Monday, November 3, 2025

 LA “EPIDEMIA” DE LA REELECIÓN PRESIDENCIAL:

EL CASO CAMERÚN

Por: Javier F. Miranda Prieto

Paul Biya el penúltimo dinosaurio africano buscando su octavo mandato en Camerún. Biya con sus 92 años de edad,
es el líder más longevo del mundo y el segundo en mantenerse en el poder, luego de su vecino,
el dictador Teodoro Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial.

Como si fuera una voraz epidemia, que a lo largo de los años ha venido minando el débil cuerpo democrático de algunos países africanos, el virus de la “reelección presidencial”, ese mal endémico de las sociedades caudillistas y poco institucionalizadas, ya ha cobrado más de una víctima entre el elenco estable de los autócratas africanos. En las últimas semanas se han reeditado esas mascaradas de elección popular, que no han convencido a nadie, pero que solo ha servido para entronizar en el poder por tercera vez consecutiva al inefable Alassane Ouattara en Costa de Marfil y consagrar por octavo periodo presidencial al más longevo de los tiranos africanos, Paul Biya en Camerún.

El caso de Biya es particularmente revelador por el profundo hartazgo de gran parte de la población camerunés, que durante semanas inundaron las calles de las principales ciudades del país expresando su repudio por una ilegal y corrupta reelección presidencial, continuando con más de cuatro décadas de tiranía.

El lunes 27 de octubre, el Consejo Constitucional emitió los resultados oficiales de las elecciones presidenciales del pasado día 12, en las que, por octava vez, Paul Biya habría salido “vencedor” con un 53,66% de los votos. Su principal rival, Issa Tchiroma Bakary, habría obtenido 35,19% de los sufragios. A pesar de la oficialidad de estos datos, las cifras caben ponerlas en condicional, pues, tal como denuncian la oposición y los pocos observadores asistentes al proceso electoral, múltiples evidencias parecen demostrar la existencia de un fraude electoral masivo. Colegios electorales donde la participación superó el 100% o una participación especialmente abultada en las zonas más partidarias a Biya y extremadamente bajas en los bastiones de la oposición, son algunas de las muestras de la manipulación electoral.

                 “Paul Biya tiene actualmente 92 años,

              siendo el líder no monárquico más longevo

              del mundo. De cumplir su octavo mandato,

           el presidente camerunés llegaría a los 99 años”

Las protestas empezaron nada más cerrarse los colegios electorales, siendo especialmente relevantes en Garoua, la ciudad del norte del país de donde es original el líder de la oposición Tchiroma. Con los días se extendieron al resto de ciudades importantes como la capital Yuandé o el puerto de Duala. Los protestantes llegaron a incendiar la sede el gobernante partido Movimiento Democrático del Pueblo Camerunés. Para evitar su propagación y circulación de imágenes de la brutal represión que se estaba llevando a cabo, el gobierno de Biya optó por cortar el servicio de internet.

Las protestas empezaron apenas cerraron las votaciones. 
Según la oposición al menos 20 personas habrían fallecido.

Hasta ahora, las cifras de los muertos y detenidos no están del todo claras, según la oposición, al menos veinte personas habrían fallecidos por la represión policial. Los detenidos se cuentan por centenares, y el gobierno ha anunciado que se enfrentarán a un tribunal militar donde serán juzgados injustamente por “insurrección” o “incitación a la rebelión”.

Paul Biya tiene actualmente 92 años, siendo el líder no monárquico más longevo del mundo. De cumplir su octavo mandato, el presidente camerunés llegaría a los 99 años. Esto contrasta extremadamente con la media de la población del país, que se acerca a los 18 años, por lo que se calcula que solo un 10% de la población había nacido antes de la llegada de Biya al poder en 1982. A su vez, este tirano lleva ya 43 años al frente del país, siendo el segundo jefe de Estado con más años en el cargo no solo en África, sino en todo el mundo. En esa clasificación le supera solo el presidente de la vecina Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, con 46 años como dictador.

