Monday, January 13, 2025

 

“Au Revoir La France….”

Por: Javier Fernando Miranda Prieto 

Con la leyenda: "Francia Sal de Mi País", varias ciudades africanas fueron escenario
de multitudinarias manifestaciones contra la presencia militar gala en territorio africano.
Son ya seis naciones africanas que han exigido la expulsión de empresas y bases militares 
francesas. 

A través de un mensaje televisado, el presidente marfileño Alassane Ouattara, en un discurso al país con motivo del fin de año, expresó que el campamento militar 43º del Batallón de Infantería de Marina (BIMA), el más importante del país, situado en Port-Bouët (sur), será devuelto a las Fuerzas Armadas de Costa de Marfil desde este mes de enero.

Costa de Marfil, uno de los aliados incondicionales del gobierno galo en África,  es la última ex-colonia francesa en sumarse a la lista de naciones africanas en poner fin a su colaboración en defensa con Francia, después de Senegal, Chad, Níger, Burkina Faso y Mali. Esta salida pone fin a una presencia militar francesa que se remonta a la independencia, con ajustes estratégicos a lo largo de décadas, particularmente durante la crisis político-militar vivida en el año 2,010. El anuncio se produce también en un contexto de redefinición de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas.

Recordemos, que los procesos anticolonialistas en Mali, Burkina Faso y Níger comenzaron como una ola de golpes de Estado, primero en Bamako en el 2,020, continuó el año siguiente en Uagadugú y, hasta ahora, su último capítulo fue en Niamey el año pasado. Los casos de Chad y Senegal se diferencian claramente de estas tres primeras naciones, porque ambos gobiernos han surgido de procesos eleccionarios, incluso avalados por Francia y otras potencias occidentales.

                “Presiones económicas, intromisiones políticas

                    y presencia abusiva de militares franceses

                                   en territorio africano”

El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, se impuso en abril pasado, teniendo entre sus propuestas fuertes cambios en la relación con París, que, además de la expulsión de sus tropas, pretende abandonar el uso del Franco de África Occidental (CFA), la moneda creada por Francia en 1,945, con la que hasta ahora ha controlado a gran parte de sus antiguas colonias.

En el caso del Chad, el presidente, Mahamat Déby Itno, que ya gobernaba desde 2,021 tras la muerte en combate de su padre, el general Idriss Déby, legitimó su poder en mayo pasado tras un proceso eleccionario que, a pesar de sus muchísimas turbulencias, avaló el Eliseo, creyendo que Mahamat iba a seguir las políticas de contubernio con Francia que habían permitido a su padre mantenerse treinta años en el poder.

Con el retiro de militares franceses de territorio
africano, se vislumbra un cambio geopolítico en la región.
Ante la pérdida del poder de Francia, otras potencias 
tomarán su lugar.

Es evidente que más allá de las voluntades y necesidades políticas de todos estos gobiernos de quitarse de encima el yugo colonial para intentar un camino de crecimiento que jamás les permitió alcanzar la vieja metrópoli, también están interpretando la voluntad de sus pueblos, que rechazan la agobiante presencia francesa en todos los órdenes de sus vidas.

Desde lo económico, por la intromisión de las filiales de empresas y bancos franceses; en lo político, por las presiones de las embajadas, donde hasta ahora ha residido el poder real de esos países; y en lo militar, que, a partir de la asistencia de sus misiones, han generado divisiones en las fuerzas armadas, para impedir cualquier elemento de características nacionalistas que pudiera emular a un Nasser o a un Gaddafi.

La corrupción de los militares y de las clases dirigentes fue el mejor instrumento de París para mantener su influencia desde los procesos independentistas de principios de los años 60 hasta hoy.

                 “Los franceses con la excusa de la lucha contra

                      el yihadismo, cometían todo tipo de abusos

                                    contra la población civil”

Estas no han sido las únicas razones para exacerbar el sentimiento anti-francés que ha estallado en estos últimos años, en territorio africano, sino que ha coadyuvado para que se dé este fenómeno. Fue a partir de la renovada presencia de las misiones militares, fundamentalmente en los países del Sahel con la excusa de la lucha contra el terrorismo fundamentalista, al que la inteligencia francesa financió y asistió para derrocar al coronel Gaddafi en 2,010 y que desde entonces se ha hecho incontrolable.

Desde 2,011, misiones como la Serval, más tarde reconvertida en la Barkhane, inicialmente en Mali, han habilitado a los militares franceses a actuar como una fuerza de ocupación. A lo largo de todos estos años, mientras las milicias integristas se extendían desde el norte de Mali a Níger y a Burkina Faso, el ejército regular francés, con la excusa de la seguridad, cometían todo tipo de abusos contra la población civil.

Las organizaciones pertenecientes al Daesh global, Estado Islámico en el Gran Sáhara y los tributarios de al-Qaeda, bajo las banderas del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, rápidamente comenzaron ha expandirse más allá del Sahel, llegando a operar en Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín, en las orillas del Golfo de Guinea y con la suficiente potencia para sumar un nuevo grupo perteneciente a al-Qaeda al conflicto en Nigeria, donde operan libremente Boko Haram y el Estado Islámico para África Occidental ISWAP desde 2,009.

Los abusos de Francia en África tienen una larga y sangrienta historia. Después de la despiadada repartija que significó la Conferencia de Berlín entre los años 1,884 a 1,885, en donde el continente africano se vio desmembrado producto de la voracidad de las potencias coloniales de esa época.  Pasando por la locura homicida de un personaje como Leopoldo II de Bélgica, quien obro sanguinariamente, con el aval diplomático de Francia, contra el territorio de la actual República Democrática del Congo, a nombre propio, provocando entre diez y veinte millones de muertos por sobreexplotación de trabajo en el caucho, maderas preciosas y marfil.

                  “La presencia represiva de Francia en África

                        tiene una larga y sangrienta historia,

                desde la repartija de la Conferencia de Berlín”

No podemos olvidar la brutal represión francesa contra el movimiento independentista en Argelia entre 1,830 y 1,962, se estima que Francia asesinó a más de cinco millones de personas. Solo dos millones en la guerra de liberación (1,954-1,962) y un número desconocido en diferentes matanzas que perpetró a lo largo de su presencia. Como en el genocidio de Laghouat de 1,854, que está considerado como la primera masacre con armas químicas, en este caso cloroformo, contra civiles de la historia.

Como vemos, con este historial de masacres, rapiña, explotación e invasiones constantes contra el legítimo derecho de independencia y dignidad soberana de los Estados africanos, hoy el pueblo de África le dice con toda razón, orgullo y sin ningún pesar…Au revoir la France.

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