“Au Revoir La France….”
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
A través de un mensaje televisado,
el presidente marfileño Alassane Ouattara, en un discurso al país con motivo
del fin de año, expresó que el campamento militar 43º del Batallón de Infantería de
Marina (BIMA), el más importante del país, situado en Port-Bouët (sur), será
devuelto a las Fuerzas Armadas de Costa de Marfil desde este mes de enero.
Costa de Marfil, uno de los aliados incondicionales
del gobierno galo en África, es la última ex-colonia francesa en sumarse a
la lista de naciones africanas en poner fin a su colaboración en defensa con
Francia, después de Senegal, Chad, Níger, Burkina Faso y Mali. Esta salida pone fin a una presencia
militar francesa que se remonta a la independencia, con ajustes estratégicos a
lo largo de décadas, particularmente durante la crisis político-militar vivida
en el año 2,010. El anuncio se produce también en un contexto de redefinición
de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas.
Recordemos, que los
procesos anticolonialistas en Mali, Burkina Faso y Níger comenzaron como una
ola de golpes de Estado, primero en Bamako en el 2,020, continuó el año
siguiente en Uagadugú y, hasta ahora, su último capítulo fue en Niamey el año
pasado. Los casos de Chad y Senegal se diferencian claramente de estas
tres primeras naciones, porque ambos gobiernos han surgido de procesos
eleccionarios, incluso avalados por Francia y otras potencias occidentales.
“Presiones económicas, intromisiones políticas
y presencia abusiva de militares franceses
en territorio africano”
El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, se
impuso en abril pasado, teniendo entre sus propuestas fuertes cambios en la
relación con París, que, además de la expulsión de sus tropas, pretende
abandonar el uso del Franco de
África Occidental (CFA), la moneda creada por Francia en 1,945,
con la que hasta ahora ha controlado a gran parte de sus antiguas colonias.
En el caso del Chad, el presidente, Mahamat Déby
Itno, que ya gobernaba desde 2,021 tras la muerte en combate de su padre, el
general Idriss Déby, legitimó su poder en mayo pasado tras un proceso
eleccionario que, a pesar de sus muchísimas turbulencias, avaló el Eliseo, creyendo que Mahamat iba a seguir las
políticas de contubernio con Francia que habían permitido a su padre mantenerse
treinta años en el poder.
Con el retiro de militares franceses de territorio africano, se vislumbra un cambio geopolítico en la región. Ante la pérdida del poder de Francia, otras potencias tomarán su lugar. |
Es evidente que más allá de las voluntades y
necesidades políticas de todos estos gobiernos de quitarse de encima el yugo
colonial para intentar un camino de crecimiento que jamás les permitió alcanzar
la vieja metrópoli, también están interpretando la voluntad de sus pueblos, que
rechazan la agobiante presencia francesa en todos los órdenes de sus vidas.
Desde lo económico, por la intromisión de las
filiales de empresas y bancos franceses; en lo político, por las presiones de
las embajadas, donde hasta ahora ha residido el poder real de esos países; y en
lo militar, que, a partir de la asistencia de sus misiones, han generado
divisiones en las fuerzas armadas, para impedir cualquier elemento de
características nacionalistas que pudiera emular a un Nasser o a un Gaddafi.
La corrupción de los militares y de las clases
dirigentes fue el mejor instrumento de París para mantener su influencia desde
los procesos independentistas de principios de los años 60 hasta hoy.
“Los franceses con la excusa de la lucha contra
el yihadismo, cometían todo tipo de abusos
contra la población civil”
Estas no han sido las únicas razones para exacerbar
el sentimiento anti-francés que ha estallado en estos últimos años, en
territorio africano, sino que ha coadyuvado para que se dé este fenómeno. Fue a
partir de la renovada presencia de las misiones militares, fundamentalmente en
los países del Sahel con la excusa de la lucha contra el terrorismo
fundamentalista, al que la inteligencia francesa financió y asistió para
derrocar al coronel Gaddafi en 2,010 y que desde entonces se ha hecho
incontrolable.
Desde 2,011, misiones como la Serval, más tarde reconvertida en la Barkhane, inicialmente en Mali, han habilitado a
los militares franceses a actuar como una fuerza de ocupación. A lo largo de
todos estos años, mientras las milicias integristas se extendían desde el
norte de Mali a Níger y a Burkina Faso, el ejército regular francés, con la
excusa de la seguridad, cometían todo tipo de abusos contra la población civil.
Las organizaciones pertenecientes al Daesh global, Estado Islámico en el Gran Sáhara y los tributarios de al-Qaeda, bajo
las banderas del Grupo de Apoyo al Islam
y los Musulmanes, rápidamente comenzaron ha expandirse más allá del Sahel,
llegando a operar en Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín, en las orillas del
Golfo de Guinea y con la suficiente potencia para sumar un nuevo grupo perteneciente
a al-Qaeda al conflicto en Nigeria, donde operan libremente Boko Haram y el Estado Islámico para África
Occidental ISWAP desde 2,009.
Los abusos de Francia en África
tienen una larga y sangrienta historia. Después de la despiadada repartija que
significó la Conferencia de Berlín entre los años 1,884 a 1,885, en donde el
continente africano se vio desmembrado producto de la voracidad de las
potencias coloniales de esa época. Pasando
por la locura homicida de un personaje como Leopoldo II de Bélgica, quien obro sanguinariamente,
con el aval diplomático de Francia, contra el territorio de la actual República
Democrática del Congo, a nombre propio, provocando entre diez y veinte millones
de muertos por sobreexplotación de trabajo en el caucho, maderas preciosas y
marfil.
“La presencia represiva de Francia en África
tiene una larga y sangrienta historia,
desde la repartija de la Conferencia de Berlín”
No podemos olvidar la brutal represión
francesa contra el movimiento independentista en Argelia entre 1,830 y 1,962,
se estima que Francia asesinó a más de cinco millones de personas. Solo dos
millones en la guerra de liberación (1,954-1,962) y un número desconocido en
diferentes matanzas que perpetró a lo largo de su presencia. Como en el
genocidio de Laghouat de 1,854, que está considerado como la primera masacre
con armas químicas, en este caso cloroformo, contra civiles de la historia.
Como vemos, con este historial de
masacres, rapiña, explotación e invasiones constantes contra el legítimo
derecho de independencia y dignidad soberana de los Estados africanos, hoy el
pueblo de África le dice con toda razón, orgullo y sin ningún pesar…Au revoir
la France.
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