                “Veinte personas habrían fallecidos por la

               represión policial. Los detenidos se cuentan

               por centenares, y el gobierno ha anunciado

                 que se enfrentarán a un tribunal militar”

Desde su llegada al poder, Biya ha basado su gobierno en un control absoluto de las estructuras del Estado, en sus manos y en las de una reducida élite, así como el uso sistemático del miedo y la represión contra cualquier forma de disidencia política. Aunque, desde 1992, Camerún celebra oficialmente elecciones multipartidarias, estás lejos de ser un verdadero ejercicio democrático, se han convertido en una herramienta de legitimidad. En todas y cada una de las elecciones celebradas desde entonces se han producido comprobadas acusaciones de fraude. Inevitables características del letal virus de la “reelección presidencial”.

Al fraude electoral, se suma otra sintomatología de esta “epidemia”, la constante represión contra los opositores, activistas y periodistas, que a menudo son juzgados por Tribunales Militares. A su vez, el gobierno utiliza diferentes estrategias para evitar la candidatura de “opositores incomodos”, dejando vía libre a los que no considera un peligro para aparentar una verdadera competencia. Pero en estas elecciones esta estrategia le salió mal.

Tras invalidar sin grandes argumentos al histórico opositor de Biya, Maurice Kamto, la competencia le salió dentro de sus filas. Tras más de treinta años como funcionario del gobierno de Biya, su antiguo ministro Tchiroma decidió presentarse a las elecciones como una opción de cambio, canalizando gran parte del voto que correspondía a Kamto. Tchiroma resultó menos domable de lo que preveía Biya, pues incluso rechazó su oferta de ser primer ministro si aceptaba los resultados electorales.

           “Francia es el mayor interesado en que el gobierno

             de Biya no caiga. Para ello, lleva años aportando

           apoyo logístico y formación al ejército camerunés”

Por otra parte, las fuerzas de seguridad camerunesas tienen una larga experiencia en la represión contra la población civil. Durante años han llevado a cabo una brutal represión contra la autoproclamada República Federal de Ambazonia, territorio de habla inglesa que reclama su autodeterminación. Aunque los abusos son similares en ambos bandos, el ejército ejecuta una política de exterminio contra la población civil, lo que incluye destrucción de aldeas y de infraestructura básica como escuelas y hospitales. Se calcula que en este conflicto habrían fallecido en la última década más de 6,500 personas.

Todo este historial de violaciones de los derechos humanos y democráticos, no ha impedido que Francia, antigua metrópoli colonial, siga considerando a Camerún como uno de los principales socios estratégicos del continente. Tras los golpes militares en el sahel (Burkina Faso, Níger y Mali) y un resentimiento generalizado contra sus prácticas coloniales, Francia es el mayor interesado en que el gobierno de Biya no caiga. Para ello, lleva años aportando apoyo logístico y formación al ejército camerunés. En el 2022, Emmanuel Macron visitó Camerún para fortalecer los lazos bilaterales, lo que incluye la inversión de empresas francesas en prácticamente la totalidad de los sectores económicos estratégicos. Olvidó, en cambio hacer alguna mención a las violaciones de los derechos humanos o a la inexistencia de un sistema democrático.

Tras más de cuatro décadas de férreo control del poder, Biya vive actualmente uno de los momentos más tensos de su carrera política. Su control se basa principalmente en el ejército, el cual, como ya hemos visto recientemente en otros países como Madagascar, podría considerar tomar el mando si evalúa que Biya no es capaz de garantizar la estabilidad del país. Lo cierto es que los cameruneses, seguirán en las calles durante las siguientes semanas, conscientes del importante papel que cumple la presión popular en determinar si ha llegado el fin del longevo gobierno autoritario y represivo de Biya y para poder combatir y exterminar esa nociva y perversa “epidemia de la reelección presidencial”.

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