DONALD TRUMP:
EL “FASCISMO SUPÉRSTITE”
Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Donald Trump vuelve a la Casa Blanca como criminal convicto, con el deseo de perpetrar la instalación de un "fascismo supérstite" en el mismo corazón del capitalismo mundial. |
Eran los últimos meses del primer reinado de Donald
Trump, como presidente de los Estados Unidos y había ganado Biden, pero Trump
se negaba a aceptar su derrota y desató una campaña para evitar que este asuma
el poder. Inició decenas de acciones legales para subvertir los resultados y
las perdió todas. Realizó actos delictivos y criminales, como forzar a una
autoridad encargada de certificar los votos en Georgia para que le “consiga”
algunos votos, y hasta soliviantó a turbas de seguidores para que invadieran el
Capitolio y evitaran que el Congreso certifique el triunfo de Biden en una
insurrección sin precedentes; un conato de golpe de Estado que se cobró la vida
de varias personas, incluyendo varios policías, y puso en riesgo la vida de su
propio vicepresidente y otros congresistas.
Hoy 20 de enero, Trump vuelve nuevamente a la
presidencia como criminal convicto (excusado de purgar cárcel), pero no por los
mencionados delitos, sino por sobornar a una actriz porno y falsificar
documentos para evitar que el caso de su vínculo con ella saliera a la luz durante
su primera campaña presidencial. Y pese a que las pruebas de los crímenes de
Trump son contundentes, la insurrección del Capitolio fue transmitida en vivo;
varios de los que participaron en ella están en la cárcel, y a su ex-abogado
Rudy Giuliani le quitaron la licencia para ejercer su profesión; Trump ganó
abrumadoramente. No porque muchos estadounidenses se volvieron súbitamente
republicanos, sino porque millones de demócratas no vieron la razón para salir
a votar por Kamala Harris.
“El
periodo que se inicia hoy, es la prueba más
elocuente de que ahora una democracia
puede ser fascista”
La mayor paradoja es que ahora, que es un
criminal convicto, es más popular que cuando gobernó por primera vez y no lo
era. Además del respaldo de una parte significativa de la prensa liberal como
The Washington Post y el Los Angeles Times -la misma que durante su primer
gobierno llevaba la cuenta de cuántas mentiras decía Trump al día…-, Trump goza
del apoyo de los empresarios más ricos de EEUU y del mundo -Bezos, Zuckerberg y
Musk-, dueños de empresas tecnológicas gigantes que han transformado nuestra
forma de comunicarnos, relacionarnos, comprar y hasta trabajar.
El favorito de Trump, Elon Musk, que asumirá un
cargo en su Gobierno, y el hombre más rico del mundo, no solo es dueño de X
(ex-Twitter), sino de Telsa, la compañía de autos eléctricos, y Starlink, la
compañía espacial que posee el 60 % de los satélites que orbitan en la tierra.
Estos magnates han donado cientos de millones para la campaña presidencial de
Trump y para su ceremonia de inauguración. Atrás quedaron los días en que
Zuckerberg y el entonces dueño de Twitter bloquearon a Trump de sus plataformas
por promover falsedades y desinformación. Más bien y después del anuncio de
Zuckerberg de que Meta ya no va a hacer fact-checking en Facebook, el que la
verdad no importa ya es oficial.
La toma del Capitolio, hace cuatro años, por bandas armadas, fue la expresión más evidente de la existencia de una conducta fascista y autoritaria en gran parte de la población norteamericana. |
Pero no nos engañemos. Trump no es un fascista que vino a destruir una democracia impoluta. No solo porque se trata de un país profundamente racista, marcado por su historia de exterminación masiva de nativos americanos y el despojo de sus tierras, así como la esclavitud africana, sino porque su reelección no hubiera sido posible sin el acomodo liberal que acabo de describir y sin el apoyo o aquiescencia de sectores ilustrados de la prensa del mainstream, y del poder corporativo. Gracias, en buena parte, a ellos, Estados Unidos tendrá por primera vez como presidente a un criminal convicto. Trump, el millonario de la farándula, el supremacista blanco de fortunas de dudosa honestidad es el nuevo statu quo, "the new normal" como se diría en inglés. Su reelección expresa el fin de la antinomia "democracia vs fascismo" que definió la política internacional desde la Segunda Guerra Mundial.
El periodo que se inicia, es el fin de una época. Es la prueba más elocuente de que ahora una democracia puede ser fascista, es el fascismo supérstite (sobreviviente). Y es tal vez el último estertor colonialista de un imperio decadente. No hace falta analizar mucho, porque Trump lo ha expresado claramente. Lo ha dicho sin rubor que quiere invadir Panamá para recuperar el canal, anexar Canadá y tomar Groenlandia. El "Destino Manifiesto". El mundo se divide en pueblos civilizados (los blancos) y los pueblos bárbaros (los demás) que no pueden gobernarse a sí mismos pero deben ser gobernados.
“Estados Unidos tendrá por primera vez
como presidente a un criminal convicto”
El frustrante y mediocre gobierno de Joe Biden
fue la antesala de este fascismo sobreviviente. A Biden le quedó chico el
cargo, su pusilanimidad y la corrupción política dejaron un país a la deriva
cuando tuvo que enfrentar su prueba de fuego: Gaza. Su apoyo incondicional
a un genocidio de palestinos perpetrado por Netanyahu, que se ha llevado más de
64 mil vidas y ha convertido a la Franja de Gaza en un lugar inhabitable, que
abrazó también la candidata demócrata Harris, resultó moralmente reprehensible
para millones de estadounidenses y prácticamente les costó la elección.
¿Cómo diferenciar a un Biden rendido a los pies
de Netanyahu de un republicano supremacista blanco, en su desprecio a las vidas
palestinas? ¿Qué diferencia sustancial puede haber entre los demócratas que
aplauden y apañan a un genocida con orden de captura por crímenes de guerra por
la Corte Internacional de Justicia y los republicanos que han entronizado como
presiente a un criminal convicto?
Lo que se ha inaugurado hoy en los salones del Capitolio en los Estados Unidos, son los estertores de un régimen imperial decadente, que para poder sobrevivir solo le queda aferrarse a un fascismo supérstite.
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