EL PLAN DE TRUMP PARA GAZA:
HACIA UN “BANTUSTÁN” PALESTINO
En los aciagos años de la vigencia del régimen del apartheid
en Sudáfrica, se crearon los Bantustanes (vocablo de lengua bantú), que eran
enclaves o territorios orientados exclusivamente para sudafricanos negros, con
el único objetivo de segregar o separar a la población negra de los
sudafricanos blancos. Estos supuestos “estados”, eran en la práctica zonas de
reserva con escaza autonomía y dependientes de la autoridad blanca sudafricana.
En la actualidad, este término se usa de forma peyorativa
para referirse a territorios sin verdadera legitimidad ni soberanía, producto
de la fragmentación territorial y la segregación. El llamado Plan para Gaza
propuesto por Donald Trump, estaría creando las condiciones para a la creación
de un verdadero “Bantustán palestino”.
Con este supuesto plan, Trump y Netanyahu pretenden poner fin
al genocidio en Gaza. Pero los palestinos no han sido consultados, ni la
Autoridad Nacional Palestina, ni Hamas, ni representantes de la sociedad civil.
Trump y Netanyahu han ofrecido un borrador firmado entre la Casa Blanca y Tel
Aviv que entrega la soberanía de 2,2 millones de personas a una junta
internacional presidida por el propio Trump y con la participación, en la
ejecución del plan, del ex Primer Ministro inglés Tony Blair, recordado en el
Medio Oriente por su papel en la invasión y destrucción de Irak.
“Trump y Netanyahu han entregado un borrador
que entrega la soberanía de 2,2 millones
de palestinos a una junta internacional
presidida por el mismo Trump”
El plan se viste con promesas de reconstrucción y paz, pero
está plagado de condiciones que
consolidan la dependencia de Gaza respecto a Israel y a Washington, sometiendo
su soberanía y autonomía al país genocida que lo está invadiendo y a la primera
potencia armamentista del mundo. Hablan de desratización, de desmilitarización,
de supervisión internacional, pero nunca de autodeterminación. El pueblo
palestino, otra vez, es tratado como menor de edad, como un subalterno. Los 20
puntos que aborda este plan no son una propuesta de paz, sino un manual de rendición
diseñado para perpetuar el control colonial.
El documento, lejos de garantizar la paz, legitima la
arquitectura del asedio, que ha padecido Palestina cerca de 50 años. Israel
conserva la capacidad de veto, mientras que Trump se autoproclama presidente de
una junta colonial y Blair regresa al tablero geopolítico de Oriente Medio con
la misma aura de administrador de guerras pasadas.
En los 20 puntos de sometimiento, se habla de inversiones, de
zonas económicas, de “socios regionales”, hasta los muertos son tratos como mercancías.
Pero nunca se habla de soberanía. Nunca se habla del derecho del retorno. Nunca
se habla de justicia por los crímenes cometidos.
“Las condiciones de Trump paren creadas
para que Hamas las rechace y Netanyahu
proteja su gobierno, integrado por extremistas
que promueven la ocupación permanente
de Gaza y la anexión de Cisjordania”
Recordemos que la presentación del plan de Trump estuvo
precedida por una campaña de presión de los países árabes para que el presidente
norteamericano rechazara la anexión de Cisjordania por parte de Israel y
anunciara un plan que contemplara la iniciativa de monarquías, como Emiratos
Árabes Unidos, Arabia Saudita y Qatar, y Egipto para establecer un gobierno tecnocrático
palestino apoyado por la comunidad internacional, después de una retirada de
las fuerzas israelíes de Gaza. Una iniciativa que rivaliza con el intento del
gobierno de Netanyahu de establecer una junta de gobierno internacional, dirigida
por funcionarios amigos de Tel Aviv, para implementar un programa de
reconstrucción y gobierno por tiempo indefinido, sin un tiempo claro de transferencia
de poder a una institución legitima elegida por los palestinos.
La hoja de ruta trumpista parece una mezcla de las dos
propuestas que, en el corto plazo, plantea lo que Israel no consiguió por la
vía militar: el desarme de Hamas y su extinción. La conferencia de prensa en la
Casa Blanca entre Trump y Netanyahu presentando este plan, pareció, además, un
intento de disminuir la presión internacional contra Israel en un momento, en
donde sus fuerzas militares rodean la ciudad de Gaza, y un grupo de países
árabes, asiáticos, europeos y latinoamericanos han recocido a Palestina como estado
pleno.
Por otra parte, Hamas ha respondido que no fue informada
sobre el plan de Trump antes de su anuncio público. La organización armada
palestina ya ha repetido varias veces que no entregara sus armas hasta que haya un Estado palestino, cuya
capital esté establecida en Jerusalén. También ha planteado que el intercambio
de rehenes israelíes y prisioneros palestinos, debe incluir una retirada
progresiva de las fuerzas israelíes de la Franja. La organización palestina ha
dicho, además, que está dispuesta a no participar de un futuro gobierno en
Gaza.
“En los 20 puntos se habla de
inversiones,
de zonas económicas, de “socios regionales”,
hasta los muertos son tratados como mercancía.
Pero nunca se habla de soberanía”
Como vemos, las condiciones de Trump parecen creadas para que
Hamas las rechace y Netanyahu tenga la excusa de proteger su gobierno con más acciones
bélicas. Un gobierno que está integrado por extremistas que promueven la
ocupación permanente de Gaza y la anexión de Cisjordania.
Otro punto de la iniciativa trumpista, establece que tras la
concreción del acuerdo, se enviaría inmediatamente toda la ayuda humanitaria
posible a la Franja de Gaza, lo que incluiría “la rehabilitación de la
infraestructura destruida (agua, alcantarillado, puentes, electricidad), la
rehabilitación de hospitales, escuelas, refugios de desplazados, y la entrada
de equipos para la retirada de escombros y abrir carreteras”. Se trata, en esencia,
de un reconocimiento norteamericano de que Israel ha destruido infraestructura crítica
en Gaza y ha bloqueado la ayuda humanitaria, ambos considerados crímenes de
guerra por el derecho internacional. El documento podría servir como prueba en
los múltiples casos internacionales abiertos contra el estado de Israel,
Netanyahu y sus altos mandos militares.
En la práctica, lo que Trump ofrece en su plan es un gobierno
en la Franja de Gaza diseñado como un Bantustán palestino, sin ninguna soberanía,
sin ninguna legitimidad territorial, sometida a los dictados de Washington, Tel
Aviv y una veeduría internacional que solo representa y defiende sus intereses.

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