, sino una preocupación de alcance global. La doctrina de disuasión
mutua ha evitado una guerra abierta, pero las tensiones fronterizas constantes
mantienen a las fronteras de ambos países y a toda la región en permanente estado
de alerta.
Lo cierto es que la actual coyuntura bélica encuentra a la
India en mejores condiciones para enfrentar el conflicto, convertida en un
motor económico, al estilo de China, con la población más numerosa del planeta,
el gobierno de Nueva Deli ha ingresado al exclusivo club de los BRICS, los
países del sur global con mayor desarrollo. Su gobierno semidictatorial
presidido por Narendra Modi, quien con un discurso fundamentalista y un
nacionalismo religioso gobierna su tercer periodo consecutivo.
“Ambos países conviven entre pugnas religiosas,
rivalidades étnicas, fuertes aspiraciones nacionalistas
y una constante confrontación atómica”
Mientras que Pakistán, presionado por los planes
estabilizadores dictados por el Fondo Monetario Internacional FMI, es el tercer
país del mundo más endeudado, debe de afrontar una crisis política cada vez más
compleja. Este año eligió a Shehbaz Sharif, quien gobierna tutelado por el ejército
y por los servicios secretos paskistaní.
En la actualidad el conflicto entre India y Pakistán no puede
entenderse únicamente como una disputa territorial. Se trata de una
confrontación entre dos visiones del mundo, dos fuertes identidades nacionales,
y dos historias marcadas por el trauma de la partición. A pesar de los cambios
geopolíticos globales, la posibilidad de una paz duradera entre ambas naciones aún
parece lejana. La historia continua escribiéndose entre líneas de tensión,
diplomacias fallidas, y persistente temor a una escalada irreversible en este
eterno conflicto del sur de Asia.
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